Anya despierta en el mundo de una historia que escribió hace años. Una historia sobre una bella princesa, un valiente caballero... y un despiadado dragón.
Decidida a mantenerse al margen de la gran guerra que se avecina, vive tranquilamente en un pequeño pueblo, hasta que accidentalmente salva a un pequeño niño y unos meses después un dragón aparece en su puerta.
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Mahoma y montañas.
¡Mamá! - entre la neblina del sueño, Anya pudo reconocer la voz de Rowan llamándola desde algún lugar lejano - ¡Mamá! ¡Abrázame!
- Mhmm... - Anya asintió, aun con los ojos cerrados, y lo atrajo hacia su pecho.
- ¡No! ¡No a padre! ¡A mí! - lo escuchó quejarse.
- ¿Hmm? - desconcertada, finalmente luchó para despabilarse y abrió los ojos.
Entre sus brazos había un pecho ancho que definitivamente no era el de Rowan. Alzó la mirada, el duque la observaba nuevamente con una expresión incómoda.
- ¡Ahhh! - Anya se incorporó de un salto, el duque estaba aprisionado contra la orilla de la cama nuevamente. Detrás de ella, Rowan estaba haciendo pucheros, enfadado por el abandono.
¡¿En qué momento de la noche dejó de abrazar a Rowan para ir tras el duque?! ¡¿Estaba loca?!
- ¡Lo siento mucho! ¡De verdad no era mi intención! - la chica podría haberse echado a llorar.
- Está bien... - sin embargo, Raenor solamente se levantó y se dirigió al armario - Tengo una reunión, así que me adelantaré.
Dicho eso, salió de la habitación.
Anya estaba deseando que el suelo se la tragara, sinceramente esperaba que sus terribles hábitos al dormir no le hubiesen causado muchos problemas al duque.
Aunque, cualquiera sería capaz decir lo contrario solo con ver las ojeras en el rostro del dragón.
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Los días eran simples.
Después de desayunar, Rowan se dirigía a sus clases de la mañana y eso significaba que Anya tenía mucho tiempo para vagar por la mansión o entretenerse de alguna otra forma.
A medio día, Rowan tenía descanso hasta la hora de la comida, así que pasaban un par de horas jugando en el jardín o en la sala de juegos del niño. Después de la comida, era hora para las clases de la tarde y finalmente se volvían a ver poco antes de que atardeciera para acudir juntos a la cena.
Anya dedicó las horas libres de sus primeros días a conocer la vida dentro de la mansión, notó que había pocos sirvientes, supuso que eran apenas los necesarios para mantener la casa funcionando y por ello había zonas que estaban un poco descuidadas. Tampoco los caballeros del ducado eran un gran número, los veía entrenar en el patio por las mañanas y trataba de acercarse cuando los cruzaba durante el día. Sin embargo, al igual que sucedía con los sirvientes, la chica podía sentir que le dedicaban miradas extrañas como la que Daisy hacía.
Finalmente, se armó de valor para preguntarle a Daisy sobre ello. La joven mucama dudó, pero finalmente le explicó con voz temblorosa que la mayoría de las personas en la mansión le tenían lástima. Al parecer, con su llegada se corrió el rumor de que el terrible lord dragón la había robado de alguna aldea y la obligó a casarse con él en contra de su voluntad para encargarse de su hijo y darle más descendencia.
Si tan solo supieran lo mucho que el pobre duque luchaba por mantener a Anya lejos de él por las noches.
Los que no creían esa versión simplemente pensaban que la chica debía ser tonta o estar loca para casarse con un dragón.
A Anya le tomó varios intentos y mucha persuasión lograr que Daisy creyera que no había sido secuestrada y que estaba en sus cabales. Pensó en lo difícil que sería convencer al resto de la casa. Le entristecía pensar en cuán mal concepto tenían los sirvientes del duque para suponer cosas así. Ella no creía que él fuera tan malo.
Tendría que empezar a planear la forma de mejorar la reputación de los dragones y podía comenzar por ahí.
