Elena Carter, una brillante y empoderada empresaria de Nueva York, ha construido su imperio tecnológico desde cero, enfrentándose a un mundo lleno de desafíos y competencia. Nada ni nadie ha logrado desviarla de su camino… hasta que aparece Damian Moretti. Rico, influyente y peligrosamente atractivo, Damian es un mafioso italiano con un oscuro pasado y un obsesivo interés por Elena.
Cuando Damian intenta infiltrarse en su vida a través de una tentadora propuesta de negocios, Elena se encuentra atrapada en una red de pasión y peligro. Su determinación por mantener el control choca con la implacable necesidad de Damian de poseerla, no solo en los negocios, sino en cada aspecto de su vida.
Entre celos, conspiraciones y una atracción que no pueden negar, ambos descubrirán que hay líneas que no pueden cruzarse sin consecuencias. ¿Podrá Elena resistir el encanto y el poder de un hombre que lo arriesgará todo por tenerla? ¿O terminará cayendo en la trampa de una obsesión peligrosa...?
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Capítulo 3: Tentaciones y Advertencias
Elena pensó que el asunto con Damian Moretti terminaría una vez que rechazó su oferta de llevarla a casa. Sin embargo, al llegar a la oficina la mañana siguiente, quedó claro que no sería tan sencillo. Mientras Sophie le entregaba su café habitual, también le informó de algo inquietante.
—Elena, alguien dejó esto para ti hace una hora. —Sophie colocó un pequeño paquete negro sobre el escritorio.
Elena frunció el ceño. Ya tenía una sospecha de quién podría ser el remitente. Abrió el paquete con cuidado y encontró una delicada pulsera de oro con un colgante en forma de luna. Acompañándola, había una tarjeta con un mensaje escrito a mano:
"La luna solo brilla para quienes se atreven a mirarla directamente. No bajes la mirada. -D.M."
Elena cerró los ojos y suspiró, intentando controlar la irritación y, para su molestia, una chispa de emoción. Damian estaba jugando un juego peligroso, pero también efectivo. Cada movimiento suyo era calculado, diseñado para invadir su mente y quedarse allí.
—¿Quieres que averigüe quién lo envió? —preguntó Sophie, perceptiva como siempre.
—No hace falta. —Elena dejó la pulsera y la tarjeta en su cajón. —Gracias, Sophie.
El día transcurrió con normalidad hasta la tarde, cuando un visitante inesperado apareció en su oficina.
—Elena, hay alguien aquí que insiste en verte —dijo Sophie con un gesto de incomodidad.
Antes de que Elena pudiera preguntar quién era, Damian Moretti entró con la seguridad de alguien que no necesitaba invitación. Su presencia llenó la sala, y Elena sintió cómo el ambiente cambiaba de inmediato.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, levantándose de su silla.
—Negocios, por supuesto. —Damian sonrió, ignorando la mirada de reproche de Sophie. —Tu equipo es eficiente, pero pensé que sería más productivo hablar directamente contigo.
Elena se cruzó de brazos.
—Si quieres hablar de negocios, hazlo a través de los canales apropiados. Esto no es aceptable.
—¿Por qué no? —Damian dio un paso más cerca. —Tú y yo sabemos que esto es más que negocios.
Elena contuvo el aliento, intentando mantener la compostura.
—Damian, te lo diré una sola vez: no mezcles lo profesional con... lo que sea que estés intentando aquí.
Damian la miró en silencio durante unos segundos, evaluándola. Luego, su sonrisa se suavizó.
—Como quieras, Elena. Pero no puedo prometer que dejaré de intentarlo. —Se giró hacia la puerta, pero antes de salir, añadió: —Por cierto, la pulsera luce mucho mejor en ti que en ese cajón.
Elena se quedó mirándolo salir, sintiendo una mezcla de frustración y confusión. Damian era intenso, insistente y peligroso. Pero también era... fascinante.
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Esa noche, Elena intentó distraerse trabajando desde su apartamento. Sin embargo, alrededor de las diez, un mensaje llegó a su teléfono. Era un número desconocido, pero el texto era inconfundible.
"Te estoy esperando. No tardes demasiado. -D.M."
Elena apretó los dientes. ¿Cómo había conseguido su número? El hombre no tenía límites. Estaba a punto de ignorar el mensaje cuando otro llegó con una dirección adjunta.
—Esto es ridículo —murmuró para sí misma.
Y, sin embargo, se encontró poniéndose un abrigo y saliendo de su apartamento. No sabía qué esperaba encontrar, pero tenía que dejar claro, de una vez por todas, que no permitiría que Damian controlara su vida.
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La dirección la llevó a un exclusivo bar clandestino en el centro de la ciudad. Cuando entró, el ambiente oscuro y sofisticado la envolvió. Música de jazz suave llenaba el espacio, y las luces tenues creaban un aire de intimidad. Damian estaba sentado en un reservado, esperándola como si supiera que no podría resistirse.
—Puntual, como siempre. —Le indicó el asiento frente a él.
—No estoy aquí para jugar, Damian. —Elena se sentó, mirándolo directamente a los ojos. —¿Cómo conseguiste mi número?
Damian sonrió, un gesto que no hizo nada por calmarla.
—Tengo mis métodos. Pero no estás aquí por eso. Estás aquí porque, al igual que yo, sientes que hay algo entre nosotros.
Elena lo fulminó con la mirada.
—Lo que siento es irritación, Damian. Estás cruzando límites.
—Y sin embargo, estás aquí. —Se inclinó hacia adelante, su voz bajando hasta un susurro. —¿Por qué no admites que, aunque te moleste, también te intriga?
Elena abrió la boca para replicar, pero se detuvo. Porque, aunque no quisiera admitirlo, tenía razón. Había algo en Damian que la atraía, una intensidad que nunca había experimentado antes.
Damian lo notó y sonrió triunfante.
—No tienes que responder. Puedo verlo en tus ojos.
Elena se puso de pie, intentando recuperar el control.
—Esto se acabó, Damian. No voy a caer en tus juegos.
Pero antes de que pudiera irse, Damian se levantó y la tomó del brazo, con una firmeza que no era agresiva, pero sí imposible de ignorar.
—No estoy jugando, Elena. Lo que quiero contigo no es un juego.
La intensidad en su mirada la dejó sin aliento. Por un instante, olvidó dónde estaba, quién era, y solo sintió el peso de su atracción mutua. Luego, con esfuerzo, se apartó.
—No vuelvas a buscarme. —Su voz tembló ligeramente, pero mantuvo la cabeza en alto mientras salía del bar.
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Esa noche, mientras intentaba dormir, las palabras de Damian resonaban en su mente. "Lo que quiero contigo no es un juego."
Por más que quisiera negarlo, sabía que las cosas con Damian Moretti apenas comenzaban.
...
Mucho e'xito.