Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 20 : EL. LABERINTO DEL DESTINO
El beso entre Luca y Alessandro fue breve pero intenso, cargado de todas las emociones reprimidas que ambos habían soportado durante semanas. Cuando se separaron, Luca respiraba con dificultad, no solo por la carrera o el miedo, sino por el peso de lo que acababa de suceder. Alessandro lo miraba con una intensidad oscura, como si estuviera tomando una decisión irreversible.
El silencio que había caído sobre la cabaña se rompió con un ruido lejano, un trueno que resonaba como una advertencia en la distancia. Alessandro se puso de pie rápidamente, sus sentidos siempre alerta.
—No podemos quedarnos aquí mucho tiempo —dijo, con la voz grave—. Este lugar no es seguro por mucho que esté oculto.
Luca, aún tratando de procesar todo lo que había sucedido entre ellos, asintió. Su mente estaba llena de preguntas, pero una en particular le pesaba más que el resto.
—Dijiste que somos parte de una profecía, ¿pero qué significa eso exactamente? —preguntó, su voz quebrada por la confusión y el miedo.
Alessandro suspiró, pasando una mano por su cabello mojado, caminando de un lado a otro en el pequeño espacio de la cabaña. Su expresión se oscureció mientras buscaba las palabras adecuadas para explicar lo inexplicable.
—Los Destinados creen que tú y yo somos los herederos de un poder antiguo, algo que ha permanecido dormido durante generaciones —dijo Alessandro, sus ojos encontrando los de Luca con una mezcla de determinación y vulnerabilidad—. Según las leyendas, dos almas destinadas a encontrarse pueden desencadenar un poder capaz de cambiar el curso del mundo. Un poder que, en las manos equivocadas, podría destruir todo.
Luca sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Había oído rumores, susurros sobre el mito de los Destinados, pero nunca había creído en ellos, ni en profecías. Todo eso siempre había parecido una fantasía, algo lejano y sin relevancia para su vida.
—¿Y qué hacemos entonces? —preguntó, su voz baja pero firme—. No podemos simplemente quedarnos esperando a que nos encuentren.
Alessandro lo miró con una expresión grave, como si ya hubiera considerado todas las opciones posibles.
—Tienes razón. No podemos seguir huyendo. Pero tampoco podemos enfrentarlos sin saber cómo manejar ese poder —Alessandro hizo una pausa, sus ojos brillando con una intensidad renovada—. Tenemos que encontrar respuestas, Luca. Necesitamos saber más sobre esa profecía y cómo evitar que caiga en manos de los Destinados.
Luca asintió, sabiendo que no había otra opción. Lo que estaba en juego no era solo su vida, sino el destino de algo mucho más grande.
—¿Y dónde encontramos esas respuestas? —preguntó, sintiendo una extraña mezcla de miedo y esperanza.
Alessandro se acercó lentamente a él, tomando su mano con firmeza, como si ese simple gesto pudiera infundirle valor.
—Hay un lugar —respondió Alessandro—. Un lugar antiguo, escondido en las montañas al norte. Los pocos que conocen su existencia dicen que guarda los secretos de los Destinados, y también cómo enfrentarlos. Pero es peligroso. No solo por los Destinados, sino por las pruebas que impone a quienes buscan entrar. No todos regresan.
El corazón de Luca se aceleró. Sabía que no podían seguir huyendo, pero la idea de adentrarse en un territorio desconocido, enfrentando fuerzas más allá de su comprensión, lo aterraba.
—No tienes que hacer esto solo —dijo Alessandro, apretando suavemente su mano—. Lo haremos juntos.
Esa promesa, aunque pequeña, le dio a Luca la fuerza que necesitaba para seguir adelante. Asintió lentamente, aceptando el desafío que ahora se cernía sobre ellos.
—Entonces vayamos —dijo Luca, decidido—. No tenemos otra opción.
Alessandro sonrió apenas, un gesto raro en él, pero lleno de significado.
—Nos moveremos al amanecer —dijo Alessandro—. Por ahora, descansemos. Será un largo camino.
El resto de la noche pasó en silencio, ambos conscientes de lo que se avecinaba, pero sin palabras para llenar el espacio. El viento afuera soplaba con fuerza, y la lluvia golpeaba las ventanas de la cabaña con insistencia, como si el mismo mundo intentara advertirles del peligro que les esperaba.
A la mañana siguiente, partieron al amanecer, dejando atrás la cabaña y el refugio temporal que les había dado un respiro. Las montañas al norte de Verona se alzaban imponentes, sus cimas cubiertas de nieve y envueltas en niebla. Mientras avanzaban por senderos ocultos, Luca no pudo evitar sentir el peso del destino sobre sus hombros. Cada paso que daba lo acercaba más a un futuro incierto, uno donde las sombras del pasado y las fuerzas del presente convergían en un punto que aún no podía ver con claridad.
Pero no estaba solo. Alessandro caminaba a su lado, su presencia fuerte y constante. Aunque el peligro acechaba en cada rincón, Luca sabía que, mientras estuvieran juntos, tendrían una oportunidad de cambiar su destino.