CUANDO LAS ROSAS SE MARCHITEN [OMEGAVERSE]

Caminaron de forma lenta.

Prince no dijo nada en concreto, solo agradecimientos y Jim tampoco dijo algo especial. Se dedicó a caminar a su lado mientras llegaban al departamento. Estaba a nada de comenzar a llover y, por pura casualidad, se había encontrado con él y, ya que lo había encontrado, no iba a perder una buena oportunidad de poder hablar y de algo más.

—Bien, puedes seguir tú el resto del camino.

Prince le dio una breve mirada y solamente era cruzar la calle para entrar al departamento, pero se quedó dudoso respecto a qué decir.

—¿Quieres pasar? Está por comenzar a llover —murmuró viendo su rostro.

Jim siempre se dedicaba a mantener un rostro en neutro. Solo con Maiston se mostraba más gracioso o amigable y se dedicaba a pasar su día haciéndole mil bromas solo para hacerlo enojar. Con Prince habían hablado muchas veces porque siempre se veían debido al moreno, pero su cambio de actitud con él siempre había sido evidente. Mostraba amabilidad, pero también mantenía la distancia necesaria.

—No te preocupes, únicamente fue amabilidad. Adiós.

Giró sobre sus pies para marchar cuando lo escuchó decir:

—No, espera un segundo. Vamos arriba. Yo…, estaré solo y aún me siento un poco asustado. Mamá no está y Taylor aún no llega.

Sonrió porque era lo que quería escuchar.

—De acuerdo, solo un poco.

Prince sonrió aliviado. Empujó el coche y cruzaron la calle. Lo hicieron rápido, así que no hubieran mayores complicaciones. Jim ya había estado ahí, sabía que número de piso era y presionó el número que necesitaba para subir. Se quedaron dentro hasta que salieron.

Entró cerrando la puerta y mirando a todos lados. No se veía alguna ropa en especial o algún olor en concreto que demostrara el hecho de que Reich Valencia estaba viviendo ahí o que al menos había pasado la noche. El aroma era tan fugaz que demostraba que era por simples visitas, sin embargo, conforme fue oliendo más, el olor se fue demostrando más intenso.

Caminó por el lugar viendo como Prince revisaba a la bebé. Pudo escuchar los ruidos de que estaba despierta y eso le gustó más. La quería despierta para lo que quería hacer.

—Voy a preparar un café para el frío, ¿quieres uno?

—Claro y gracias.

Lo vio marcharse a la cocina. El coche estaba ahí y espero unos segundos para verificar que Prince estaba distraído en algo más. Al notar que tenía unos segundos, se acercó a la bebé que estaba con un peluche en sus manos.

Se acuclilló en el suelo para observarla. No la vio haciendo nada difícil, solo estaba balbuceando porque aún era pequeña y jugando con su peluche que, luego de unos segundos, se le cayó al suelo. No lloró, solo se quedó viendo a quién tenía frente a ella mientras pestañeaba. Jim la examinó y estiró su mano para ver la marca que ahí estaba. Y no era una marca especial y única con alguna figura, nada más era una mancha con un tono más claro que, en Maiston, se notaba desde lejos.

—Bien, bebé, vamos a hacer esto rápido.

Metió su manó al bolsillo y buscó la cámara en su teléfono. Al comenzar a grabar, le dio una breve mirada a Prince que se oía haciendo algunas cosas.

Tomó el peluche del suelo, y se lo entregó.

—¿No quieres sonreír? Va a ser un regalo para tu papá y que lo ayudes a actuar mejor.

—Pa-pá —dijo de manera lenta repitiendo lo que había dicho.

—Ah, sí, eso mismo. No esperaba que dijeras eso, pero mucho mejor así.

Cassi simplemente sonrió y él le movió un poco el peluche. Quiso tomarlo, así que estiró sus manos para alcanzarlo.

Prince, al terminar de preparar los cafés, tomó las tazas para caminar donde Jim. Lo vio acuclillado en el suelo viendo como le entregaba el peluche a Cassi.

—Se le había caído —se excusó poniéndose de pie para tomar la taza.

—Se le cae siempre —dijo soltando una pequeña sonrisa.

Guardó silencio y dejó su taza sobre una pequeña mesita al medio de dos sillones para poder encargarse de sacar a Cassi del coche. Caminó con ella para dejarla en otra cosa que le había comprado. Era un andador con ruedas, así que comenzó a moverse por el lugar feliz.

—Es bonita, se parece a ti, Prince.

—No lo creo así, si hubiese tenido el color de piel de Maiston, sería idéntica a él. De mí solo tiene el color de cabello.

Jim no dijo nada. Pudo notar la tristeza en su voz por decir aquello. Lo vio bajar la mirada y beber un poco del café que tenía en su taza. Tenía bastante frío, así que le calentó el cuerpo después de tantas cosas que habían pasado.

