Leonardo es un joven y atractivo CEO que no cree en el amor, ni en el matrimonio. Ama su libertad y su licenciosa vida y así es muy feliz, pero una cláusula dejada en el testamento por su padre antes de morir, lo obliga a casarse en el plazo de un año para obtener su herencia. Dispuesto a no perderla, a Leonardo se le ocurre una brillante idea. Le ordena a su secretaria publicar un anuncio buscando una hermosa mujer que finja ser su esposa por dos años. No ha sido nada fácil la elección, las que responden el anuncio no son de su agrado. Pero entonces un día se presenta en la empresa una bellísima y sensual mujer buscando empleo. Cuando Leonardo la vió no dudó ni por un instante en elegirla. ¡No busquen más! Ella será mi futura esposa. ¿Aceptará Anya casarse con este playboy? ¿Y si se casan, se convertirá este falso matrimonio en UN AMOR DE VERDAD?
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CAPÍTULO 21.
Luego de almorzar, Leonardo y Anya se dirigen a un exclusivo y moderno centro comercial. Visitaron las tiendas más lujosas comprando diversas cosas hasta que llegó la hora de elegir la ropa. Entraron a una boutique “Gucci” para ver algunas prendas para ambos.
—Elige lo que quieras, no escatimes en nada. Estos son regalos que te quiero hacer, lleva todo lo que te guste. Yo veré algo para mí también. —Solo quiero pedirte algo a cambio de eso, dijo travieso.
—¡Ya decía yo que era demasiado bueno para ser verdad! Dime antes para saber si acepto o no. Contigo nunca se sabe…
Leonardo se le acercó y con una voz muy seductora le dijo al oído —Solo quiero que modeles para mí la ropa que elijas. Déjame verte con ella puesta. Es sólo para darte mi opinión. La opinión de tu esposo es importante, ¿No crees?
—Ahh ¿solamente eso? Yo pensé que querías que…. ¡Nada, olvídalo! ¿Por qué no? Siéntate ahí y disfruta la vista, dijo coqueta siguiéndole el juego.
Anya observaba maravillada el lujo y la calidad de todo lo que se vendía en esa tienda. Había ropa demasiado hermosa, fina, exclusiva y elegante. Nunca imaginó ni remotamente poder lucir algún día una de estas prendas, ni tener acceso a esta clase de lujos.
Ella pudo en algún momento de su vida haberse dado un gusto de estos, pero nunca pudo porque siempre habían otras prioridades. Además, es una mujer sencilla y siempre amó sus jeans rotos.
Ayudada por la amable vendedora, escogió la ropa que más le gustó y mejor le quedaba. Allí dentro del probador se empezó a desvestir, el saber que debía salir a modelar para Leonardo la avergonzaba. Pero cuando ve lo bien que la hace lucir aquella ropa, toma coraje, respira profundo y sale.
Lo ve allí sentado como un príncipe, esperándola. ¿Él es un príncipe? Entonces ¡Yo soy una princesa! ¿Querías verme desfilar? Ok, es fácil. Soy bailarina y me sé mover con gracia.
Una a una fue modelando para él la ropa que se iba probando. Leonardo se sentía en el paraíso mismo viendo a la más hermosa criatura angelical y perversa a la vez, modelar para él. Esa dualidad lo tenía embobado.
—¡Te ves espectacular, la más hermosa! —Se dirigió a la vendedora y le dijo que todo lo que había modelado Anya lo fuera añadiendo a la cuenta y que le siguiera llevando los vestidos más hermosos que tuvieran.
Ya casi para finalizar, Anya ve un conjunto que le fascinó. Ella adoraba la ropa de cuero suave, negro y brillante. Nadie podría lucir esas prendas de vestir como ella. Tiene un cuerpo sumamente sensual, firme y perfecto producto de esas horas de baile intenso que suele hacer como ejercicio y hobby.
Se puso el conjunto de pantalón y chaqueta de piel bordada con una blusa blanca casi transparente debajo. Salió del probador y caminó coqueta hacia Leonardo.
Cuando este la vio salir e ir hacia él se quedó literalmente con la boca abierta. Anya se veía terriblemente sexy y matadora con ese conjunto de piel y esa manera de caminar tan insinuante y atrevida. Se veía realmente como una una diosa de ensueño.
—¿Qué te parece? ¿Me queda bien? A mi me encanta. Siempre había querido tener un conjunto así. Ella se contorneaba frente al gran espejo.
Leonardo la miraba fascinado, era como si el mundo hubiera desaparecido para él y sólo existía ella. —Y a mi me encantas tú mucho más, digo, hablo del atuendo, corrigió nervioso.
Anya al oírlo tartamudear se le acerca. ¿ Estás bien? Le tocó la frente y sintió que hervía. —¡Dios, tienes fiebre. ¿Te sientes mal? Podríamos ir al médico, dijo con cara de preocupación.
