Dos personas, que por destino se unen, un amor destinado a no ser, traición y venganza, muerte y pasión, desencadenado por El Desencuentro.
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Cap. 24. Sí, eso me parece bien.
En la habitación, Greco se puso su pijama, mientras que Bianca se puso un cómodo, de un color palo de rosa y de algodón. Greco la miraba con suavidad. Esa belleza sigue siendo una dulzura todo el tiempo, aunque tiene su carácter, ella es muy suave y dulce cuando así lo quiere.
—Greco, ahora, ¿qué es lo que voy a hacer? Aún no sé qué quieres que haga —dijo, mientras que Greco sonrió divertido.
—Ratoncita, tú solo debes estar tranquila hasta que estos revoltosos nazcan, yo estaré divorciado y nos casamos. Ni bien eso pase, voy a sacar a los niños de ojo público, no quiero que corran peligro, preciosa, serán odiados de ambos lados, tu familia querrá morir cuando sepan que hay más herederos.
—Por otro lado, mis padres están ciegos con Ana y el niño, harán de todo para que no me divorcie y asuma a mi familia, sin reconocer que todo eso es una farsa —dijo mientras la atrae hacia él y la abraza, así como dormían en las montañas. La había extrañado demasiado y ella estaba igual o peor, se acurrucó a él, estaba segura de que nunca lo vería de nuevo.
Bianca lo entiende, ahora ambos tienen una gran oposición y, si bien no le gusta estar encerrada tanto tiempo, también sabe que es lo mejor. Ya que Ariel había ido sin avisar a la repostería, si la hubiera visto, estaría segura de que su vida estaría en peligro.
—Sí, eso me parece bien, primero los bebés y después el resto, pero… ¿Gatote? ¿Me extrañaste?, aunque sea un poquito, —dijo ella con su voz suave y aterciopelada, haciéndolo emocionar.
—Mucho, te extrañé mucho, no tienes ni idea de lo difícil que es dormir sin que una ratoncita esté acomodada en el espacio de mi pecho, era frustrante, sin embargo, casi me muero cuando supe que te habías escapado y nadie sabía dónde estabas —dijo Greco mientras le daba un beso en la frente haciéndola reír.
—Pensé que no me querías cerca, de entrada no querías hablar conmigo —dijo Bianca haciendo un puchero, pero Greco levantó una ceja para hablar con esa belleza y contar de verdad lo que pasó cuando ella llegó.
—Era lo contrario, algo que no notaste por el golpe. Ese día te salvé, te llevé a la cabaña, pero estaba sucia, embarrada, y te cambié. Sí, te vi desnudista como Dios, te trajo al mundo, no está siendo un pervertido. Tenías sangre en tu cuello y espalda, raspaduras en brazos y piernas, y tenía barro mezclado con musgo hasta en los calzones. Seguro fue cuando te arrastraron, pero en cuanto te vi casi limpia, realmente no sabía si eras un hada o una muñeca de porcelana. Algo en mi mente dio un giro y me llené de la necesidad de estar contigo todo el tiempo. Me preguntaba de qué color eran tus ojos y cómo sonaba tu voz.
—Sí, me flechaste de inmediato, pero después de meditarlo, supe que ya tenías demasiados problemas como para cargar con un casado, separado, traumado por infidelidad de su esposa con su hermano y un hijo que no es su hijo y lo peor es que nunca podría probarlo a no ser por las líneas de tiempo.
—Decidí que no te metería en más problemas, además de que ni siquiera estaba seguro de que tú me correspondieras, pero quería evitar la tentación. Así que solo quería alejarme, aunque casi me derrito cuando escuché tu linda voz y vi tus lindos ojos, realmente eres como una hermosa hada —dijo haciendo que Bianca sonría y se sonroje. Su gato malo era gatito cuando se ponía cariñoso.
—No creas que no me babeaba, por ti me pasaba seguido, y sí, tal vez era porque tú me demostraste en un par de semanas lo que es cuidar a alguien, enseñarle cosas en vez de solo mimarla y consentirla. Tú me hiciste aterrizar en la tierra y en tus brazos; nunca en mi vida me había sentido tan protegida como en tus brazos, que a tu lado. Somos muy cursis y cariñosos, creo que moriremos de diabetes si seguimos así —dijo Bianca riendo un poco divertida.
Greco levantó las cejas y se dio cuenta de que así era. Él nunca había sido zalamero y cariñoso, pero con Bianca tenía una conexión increíble, algo que no podía entender.
—Bien, para salir de cursilería, quiero un poquito de pasión, ¿tenemos problemas para darnos un revolconcito, aunque sea un chiquito? — susurraba Greco en su delicado oído. Él estaba emocionado de verla y ella no era de negarse, estaba seguro.
—Bu…, bueno, no me dijeron que no podía tener intimidad, solo que con cuidado, ya sabes, soy una ratoncita embarazada de gemelos, y son tus gatitos, no seas ansioso —dijo mientras metía su mano dentro del pijama del hombre quien se sobresaltó por la acción, pero quedó más animado de lo que ya estaba.
—Yo me comporto ratoncita, jamás te haría daño. Te deseo mucho, pero no pienso lastimarte, aunque no me pienso quedar con las ganas —dijo mientras metía su mano por debajo de su lindo pijama rosa y acaricia esa pancita que lo está volviendo loco. Ahí adentro están sus hijos, los hijos que la hermosa Bianca Lizorty le está dando y son solo suyos, solo de él.
Ellos se amaron toda la noche, se entregaron como lo hacían en la cabaña. Nada entre ellos había cambiado; al contrario, parece hacerse más fuerte, pero los días venideros serían un poco difíciles y más con los peligros que caen sobre la inocente Bianca.
juuuum
este si es loco....
gracias