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Después De Mí

Después De Mí

Status: En proceso
Genre:Apoyo mutuo / Cambio de Imagen / Ascenso de clase social / Mujer despreciada
Popularitas:44.2k
Nilai: 5
nombre de autor: sonhar

Valeria era una joven soñadora, la cual deseaba seguir sus estudios en medicina y poder con eso ayudar a las personas; sin embargo, el conocer a cierto hombre y dejarse atrapar por aquel seductor amor, haría que abandonara todo por lo que había soñado y luchado. Entre platos sucios y una triste rutina, sucumbía por haber dejado todo por amor. Decidida a no dejarse enterrar, estando aun llena de vida, intentará luchar para recuperar todo lo que dejó atrás y su primer paso será darse cuenta de lo dañino que ha sido aquel hombre que tanto quiso, ¿tendrá la suficiente fuerza de voluntad para cambiar su propia vida?

NovelToon tiene autorización de sonhar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 2

—¿Qué te hace pensar que yo quiero traer al mundo a un hijo, y menos aún darle un padre como tú? —escupió Valeria con la voz quebrada por la rabia.

Elías se quedó congelado, con los ojos inyectados de furia. El silencio cayó como una bomba en la sala. La lámpara del techo zumbaba con su débil parpadeo, único testigo de una verdad que llevaba años encerrada entre las paredes de esa casa:

Valeria ya no era la misma mujer sumisa que lo esperaba con la cena lista y la sonrisa fingida.

—¡No sabes lo que estás diciendo! —gruñó él, caminando hacia ella con los puños apretados—. ¡No tienes idea de lo ingrata que suenas!

—¿Ingrata? —repitió ella, con una risa amarga—. ¿Después de haberlo dejado todo por ti? Mis estudios, mis sueños, hasta mi independencia… todo para apoyarte. Ocho años esperando una promesa que nunca cumpliste, Elías. Ocho años de mentiras. Dijo Valeria

—¿Y sabes qué más? —dijo con calma peligrosa—. No pienso dormir ni un día más al lado de un hombre que me desprecia.

Elías giró la cabeza hacia ella, confundido.

—Desde este momento —continuó ella, caminando hacia las escaleras—, dormiré en la habitación de invitados. Y no te atrevas a tocarme. Porque ahora... voy a comenzar a vivir por mí.

Subió los escalones sin mirar atrás, como quien deja atrás las ruinas de un incendio. La habitación de invitados olía a encierro y a polvo, pero al cerrar la puerta tras ella, Valeria sintió algo que hacía años no sentía: libertad. Se dejó caer en la cama, respiró hondo… y por primera vez en mucho tiempo, durmió sola. Y en paz.

Amanecía cuando Valeria se despertó en la habitación de invitados. No había puesto alarma. Había llorado tanto en la madrugada que el cuerpo la obligó a rendirse. Al abrir los ojos, un vacío espeso le llenó el pecho. No había vuelta atrás. No después de todo lo que se había dicho la noche anterior.

El sonido de la cafetera eléctrica burbujeando en la cocina le hizo saber que Elías ya estaba despierto. Cuando salió al comedor, todavía con la mirada cansada, lo encontró parado frente a la barra, hojeando su celular, impecable con su camisa blanca y el reloj de diseñador. Sin levantar la mirada, soltó con un tono irritante:

—¿Qué te pasa? ¿No has preparado el desayuno? —Se giró lentamente hacia ella—. Dime, ¿qué quieres que haga para que se te pase el berrinche de anoche? ¿Ropa? ¿Alguna joya? ¿Prefieres perfume o carteras?

Valeria lo miró, incrédula. La rabia se mezcló con tristeza, como una ola amarga que venía creciendo desde hace años.

—No me interesa nada de eso, Elías. Ya te lo dije ayer. Quiero estudiar medicina. Eso es lo único que quiero.

Elías suspiró pesadamente y soltó el celular sobre la mesa como si ya estuviera harto del tema.

—¿Vas a empezar otra vez? —dijo con desdén—. ¿Qué parte no entiendes? ¿Tú? ¿Medicina? ¿Tú sabes lo que cuesta estudiar eso? ¿Crees que voy a mantenerte mientras tú juegas a ser doctora?

Valería apretó los labios. No quería llorar. No otra vez.

