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Salvando A Mi Hermano Ernesto

Salvando A Mi Hermano Ernesto

Status: Terminada
Genre:Romance / Posesivo / Mujer poderosa / Época / Reencarnación / Mundo mágico / Completas
Popularitas:228.9k
Nilai: 5
nombre de autor: LunaDeMandala

Elysia renace en un mundo mágico, su misión personal es salvar a su hermano...

NovelToon tiene autorización de LunaDeMandala para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cumpleaños 2

La música había terminado, y los invitados se dispersaban entre risas, dulces y copas de vino. Ernesto se mantenía apartado, con la flor marchita todavía en su mano, aunque intentaba ocultarla. Su orgullo estaba herido, pero sus ojos brillaban con esa obstinación que Elysia conocía demasiado bien.

Aprovechando un instante de soledad, ella se acercó.

—Hermano —dijo en voz baja, tomándolo del brazo para guiarlo hacia un rincón menos concurrido—. Debes dejar de buscar la atención de Clariet.

Ernesto alzó la vista, sorprendido por el tono severo en las palabras de su hermana menor.

—¿De qué hablas, Elysia? —intentó sonreír, pero sonó forzado—. Solo es un gesto de cortesía.

—No lo es —respondió ella, con los ojos grises fijos en los de él—. Clariet no te corresponde. Y no lo hará, aunque llenes sus manos de flores o joyas.

Ernesto frunció el ceño. La dulzura en su rostro se tensó en una mueca de molestia.

—¿Y desde cuándo te crees capaz de juzgar mis sentimientos? No entiendes, Elysia. Ella… ella es distinta.

—¿Distinta? —Elysia dio un paso más cerca, bajando la voz para que nadie los oyera—. Lo único distinto en ella es su habilidad para sonreír mientras se burla de ti. No ve a Ernesto Parsons, mi hermano, sino a un tonto dispuesto a vaciarse los bolsillos.

—¡Basta! —estalló Ernesto, alzando la voz lo suficiente para que un par de invitados voltearan antes de que él bajara el tono con esfuerzo—. Tú no entiendes lo que es sentir esto. No entiendes lo que significa enamorarse.

Las palabras le atravesaron como una lanza. Porque sí lo entendía. Lo entendía demasiado bien: en su otra vida lo había visto amar hasta morir, literalmente.

Elysia tragó con fuerza y, aunque su corazón quería gritarle la verdad, apenas pudo susurrar:

—Lo único que entiendo es que ese camino lleva a tu ruina. Y no pienso permitirlo.

Ernesto apretó la flor en su mano, haciéndola deshacerse en pétalos. Miró a su hermana con una mezcla de ira y decepción.

—No necesito que me salves, Elysia. No soy un niño.

Ella sostuvo su mirada, dolida pero firme.

—Entonces empieza a comportarte como un hombre, no como un iluso.

El silencio entre ellos fue tan pesado como el aire cargado de perfumes en el salón. Ernesto se apartó bruscamente, alejándose de ella hacia el grupo de jóvenes nobles, donde Clariet reía con disimulo detrás de su abanico.

Elysia lo observó marcharse, su corazón palpitando con rabia y temor. Sus recuerdos no mentían: el primer paso hacia la tragedia ya había comenzado.

El salón seguía iluminado por el resplandor de los candelabros, pero para Elysia todo se había tornado más oscuro desde la discusión con su hermano. Ernesto reía forzadamente con un grupo de jóvenes, y Clariet, con su abanico, lo miraba de reojo como un cazador que mide a su presa.

Elysia, con los recuerdos ardiendo en su mente, sabía que su advertencia había caído en oídos sordos. Necesitaba un plan. Un camino distinto…. Un plan B

Entonces lo vio.

Entre los invitados, de pie junto a una columna, estaba un hombre que no pertenecía del todo a ese ambiente de seda y risas superficiales. Era alto, fornido, con los hombros anchos de un soldado y un porte imponente que atraía miradas aunque él parecía ignorarlas. Su cabello blanco caía hacia atrás con naturalidad, y una cicatriz en su ceja derecha le daba un aire de peligro, como si la batalla jamás lo hubiera abandonado.

Los recuerdos la golpearon de inmediato: Hans Greenville, Conde de la frontera norte. En su otra vida, había escuchado rumores de él: estratega frío, hombre que nunca retrocedía. Y lo más importante… cuando Ernesto cayó bajo las deudas y los mercenarios lo cazaron como a un animal, fue Hans quien se encargó de eliminarlos sin piedad, acabando con aquel grupo como si fueran simples alimañas.

[Si no logro detener a Ernesto... él puede ser la clave.]

Respiró hondo. Si iba a salvar a su hermano, necesitaba aliados. Y aunque Hans Greenville no era un hombre fácil, tampoco lo era ella.

Con paso elegante, se abrió camino entre la multitud, cada movimiento calculado como en una partida de ajedrez. Cuando estuvo a unos pasos, inclinó la cabeza en un saludo impecable, sus ojos grises reflejando calma y resolución.

—Conde Greenville —dijo, su voz clara y firme—. Soy Elysia Parsons. ¿Me permitiría robarle un momento de su tiempo?

Hans la miró en silencio unos segundos, evaluándola. Sus ojos, tan afilados como cuchillas, se posaron en ella con una intensidad que habría hecho temblar a cualquiera. Pero Elysia no bajó la mirada.

Él arqueó apenas una ceja.

