Rafaela es una Reina que no acepta un "NO" por respuesta ante su mandato. Heredó el Reino a temprana edad y con puño de acero decidió gobernar cada rincón y a cada uno de sus súbditos. Ante una trampa impuesta por su mano derecha se ve obligada a requerir la ayuda de los Reinos vecinos entre ellos, el próximo Rey de Moon Blanc llamado Adrián.
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Capítulo 2 : Alianzas
Rafaela, la Reina de Belmont, como todas las mañanas era vestida por Anna, hoy su cabello violeta suelto, adornado con pequeños accesorios de plata, su vestido largo y escotado de un tono aguamarina digno de ella, zapatos de tacón sencillos y prácticos y un maquillaje que dejaba ver elegancia y seriedad, ya que a ella le gustaba destacar más por como vestía, siempre quería que todo estuviera a su nivel, si no lo rechazaba de manera tajante, todo tenía que salir bien este día y así pasara.
Reluciente como un diamante salió de sus aposentos caminando, su espalda recta, sus hombros en señal de respeto y un carácter que daba terror, no se dirigió a desayunar si no a la sala de juntas con sus demás consejeros para solo encontrar uno solo, Eric… Al percatarse de esto ella solo suspiro, Eric es su tesorero más leal quien siempre está a su lado incluso cuando la inflación los ha atacado, ni su mano derecha estaba, ella solo podía pensar en cuantas personas que eran leales a ella la dejaron de seguir para poder salvar sus propias vidas. “Cobardes” solo murmuro con molestia pero dejo eso de lado y se dispuso a iniciar la sesión. Mientras ella estaba en plena reunión, uno de sus consejeros había vuelto, era Silva, entró preocupado por lo que otros consejeros le comentaron.
—S.. Su majestad… ¿Por qué no me invoco urgentemente?... Usted sabe perfectamente que yo- —Intento Silva hablar pero fue interrumpido por la Reina.
—Silencio… Ni se te ocurra darme excusas que no necesito en este momento —exclamó Rafaela.
—Su majestad, como su tesorero y actual mensajero, propongo que nos preparemos hoy para la llegada del rey y su hijo, el principe Adrian —comentó Eric.
—... Espera… ¿Un hijo?... —pregunto un poco curiosa.
Eric asintió levemente mientras seguía comentando. —Claro su majestad, el rey de Moon blanc tiene un Príncipe y futuro heredero, su nombre es Adrian, tiene 27 años, según lo que logre reunir sobre él… Es una persona sumamente cordial, enfatiza mucho el orden, actualmente no tiene a nadie como prometida o prometido.
— Hmm… Adrián… Lo conozco de algún lado… Creo que el año antepasado derramó vino en mi vestido, recuerdo todo lo que me hace enojar —remarcó mientras recordaba aquel momento— Siendo sincera dudo que él venga, seguro conoce mi reputación.
—Su majestad —suspiro Silva un poco fuerte— es probable que el rey esté aquí no para hacer alianza con usted… Más bien si viene con el Príncipe Adrián es probable que…
Silva al final fue interrumpido veinte veces seguidas por que la Reina se negaba siquiera a pensar en formar una alianza con el Principe Adrian. Silva solo pudo suspirar lleno de frustración por que la Reina no lo escucho. Mientras tanto Eric solo podía asentir casi tratando de disimular una risa nerviosa, él por su parte no le teme a la Reina pero si le causa gracia cuando deliberadamente se comporta como una niña pequeña. La reunión transcurrió serena, llena de comentarios de la Reina hacia Adrián y catalogando como un crío.
Al final de la reunión Maria, una de sus sirvientas le llevó un desayuno de tostadas con huevos revueltos, un poco de ensalada y un jugo de naranja recién exprimido, la Reina solo dijo gracias mientras Maria colocaba el plato delicadamente a un lado de la Reina mientras ella leía las miles de cartas de su gente felicitandola por la alianza… “¿Desde cuándo esto se expandió tanto?”. Al retirarse Maria, procedió a desayunar, solo que esta vez noto una carta en específico que le llamó la atención. Al tocarla sintió un ligero aroma a rosas, la Reina intrigada la abrio y comenzo a leerla y se ruborizó completamente, la Reina no sabía que el príncipe escribía poesía de esta manera, su fino trazo, sus palabras tan dulces, pero se sentía como si hubiera escrito esta carta para alguien más.
