Una pareja de esposos adoptan a una niña que según los lugareños es hija de una bruja. Se la quitaron a la mala y ella ha jurado que regresará del más allá a vengarse.
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La noche
Héctor no sabía qué hacer, estaba devastado por la muerte de su esposa y ahora tenía que cuidar a un niño de 3 años, y él no estaba preparado para eso, se sentía morir de desesperación.
Carlota, ¿te puedo pedir un favor muy grande?
Claro que sí, señor, dígame, ¿qué se le ofrece?
Mira, necesito hacer un viaje largo y no puedo llevarme a Simón, ¿te quedarías con él hasta que yo regrese?
Pero señor, ¿que piensa que yo voy a hacer con el niño?
Carlota, tú lo conoces desde que era un bebé y el niño te conoce a ti, no creo que haya mayor problema. Por favor, te pido que te hagas cargo de él. Trataré de regresar pronto, no me voy a quedar allá. Luego, le dio una tarjeta, con esa tarjeta podrás comprar todo lo que necesites, no habrá ningún problema.
Y no tienes por qué salir de esta casa, aquí te quedarás a criar a mi hijo.
Está bien, señor, haré lo que usted me pide. Pero, ¿y Alejandra, ya no la va a buscar?
La policía la está buscando, yo no puedo hacer nada más, lo siento, pero si acaso la llegan a encontrar, por favor, que se quede a vivir aquí también.
Héctor fue a su cuarto y preparó dos maletas, pensaba largarse una buena temporada.
Fue a despedirse de su hijo. Lo siento Simón, pero yo no me puedo hacer cargo de ti porque no tengo la menor idea de cómo cuidar un niño. Sé que estarás bien al lado de Carlota, ella te cuidará como si fuera tu propia madre. Perdóname, sé que soy un cobarde, pero no puedo evitarlo. Adiós, hijo. Con un beso trató de callar su conciencia.
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En la cárcel...
El padre Alfredo fue a visitar a Luisa.
Hola, Luisa, necesito hablar contigo.
¿Cómo es posible que un sacerdote venga a ver a una bruja a la cárcel?, preguntó Luisa, burlonamente.
Vamos, Luisa, detrás de esa careta de mujer mala se encuentra una mujer capaz de amar y proteger a una niña.
¿Qué quiere padre?, ¿a qué ha venido?
Por favor, Luisa, necesito que me digas dónde está Alejandra.
¿Usted también padre?, nadie entiende, no les pienso decir una sola palabra. Ella es mi hija y lo seguirá siendo mientras a mí se me dé la gana, como les dije antes, la prefiero muerta antes que viviendo en otra parte que no sea a mi lado.
El padre Alfredo insistió: por favor, Luisa, piensa en Alejandra, en lo que estará sufriendo, dónde la dejaste, por favor, dime dónde está.
No insista, padre, no le pienso decir una sola palabra. ¡Guardia, guardia!
El padre Alfredo no tuvo más remedio que irse muy descorazonado.
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Una visita inesperada llegó a ver a Luisa.
Hola, qué bueno que estás aquí, ve a la casa nueva que compré, en una bodeguita, en la cocina hay unos frasquitos, por favor, quiero que viertas todo el frasco en la jarra de Yaqui, todos los días harás lo mismo. Y si las cosas salen como deseo, la casa se quedará contigo, te la regalo. Recuerda entrar por la ventana de atrás, ahí no hay vigilancia y puedes entrar muy fácil, también quiero que le pongas esta nota ahí en la mesa, por favor. Ah, otra cosa, en mi cuarto, en el más grande, hay un baúl con unos papeles dentro, está en el armario, arriba, llévaselo a la policía. Pero no ahora, espera de perdido unos días y luego se lo llevas, que sea anónimamente, por favor.
Está bien, Luisa, no te preocupes. Haré todo lo que me lo pides.
Bueno, mañana quiero que me traigas a un notario para pasarte las escrituras de mi casa y hacer válido que tú serás el único dueño.
Gracias, Luisa, me voy, haré todo cuanto me has pedido.
Solo recuerda una cosa, Eliseo, si me fallas, tenlo por seguro que no podrás escapar de mí.
No se preocupe señora. Ya verá que no tendrá queja de mí.
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Señora Yaqui, ya veo que usted está muy mejorada. ¿Qué le parece si la llevo a dar una vuelta por los alrededores, por las tiendas?
¿De verdad me llevarías a pasear?
Claro que sí, señora, arréglese bien porque en este mismo momento salimos.
Pero, de repente los ojos de Juanita se posaron en la jarra de agua y vio que ya estaba casi vacía.
Le ordenaré a Flor que venga a cambiarle el agua.
Gracias, Juanita. Oye, ¿y dónde está mi esposo?
No lo sé, él salió hace rato, no sé a dónde fue, la verdad.
¿Sabes que ya tiene mucho saliendo de repente a escondidas y regresa hasta muy entrada la noche?
No se preocupe por eso señora, de seguro tiene mucho trabajo.
Juanita ya se había dado cuenta de ese acto, pero no quería decir nada para no perturbar más la mente de Yaqui. También sabía que Eugenio tenía otra mujer y que tenía un hijo con ella.
Después del paseo, Yaqui quedó tan cansada que terminó por dormir inmediatamente.
Esa noche fue tan placentera para todos porque no hubo mayor incidencia.
Una sombra se coló por la ventana a altas horas de la noche.
Vació el contenido de un frasco que llevaba en sus manos en la jarra de agua.
Y así como entró se fue.
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Yaqui, ajena a todo eso que estaba pasando, se despertó a las 3 de la mañana como todos los días, casi se tomó todo el agua.
Se volvió a dormir.
El efecto tarda de entre 1 y 2 horas en producirse.