Alejandro es un exitoso empresario que tiene un concepto erróneo sobre las mujeres. Para él cuánto más discreta se vean, mejores mujeres son.
Isabella, es una joven que ha sufrido una gran pérdida, que a pesar de todo seguirá adelante. También es todo lo que Alejandro detesta, decidida, libre para expresarse.
Indefectiblemente sus caminos se cruzarán, y el caos va a desatarse entre ellos.
NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un giro inesperado
Isabella llegó a la empresa con una sonrisa radiante. Después de una noche de sueño más tranquila, gracias a que don Rafael había cumplido su promesa de que no perdería su empleo. Ahora se sentía con la fuerza necesaria para enfrentar el nuevo día con la mejor actitud posible. Subió directamente a la oficina de María, lista para demostrar su valía.
-Buenos días, María- saludó Isabella con una sonrisa.
-Buenos días, Isabella. Me alegra verte tan animada. ¿Lista para tu primer día como asistente de don Rafael?- respondió María, con una sonrisa cálida.
-¡Sí, muy lista! Gracias por tu apoyo- respondió Isabella.
-Perfecto. Aquí tienes una lista de tus funciones principales- dijo María, entregándole un documento- Necesitarás organizar la agenda de don Rafael, preparar informes, coordinar reuniones y, por supuesto, atender las llamadas y correos electrónicos. Es fundamental que mantengas todo en orden y que siempre estés un paso adelante.
Isabella asintió, memorizando cada detalle. -Entendido. Haré todo lo posible para cumplir con mis tareas de la mejor manera.
-Estoy segura de que lo harás muy bien- respondió María- Ahora, vamos a ver la oficina de don Rafael. Te mostraré dónde está todo.
Isabella siguió a María a través del pasillo hasta llegar a una espaciosa oficina en el piso inferior. Don Rafael ya estaba allí, revisando algunos documentos.
-Buenos días, don Rafael- saludó Isabella.
-Buenos días, Isabella. Me alegra verte. María te mostrará todo lo que necesitas saber- dijo don Rafael, sonriéndole amablemente, para después levantarse de su silla y salir de la oficina.
-Gracias, don Rafael- respondió Isabella.
María comenzó a mostrarle los diferentes aspectos de la oficina: dónde se guardaban los documentos importantes, cómo funcionaba el sistema de comunicación interna, y cuál era el protocolo para las reuniones.
Mientras tanto, en el piso superior, Alejandro llegó a su oficina con una actitud decidida, cuando entró a la misma se encontró que su padre se hallaba de pie junto al gran ventanal por medio del cual podía admirarse la ciudad.
-Papá, que sorpresa- saludó Alejandro- ¿Qué te trae por aquí?- indagó con curiosidad.
- Necesito hablar contigo sobre algo importante- respondió su padre, alejandose de la ventana para sentarse en una silla.
-Ok, tu dirás- replicó Alejandro sentándose también
-Es sobre tu asistente- comenzó diciendo don Rafael, Alejandro hizo una mueca de desagrado, pero no lo interrumpió- Me he dado cuenta de que como están las cosas es imposible que encuentres lo que buscas- agregó, Alejandro se encogió de hombros- Por esa razón he decidido dejarte a María.
-¿Como dices?- preguntó su hijo con duda.
-Eso, que voy a dejar que María trabaje contigo permanentemente- respondió don Rafael-Estoy Yo voy a trabajar con alguien más.
- Te agradezco mucho, papá- dijo Alejandro con sinceridad. Minutos después María tocó la puerta y la hicieron entrar.
-Muy bien, María- dijo don Rafael mirando a la muejr- Te dejo con nuevo jefe, espero que tengas mucha suerte.
-Muchas gracias, señor- dijo ella y luego vio como su antiguo jefe se marchaba.
-Buenos días, señor Martínez- saludó María con profesionalismo.
-Buenos días, María. Es un placer tenerte oficialmente como mi asistente. Estoy seguro de que haremos un gran equipo- respondió Alejandro, con una sonrisa.
-Gracias, señor. Haré mi mejor esfuerzo para cumplir con todas sus expectativas- dijo la mujer, con una leve inclinación de cabeza.
Mientras tanto, en la oficina de don Rafael, Isabella se estaba adaptando rápidamente a su nuevo entorno. Estaba organizando la agenda cuando don Rafael entró, con una expresión de satisfacción.
-Muy bien, Isabella. ¿Cómo va todo hasta ahora?- preguntó, acercándose a su escritorio.
-Todo muy bien, don Rafael. Estoy terminando de organizar su agenda para la semana y preparando los informes que me pidió- respondió ella, con una sonrisa llena de gratitud.
-Excelente. Sabía que podía confiar en ti- le dijo don Rafael, con una sonrisa- Por cierto, si en algún momento necesitas algo, no dudes en pedírselo a María o a mí. Queremos que te sientas cómoda y que puedas trabajar con total eficiencia.
-Gracias, don Rafael. Aprecio mucho su apoyo- dijo Isabella, sintiéndose realmente valorada.
La jornada transcurrió sin mayores inconvenientes. Isabella trabajó diligentemente, asegurándose de cumplir con todas sus tareas. La tranquilidad de no tener que interactuar con Alejandro fue un gran alivio, permitiéndole enfocarse en su trabajo.
Al final del día, la muchacha se despidió de don Rafael y se dirigió al estacionamiento. Con una gran sonrisa en su rostro, subió a su coche y condujo hacia el colegio de Ian. Al llegar, vio a su hermano esperándola con ansias.
- ¡Mamá!- gritó Ian al verla, corriendo hacia ella y abrazándola con fuerza.
Isabella lo levantó en brazos, besándolo en la mejilla.
-Hola, cariño. ¿Cómo te fue hoy?- le preguntó mientras lo bajaba al piso.
-Bien, Isa. Los niños de la escuela son buenos conmigo- respondió Ian, con una sonrisa.
Ella le tomó la mano y lo llevó hacia el coche.
-Me alegra oír eso. Vamos a casa. Te he traído una sorpresa.
Mientras conducían de vuelta a casa, Isabella pensó en su día y en la conversación con don Rafael. Se sentía afortunada de haber encontrado a una persona que la valorara por su trabajo, y no por las opiniones prejuiciosas de otros.
A pocas cuadras de la empresa, Alejandro conducía de regreso a la oficina después de una reunión. La imagen de Isabella y su hermano aún rondaba en su mente.
-¿Por qué me importa tanto?- se preguntó, frustrado consigo mismo. Sabía que debía enfocarse en su trabajo, pero algo en esa joven lo desconcertaba profundamente.
Al llegar a la oficina, se encontró nuevamente con María, quien le entregó unos documentos importantes.
-Aquí tiene, señor Martínez. Estos son los informes que pidió- dijo la mujer.
-Gracias, María. Siempre eficiente- dijo Alejandro, tomando los papeles. La mujer sonrió, aunque noto cierta tensión en su jefe.
-¿Todo bien, señor Martínez?- le preguntó.
-Sí, solo un día largo- respondió él, evitando entrar en detalles.
Mientras María salía de la oficina, Alejandro se sentó en su escritorio, mirando por la ventana. Sabía que debía dejar de lado sus prejuicios y concentrarse en su trabajo, pero la imagen de Isabella y su hermano seguía persiguiéndolo.
-Tal vez mi padre tenga razón- penso- Quizás sea hora de empezar a ver más allá de las apariencias.
Con ese pensamiento, Alejandro intentó enfocarse en los documentos frente a él, sabiendo que el verdadero desafío sería enfrentar sus propios prejuicios y abrirse a nuevas perspectivas.