—Me haces sentir como si fuera una carga, cuando lo único que he hecho durante ocho años es darte todo de mí —respondió, con la voz quebrada.

—¿Sabes qué? Mejor le voy a decir a mi madre que venga a hablar contigo. A ver si ella te hace entrar en razón —añadió con tono frío, casi amenazante.

El corazón de Valeria dio un salto. Se le heló el cuerpo. La suegra. El último nombre que deseaba oír.

No dijo nada. Bajó la mirada, pero en su interior, un huracán se levantó.

Y entonces, sin poder evitarlo, su mente retrocedió a ese primer almuerzo familiar en casa de doña Leticia, la madre de Elías. La primera advertencia.

—No quiero nueras flojas —le había dicho aquella vez con una sonrisa hipócrita mientras le servía el arroz—. Mi hijo es especial. Necesita una mujer que lo atienda bien, no una que esté correteando hospitales y libros todo el día.

Valeria recordó cómo ese comentario la hizo tragar saliva en seco, mientras Elías simplemente sonreía, sin defenderla, sin decir nada.

Recordó también las veces que intentó hablarle a su suegra sobre su sueño de ser doctora, y cómo ella la interrumpía con frases como “ese sueño déjaselo a las que no tienen un buen marido” o “ya tendrás tiempo de estudiar cuando seas una vieja”.

Y ahí estaba otra vez, ocho años después, el mismo ciclo. Elías llamando a su madre como si ella tuviera la autoridad para decidir sobre su vida.

Valeria no respondió. Se giró lentamente y regresó a la habitación de invitados. Cerró la puerta. La espalda le pesaba, pero su alma comenzaba a pararse sobre sus propios pies. Quizá por primera vez.

Después de unas horas, Valeria decidió dejar de darle vueltas al mismo pensamiento. Se duchó, se cambió con ropa sencilla pero cuidada, y salió rumbo al hospital. Necesitaba saber cómo seguía la niña que había ayudado el día anterior. Al llegar, fue directo al área de pediatría, donde se detuvo frente a una enfermera y preguntó:

—Disculpe… ¿Podría decirme cómo está la niña que ingresó ayer por un accidente en la calle principal? Iba con su madre, es pequeña, de unos seis años, creo…

La enfermera la miró un instante, pero antes de responder, una voz masculina intervino desde unos pasos más allá.

—¿Eres familiar de la paciente?

Valeria giró y vio a un hombre alto, de ojos atentos, con una bata blanca y una carpeta en la mano. Tenía una expresión amable, aunque sus ojos parecían siempre estar analizando todo. Era el doctor Julián Rivas.

—No, no soy familia. —Valeria bajó un poco la mirada—. Solo la ayudé ayer, en la calle. Quería saber si está bien… eso es todo.

Julián sonrió, como si acabara de confirmar una corazonada.

—Así que tú eras la señorita de buen corazón de la que la madre no dejaba de hablar. Incluso la escuché rezar por ti anoche. —Se acercó tendiéndole la mano—. Mucho gusto. Soy Julián Rivas. Y déjame felicitarte… aplicaste muy bien los primeros auxilios. Gracias a ti, la niña llegó estable.

Valeria sonrió con timidez y estrechó su mano.

—Hice lo que pude… no fue nada especial.

—¿Nada especial? Volviste. Eso dice mucho. —Julián la observó un momento con más interés—. ¿Eres estudiante de medicina?

Valeria dudó. Bajó la mirada, como si le doliera decirlo.

—No. Fui estudiante… hace unos años. Pero me retiré. —Hizo una pausa, luego alzó la vista con decisión—. Aunque deseo con todo mi corazón volver. Quiero ser médico. Y esta vez… no pienso renunciar.

Julián asintió, impresionado.

—Pues si te lo propones, lo lograrás. Lo importante ya lo tienes. Lo demostraste al regresar. No todos entienden lo vital que es estar ahí, hasta el final, por un paciente, aunque no lo conozcas. Eso no se enseña en los libros.

Ella sonrió, y por primera vez en días, sintió que alguien la veía de verdad.

—¿Te gustaría tomar un café? —preguntó Julián con tono casual, aunque su mirada seguía siendo curiosa.

Valeria dudó apenas un segundo, y luego asintió.

—Claro… ¿Por qué no?

