Después de un año de lo sucedido todo sufrió un cambio. Emily tratará de detener una inminente guerra entre ambos mundos, pero antes tiene que revelar secretos que le dirán quién es en verdad, pero no será la única que buscará respuestas en esta lucha.
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Capítulo 20 — Ciudad Envidia
El sol brillaba de nuevo sobre las chicas que caminaban con una mirada diferente, algo se había ido y el camino era para ellas dos.
Siguieron avanzando y se notaba el contraste con el pueblo anterior ya que había gente, el sol quemaba y la atmósfera era totalmente diferente.
— Siento que no vamos a ninguna parte — Decía Emily mientras miraba al cielo.
— No podemos rendirnos, no en este momento — Respondió Lexa.
Ambas chicas siguieron su camino hasta que frente a ellas apareció un enorme castillo sin protección alguna que las invitaba a pasar. Ambas chicas se miraron por unos segundos y decididas entraron; la puerta detrás de ellas se cerró fuertemente dejándolas sin escapatoria.
Sin poder dar marcha atrás siguieron su camino y empezaron a investigar el salón principal llena de armaduras, una alfombra de una fina tela color amarillo y cuadros de un rey que no tenía rostro.
— ¿Qué es este lugar? — Dijo Emily mientras miraba a su alrededor.
— No sé, pero debemos tener cuidado — Respondió Lexa mientras le entregaba un arma a Emily.
Siguieron entrando entre habitaciones sin encontrar nada, todo se encontraba en completo abandono; el polvo era más que visible y el pasar del tiempo se había detenido en ese lugar que seguía en penumbras.
Llegaron a una habitación algo amplia que sólo contenía un símbolo de un ojo cerrado con tres estrellas en la parte baja y dos puntos en la parte superior, uno en cada lado y en medio algo que era cubierto por una sábana blanca de fina tela brillosa. Las chicas se acercaron y quitaron juntos la tela dejando ver un hermoso trono bañado en oro con una pequeña abertura en el respaldo.
— ¿Lo encontramos? — Preguntó Emily.
— No estoy segura — Respondió Lexa sin dejar de mirar el trono.
Ambas chicas miraban el trono fijamente mientras daban vueltas alrededor de él, una energía densa y extraña se sentía en toda la habitación.
— ¿No puede ser tan fácil? — Cuestionaba Lexa.
— Si estamos aquí es por ti — Dijo Emily en un tono molesto.
— La que nos vino a traer a este lugar fuiste tú y gracias a ti mis hombres están muertos — Replicó Lexa.
— No estarían muertos si supieras ser una buena líder —
— Tu enamorado no estaría muerto si hubieras matado a Erick —
Emily y Lexa se pusieron frente a frente y mientras caía una hoja ambas empezaron a pelear; Emily se transformó y comenzó con el feroz ataque, Lexa por su parte sacó las últimas dagas que tenía en su arsenal para bloquear los golpes que daba Emily, la piel de ella se empezaba a quemar por el acero.
— Eres una maldita — Decía Emily al verse las manos.
— Te mataré si es necesario — Dijo Lexa sin quitarle la mirada.
Ambas chicas reanudaron su pelea, pero está vez Lexa llevaba más delantera ya que lograba adivinar todos sus ataques y respondía con cortadas dadas por sus dagas.
Las heridas de Emily no lograban cerrarse y un humo salía de ellas. Poco a poco Emily empezaba a perder la pelea ya que el dolor de las quemaduras que le causaban las dagas era insoportable. Lentamente Emily iba cayendo y Lexa clavaba y clavaba las dagas en el cuerpo de Emily hasta hacerla sangrar demasiado.
— Este es tu fin — Dijo Lexa.
Emily al ver las dagas levantarse tuvo el recuerdo cuando Emily iba a matar a Rose y sintió un gran remordimiento. Antes de ser clavada la daga en el corazón, Lexa se detuvo y miró fijamente a Emily para después lanzar sus armas.
— ¿Qué sucedió? ¿Estás bien? — Cuestionó Lexa mientras se levantaba y ayudaba a Emily.
— No tengo idea, fue como si algo me llenará de ira — Respondió Emily.
De repente el castillo empezó a temblar y el suelo se abrió dividiendo y alejando a las chicas. Todo se venía abajo y sin previo aviso el suelo se destruyó y ambas cayeron al vacío.
Cerraron los ojos y al abrirlos estaban tiradas en la cima de una colina de pasto verde y brilloso, el castillo se había ido como si nunca hubiese existido logrando confundir a las chicas.
— ¿Qué ocurrió? — Dijo Emily.
— El castillo... no está — Murmuró Lexa.
Ambas se quedaron sentadas mirando al horizonte mientras que en los más profundo de la oscuridad alguien ya las estaba esperando con ansias de poder ser liberado.