—¡Tengo calentura, pero no estoy enfermo! Estoy así por.. y se quita con… ¡Bahh! No me hagas caso, al rato se me pasa, creo. —Anda a cambiarte y vámonos. Debo pasar por la oficina. Diego me necesita. Voy a pagar.
—¿Crees que me puedo ir así vestida? Me gusta mucho este atuendo, dijo feliz mientras se seguía mirando al espejo sin percatarse de que a su esposito se le iban a salir los ojos…
—¿Quieres matarme, verdad? Cómo demonios voy a manejar así. Ni modo que cierre los ojos, balbuceaba para sí…
—¿Estás diciendo algo Leonardo ? No te entendí nada, dime… —preguntó confundida 😕
—Cosas mías, yo me entiendo —sonrió para disimular su verdadero problema. Te ves muy linda, demasiado diría yo. —Se acercó con intenciones de besarla, pero ella ágilmente se apartó.
—Aquí no hay nadie que pueda reconocernos esposito, no es necesario fingir. —Recuerda nuestro acuerdo — le dijo susurrándole al oído haciéndolo estremecer, mientras se dirigen hacia la caja.
Esa acción lejos de enojar a Leonardo, lo encendió mucho más. <
Mientras caminaban en ese centro comercial, ya de regreso al estacionamiento, todas las miradas recaían sobre ambos, pero mucho más en esa mujer con rostro angelical pero cuerpo de miedo.
Ninguno de los transeúntes que los veía pasar con admiración, podría imaginarse que hasta hace pocos días, ese bello hombre era un egoísta que solo se amaba así mismo y no creía en el amor.
Juró nunca casarse ni perder su libertad. Solo quería placer y diversión sin compromisos. Así era muy feliz. Ahora, en cambio, era simplemente inexplicable ver aa este príncipe cómo se siente orgulloso de llevar de la mano a una bella mujer y haberle comprado todo lo que ella quiso con el único deseo de verla feliz y quizás así enamorarla, enamorarla con UN AMOR DE VERDAD.
Un chico caminaba en sentido contrario a ellos. Estaba tan impactado con esas curvas, ese rostro y ese cabello de Anya que no podía dejar de admirarla. Al pasar cerca de ella le dedicó la más hermosa de sus sonrisas. A lo cual ella respondió casi sin querer, de la misma manera.
Leonardo la vio y entonces sintió algo que nunca jamás había sentido en su vida: CELOS
—¿Te gustó? Ya deja de sonreírle a ese idiota, dijo muy enojado.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué te enojas? Solo respondí a su lindo gesto, nada más. Anya entiende su molestia, entonces se detiene y lo mira con picardía a los ojos: ¿Acaso estás celoso?
—¿Celoso yo? ¡Ay Anya por favor! ¿Me has visto bien? ¿Crees que yo debo sentir celos por cualquier imbécil que te mire? —Vamos, camina rápido, que ya se me hizo tarde. —dijo serio y se controló tratando de no darle importancia al asunto.
Subieron al auto y emprendieron el regreso. Leonardo se sentía irritado y no entendía el por qué, o pretendía no saberlo.
Los dos iban en silencio. Anya, divertida al darse cuenta de la actitud de Leonardo decidió ignorarlo. Echó el asiento hacia atrás, se puso cómoda y cerró los ojos.
Al verla así, Leonardo no pudo evitar aprovechar ese momento para mirarle sus piernas. Disimuladamente y sin descuidar la carretera, miraba sus muslos, esa breve cintura, sus senos que quedaron casi al descubierto, su cuello y todo lo que tenía a la vista, para culminar en su hermoso rostro.
Necesitaba una ducha de agua helada. No lo podía negar, era inevitable, tenía que aceptarlo. ¡Anya le gustaba muchísimo! Lo traía loco. Le fascinaba todo de ella hasta su dulce, traviesa y firme personalidad.
Al llegar a la mansión, Leonardo despertó con un beso en la frente a Anya. —Llegamos, te ayudo a subir las bolsas a tu cuarto y luego me voy a la oficina. Tengo que hablar con Diego. Debo dejar todo arreglado ya que tú y yo nos vamos a nuestra luna de miel. Descansa. Espérame para cenar juntos. ¿Está bien? En la noche hablamos.
Una vez que entran al gran cuarto, Leonardo deja las bolsas sobre la cama. Anya le quiere agradecer sus regalos, entonces lo toma de la cintura suavemente y lo atrae hacia su pecho. Le da un beso en la mejilla y le dice —Gracias Leonardo. Sé que estos regalos no están dentro del contrato, pero tú lo has querido hacer, por ello gracias. Estoy muy feliz.
—¿Te puedo besar? Así me harías feliz a mi.
