Cristell obtiene una pasantía en una empresa de renombre. ¡Una oportunidad única! Sobre todo porque el CEO le da un puesto demasiado cercano a su corazón y así, ella descubre que su jefe se encuentra enamorado de una secretaria dulce. ¿Quién es esa señorita afortunada?
NovelToon tiene autorización de Irwin Saudade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
PARA ALGUIEN
—Nunca había venido a un restaurante de este tipo. El chico de la entrada no me quería dejar entrar —le hago saber.
—¿Te dio alguna razón?
—No. Pero parecía muy prepotente.
—Me encargaré de él.
—¿Qué hará con él?
—Descuida, le daré una lección de humildad.
El salmón es demasiado exquisito. ¡Me encanta el sabor! Es como si la carne se derritiera con lentitud en mi boca.
—¿Y suele venir seguido a este restaurante?
—Sí, es de mis restaurantes favoritos.
—Ha de costar una fortuna, yo no podría pagar el plato de salmón que me estoy comiendo —no me da pena admitir.
—Descuida, por eso te estoy invitando.
—¿Qué edad tiene?
Su mirada se flecha a la mía y siento curiosidad por conocerlo más.
—Tengo treinta años.
—¡¿De verdad?!
—Sí. ¿Me veo más grande?
—Creo que es por la barba, a lo mejor si se quita la barba podría quitarse unos años de encima.
—¿Dices que mi barba me hace ver viejo?
—¡Exacto!
—Eres franca con tus opiniones, eso es bueno.
Corta un pedazo de carne y lo lleva a su boca. Bebo un poco de limonada.
—¿Cuál es su comida favorita? —Es evidente que quiero averiguar más detalles de él.
—Me gusta mucho el pescado.
—¿El salmón?
Sonríe tenue, me mira y la electricidad hace chispas en nuestro contacto visual. ¿Por qué me estoy entrometiendo tanto en cuestionarle sobre cosas vanas? ¿Por qué me da curiosidad?
—Exactamente. ¿Te gusta?
—¡Está muy rico! Como dije antes, no podría pagar un plato de salmón, es muy caro y esta es la primera vez que lo pruebo.
Él no me mira con orgullo y mucho menos con prepotencia, su mirada más bien tiene rayos de compresión.
—¿Vives con tu familia?
—Sí. Vivo con mamá y tengo un hermano menor.
—¿Tu padre?
—Falleció.
—Lamento mucho tu perdida.
—¡Descuide! La muerte es inevitable algunas veces.
—Es verdad. Mi padre también murió hace dos años.
Fue inesperado que me dijera eso, pero así la plática estaba funcionando.
—Estoy segura de que nuestros padres estarían orgullosos de vernos vivir nuestra vida.
—¿Tú crees?
—Sí. Papá decía que siempre buscáramos nuestra felicidad, que la vida debe seguir después de sufrir alguna pérdida y creo que por eso aspiro a encontrar mi felicidad.
—¿No eres feliz?
—Sí soy feliz, pero hay algo que aún no logro encontrar para experimentar una felicidad más completa.
—¿Y cómo piensas encontrar tu felicidad completa?
—Eso no lo puedo responder ahora mismo, tengo que vivir y dejar que las cosas se vayan dando.
—Interesante punto de vista.
Sonrío, doy un bocado de comida y degusto.
—¿Cuál es su aspiración en la vida? —Soy yo quien clava la mirada en él.
—Mi aspiración en la vida es poder tener mi propia familia y amar. ¡Quiero enamorarme!
—Eso suena bien. ¡Deseo que cumpla su objetivo!
—¿Tienes alguna idea de cómo podría cumplir con ese objetivo? Después de ver que las flores le gustaron a Andrea, me di cuenta de que puedes tener más experiencia en el romance que yo.
No puedo evitar reírme por sus palabras.
—Nada de eso, solo elegí algo diferente a lo común. Me gusta ver dramas asiáticos, no sé, de ahí he adquirido mi experiencia en el romance.
—¿Nunca te has enamorado?
—Señor Ferrazzi, es obvio que sí. Pero nunca he salido con nadie.
—¿De verdad?
—¿Por qué le sorprende? Cristell Corona ama el romance pero nunca ha tenido un romance de verdad.
—¿Por qué?
—Supongo que las cosas no se han dado para mí.
...🫦🫦🫦...
—¿Qué tal me veo? —Le pregunto a mamá—. ¿Crees que es demasiado formal?
Ella parece asombrada, sus ojos se iluminan y sonríe con mucha emoción.
—¡Te ves muy guapa! Que bonita estás —sus palabras me hacen ruborizar.
—¡Ma! No digas eso, me lo voy a creer y después voy a andar de inalcanzable —bromeó con ella.
—Esa combinación te queda muy bien. Te daré más ropa de mi clóset al rato que llegues, ¿te parece bien?
—Sí, te agradezco mucho.
—Nada por qué agradecer, esa ropa la tengo guardada desde hace mucho tiempo, me alegra ver que te queda muy bien.
—¡Seguramente también te veías muy guapa con esta ropa!
Mamá vuelve a la estufa, está terminando de cocinar huevos revueltos con jamón.
—Ven a desayunar, tu hermano aún no baja.
—¡Miguel! —Exclamo en dirección a las escaleras.
—¡Ya voy! —Responde él.
Me siento a desayunar, mamá se sienta frente a mí y Miguel aparece cuando le doy un sorbo a mi té.
—¡Buenos días ma! —Él planta un beso en la frente de ella.
—¡Buenos días hijo! ¿Descansaste bien?
—Sí, yo... —mi hermano se queda examinando mi atuendo—. ¿Estás usando uniforme?
