La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
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capitulo 23_ El baile y la respuesta de Kiara
Los días en el imperio de Xek se volvieron más tensos con la presencia de Anastasia. Aunque la joven intentaba por todos los medios ganar aliados entre los nobles y socavar la posición de Kiara, sus esfuerzos se encontraron constantemente con barreras. Kiara no solo tenía una inteligencia implacable, sino que también había logrado ganarse la lealtad de muchos nobles clave, quienes admiraban su carisma y su capacidad para enfrentarse a cualquier desafío.
Una tarde, mientras revisaba informes en su despacho, Kiara fue interrumpida por Ian, quien llevaba consigo una sonrisa tranquila, aunque su mirada reflejaba algo de preocupación.
—Escuchó los rumores, Kiara. Anastasia sigue intentando desacreditarte. Incluso ha insinuado que deberíamos reconsiderar quién ocupa el trono a tu lado. —
Kiara levantó la vista, su rostro inmutable.
— ¿Y? Que diga lo que quiera. No soy alguien que se debilite por las palabras de una mujer frustrada. —
Ian sorprendentemente con cierta admiración antes de acercarse y sentarse junto a ella.
—Lo sé, pero quiero que recuerdes algo. No necesitas enfrentarte sola a todo esto. Tú eres mi emperatriz, Kiara, y mientras esté aquí, nadie podrá quitarte lo que te pertenece. —
Kiara sintió un extraño calor en su pecho. Aunque siempre se había considerado autosuficiente, no podía negar lo reconfortante que era tener a Ian a su lado, dispuesto a protegerla sin invadir su autoridad.
—Gracias, Ian. Pero si algo me ha enseñado mi vida es que los enemigos siempre subestiman a quienes consideran más débiles. Dejamos que Anastasia siga jugando. Yo solo actuaré cuando sea necesario. —
Ian rió suavemente.
—Por eso eres perfecta para este trono, Kiara. Pero cuidado, cada vez me cuesta más separar el respeto que siento por ti del... afecto. —
La mirada de Ian hizo que el corazón de Kiara diera un vuelo. Pero ella, como siempre, no dejó que su rostro mostrara nada.
—Eres un emperador muy atrevido, Ian. Ahora, si terminas de coquetear, tengo trabajo que hacer. —
Ian se retiró riendo, pero la tensión entre ambos seguía creciendo.
El siguiente movimiento de Anastasia
Mientras tanto, Anastasia planeaba un evento que, según ella, pondría a Kiara en su lugar. Convenció a uno de los nobles más influyentes del imperio, el duque Reinhart, para organizar un gran baile en su honor. La idea era simple: eclipsar a Kiara frente a la nobleza.
En secreto, también había preparado un discurso en el que insinuaría que su partida hace años fue un sacrificio por el bien del imperio y que siempre había soñado con regresar para "servir al trono". Aunque no mencionaría directamente a Kiara, sus palabras dejarían claro quién, en su opinión, era la emperatriz más digna.
El baile
El salón del duque Reinhart estaba adornado con el lujo más exquisito. Todos los nobles más importantes estaban presentes, y la llegada de Ian y Kiara fue recibida con gran expectación. Anastasia, vestida con un deslumbrante vestido dorado, se acercó a saludar al emperador, ignorando por completo a Kiara.
—Majestad, es un honor tenerlo aquí. Espero que disfrutes de esta noche. —
Ian le dedicó una sonrisa educada, pero fría.
—Gracias, señora Anastasia. Pero no olvidemos que la verdadera razón por la que este imperio prospera está a mi lado. Mi emperatriz. —
Ian giró para tomar la mano de Kiara y besarla suavemente frente a todos. La sala quedó en silencio por un momento, y Anastasia apretó los dientes, aunque mantuvo la compostura.
Más tarde, durante el discurso de Anastasia, esta habló de sacrificio, deber y amor por el imperio, pero sus palabras estaban cuidadosamente dirigidas para hacerla parecer la candidata ideal para cualquier papel importante en el trono.
Cuando terminó, muchos nobles aplaudieron, pero Kiara se levantó de su asiento y, con una sonrisa enigmática, tomó la palabra.
—Lady Anastasia, sus palabras son ciertamente... apasionadas. Pero me pregunto, ¿cómo espera servir al imperio si ni siquiera puede respetar su estructura actual? —
El salón quedó nuevamente en silencio. Anastasia intentó responder, pero Kiara continuó.
—Este imperio no necesita discursos vacíos ni promesas sin acciones. Necesita líderes fuertes que sepan cuándo hablar y cuándo actuar. Y sobre todo, necesita personas que respeten el lugar de los demás. —
Las palabras de Kiara fueron claras, pero su tono tranquilo y elegante hicieron que fuera imposible considerarlas un ataque directo. Anastasia, sin embargo, sabía que había sido derrotada públicamente una vez más.
De regreso al palacio, Ian no pudo contener su risa.
—Estás despiadada, Kiara. ¿Viste la cara de Anastasia? Creo que está reconsiderando toda su existencia. —
Kiara suspir, dejando que su fachada de serenidad se desmoronara ligeramente.
—Es agotador, Ian. Pero si estas batallas son necesarias para proteger nuestra posición, entonces las pelearé. —
Ian se acercó, tomando su rostro entre sus manos.
—No estás sola, Kiara. Lo que tenemos es más fuerte que cualquier intriga o enemigo. Recuerda eso. —
Kiara lo miró a los ojos, y por primera vez sintió que tal vez Ian no era solo su aliado político, sino algo mucho más importante.
En ese momento, un nuevo lazo entre ambos comenzó a formarse, uno que no estaba basado en el poder ni en la estrategia, sino en un sentimiento mucho más profundo y peligroso: el amor.