—Dudo que una jovencita en su cumpleaños venga a buscar conversación conmigo sin motivo. —Su voz era grave, áspera, como el crujido de un trueno distante—. ¿Qué es lo que quieres?

Elysia sonrió con la suavidad de quien está dispuesta a jugar un juego largo.

—Digamos que estoy pensando en el futuro… y en posibles alianzas.

Hans la observaba como quien evalúa una pieza de ajedrez sin valor aparente. Una joven noble, demasiado joven, demasiado frágil para ser tomada en serio. Y cuando Elysia habló de “alianzas”, soltó una carcajada grave que resonó en su pecho.

—¿Alianzas? —repitió, con una sonrisa ladeada, casi burlona—. Señorita Parsons, usted está en un salón de cumpleaños, rodeada de dulces y vino, no en un consejo de guerra. ¿Qué podría ofrecerme una niña como usted?

Alrededor, algunos invitados lanzaron miradas curiosas al escuchar su risa, pero enseguida se distrajeron con la música. Elysia, en cambio, no pestañeó. Se inclinó apenas hacia él, su abanico cubriendo sus labios, y susurró con voz tan baja que solo él pudo oírla:

—Sé de su magia, conde Greenville. Y también sé de cosas que sucederán en el futuro.

La sonrisa de Hans se congeló. Sus ojos grises-acerados, acostumbrados a no mostrar sorpresa, se estrecharon como cuchillas. El ambiente pareció tensarse a su alrededor, como si en cualquier momento pudiera atrapar su garganta con una sola mano.

—Cuidado, niña —murmuró con voz baja, peligrosa—. Jugar con ese tipo de palabras puede costarte más que tu vida.

Pero Elysia sostuvo su mirada sin vacilar.

—No juego, mi lord. Usted lo sabe. Tiene un don que guarda celosamente, y yo… —sus labios se curvaron en una media sonrisa— yo lo sé porque mi lugar en este mundo no es casualidad. Estoy aquí porque debo cambiar un destino.

Hans la miró largamente, como si intentara descifrarla. Luego dejó escapar una breve y seca carcajada, aunque en sus ojos brillaba una chispa de interés.

—Hablas como una loca. Pero al menos eres una loca con coraje.

Elysia inclinó la cabeza con elegancia.

—Entonces tal vez, mi lord, deberíamos llamarlo… una visión compartida. Usted y yo sabemos que los problemas, la sangre y las deudas vendrán. Yo necesito un plan. Usted necesita a alguien que vea más allá de lo evidente.

Hans no respondió de inmediato. La miró con ese gesto pétreo, casi burlón, pero sus ojos ardían con un brillo distinto. Alrededor, algunos invitados ya habían empezado a notar la extraña conversación entre un conde veterano de guerra y una joven baronesa en su cumpleaños.

Con un movimiento lento, Hans inclinó apenas la cabeza hacia Elysia.

—La gente observa demasiado, señorita — dijo con voz grave—. No es prudente hablar de estas cosas aquí.

Se incorporó, imponente como una muralla, y dio un paso atrás.

—Yo la contactaré después.

Elysia apenas tuvo tiempo de asentir antes de que él se alejara, perdiéndose entre los grupos de nobles como si nunca hubiera estado allí.

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Margarita Acuña Cerda
/Rose//Wilt//Kiss//Rose//Kiss//Rose//Wilt//Kiss/
Margarita Acuña Cerda
Maravillosa novela igual de linda como las otras que he leído muchas gracias autora y seguiremos con las otras que me faltan
Margarita Acuña Cerda
Yo también comparto las opiniones alo mejor es vez de decir mía diga te amo es más bonito y a nosotras nos encanta sentirnos amadas y no como posecion de el hombre
Margarita Acuña Cerda
Jajaja se salvó y eso que lo mato, ella pequeña es muy gracioso
Natalit
jajajaja ahí si se cobro todo la abstinencia que le toco pasar, ese tenia el arma bien cargada 😅😅😅
Margarita Acuña Cerda
Insisto que mujeres más geniales
Beatriz Lugo
waoo también se confundió ella .. Ernesto es un barón no un conde 🤭🤭🤭🤭
Beatriz Lugo
creo que Ernesto será el enamorado de la princesa Bella Volt🤣🤣🤣
Beatriz Lugo
espero que no sean niñas porque se fastidio la cosa 🤣🤣🤣 les pondrá cinturones de castidad a las pobres niñas
Beatriz Lugo
ay por dios que exagerado
Beatriz Lugo
ahora no la dejará ni respirar
Beatriz Lugo
siempre la doblegan con caricias. esta es la protagonista más tonta que he leído desde el principio siempre ha cedido a él y solamente ha sido altiva para pedirle ayuda para salvar a su hermano fuera de eso no ha demostrado carácter. en fin siempre lo adornan de cosas hermosas en el último capítulo como si las acciones previas se echaran al olvido. lo digo porque el que ha sufrido esas acciones no olvida tan fácilmente aun amando a la persona
Beatriz Lugo
Este es un amor enfermizo entre ambos.
Mary Lemos
excelente
amalia aguilar royo
vaya amor tóxico el del conde
Sandra Herrera
Hermosa novela, me gustó mucho felicidades
amalia aguilar royo
Porque no se casan
Elba Lucia Gomez
esto es enfermizo, la verdad desagradable😭
lupita
muy hermosa tu historia autora,aunq nuestro Hans muy posesivo con su brujita pero. bueno q ella aún así lo amo apesar de su toxicidad jaja un obra maravillosa
Letty Santaella de Samaniego
que intenso Hans,aún asi muy bonita novela
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