—No es uniforme, es una blusa elegante. ¿Te gusta?
—¡Sí! Hoy te ves más como una adulta.
—Ya tengo veinte años, soy una adulta.
Él se ríe, me guiña un ojo y mamá nos ve sonreír.
—¡Mis hijos ya están grandes! Me da gusto verlos crecer —dice ella.
...🫦🫦🫦...
Entro al ascensor. ¡Está vacío! Las puertas están por cerrarse cuando de pronto, él aparece frente a mí con esa mirada profunda.
—¡Buenos días, señorita Cris!
—¡Buenos días, señor Ferrazzi!
Las puertas se cierran.
—¿Cómo estás?
—Muy bien. ¿Usted qué tal?
—La mañana es bonita. Hoy se ve elegante señorita Cris.
—¡Gracias! Trate de vestirme lo más formal posible.
—Lo has logrado, incluso diría que hasta combinas con el color de mi traje.
La tela de ambos es del mismo tono azul, su camisa y mi blusa son blancas, su corbata y mi pañoleta son púrpuras. ¡Combinación plena!
—¡Es verdad! Que coincidencia —Pronuncio sin pena.
—¿Traes almuerzo para este día?
—Sí. Mi madre me preparó una ensalada y un filete de pollo.
—¡Excelente! Aunque, pensaba invitarte a almorzar.
—¿Usted...? —Las puertas del ascensor se abren.
Comienza a caminar, su espalda luce ancha y sus zapatos brillan porque son de charol. Me atrevo a seguirle el paso, mamá dijo que una secretaria suele estar muy pegada a su jefe.
—Señorita Cris, ¿podría llevarme mi café a la oficina?
—Claro.
Ferrazzi desaparece rumbo a su oficina y yo me detengo en la cafetería.
—¡Hola, buenos días! Puedes prepararme un café para el jefe —le pido al barista.
—Sí, en un momento lo tengo listo. ¿Algo más?
—Un té limón, ¡por favor!
—Claro.
Mientras el café está listo, aprovecho para revisar mi celular. Busco algo de inspiración en Pinterest, añado más fotografías de bosques a mi tablero y...
—¡Aquí están tus bebidas! —Me ofrece dos vasos.
—¡Muchas gracias!
—Para servirte. Eres nueva, ¿verdad?
—Sí. Hoy es mi segundo día.
—¡Eres muy bonita! Espero no incomodarte.
—¡Para nada! Muchas gracias, tu también eres lindo.
—Soy Javier, el barista de Grupo MF.
—Mucho gusto Javier, soy Cristell.
—Encantado de conocerte.
—Tengo que irme, nos vemos luego.
—Claro.
Sigo mi camino, abandono la cafetería y al pasar por la zona de escritorios, siento que las miradas se clavan en mí a medida que avanzo. Cuando llego a mi escritorio, dejo mi bolso sobre mi silla, tomo la agenda de Ferrazzi y cuando estoy por tomar un bolígrafo encuentro un clavel de color melón acostado sobre mi bitácora. ¡Me gusta mucho el detalle! Comienzo a buscar con la mirada para ver si el responsable de esta flor hace contacto visual conmigo. ¡Pero no!
Con una sonrisa amplia me dispongo a ir a su oficina. Toco la puerta.
—¡Adelante! —Escuchó que me autoriza desde dentro.
Abro la puerta y entro.
—Le traigo su café.
—¡Muchas gracias!
Nuestros dedos se tocan cuando hacemos el intercambio, sus ojos se clavan en mis pupilas y siento que mi corazón se agita. ¿Qué es esta sensación?
...🫦🫦🫦...
Tengo una paleta en la boca, suena DJ Gummy Bear en mis audífonos. Estoy terminando de redactar un memo.
Alzo la vista y veo a Joaquín caminar a mi escritorio.
—¡Hola Cris! ¿Cómo estás? ¿Qué tal te va?
—Hola, todo muy bien. Ya me estoy acoplando a mi puesto.
—¡Excelente! Me da gusto.
—¡Te ves muy profesional con ese atuendo! Ayer parecías otra persona.
No puedo evitar sonrojarme.
—Bueno, para que veas que soy capaz de ser una secretaria linda.
—De eso no tengo duda. Te he traído el contrato, si gustas analizarlo y firmarlo, te puedo dar algunos minutos. Necesito hablar con Ferrazzi.
—Claro, está bien.
Joaquín me ofrece una carpeta, al abrirla, encuentro el contrato impreso.
Mi contrato estipula que estoy a prueba tres meses que es lo que dura mi pasantía, una vez completado el tiempo puedo renovar contrato a un tiempo posterior de seis meses. ¡Es una buena opción! Firmo sin dudar.
—¿Lo has firmado? —Armando se detiene frente a mi escritorio.
—Sí.
—Perfecto. El jefe quiere verte, me pidió que te avisara que entres a su oficina.
—Vale. ¡Muchas gracias!
Me dirijo a la puerta de la oficina y apenas voy a tocar cuando está se abre y su mirada se clava en la mía.
—Señorita Cris, adelante.
—¿En qué puedo ayudarle? Armando me dijo...
—Quiero que me acompañe a una reunión, visitaremos el grupo GPN.
—De acuerdo.
Su mirada se posa sobre mi boca, la electricidad de nuestra compañía es considerable. ¿Por qué me mira así
—¿Firmaste el contrato?
—Sí, muchas gracias por la oportunidad que me dan.
—No agradezcas, sé percibir cuando alguien vale la pena.
—¿Valer la pena?
—Me gustan tus opiniones firmes.