Vieron a la bebé como pasaba casi a toda velocidad mientras reía y soltaba palabras casi indescifrables. Las pequeñas cosas que podía decir se limitaban a: mami, "tayor", por Taylor, "abu", por su abuela, "tomilla", por comida y así. Pequeñas palabras y Prince estaba alegre de eso y más porque estaba comenzando a caminar y a sentir curiosidad por todas las cosas que habían a su alrededor.

—Bien, es mejor que me vaya —opinó poniéndose de pie.

Antes de que pudiera dar un paso, la puerta se abrió. Ambos miraron en aquella dirección para ver quién era. Prince creyó que era su madre, pero nada más era Taylor. No entró mirando a ningún lugar en concreto, pero sus ojos vieron a Cassi que lo estaba mirando hacia arriba para sonreír de inmediato.

—Hola, linda Cassi, ya llego tu tío favorito.

Se acercó haciendo ruidos extraños que a ella le provocaban risa y la tomó en sus brazos. Naturalmente, era feliz en los brazos de Taylor que la cuidaba como si fuera su padre.

Prince lo vio muy entretenido con la bebé. Ya no servía de nada que guardara silencio porque ya había dicho hasta su nombre. Estaba entretenido hasta que miró en su dirección para ver a Jim. Dio un brinco y se quedaron mirando por unos segundos. Sostuvo a la bebé con fuerza y retrocedió un paso.

—Hola, Taylor —saludó Jim igual que siempre mientras lo observaba unos segundos detenidamente.

—Hola y adiós.

No perdió oportunidad en desaparecer sin dejar ni su rastro para buscar un lugar seguro.

—Se llama Cassiopea —anunció Prince sabiendo que toda esa información le iba a llegar a una sola persona.

Jugó con sus manos unos segundos hasta que alzó la mirada para ver al chico que ahí estaba parado. Tenía sus manos en su bolsillo igual que siempre. No lo veía mucho en otras posiciones, siempre o estaba con las manos en el bolsillo o de brazos cruzados.

—¿Él te envió?

Jim negó porque Maiston ni siquiera sabía que estaba ahí.

—Simple coincidencia. Iba pasando y te vi en aquel aprieto y nada más quise ayudarte. No sabe que estoy aquí, pero, no te preocupes. No le diré el nombre.

—¿Por qué no? Si ya lo sabes y es tu amigo, jamás lo dejas solo y siempre le brindas tu ayuda hasta en lo imposible —habló el castaño curioso.

Lo vio caminar unos pasos para acercarse a la puerta.

—Porque quiero que él se esfuerce en poder saberlo.

Lo vio salir sin mirar atrás y soltó un suspiro. Recordó que Jim siempre estaba presente cuando habían ciertos problemas entre ellos. Jamás habían sido problemas graves. Era simples discusiones porque Maiston quería pagar la cuenta y Prince no lo dejaba. O porque Prince dejaba limpia la casa y luego Maiston dejaba todo tirado. Siempre habían sido problemas que muchas parejas tenían y no le importaban mucho, hasta que el moreno sobrepaso el límite de todo y lo lastimó por primera vez.

Y pensó en esa primera vez en que se habían visto. Había estado seguro que había sido amor a primera vista. Creyó por mucho tiempo que siempre iba a ser él y ya y ahora todo era diferente.

Tragó saliva y terminó de beber el café para irse a la habitación.

Vio a Taylor con Cassi jugando en la cama. Le iba pasando unos pequeños cubos que iba echando en un tarro donde ella los botaba para volver a echarlos nuevamente.

—Oye, ¿por qué no me dijiste que estaba ese tipo aquí?

Prince se sentó soltando un suspiro.

—Tampoco sabía que iba a estar. Yo solo andaba paseando con Cassi y de pronto se acercaron unos tipos para intentar asaltarme, pero él me ayudo.

—Para la otra, avísame y así no vengo —farfulló pasándole un cubo que estaba demasiado lejos de la bebé.

—¿Qué pasa con él? Siempre dices lo mismo sobre Jim y no es malo.

Taylor puso los ojos en blanco y sonrió porque le provocaba risa. Era obvio que a Prince y a él los miraba muy diferente. Demasiado diferente en realidad.

—Es un acosador, ¿no ves la forma en que siempre me mira o qué?

—¿De qué forma te mira?

—Como si estuviera desnudo y eso no me gusta. Me pone nerviosito.

Prince no le vio problema a que lo mire. Levantó sus hombros.

—Bueno, tal vez le gustas.

—Pues, a mí no. Es un Alfa.

—¿Qué tiene que sea un Alfa?

—Pues, que siempre son activos.

—No sé de qué hablas —murmuró el Omega poniéndose de pie para ordenar algunas cosas e intentar despejar su mente de todos esos pensamientos que estaba teniendo.

No quería pensar porque luego le daba dolor de cabeza, pero al final siempre regresaba a lo mismo: Maiston.

—¿Cuándo has visto que un Alfa sea pasivo? Pues, nunca, y yo soy activo. Muy activo —aseguró —. ¿Verdad, Cassi?

La bebé soltó balbuceos sin parar mientras tomaba los cubos.