Cuando Elliot, un estudiante universitario, empieza a experimentar extraños sucesos en su hogar, nunca imagina que está a punto de adentrarse en un misterio que trasciende la vida y la muerte. La aparición inesperada de Blake, un fantasma atrapado entre dos mundos, desencadena una serie de eventos que revelan secretos ocultos y verdades perturbadoras.
Mientras Elliot intenta ayudar a Blake a encontrar su camino al más allá, ambos descubren que la conexión entre ellos es más profunda de lo que imaginaban. En su búsqueda, se enfrentan a enigmas sin resolver, fuerzas oscuras y un pasado que no está dispuesto a permanecer en silencio.
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El sacrificio final
La tarde estaba cayendo lentamente sobre el campus cuando Elliot y Damián regresaron a casa. Habían pasado horas sumergidos en las investigaciones, y aunque habían avanzado en algunos aspectos, muchas preguntas seguían sin respuesta. Elliot no podía evitar sentir que el tiempo se les estaba agotando.
—Necesitamos averiguar más sobre ese ritual —dijo Elliot, mientras entraban en el pequeño apartamento que compartían—. Cada vez que damos un paso hacia adelante, parece que surgen más misterios.
Damián, quien caminaba detrás de él en silencio, cerró la puerta con un suave chasquido. Sus ojos estaban fijos en el suelo, como si estuviera perdido en sus propios pensamientos. Elliot lo notó y se detuvo.
—¿Estás bien? —preguntó, dándose la vuelta para mirarlo.
Damián alzó la vista lentamente, su expresión era difícil de leer, como si estuviera lidiando con algo que no quería compartir.
—Es solo que... todo esto me pone nervioso. Algo no me cuadra con lo que encontramos.
Elliot frunció el ceño, acercándose.
—¿Qué es lo que te preocupa? ¿Es sobre lo que vimos en ese altar?
Damián lo miró, y por un momento, parecía que iba a decir algo importante, algo que había estado guardando. Pero en lugar de eso, sacudió la cabeza.
—No es nada. Solo estoy cansado.
Elliot sabía que había algo más, pero también sabía que presionar a Damián no serviría de nada. Desde que lo conocía, siempre había sido reservado con sus emociones, y aunque habían llegado a un nivel de confianza profundo, algunas cosas aún quedaban en las sombras. Elliot suspiró y decidió dejar el tema por ahora.
—Está bien, descansa un poco. Voy a revisar unas notas.
Se dirigió al escritorio donde había dejado todos los documentos que Chloe les había dado esa mañana. Empezó a hojear los textos antiguos, buscando cualquier mención adicional del ritual o del "Círculo de Protección". Mientras leía, su mente vagaba de vez en cuando hacia el fantasma que seguía siendo el centro de sus pensamientos: Blake.
Habían pasado semanas desde que Blake había aparecido en su vida, y desde entonces, su mundo había cambiado de maneras que nunca habría imaginado. A pesar del misterio que rodeaba su muerte, Elliot no podía evitar sentir una conexión profunda con él. Había algo en la tristeza en los ojos de Blake, algo en su presencia etérea que lo atraía. Pero también sabía que sus sentimientos no tenían futuro, al menos no mientras Blake siguiera atrapado en su estado espectral.
De repente, una vibración suave en la mesa interrumpió sus pensamientos. Era su teléfono. Elliot lo tomó y vio un mensaje de Lilith.
Lilith: "Hey, ¿cómo van las cosas? Chloe y yo encontramos algo más en los archivos. Tal vez deberíamos reunirnos mañana."
Elliot sonrió ligeramente y respondió rápidamente.
Elliot: "Nos vendría bien. Aquí seguimos en lo mismo. Hablamos mañana."
Dejó el teléfono a un lado y continuó leyendo, aunque sus pensamientos ya no estaban completamente en los documentos. Sentía una mezcla de preocupación por Blake y por lo que Damián parecía estar ocultando. Sabía que su mejor amigo tenía una naturaleza compleja, casi imposible de descifrar a veces, pero siempre lo había sentido cercano, como un hermano menor.
