Adam es un gángster y una madrugada, cae en una trampa, al descubrir que estaba siendo traicionado por su novia, con su mayor rival, durante esta trampa, termina gravemente herido y es salvado por Samantha, una mujer sencilla, que más tarde descubre que trabaja en uno de sus hoteles, ella es una hermosa mujer que está pasando, como él, por una desilusión amorosa. Después de que Samantha le salve la vida, Adam empieza a protegerla de su rival, que se entera de que le ha salvado la vida y se obsesiona con ella.
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visita en el trabajo
Samantha estaba aún más nerviosa con aquella historia, después de la visita de aquel hombre, la preocupación en su mente no hacía más que aumentar.
Necesitaba un vaso de agua, al menos así podría ver si se calmaba un poco, le pidió a su compañera que esperara un minuto, pues ella necesitaba salir.
Samantha se levantó y se fue, cogió rápidamente un vaso de agua y volvió, no estaba prestando atención al movimiento, así que no vio quien pasaba por el vestíbulo mirando en su dirección.
Ella no prestó atención, pero su compañero de trabajo pudo verlo perfectamente e inmediatamente comentó.
- Este hombre es muy guapo\, daría lo que fuera por pasar una noche con él -dijo entusiasmada.
- ¿De quién estás hablando? - preguntó ella.
- Hablo del dueño del hotel\, acaba de pasar por aquí -dijo señalando.
Samantha, que estaba sentada, se levantó para ver de quién hablaba, pero solo pudo ver la espalda del hombre, alejándose, junto con otros hombres a su alrededor.
- No sé quién es\, nunca lo había visto -añadió.
- Espera\, voy a buscar una foto suya en internet\, ya verás como tengo razón - dijo\, ya jugueteando con su teléfono móvil.
Mientras buscaba, Samantha continuó con su trabajo, hasta que volvió a oír que la llamaba.
- Lo he encontrado\, mira esto.
Cuando se disponía a ver la foto, llegó Miriam llamándola por su nombre y su compañera apartó el móvil, sin tener la oportunidad de mostrar lo que quería.
- Samantha\, ven conmigo inmediatamente - habló en tono duro.
Como Miriam ya se estaba dando la vuelta para marcharse, ni siquiera tuvo tiempo de preguntar qué había pasado, simplemente la siguió por detrás.
Samantha era conducida hacia el despacho de Miriam, solo podía pensar en lo que había pasado antes, pero antes de entrar en el despacho, su jefa se detuvo en el pasillo y Miriam hablaba en tono de desenfreno.
- No sé qué te pasa hoy que tienes a todos estos hombres detrás de ti\, pero este no es lugar para tus trapicheos y por lo que parece\, tienes en el punto de mira hasta a los jefes\, ahora entra que te está esperando.
Miriam dijo esto mirándola con desdén, fulminando a Samantha con la mirada de arriba abajo, se dio la vuelta y se marchó, sin dejarle oportunidad de responder.
Volvió a mirar hacia la puerta, allí había dos hombres de pie, indicando que eran los guardias de seguridad. Samantha se dirigió desconfiada hacia aquella puerta, no sabía lo que le esperaba, pero tendría que entrar para averiguarlo, llamó a la madera y escuchó una confirmación de que podía entrar.
Al entrar, lo primero que vio fue a un hombre de espaldas mirando por la ventana, al pasar por la puerta reconoció al otro hombre que estaba más al lado.
Lo reconoció como el hombre que había estado en su casa, la puerta fue cerrada por el guardia de seguridad que estaba fuera, lo que la hizo sobresaltarse. El hombre de espaldas se giró para mirarla a los ojos, ella volvió a mirar a Caio, que serio como siempre, dirigió su mirada a Adam, que empezó a hablar.
- Así que nos volvemos a ver - habló Adam con una media sonrisa.
Samantha empezó a encajar las piezas de lo que Miriam había dicho sobre el jefe y su colega también había dicho sobre la presencia del dueño del hotel, había deducido muchas cosas, pero prefirió preguntar.
- ¿Qué hacen ustedes dos aquí? - preguntó desconfiada.
Adam se apartó de la ventana, acercándose a ella, esbozó una leve sonrisa y habló.
- Vengo a por mi camisa -dijo\, divertido ante la expresión de ella.
- ¿Qué? Ya no estoy con ella e incluso si aún lo estuviera\, ¿qué estaría haciendo con su camiseta puesta aquí en el trabajo? - se encogió de hombros.
Adam sonrió y ella comprendió que le estaba tomando el pelo, aun viendo que bromeaba y aparentemente estaba de buen humor, prefirió no relajarse, se sentó en la silla de Miriam e hizo una señal para que se sentara, Caio salió de la habitación a continuación, en cuanto hizo un gesto con la cabeza, indicándole que se fuera. Samantha se sentó y empezó a escuchar lo que tenía que decir.
- No tuvimos la oportunidad de hablar bien en tu casa\, salí de allí inconsciente\, no me despedí ni te agradecí lo que hiciste por mí\, por eso he venido hoy aquí en persona\, espero que no hayas deseado mi muerte - habló curvando un poco los labios.
- No tengo motivos para desear tu muerte\, en cuanto a eso\, no puedes preocuparte.
- ¿Y de qué debería preocuparme\, Samantha? - preguntó seriamente.
- No lo sé\, señor\, pero soy yo la que debería estar preocupada ahora\, ¿no? Ahora tengo gente detrás por haberte ayudado -dijo ella\, aunque seguía teniendo miedo.
- ¿Te refieres a mí o a otra persona? - preguntó\, aunque ya sabía la respuesta.
Ella se lo pensó un poco antes de contestar, ya que había meditado antes la posibilidad de llamarles, así que decidió hablar.
- Hace un rato\, vino un hombre preguntando por ti\, quería saber dónde estabas y qué pasó esa noche\, incluso quería saber si te ayudé\, no sé quién era\, pero me puso los pelos de punta -se sinceró.
Adam entrecerró los ojos en su dirección, ya estaba al tanto de la conversación, y aún sabía que tenía a alguien de Oliver vigilándola también, al igual que ella realmente llamó a Caio, era sincera al contarle lo que había pasado.
- Primero\, quiero que dejes de llamarme\, señor\, y segundo\, sé que puse tu vida en riesgo cuando te obligué a sacarme de ese lugar -hizo una pausa\, respirando hondo antes de continuar-.
- Entonces asumiré toda la responsabilidad por esto\, quiero que sepas que a partir de hoy tendrás mi protección\, aunque no la quieras\, así que a cualquier hora del día o de la noche que lo necesites\, puedes llamarme\, te garantizo que yo o cualquiera de mis hombres vendrá a ayudarte\, esta será mi forma de agradecerte que me hayas ayudado -habló con sinceridad.
Samantha vio esa sinceridad en sus palabras y a través de su mirada, nunca nadie le había dicho que vendría en cualquier momento que lo necesitara, de alguna manera eso le calentó el corazón. Después de decir todas esas palabras, Adam se levantó con cuidado y se dirigió de nuevo hacia ella.
- Dame tu móvil -pidió Adam sin dar muchas explicaciones.
Samantha se lo dio como él le pidió, había algo en Adam que la hacía ceder, aunque no quisiera, no era una sensación de miedo, era más bien una sensación de dominación, era como si él la dominara solo con su mirada y eso era nuevo para ella, al mismo tiempo que esas sensaciones eran interesantes para ella, también le daban miedo, todo lo que era nuevo y desconocido para ella, le provocaba esa sensación de miedo, porque si no lo sabía, no tenía control, estaba fuera de su control y ese control era lo que temía perder.