En sí, Anya no se podía quejar de su nueva vida. La mansión era hermosa aun si estaba un poco descuidada, las personas eran amables y respetuosas aun si parecían estar un poco asustados de su amo. Y la rutina era agradable aun cuando estaba a cargo de cuidar a un infante.
Solo había un detalle que seguía molestándole desde el primer día.
Después de la primera cena que compartió con Rowan, comenzó a mandar mensajes con las sirvientas antes de cada comida. Pequeñas notas invitando al duque a comer con ellos.
Nunca recibió respuesta, ni el duque acudió al comedor.
Rowan estaba muy acostumbrado a ello, sin embargo, ver los esfuerzos de Anya instaló una pizca de esperanza en su interior. Y comenzó a lucir decepcionado cuando su padre no aparecía.
Bien, en el cuarto día de su llegada, a la hora de la cena, Anya alcanzó el límite de su corta paciencia. No tenía mucho tiempo antes del cumpleaños de Rowan y no lo desperdiciaría siendo amable sin obtener resultados.
- Daisy - la llamó desde la mesa.
- ¿Si, milady?
- Trae al duque, ahora mismo - ordenó.
Tanto Daisy como el resto de los sirvientes en el comedor la miraron con expresiones dubitativas.
- Milady... no podríamos... importunar al duque mientras está ocupado... - la voz de la joven mucama temblaba y los demás bajaron la cabeza pesadamente.
Anya los entendía, el miedo al dragón era así de grande y, siendo simples sirvientes, era imposible para ellos atreverse a pasar su mensaje.
- Ya veo... - pero ella no era un sirviente - ¿Dónde está mi esposo entonces?
Todos alzaron la cabeza sorprendidos, previendo sus intenciones.
- El... El lord está en el patio de entrenamiento con los caballeros - Daisy no pudo evitar responder.
- Rowan espérame aquí, volveré enseguida - Anya se levantó de la mesa y salió rumbo al patio de entrenamiento con una expresión de determinación pura en su rostro.
Si Mahoma no iba a la montaña... La montaña tendría que arrastrar el trasero de Mahoma a la mesa.
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- ¡Milady, no puede...! - Daisy trató de detenerla una última vez, pero Anya ya estaba llegando al patio.
- ¡Milord! - su voz resonó como un trueno. Todos los caballeros que estaban entrenando se detuvieron al momento para girarse hacia ella. También el duque de Demasco.
El... sudado y... fornido duque de Demasco.
"¡Concéntrate!" se reprendió Anya mentalmente.
- Lady Anya - la recibió con cierto dejo de sorpresa - ¿Qué está haciendo aquí?
- Vine a escoltarlo - la chica sonrió, fingiendo inocencia - es hora de la cena.
- No estaré atendiendo a cenar hoy - Raenor se giró para alejarse - usted y Rowan pueden...
- Lo siento, pero... - lo interrumpió sin romper su sonrisa - no se lo estaba pidiendo.
Medio centenar de caballeros en el patio de entrenamiento, aun así se podía escuchar un alfiler caer después de su declaración.
La chica continuó, demasiado molesta para detenerse.
- Se lo pedí en mis notas, las cuales fueron claramente rechazadas, ahora el tiempo de pedir ha pasado... - borró la sonrisa de su rostro y observó al duque con una amenaza de muerte en sus ojos - Puede seguirme de vuelta al comedor por su propia voluntad o lo arrastraré ahí yo misma, de cualquier manera, tendremos una adorable cena familiar esta noche ¿entendido?
Los ojos de los caballeros saltan del duque a la nueva duquesa y de vuelta, como si estuvieran presenciando un partido de tenis. Esperaban la respuesta, el ambiente en el patio se sentía pesado en completo silencio.
El lord dragón podía tragársela entera de un solo bocado y todo el mundo ahí lo sabía. Probablemente era lo que esperaban. Sin embargo, Anya no podía echarse para atrás y no quería vivir con miedo del dragón, así que prefería olvidarse de ese pequeño detalle y ver al duque meramente como su recién adquirido esposo, el cual ahora mismo se había ganado un regaño.
