El nuevo Capo de la Camorra ha quedado viudo y no tiene intención de hacerse cargo de su hija, ya que su mayor ambición es conquistar el territorio de La Cosa Nostra. Por eso contrata una niñera para desligarse de la pequeña que solo estorba en sus planes. Lo que él no sabe es que la dulzura de su nueva niñera tiene el poder de derretir hasta el corazón más frío, el de sus enemigos e incluso el suyo.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Noche libre
Sofía
Limpio por décima vez la boca y las manos de Mía. Cada vez que come papilla hace un desastre, pero amo verla disfrutar con las comidas que le hago. Hoy comencé a agregar carne a la receta y creo que le gustó el cambio, ya que por las últimas diez semanas solo fueron verduras y ya comenzaba a aburrirse del mismo sabor.
–¿Más? –pregunto y la pequeña golpea la base de la silla en la que come con sus puños, lo que interpreto como un sí.
–Tiene mucho apetito hoy –dice Anna mientras va lavando las cosas que usé para cocinar.
–Sí. A la pequeña le encanta la carne, es un cachorro de tigre.
Sofía me pasa el biberón con jugo de zanahoria que dejé sobre la encimera.
Le doy un poco a Mía, pero comienza a hacer ruiditos de molestia cuando para darle el jugo dejo de alimentarla con la papilla.
–¿Has sabido algo de Gabriele? –pregunto nuevamente.
Últimamente lo he hecho mucho, ya que la única información que tengo de él es a través de Anna. El imbécil no me contesta cuando lo llamo, y cuando le escribí un mensaje no me respondió.
–Nada desde la última vez que preguntaste –dice mirándome con algo de compasión en su mirada, lo que me hace sentir peor de alguna manera.
Sé que no soy tan importante como para afectarlo, pero siento como si estuviera evitándome. No lo he visto desde la noche que cenamos donde Dante, cuando él y yo… Me rehúso a pensar en eso.
Ha pasado tanto tiempo que estoy comenzando a dudar si en realidad pasó, quizá lo soñé y nunca nos besamos. Quizá malinterpreté todo. Quizá para él soy una niña tonta que quiso jugar con fuego y terminó quemándose.
Mía hace un ruido de impaciencia y me obliga a volver al ahora.
Le termino de dar la comida, sintiéndome una tonta. Le estoy dando mucha importancia a un beso, si es que realmente pasó. Para Gabriele no debe tener importancia, incluso puede que lo haya olvidado, pero yo no puedo. Y no es solo porque fue mi primer beso, es más que eso. Para mí fue descubrir un mundo que hasta ese momento me era desconocido y ajeno. Un mundo que me hubiese gustado conocer de su mano.
Basta, Sofía.
Tomo a Mía en brazos y beso sus mejillas. La niña comienza de inmediato a morder mi barbilla con sus pequeños dientes. Está cada día más hermosa. No puedo creer que un padre se permita perderse tantas cosas de su hija.
Supongo que no le importa. Y si no le importa su propia hija alguien como yo no tiene cabida en la cabeza de Gabriele.
Se acabó. No voy a quedarme toda la vida en esa habitación esperándolo. Físicamente estoy en la cocina con Mía, pero emocionalmente sigo en el dormitorio de Dante, esperando que regrese por mí y me diga algo. Sigo ahí, esperándolo, sintiéndome avergonzada, excitada y emocionada.
Que idiota.
Tomo mi celular mientras Mia continúa llenando mi rostro de baba y de papilla y descargo una de las miles de aplicaciones de cita que mi celular me ofrece.
Si el imbécil no me quiere sé que alguien más lo hará.
*****
Me saco la camiseta negra e intento con una de color rojo. Me miro al espejo mientras Mía juega en su cuna con sus juguetes. Giro frente al espejo.
–No sé –susurro indecisa.
Me saco todo nuevamente y ahora me pruebo una blusa amarilla y unos pantalones cortos de mezclilla. Sí, creo que este sí.
Hoy por fin tengo mi primer día libre. Anna finalmente se apiadó de mí y me dijo que se quedaría con Mía. Además, ahora la pequeña ya no llora tan a menudo como lo hacía antes y es más sociable con Anna y con las otras empleadas de la casa.
Después de estar hablando por dos semanas por fin conoceré a Adrián. Tiene veintidós años y es estudiante de medicina. Y lo mejor de todo es que para pagar sus estudios trabaja como barman en un pub en el centro de la ciudad, y es donde iremos a nuestra primera cita. Me juró que podría beber, ya que su amigo estará atendiendo el bar esta noche. Todavía no cumplo veintiún años, así que esto es emocionante.
¡Es la primera vez que iré a un pub!
Tomo la chaqueta de cuero café oscuro y me la pongo. Se ve bien, pero ahora no me convence el pantalón corto, así que lo cambio por un jeans.
Sí, al fin estoy lista.
Me giro hacia Mía, quien está mirándome atentamente. –Te vas a portar bien con Anna, cielo.
–Na na na –devuelve con una sonrisa.
–Así es, muy juiciosa. –Me acerco a la cuna y beso su mejilla–. Nos veremos luego.
Salgo de la habitación y corro por las escaleras.
–Mía quedó jugando en su cuna –le digo a Anna, quien está esperándome.
–Matteo ya está esperando por ti. Diviértete y no cometas ninguna estupidez –agrega seriamente.
Beso su mejilla. –Lo haré –juro.
Salgo sintiéndome ansiosa y feliz, como hace tiempo no me sentía.
Abro la puerta y choco de frente con Matteo.
–Matteo, lo siento –digo, pero callo al ver que se trata de Gabriele.
–¿A dónde vas? –pregunta malhumorado.
–Hoy tengo libre.
–¿Quién lo autorizó? –devuelve de mal humor.
–Tengo derecho a tener un día libre, esto no es una cárcel –siseo y trato de pasar por su lado, pero me detiene, tomándome del brazo.
–¿A dónde mierda vas, Sofía?
–No es de tu incumbencia.
–Sofía, no me hagas repetir la pregunta –masculla furioso.
Me suelto de su brazo. –Voy a una cita con un amigo.
–¿Un amigo?
–Sí, un amigo es una persona en la que confías y con la que puedes compartir momentos especiales. Deberías googlearlo.
Toma mi mentón bruscamente. –Olvídalo, no saldrás de esta casa.
Sonrío con malicia. –Lo siento, Capo, Adrián me está esperando y estoy ansiosa por pasar la noche con él.
–¿Qué..? –comienza a preguntar, pero corro hacia la limusina antes de que agregue algo–. Rápido, Matteo –le pido–. Voy algo atrasada –agrego mientras miro a Gabriele caminando hacia la limusina.
Cuando por fin Matteo acelera, me relajo contra el asiento. Eso estuvo cerca. Mañana enfrentaré los problemas. Hoy quiero pasarlo bien y no pensar en cierto Capo malhumorado.