—Elliot —la voz de Damián lo sacó de su concentración—. ¿Podemos hablar?
Elliot giró su silla para enfrentar a Damián, quien estaba de pie cerca de la ventana, con los brazos cruzados sobre el pecho. Parecía nervioso, algo inusual en él.
—Claro, ¿qué pasa?
Damián miró por la ventana por un momento antes de hablar, su tono más suave de lo habitual.
—Quería decirte algo desde hace tiempo, pero... no sabía cómo hacerlo.
Elliot sintió un nudo en el estómago, sabiendo que lo que Damián estaba a punto de decir era importante.
—Sabes que puedes contarme cualquier cosa, Damián. Siempre.
Damián finalmente se giró para mirarlo, sus ojos oscuros brillando con una intensidad que Elliot no había visto antes.
—He estado yendo al bosque por las noches, no solo para escapar —confesó—. Hay algo ahí... algo que me atrae. No sé cómo explicarlo, pero siento que está relacionado con todo esto. Con el fantasma, con el ritual, con lo que encontramos en ese sótano.
Elliot se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Aunque Damián siempre había sido misterioso en sus escapadas nocturnas, nunca había esperado que fuera algo relacionado con lo que estaban investigando.
—¿Por qué no me lo habías dicho antes? —preguntó, intentando no sonar demasiado herido—. Podríamos haber investigado juntos.
—No quería preocuparte. Todo esto ya es bastante complicado —respondió Damián—. Pero la verdad es que he estado soñando con cosas extrañas, cosas que no parecen sueños. Cada vez que voy al bosque, siento como si algo me estuviera llamando, algo antiguo.
Elliot sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que las cosas estaban complicándose, pero no esperaba que Damián estuviera tan profundamente involucrado en el misterio.
—Mañana iremos al bosque juntos —dijo Elliot, decidido—. No más secretos, ¿vale? Lo resolveremos juntos, como siempre.
Damián asintió, aunque su expresión no mostró alivio. Parecía que una parte de él temía lo que encontrarían.
La noche cayó rápidamente, y ambos se prepararon para la mañana siguiente. Pero mientras dormían, el viento susurraba a través de las ventanas, como si algo en las sombras estuviera observando, esperando.
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La madrugada era fría cuando Elliot y Damián llegaron al bosque al día siguiente. A pesar de la luz tenue del amanecer, el lugar parecía envuelto en una niebla que se aferraba a los árboles, creando un ambiente surrealista. El bosque, normalmente silencioso, parecía lleno de murmullos, como si el mismo aire estuviera vivo con secretos no contados.
—¿Dónde vamos? —preguntó Elliot en voz baja, mientras seguía a Damián por un sendero que parecía apenas visible entre los árboles.
—Hay un claro más adelante. Es donde siempre acabo cuando vengo aquí —respondió Damián, su tono igual de bajo.
Caminaban en silencio, con la única compañía del crujir de las hojas bajo sus pies. A medida que avanzaban, Elliot no podía evitar sentir que el bosque los estaba vigilando, como si fuera un ser consciente que se movía con ellos. Finalmente, llegaron a un claro, donde la niebla era más densa, casi tangible. En el centro del claro, un círculo de piedras se levantaba, cubierto de musgo y enredaderas. Las piedras estaban dispuestas de una manera que recordaba vagamente al altar que habían visto el día anterior.
—Este es el lugar —dijo Damián, su voz llena de una mezcla de miedo y fascinación.
Elliot dio un paso adelante, examinando las piedras. Las runas grabadas en ellas eran similares a las que habían visto antes, pero más desgastadas, como si llevaran siglos allí.
—Esto tiene que estar relacionado con el ritual —dijo Elliot, más para sí mismo que para Damián.
De repente, un susurro suave atravesó el aire, y ambos se giraron al unísono, mirando a su alrededor. La niebla se arremolinó en el centro del círculo, y por un instante, Elliot pensó que vio una figura entre las sombras.
