Dalia es una mujer de carácter fuerte, a sus 23 años ella está dirigiendo la empresa familiar, su abuela que es la persona a la que más respeta le pide que se casé, pues quiere tener nietos. Dalia no está de acuerdo pero para complacerla decide casarse, aunque no será con cualquiera. Debe ser con alguien que ella pueda manejar.
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Cap 21
Dalia observa a Renato, él cómo siempre la está viendo con esos ojos llenos de admiración, cariño y amor. Pero que para ella son los ojos de un obsesivo.
— Yo no necesito que nadie me enseñe nada. Vete de mi oficina, de mi vida. Entiende que nunca tuviste ni tendrás una oportunidad. Menos ahora que tengo novio.
— Me voy de tu oficina pero no de tu vida. Voy a luchar hasta el último día. Te lo prometo.
.. En el presente. Nos vamos a la fiesta de aniversario de Elíseo y Maritza.
Dalia entra al salón sola, eso provoca que la gente a su alrededor murmuré, ella con una sonrisa va a saludar y escuchar las tonterías que seguramente le preguntarán.
— Hola. ¿Cómo están? — Ella sonríe.
— Hola Dalia. ¿Dónde dejaste a tu novio?
— No debe tardar. Tenía algunos asuntos que resolver.
— ¿Cómo? ¿Te dejo llegar sola?
— Está es mi casa. No tuve que llegar. Aquí vivo. — Ella continúa con una sonrisa. — Con su permiso, voy a saludar a los señores Rivas. — Ella se retira y va con esa familia. Nuevamente las preguntas sobre su novio y vida privada inician. Ella responde a medias. Quieres dejar lo mejor para el final.
Mientras ella saluda su padre aparece en la fiesta, cómo siempre han pasado meses desde la última vez que lo vio. Ella va a recibirlo cómo la buena hija que debe aparentar ser. El de inmediato le pide hablar.
En el despacho tiene su discusión y luego ella sale a hacer su anuncio.
— Buenas noches. Quiero hacer un anuncio. — Dice Dalia.
— ¿Dalia que estás haciendo? — Elíseo la cuestiona.
— Nada malo hermanito. — Ella habla en voz baja, después vuelve su mirada a los invitados. — Hoy muchos de ustedes me han preguntado sobre mi vida amorosa. — Algunos se ríen. —Tengo una excelente noticia, para todos ustedes y para mí familia, yo y mi novio hemos decidido comprometernos. En dos meses nos vamos a casar. — La mayoría de las personas se quedan perplejas.
— Yo quiero agradecerte por haberme aceptado. — Dice Alonso.
— No tienes que cariño. — Dalia lanza sus brazos detrás del cuello de el, Alonso le toma la cintura y la besa profundamente. Los invitados aplauden. Dalia espera unos segundos y se separa de Alonso. — No abuses. — Le dice ella en voz baja.
— Lo siento. — Ambos se separan del otro.
...
Unas horas después, Elíseo y Bernardo se despiden de todos los invitados, y suben a la habitación de Dalia.
— Dalia.
— Hermanito, hablamos mañana. — Ella se da la vuelta, y cubre sus ojos con un antifaz de gel.
— No se puede. — Habla su padre. — ¿Quién es ese tipo? ¿De dónde lo sacaste?
— Es mi novio, nos amamos, y nos vamos a casar.
— Déjate de cuentos. Tu corazón es incapaz de sentir amor.
— Me pregunto de quién lo herede. — Ella se ríe.
— Dalia no me hagas enojar. Ese hombre no es de nuestro círculo, se le nota. Si tantas ganas tenías de casarte, ¿no pudiste elegir a un hombre rico? — Dalia se quita su antifaz.
— Papi, no quise comprar a un hombre rico.
— ¿Qué estás diciendo?
— Lo que oíste. Me compré un esposo.
— ¿Cómo te atreviste? — Pregunta Eliseo.
— ¿Cómo? — Ella se ríe. — De la misma manera en que mi abuelo compró a mi abuela, papá compró a mamá, y tú compraste a Maritza.
— Dalia. — Elíseo le habla molestó.
— ¿Qué? — Ella continúa con su sonrisa. — Yo sólo segui el ejemplo de la familia. Comprar esposas ya es una tradición, así que pensé. ¿Por qué no mejoramos esa tradición? Es el siglo XXI, las mujeres ricas y poderosas también tenemos derecho de comprarnos un buen marido.
— Eres una cínica.
— Papi, sigo las tradiciones, deberías sentirte orgulloso.
— ¿Orgulloso por casarte con un do nadie?
— Ese do nadie me va tratar bien. No va abusar de mi cómo tú de mamá. — Bernardo sale de la habitación molesto.
— Dalia. ¿Estás segura de lo que vas a hacer? — Pregunta su hermano un poco más tranquilo.
— ¿Estás seguro de lo que hacías cuando compraste a Maritza?
— Dalia, tú mejor que nadie sabe todo lo que pasé por comprarme una esposa.
— En mi caso es diferente. Yo no voy a hacer lo que ustedes hicieron a sus esposas.
— Dalia, si sabes lo que te conviene, deberías casarte con alguien que te ame.
— ¿Cuántos años llevas con tu esposa?
— No estamos hablando de mi.
— ¿Ocho verdad? Dime. En todo esté tiempo. ¿Has logrado que ella te ame? — Elíseo se queda callado. — ¿Y por qué sigues con ella?
— Tenemos un hijo.
— No uses a Benjamín de pretexto.
— Si tanto quieres usar mi relación cómo ejemplo, deberías seguir mi consejo, los que más no equivocamos, somos lo que mejor aconsejamos. Cásate con alguien que te ame, alguien que tú también puedas llegar a amar.
— ¿Y quién es ese alguien?
— Tu deberías saberlo mejor que yo. — Elíseo se va de la habitación. Dalia se recuesta. Ella piensa en lo que le dijo su hermano, claro que hay alguien que jura amarla, sin embargo ella no confía en los hombres, para su desgracia, todos los más cercanos a ella han resultado unos patanes.
— ¿Casarme con alguien que pueda llegar a amar? — Ella se rie con tristeza. — Elíseo no has entendido que jamás podré amar a nadie. — Una lágrima baja por su mejilla.
... Al día siguiente, Renato baja del avión mientras no deja observar su tablet, está en shock por la noticia que acaba de leer.
— Dime qué los periodistas inventaron esto. — Pide el a su asistente.
— Señor lo lamento.
— No es posible. No es verdad. — El toma las llaves del auto y va a toda velocidad.
... Dalia en su casa observa las noticias, una parte de ella está feliz por haber logrado lo que quería. Pero la otra está triste por el daño que le va causar a una persona que no lo merece.
— DALIA ABRE LA PUERTA. — Ella escucha la voz furiosa de Renato.
— ¿Qué hace Renato aquí?
— DALIA ABRE. ABRE YA.
— VETE. No hablaré contigo.
— HABLARAS CONMIGO QUIERAS O NO. — El patea la puerta y está de rompe. Dalia salta de la cama asustada.
— ¿Te volviste loco? ¿Qué pasa contigo? ¿Cómo te atreves a meterte asi a mi habitación? — Renato la toma de los hombros y la mira directo a los ojos.
— Dime qué no es verdad. Por favor. Dime qué no te vas a casar. — Dalia lo empuja.
— Si es verdad. Yo me casaré. Creó que es un buen momento para darte por vencido. — Ambos se observan con tristeza en sus ojos.