Ella lo mira y entonces cierra sus ojos y se acerca a su boca. Leonardo quisiera lanzarla sobre la cama, pero entiende que no es el momento. Entonces la besa con cariño, suavemente hasta que ella lo retira poniendo las manos en su pecho.
Más tarde, un feliz Leonardo llega a su oficina. Su presencia era requerida por Diego pues debía firmar unos papeles muy importantes que se necesitan urgentemente. Además, ya que se va de luna de miel, se deben postergar algunos compromisos.
Aprovechando que tenían un poco de tiempo, Diego muy curioso, quiere interrogar a Leonardo para saber cómo le está yendo con su tontera del matrimonio falso.
—Hola Diego, disculpa la hora, se me hizo tarde. Estaba en el centro comercial con Anya. ¿Cuál es la urgencia? La verdad planeaba quedarme en la casa. Fui de compras con Anya y estoy algo cansado 😩.
—¿Fuiste de compras con tu bonita esposa? Y eso, ¿desde cuándo tan generoso el playboy más cotizado de este país? ¿ Acaso estás enamorado? O, ¿es otra de tus locuras? ¿Qué tienes en esa cabecita?
—Jajajajajajaja… Respondiendo a tus múltiples preguntas te digo: SÍ, PORQUE QUISE DESDE QUE TENGO UNA REAL BELLEZA A MI LADO, SÍ, Y TENGO MUCHAS COSAS EN MÍ CABECITA POR ESO ME QUIERO IR YA DE LUNA DE MIEL.
—Diego, Anya es perfecta, una diosa. Parece un sueño hecho realidad. Tengo unas ganas locas de caer sobre ella y hacerle mil cosas, como por ejemplo... Be...
—¡Suficiente Leonardo! No quiero saber tus fantasías con ella, por favor. No me dañes la mente, ni me quites mi paz mental. —dijo tapándose los oídos, por si acaso continuaba…
—¡Sí eres exagerado querido amigo! Y eso que no te he dicho nada, porque si te lo explicara dándote detalles de lo que quiero hacerle, y cómo hacérselo saldrías corriendo buscando ayuda, como me ha pasado a mi estos últimos días Jajajajajajaja….
—¡No quiero escucharte Leonardo! … —Diego intenta en vano taparse los oídos… pero es imposible, Leonardo sigue hablando.
—Hoy por ejemplo quedé con espasmos. La vi modelar todo lo que le compré. La muy pervertida caminaba enfrente de mi como una gatita en celo mostrándome sus deliciosas curvas que algún día le voy a...
—¡LEONARDOOOOO!
—¡Y dígame cuando se vistió con ese pantalón de piel negro brillante que se le adhería a sus nalguitas y a esos muslos! No supe querido Diego de donde saqué las fuerzas para no caerle encima allí mismo y devorármela por pedacitos.
—Y luego esa blusa transparente. Ummm Se le veían esos senos redonditos, a punto de caramelo….
—¡Cállate Leonardo! Basta. Adiós paz mental. ¿Ahora cómo me quito esas imágenes que dejaste grabadas en mi cabeza? Gracias a ti enfermo, estaré distraído todo el día. —le gritó mientras lo veía riendo a carcajadas. —Mejor cambiemos el temita y hablemos de otro asunto.
—Jajajajajajaja. Ok Diego. Ahora podrás entender lo que estoy viviendo y por qué me quiero ir tan pronto a mi luna de miel. Quiero aprovechar esos días para intentar al máximo quebrantar ese muro que ella me interpuso.
—Pues creo que vas a necesitar de toda tu experiencia como galán, pues Anya se ve muy firme en sus convicciones. Ya me contarás amigo.
—No lo dudes tanto, hasta ahora mi bella cara y mi sexy cuerpote me han facilitado las cosas. —Dime dónde están los papeles que debo firmar y me voy.
—Son estos. Este mes nos está yendo muy bien, a pesar de tu distracción, digo, de tu locura.
—Me alegro amigo. Entonces ya sabes, este sábado me voy a mi luna de miel. Serán siete deliciosos días.
-Te veo muy entusiasmado con Anya Leonardo. ¿No será que te estás enamorando por primera vez? Si fuera así, yo sería el primero en felicitarte. Y si tus padres vivieran estoy seguro que eso los haría muy felices a ellos también. Era lo que ellos querían con esa cláusula que tanto te molestó.
—No te equivoques Diego. Ella me gusta mucho, no te lo voy a negar, pero mi concepto acerca del amor no ha cambiado, sigue igual. Para mí el amor sigue siendo una estupidez, no existe. Es una perdedera de tiempo. No hay como la libertad de hacer lo que te venga en gana sin compromisos eternos.
—Y yo te sigo diciendo que lo más bello en este mundo es hallar UN AMOR DE VERDAD.