—¿Viste eso? —preguntó, su corazón latiendo con fuerza.
Damián asintió, sus ojos fijos en el centro del círculo.
El claro del bosque estaba en un inquietante silencio, roto solo por los latidos acelerados de Elliot. A su alrededor, el aire parecía espeso, como si la niebla estuviera cargada de una energía antigua y desconocida. Elliot y Damián permanecían quietos, con la vista fija en el centro del círculo de piedras.
—No estamos solos —susurró Damián, con un tono tan bajo que apenas se oyó.
Elliot tragó saliva. El leve movimiento en la niebla había sido demasiado sutil, casi como un truco de la mente. Pero ahora, de pie junto a Damián, podía sentirlo. Una presencia. Algo los observaba.
—¿Es él? —preguntó Elliot, su voz tensa, refiriéndose a Blake.
Damián negó con la cabeza.
—No es Blake. Es... algo más.
El aire se sintió más pesado de repente. Elliot sintió como si estuviera siendo empujado hacia el suelo, como si una fuerza invisible intentara controlarlo. Dio un paso atrás, tratando de apartarse del círculo de piedras, pero sus pies se sentían anclados al suelo. Damián, a su lado, también parecía luchando por moverse.
—¡Tenemos que salir de aquí! —exclamó Elliot, con la respiración entrecortada.
Pero antes de que pudieran hacer algo, un sonido bajo y gutural resonó desde el centro del círculo. Era un susurro, pero no un susurro humano. Era como si la tierra misma hablara, como si las piedras quisieran revelar algo oculto en lo más profundo del tiempo.
De repente, la niebla se arremolinó con mayor fuerza, y una figura empezó a formarse en el aire. No era Blake, ni siquiera un fantasma en el sentido tradicional. Era una sombra alta, con una forma apenas discernible, como si estuviera hecha de pura oscuridad. Sus ojos brillaban con un resplandor rojizo que hacía que la piel de Elliot se erizara.
—¿Qué demonios es eso? —murmuró Elliot, aterrorizado.
La figura no respondió, pero el susurro en el aire se intensificó. No eran palabras, pero su significado era claro. Elliot sintió un miedo primitivo que lo llenaba, algo que venía desde lo más profundo de su ser. Instintivamente, alargó una mano hacia Damián, buscando apoyo.
—Damián —llamó—. Debemos irnos. Esto no está bien.
Damián estaba congelado, sus ojos fijos en la figura. Por un momento, Elliot pensó que no lo había escuchado, que estaba completamente atrapado por la presencia de la sombra. Pero entonces, los ojos de Damián se enfocaron en Elliot, y asintió débilmente.
—Sí... sí, tienes razón. Esto es demasiado.
Con esfuerzo, lograron retroceder, alejándose del círculo. A medida que se alejaban, la figura en la niebla comenzó a desvanecerse, pero no desapareció del todo. Era como si los estuviera observando, acechando desde las sombras, esperando su momento para volver.
Cuando finalmente salieron del claro, el aire parecía volverse más ligero, como si hubieran cruzado una barrera invisible que los había mantenido atrapados. Ambos respiraron con alivio, aunque sus corazones seguían latiendo con fuerza.
—¿Qué era eso? —preguntó Elliot, mirando a Damián.
Damián se frotó las sienes, claramente afectado.
—No lo sé. Pero no es la primera vez que siento esa presencia en el bosque. Es... antigua, como si siempre hubiera estado aquí, observando.
Elliot lo miró, preocupado.
—¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Porque no quería que pensaras que estoy perdiendo la cabeza —respondió Damián, con una sonrisa amarga—. Ni siquiera estoy seguro de lo que es. Solo sé que está relacionado con todo esto, con el ritual, con Blake... y con nosotros.
Elliot guardó silencio por un momento, procesando lo que acababan de vivir. Sabía que estaban metidos en algo mucho más grande de lo que habían imaginado, algo que no solo tenía que ver con Blake, sino con fuerzas oscuras que no comprendían del todo.