La Reina se reclino en su silla, pensando en si era verdad lo que Silva le habia dicho. En el almuerzo, estaba más pensativa de lo normal, no sentia ansiedad pero seguía cuestionandose el por que de aquellas palabras cuando derrepente, Eric, su consejero entro interrumpiendo su almuerzo para anunciar que el rey de Moon Blanc habia llegado junto con su hijo. Suspirando decidio detenerse y levantarse de su asiento, la Reina se sentia un poco nerviosa por primera vez en mucho tiempo… “¿Que deberia decir?” “¿Como deberia entablar esta alianza?”... Eran las preguntas que rondaban en la cabeza de la Reina… Poco a poco iba caminando hasta llegar al cuarto que le esperaba su nuevo destino.
Al entrar por la puerta, se dio cuenta que los rumores no eran mentira, el rey era un adulto mayor bien parecido, tenia sus cabellos una vez rubios ahora color ceniza pero con un brillo sin igual, por otro lado su hijo era tal cual lo había descrito su consejero, alto, rubio, sus ojos eran parecidos a los de la Reina pero no mostraban afecto por ella, mas bien mostraban un poco de enojo, la Reina ya no entiende que pasaria en estos momentos asi que hizo su mejor movimiento.
— Bienvenidos a mi palacio, espero les guste —comento Rafaela sonriendo levemente.
— Es un honor su majestad estar en este palacio y en su presencia, me llamo Oliver, actual rey de Moon Blanc… Este es mi hijo, Adrián y mi unico heredero, estamos mas que felices de venir y dialogar con usted su real majestad —expreso el rey oliver mientras hacia una ligera reverencia, su hijo seguía las mismas acciones que su padre.
Mientras conversaban la Reina divagaba un poco en sus pensamientos, hasta que el rey la interrumpió diciéndole que su hijo sera su representacion de la alianza y que espera una union para fortalecer ambos reinos. La Reina solo pudo ver al rey y luego al principe Adrián, quien tenia cara de querer huir de ese instante. Pese a que intento negarse la Reina, termino aceptando la propuesta del rey pues ella esperaba más bien al rey y no a su hijo. Adrián cargaba con una tristeza que no se le veia a simple vista, solo en sus ojos, “Los ojos son la ventana del corazon… Que ironia que este viendo esto ahora mismo” repetía para si misma en su mente.
Al terminar esa reunion, el rey salio a caminar un poco mientras que Adrián se quedo con la Reina, ella trato de hablar mas sin embargo el principe no lo permitió, era tanto el sentimiento que sentia que por primera vez decidio no interrumpir lo que iria a decir el.
— Ambos sabemos que esto es por conveniencia, no se que es lo que paso o por que pediste esta alianza con un matrimonio politico… Y voy a ser honesto desde este momento, no me agradas ni como conocida, eres una tirana que seguro tortura a su pueblo a escondidas de todos para poder tener un palacio tan reluciente como este… —decia con una lengua afilada — ¿Quieres saber algo? Me haz robado mi felicidad, mi libertad y mi futuro todo por tu egoismo.
La Reina solo podia mirarlo para luego ella mas astuta que un ciervo comento.
— En verdad pense que eras un Principe pero solo eres un niño pequeño… Tu padre si te llegara a escuchar te deshereda, por cierto… No sabia que usted escribía poesia tan magnifica… A la proxima envíalo sin equivocarte, supongo que esa dama estará decepcionada con la noticia de nuestra... "boda".
La Reina con una sonrisa burlesca vio como la cara de Adrián se volvia palida, y de un momento a otro de un intenso rojo de la rabia y la vergüenza. Ambos se detestan... Eso estaba claro pero por primera vez, la Reina no utilizo su tono normal para hablarle a alguien de su mismo estatus pues se compadeció de Adrián.
Dias despues el rey era el mas feliz planeando la boda, incluso acompaño a la Reina cuando tuvo que probarse el vestido de bodas, la Reina trataba como pudiera ser amable pero sentia que en verdad no encajaba con esta alianza… “Anna espero tengas razon” murmuro sin querer. Adrian por su parte regreso a su reino, triste y desolado, escribio una ultima carta para la mujer que mas amaba y se rindió a tener algo con ella pues ya estaba comprometido con la Reina Rafaela.