- Entendido... - para sorpresa de todos, Raenor no parecía enojado, respondió calmadamente mientras dejaba su espada junto al resto del material de práctica - Sir Murray, le dejo el resto del entrenamiento a usted.
Habló a uno de los caballeros veteranos. Luego miró a Anya y, a pesar de la indiferencia en su tono, la chica sintió una emoción cálida cuando recalcó:
- Tal parece que cenaré con mi familia esta noche.
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Al abrir la puerta del comedor, Rowan alzó la cabeza y Anya no pudo evitar sonreír cuando sus ojos se abrieron como platos al ver al duque aparecer detrás de ella.
- Lamentamos hacerte esperar, Rowan - la chica se disculpó mientras se acercaba a su asiento - pero ya que estamos todos aquí, podemos comenzar.
Tomó su asiento, sin embargo, quedó confundida al ver al duque caminar hasta el otro lado de la mesa.
- ¿A dónde va?
- Tomaré mi asiento a la cabeza de la mesa - Raenor parecía igualmente confundido por su pregunta, como si fuese obvio que se sentaría a 10 metros de ellos.
Anya aún no conocía las reglas de la alta sociedad, y realmente no le interesaban. Por otro lado, era cierto que él era y fue criado como un duque, tal vez esas reglas estaban grabadas en su comportamiento y su rutina más de lo que ella jamás podría saber. ¿Acaso él explotaría si no tomaba su asiento designado? ¿O era una demostración de poder? Él era la cabeza de la familia y ella debía recordar su lugar ¿algo así?.
Bien, daba igual, como Anya ya había dicho: Mahoma y montañas.
- ¡Ah! ¡De acuerdo! - saltó de su asiento, tomó a Rowan en brazos y felizmente se apresuró a sentarse al otro lado de la mesa.
- ¿Qué está haciendo? - el lord dragón parecía descolocado por su acción.
- ¿Cuál es el punto de sentarme allá? ¿Cómo podríamos conversar estando tan lejos? - respondió la chica mientras sentaba a Rowan entre el duque y ella. Luego los observó a ambos, sus expresiones confundidas eran tan similares que ablandaron su corazón, sonrió inocentemente y llamó para que sirvieran la cena.
El resto de la velada pasó sin incidentes.
Por supuesto, Anya tuvo que hacer la mayoría de la conversación, dado que los dos dragones frente a ella no eran conversadores por naturaleza. Sin embargo, ambos parecían disfrutarlo. Rowan no podía ocultar su emoción cada vez que su padre le preguntaba algo, e incluso el duque puso algo de esfuerzo en la interacción.
Daisy llevó a Rowan a su habitación al finalizar la cena y el duque y la duquesa dejaron el comedor juntos.
- Rowan se veía muy feliz ¿no lo cree? - preguntó ella con alegría.
- ¿Si? - su esposo parecía realmente no saberlo. En serio ¿qué haría con ese padre tan distraído?
- ¡Por supuesto! Ha estado esperando que usted viniera a cenar con nosotros - respondió Anya, después se detuvo y lo observó fijamente - de ahora en adelante, por favor asegúrese de compartir una comida al día con nosotros.
Sonrió cálidamente y continuó.
- Creo que el desayuno sería más conveniente, dado su horario, pero depende de usted - levantó su dedo índice frente a la cara de él para hacer su siguiente punto lo más claro posible - Aun así, una comida al día es obligatoria.
- Asumo que no está pidiéndomelo... - dijo Raenor y Anya sonrió brillantemente. ¡Ya se estaban entendiendo!
- Jamás me atrevería a darle órdenes al gran duque de Demasco, sin embargo, si llegara a faltar un solo día sin una razón convincente tendrá que lidiar con las consecuencias - sonrió amenazadoramente - Póngame a prueba bajo su propio riesgo.
La chica volvió a caminar, con rumbo a su habitación, sin mirar atrás. Aun así, no estaba muy lejos cuando lo escuchó responder en voz baja.
- No me atrevería.