—Tenemos que averiguar qué significa todo esto —dijo Elliot finalmente, con determinación—. No podemos simplemente ignorarlo.
Damián asintió.
—Lo sé. Pero también tenemos que tener cuidado. Esa cosa no es solo un espíritu. Es algo mucho más peligroso.
Elliot no podía estar más de acuerdo. Sabía que estaban en una carrera contra el tiempo, no solo para ayudar a Blake, sino para descubrir qué estaba sucediendo en las sombras del bosque. Pero una cosa estaba clara: no podían hacerlo solos.
—Mañana veremos a Chloe —dijo Elliot, tratando de sonar más confiado de lo que se sentía—. Ella tal vez pueda ayudarnos a entender mejor esto. Pero por ahora, debemos ser cuidadosos.
Damián lo miró con una mezcla de preocupación y gratitud.
—Gracias, Elliot. Por no dejarme solo en esto.
Elliot sonrió, a pesar de la tensión en el aire.
—Siempre, Damián. Somos un equipo, ¿recuerdas?
Damián asintió, aunque la preocupación no desapareció de su rostro.
De regreso en el apartamento, ambos intentaron sacudirse la inquietud de lo que habían visto, pero la sombra de esa figura en la niebla seguía acechando en sus mentes. Mientras se preparaban para dormir, Elliot no pudo evitar mirar por la ventana hacia el bosque, preguntándose qué más estaba escondido en esas sombras y qué papel jugaba Blake en todo ello.
La respuesta estaba cerca, lo sabía. Pero lo que más le aterraba era lo que tendría que sacrificar para encontrarla.
El amanecer llegó demasiado rápido, y con él, nuevas preguntas y viejos temores. Mientras Elliot y Damián se preparaban para el nuevo día, sabían que el misterio solo se hacía más profundo. Pero lo que no sabían era que las piezas estaban a punto de caer en su lugar, y que las respuestas que buscaban no estaban tan lejos como creían.
Y con ellas, vendrían revelaciones que cambiarían todo.
Capítulo 21 (continuación): Sombras Reveladoras
El día siguiente trajo consigo una tensión palpable. Elliot intentó seguir su rutina habitual, pero su mente seguía volviendo al bosque, a esa figura que parecía observarlos desde la oscuridad. Damián, aunque tranquilo en apariencia, estaba igual de afectado. Era evidente que ambos necesitaban respuestas, y pronto.
Se encontraron con Lilith y William en la universidad como siempre, y aunque intentaron actuar con normalidad, era obvio que algo no estaba bien. Lilith, siempre perceptiva, los observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—¿Todo bien con ustedes? —preguntó Lilith mientras se sentaban en su mesa habitual del comedor.
—Sí, solo... noches largas —respondió Elliot rápidamente, evitando entrar en detalles.
William arqueó una ceja, notando la evasión de Elliot, pero no insistió. A pesar de eso, Elliot sentía su mirada fija, como si William supiera que algo andaba mal.
A lo largo del día, las clases pasaron en un borrón. Elliot apenas prestaba atención, y Damián parecía estar en un estado similar. No había manera de concentrarse cuando lo único que ocupaba sus mentes era esa presencia oscura y el misterio alrededor de Blake.
Finalmente, después de clases, se reunieron en el apartamento. Elliot se sentía cada vez más inquieto. Necesitaba hablar con alguien que pudiera ayudarlos, alguien que tuviera más conocimiento sobre lo paranormal. Y entonces recordó a Chloe, la detective que había estado investigando incidentes inexplicables en la ciudad. Chloe tenía una habilidad especial para detectar patrones en lo oculto y lo sobrenatural, y quizá ella podría ofrecer algo de claridad.
—Tenemos que hablar con Chloe —dijo Elliot de repente, interrumpiendo el silencio en el apartamento.
Damián lo miró, asintiendo lentamente.
—Lo sé. Pero, ¿cómo le explicamos lo que vimos sin que piense que estamos locos?
