Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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Sospechas en el aire
Damián no era ingenuo.
Desde el primer momento en que Valeria apareció en su camino, supo que algo no cuadraba.
La mujer que tenía enfrente no era la misma que recordaba.
Antes la había visto en eventos sociales, siempre tomada de la mano de Esteban, con esa mirada de amor que ahora había sido reemplazada por algo mucho más complejo.
Y eso lo inquietaba.
Valeria lo estaba buscando.Demasiado.
Primero en el bar, luego en el café, y ahora, aquí en el cóctel de la empresa. Si bien es cierto que él le había dicho que viniera, la coincidencia seguía siendo notable.
Quizá cualquier otro hombre habría caído en la trampa, pero Damián no era cualquier hombre.
Mientras se servía un whisky, dejó que su mirada la siguiera sutilmente.
Valeria hablaba con algunos socios, riendo con una facilidad encantadora, como si de verdad estuviera disfrutando de la velada.
Pero Damián no se dejaba engañar por las apariencias.
Cada gesto, cada palabra suya, parecía calculada.
Sabía que era hermosa, sabía que llamaba la atención.
Y estaba usándolo a él.
La pregunta era… ¿Para qué?
—No pareces del tipo de mujer que asiste a estos eventos por diversión.
Valeria giró la cabeza y lo encontró de pie junto a ella, con un vaso de whisky en la mano y esa mirada analítica que parecía atravesarla.
—¿Y qué tipo de mujer soy? preguntó con una sonrisa divertida.
—Una que tiene un propósito respondió él sin rodeos.
Valeria sostuvo su mirada sin titubear.
—Tal vez mi único propósito es pasar un buen rato.
Damián bebió un sorbo de su whisky.
—Dudo que te intereses en el mundo empresarial.
—¿Y si te dijera que estoy considerando invertir en negocios?
Damián dejó escapar una leve sonrisa, pero sus ojos seguían fríos.
—No te creo.
Valeria entrecerró los ojos, fingiendo indignación.
—¿Siempre eres tan desconfiado?
—Solo cuando algo no tiene sentido.
Hubo un breve silencio.
Ambos sabían que estaban jugando un juego peligroso.
Damián, porque sospechaba que Valeria escondía algo.
Y Valeria, porque sabía que el hermano de Esteban era más difícil de manipular de lo que había imaginado.
Después de algunos minutos de conversación superficial, Valeria hizo la pregunta que realmente quería hacer.
—No te llevas bien con Esteban, ¿cierto?
Damián la miró con seriedad.
—¿Por qué lo preguntas?
—Curiosidad respondió ella, bebiendo un sorbo de su vino. Nunca los vi cercanos.
Damián dejó su vaso sobre la barra y se cruzó de brazos.
—No lo somos.
Valeria esperó a que él continuara, pero no lo hizo.
—¿No me vas a contar por qué?
—No veo por qué te interesaría.
Ella inclinó la cabeza.
—Porque yo tampoco quiero saber nada de él.
Damián la observó con más detenimiento.
—¿Lo odias?
—Solo diré que ya no significa nada para mí.
Un brillo peligroso cruzó los ojos de Damián.
No era estúpido.
Valeria estaba jugando con él.
Y aunque aún no entendía su propósito exacto, tenía claro que no era por casualidad.
Más tarde, cuando la fiesta había avanzado y las copas fluían con facilidad, Valeria salió a la terraza a tomar aire.
El aire nocturno era fresco, pero la sensación de la mirada de Damián en su espalda la hacía sentir calor.
—¿Tienes frío? preguntó él, acercándose.
—No.
Damián se apoyó en la baranda, observando la ciudad iluminada.
—¿Qué es lo que realmente buscas, Valeria?
Ella sonrió, fingiendo confusión.
—¿Por qué crees que busco algo?
—Porque de repente apareciste en mi vida como si fuera una coincidencia, pero sé que no lo es.
Valeria exhaló lentamente, sin perder la compostura.
Damián la estaba acorralando.
Pero eso solo hacía el juego más emocionante.
—Tal vez solo quería conocerte mejor.
Damián dejó escapar una risa baja.
—No me mientas.
—¿Y si no quiero decirte la verdad todavía?
Él la miró con una intensidad que la hizo estremecer.
—Entonces significa que hay algo que ocultas.
El silencio entre ellos se volvió denso.
Damián ya sospechaba.
Valeria sabía que debía moverse con más cuidado.
Pero también sabía que, aunque él intentara resistirse, la intriga ya estaba sembrada en su mente.
Y pronto, sería imposible ignorarla.