Caminaron hacia la cafetería del hospital, y mientras pedían, Julián la miró de nuevo con una sonrisa.

—A todo esto… no te he preguntado tu nombre. ¿Cómo te llamas?

—Valeria… Valeria Esquivel.

Julián se quedó un instante en silencio, como si ese apellido le hubiera removido algo. Su sonrisa se suavizó, pero su mirada se volvió más profunda.

—Esquivel… —repitió lentamente—. Qué curioso… hace muchos años conocí a alguien con ese apellido.

Valeria lo miró con sorpresa.

—Tal vez sea una coincidencia. Pero ese apellido no es tan común. —Sonrió, como si prefiriera no decir más—. Ya tendremos tiempo para hablar de eso.

1
Anonymous Carmen diaz
Santiago sino reaccionas con todo esto pobre Valeria culparla por todo no es justo
Anonymous Carmen diaz
Marcos haz que reaccione Santiago o no leerá lo que le estás dando
Anonymous Carmen diaz
Muy bella la historia escritora gracias por actualizarla
Anonymous Carmen diaz
Marcos ojalá logres que don santiago se arrepienta de tratar mal a bajearía que su único error fue casarse y aceptar que la dañaran y separaran desiciones familia
Anonymous Carmen diaz
Escucha y después reclama martin además eso solo sirvió para ver cuanto daño ocasionó la madre de Elias y Marcos intervendrá la próxima vez con la verdad con el padre de Valeria
Anonymous Carmen diaz
Hay Valeria lo que ocasionas ojalá eso cambie tu tristeza pero Gabriel es bueno y te respeta te conquistará y Martín te protege como un hermano
Anonymous Carmen diaz
Ambos pasan por un dolor ella por sus padres y el también Valeria por el alejamiento y ahora ese rencor por algo que creó su ex suegra y Martín por vivir separado por su madre y el rencor hacia su padre por protegerlos a los dos
Anonymous Carmen diaz
Será que Elizabeth siente el llamado de la sangre hacia martin una madre da la vida por sus hijos
Anonymous Carmen diaz
Martin eres valiente vive un nuevo acercamiento y tal vez logres que ella se recupere o mejor sea dejar el pasado atras y crear un nuevo momento junto a ellos sin rencor por el pasado
Anonymous Carmen diaz
Que triste recuperar a tu madre pero ella no tiene recuerdos de ti martin forja nuevos recuerdos tal vez sus recuerdos si regresen la dañen
Anonymous Carmen diaz
Martin ve lo que a vivido tu madre y tu padre no solo tu haz sufrido tu madre estuvo en un psiquiátrico y tu padre sufrió un atentado por eso siempre separados ahora ya entiendes que esta pasando con tu madre y porque la dieron por muerta
Anonymous Carmen diaz
Que buenas noticias traes Renata pero martin quiere saber toda la verdad sobre su madre
Anonymous Carmen diaz
Martin escucha y analiza recuerda tu padre está en misiones muy peligrosas y si tu madre desapareció y tú estuviste muy alejo de tu padre debió ser por algo tu madre te quería y ahora no tiene hijos
Anonymous Carmen diaz
Martin estás viendo emocional deben esperar a Renata te lo dirá es tu amiga y sabe que paso tu espera o te sedarán de nuevo
Anonymous Carmen diaz
Gabriel debes ayudar a martin y esto actitud es la que debe hacerlo reaccionar
Anonymous Carmen diaz
Renata es mejor enfrente todo de una vez Martín a seguir engañado con la muerte de su madre y hablé cuando pueda con su padre
Anonymous Carmen diaz
Bruja como pudo hacerle eso a su hijo y será que perdió en verdad el bebé o solo fue por que ya no quería estar con su esposo destruyó a Martín con el amor a su padre
Anonymous Carmen diaz
Martin eres buen hombre y un buen hijo a enfrentar tu rencor tu padre está herido
Anonymous Carmen diaz
Hay Santiago escuchando lo que esa bruja decía de tu hija y tu sin poderla abrazar o escuchar pir su decisión de casarse y formar parte del mundo de Elias
Anonymous Carmen diaz
Cuanto dolor de ambos y tu Valeria entenderías la actitud de tu padre si supieras como manipuló todo tu ex suegra fue una bruja manipuladora
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