—No lo sé —admitió Elliot—. Pero tenemos que intentarlo. Ella ya ha visto cosas extrañas antes. Si alguien puede ayudarnos a entender qué es esa cosa en el bosque, es Chloe.
Damián no discutió, aunque su expresión sugería que estaba preocupado por cómo Chloe podría reaccionar. Aun así, sabían que no podían seguir solos.
Más tarde, esa misma tarde, Elliot envió un mensaje a Chloe, pidiéndole que se reunieran en un café tranquilo cerca de la universidad. Cuando llegaron, Chloe ya los estaba esperando, con una taza de café en las manos y una expresión curiosa en el rostro.
—¿Qué es tan urgente? —preguntó Chloe, sin rodeos, mientras los miraba con atención.
Elliot y Damián intercambiaron miradas antes de que Elliot decidiera hablar.
—Hemos estado... viendo cosas. Algo que no tiene explicación —comenzó Elliot, tratando de mantener la calma—. Hay una presencia en el bosque. No es un fantasma como Blake, es algo... más oscuro.
Chloe no se inmutó, pero sus ojos mostraban un destello de interés.
—¿Cuánto más oscuro?
—Es una sombra, una figura que parece estar hecha de pura oscuridad. Nos acechó en el bosque, y casi no pudimos movernos. Era como si nos estuviera controlando —explicó Elliot, sintiendo que las palabras no eran suficientes para describir el miedo que había sentido.
Chloe se recostó en su silla, su rostro pensativo.
—¿Y creen que esto está relacionado con Blake?
Damián fue el primero en responder esta vez.
—No lo sé. Pero algo me dice que esto va mucho más allá de Blake. Es como si hubiera algo más grande en juego, algo que lleva mucho tiempo escondido.
Chloe se quedó en silencio durante unos momentos, sopesando la información. Finalmente, se inclinó hacia adelante.
—Lo que describen suena a una entidad antigua. Algo que no es humano, pero que tiene una conexión con este mundo. He investigado fenómenos similares en el pasado, pero nada tan directo como lo que mencionan. Sin embargo, puedo decirles esto: estas cosas no aparecen de la nada. Si está en el bosque, está allí por una razón. Y, por lo que me dicen, tiene algún interés en ustedes.
Elliot sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No era la respuesta que había esperado.
—¿Y qué podemos hacer? —preguntó, sintiéndose impotente.
—Por ahora, necesitamos más información. Algo que nos dé una pista sobre por qué está ahí y qué quiere. Les sugiero que sigan investigando el bosque, pero con cuidado. No se enfrenten directamente a esa cosa hasta que sepamos más. Y si algo cambia, me avisan de inmediato.
Elliot asintió, agradecido por la ayuda de Chloe, aunque su corazón seguía cargado de inquietud. Sabía que estaban en una situación peligrosa, y que cada paso que dieran los acercaba más a un misterio que podía ser mortal.
Esa noche, mientras Elliot y Damián volvían al apartamento, la sensación de ser observados nunca los abandonó. Aunque estaban en medio de la ciudad, rodeados de gente, la sombra del bosque parecía seguirlos en cada esquina, en cada movimiento de las hojas al viento.
Al llegar a casa, Elliot miró a Damián.
—¿Estás seguro de que deberíamos seguir investigando esto? —preguntó, su voz llena de duda.
Damián lo miró fijamente.
—No tenemos opción. Si no lo hacemos, esa cosa nos encontrará. Y prefiero estar preparado cuando lo haga.
Elliot asintió, aunque una parte de él deseaba poder dejar todo atrás. Pero sabía que Damián tenía razón. Estaban atrapados en algo mucho más grande que ellos, y ahora solo les quedaba seguir adelante, cueste lo que cueste.
Mientras se preparaban para dormir, Elliot miró una vez más hacia la ventana, preguntándose qué más estaba esperando en las sombras. Sabía que su vida nunca volvería a ser la misma. Pero lo que más le aterraba era que, tal vez, el cambio que se avecinaba no sería para mejor.