Sinopsis:
"El Caballero y el Rebelde" es una historia de amor y autodescubrimiento que sigue a Hugo, un joven adinerado, y Roberto, un artista callejero. A pesar de sus diferencias, se sienten atraídos y exploran un mundo más allá de sus realidades. Deben enfrentar obstáculos y aprender a aceptarse mutuamente en este viaje emocionante y conmovedor.
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Un Nuevo Comienzo
El sol bañó con su luz dorada la mansión Velázquez, transformándola en un escenario de ensueño. Flores de todos los colores adornaban el jardín, la música llenaba el aire y la alegría se respiraba en cada rincón. Hoy era un día especial, un día para celebrar el amor y la vida.
Roberto y Hugo, radiantes y emocionados, se preparaban para unir sus vidas en matrimonio. Los años habían pasado y las heridas del pasado se habían curado, dejando paso a un amor más fuerte que nunca. Mateo, vestido como un pequeño príncipe, corría de un lado a otro, ansioso por ver a sus papás dar el "sí, quiero".
La ceremonia fue íntima y emotiva. Amigos y familiares cercanos se reunieron para celebrar este momento tan especial. Las palabras del oficiante resonaron en el corazón de todos los presentes, recordándoles el poder del amor y la importancia de la familia.
Al final de la ceremonia, los recién casados se besaron bajo una lluvia de pétalos de rosa. La felicidad era evidente en sus rostros.
Durante la recepción, mientras la música envolvía el lugar, Roberto encontró en su bolsillo un pequeño objeto. Era el viejo tiquet del puesto callejero de comida donde lo había invitado a cenar por primera vez. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar ese liviano toque de sus manos entrelazadas mientras compartían aquella sencilla cena.
En ese instante, un sobre fue entregado a Roberto. Al abrirlo, encontró una carta de Laurentino. Con voz temblorosa, leyó las palabras de su padre:
“Hijo, sé que no he sido el mejor ejemplo a seguir pero quiero que sepas que estoy muy profundamente arrepentido. Roberto, no puedo estar en el altar para entregarte a mi hijo pero desde el fondo de mi corazón me alegra que seas tú el que cuida de mi hijo. Les pido una disculpa por todo lo sucedido, así que les doy mi bendición para que se amen en las buenas y en las malas. Y con respecto al otro 20% de la empresa familiar es para...”.
La carta se interrumpía abruptamente, dejando a Roberto con una mezcla de emociones. A su lado, Hugo, al escuchar las palabras de su padre, no pudo contener las lágrimas. El dolor del pasado y la reconciliación se mezclaban en su interior, recordando cada discusión, cada lágrima derramada y cada abrazo que los había unido.
A pesar del dolor del pasado, Roberto sentía un profundo alivio al recibir la bendición de su padre. Y Hugo, a pesar de las lágrimas, sentía una profunda paz al saber que su padre, a su manera, los bendecía.
La fiesta se prolongó hasta altas horas de la noche. Los invitados bailaron, rieron y brindaron por el futuro de la feliz pareja. Mateo, agotado pero feliz, se quedó dormido en los brazos de su abuela.
En un rincón del jardín, Hugo y Roberto se tomaron de la mano y contemplaron la luna llena. Habían pasado por mucho juntos, pero su amor había salido victorioso.
"Nunca pensé que llegaría este día", susurró Hugo, secándose las lágrimas.
"Y yo tampoco", respondió Roberto, sonriendo. "Pero aquí estamos, juntos y más felices que nunca".
Esa noche, bajo la luz de la luna, la familia Velázquez escribió un nuevo capítulo en su historia, un capítulo lleno de amor, esperanza y felicidad. Y aunque el pasado seguía presente, el futuro se mostraba prometedor y lleno de posibilidades.
La limusina surcaba la carretera, el paisaje estival se desplegaba ante sus ojos. La luna, grande y roja, como una brasa en el cielo, iluminaba el camino. Hugo y Roberto, vestidos de blanco, se tomaban de la mano, sus miradas perdidas en el horizonte.
De repente, un estruendo ensordecedor sacudió el vehículo. Una enorme roca había caído sobre la carretera, bloqueando el paso. El corazón de ambos se aceleró. A través del parabrisas roto, veían cómo la luna llena se reflejaba en sus ojos asustados.
Hugo sintió un intenso dolor en el abdomen. Al llevar la mano a la herida, sintió algo frío y duro. Un trozo de vidrio se había incrustado en su cuerpo. La sangre manchó su camisa blanca.
Roberto, horrorizado, intentó detener la hemorragia mientras gritaba al chófer. Sin embargo, este parecía inconsciente, inmóvil detrás del volante.
La señal de su celular era inexistente. Aislados en la carretera, con Hugo gravemente herido y el chófer inconsciente, la pareja se enfrentaba a una situación desesperada. La luna llena, antes símbolo de esperanza, ahora parecía burlarse de ellos, iluminando la escena de su posible final.