Todo lo que hace una mamá por el bien de su hijo.
Anastasia una joven mamá que se verá obligada a tomar una drástica desicion para salvar la vida de su hijo.
Podrá Anastasia salvar asu hijo y también encontrar el amor verdadero.
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El verdadero amor
Después de que terminó mi jornada de trabajo, me fui a la clínica para llevar el medicamento. Juan me había enviado una foto de la receta, así que, de camino, pasé por la farmacia y lo compré.
Cuando llegué a la clínica, me dirigí directamente a la oficina de Juan. Al entrar, él ya estaba preparando sus cosas para marcharse también.
—Hola, Ana, ¿qué tal te fue, hija? —me dijo Juan al verme.
—Bien, como siempre. ¿Cómo está mi bebé?
—Bien, Ana. Ya sabes, es fuerte. Ahora todo depende de que encontremos un donante.
Solté un largo suspiro en respuesta. Tengo que pensar en cómo conseguir el dinero para viajar a Estados Unidos.
—Ahora iré a hablar con Mercedes, para ver si ella sabe en qué parte de ese país se encuentra Óscar, y mañana iré al banco a ver cuánto me pueden dar de crédito.
—Ana, sabes que no vas a sacar información de esa señora.
—Gratis, no. Pero con un poco de dinero, esa señora me dirá hasta la dirección de su casa.
—En eso tienes razón. Solo ten cuidado con ella.
—No te preocupes, Juan, estaré bien.
Le dije, dejando un beso en su mejilla y sonriendo un poco. He aprendido a quererlo muchísimo; durante todo este tiempo, ha sido como ese padre que nunca tuve.
—¿Y tú? ¿Ya te irás a casa?
—Sí, pero de camino iré a pagarle a mi sobrino. Está en el pueblo.
—Joder, ¿cuánto tiempo más seguirán así? Ya le han pagado muchísimo dinero.
—Mucho tiempo más, hija. Pero no me quejo, gracias a él mi esposa está libre.
—Sí, pero es tu sobrino. ¿Acaso no le importa dejarte casi sin un peso?
—Ya sabes que eso no le importa. Lo único que lo mueve es el dinero, el poder y tener el control de todo.
—Oye, hablando de él, ¿tú crees que sea cierto lo que dicen de él?
—¿Qué cosa?
—Que él mató a su hijo.
—No, eso no es cierto.
—Si tú lo dices, te creo.
Le dije encogiéndome de hombros, y ambos salimos de su oficina.
De esta manera, me dirigí a la casa de la señora Mercedes. Solo espero que me diga algo.
Cuando llegué al frente de su casa, vi que la luz estaba encendida, lo que significaba que estaba en casa. Al observar su casa, no pude evitar recordar el pasado y todo lo que viví allí. Se me escapó una sonrisa, no porque estuviera feliz de recordar, sino por darme cuenta de lo ingenua que fui al creer en alguien tan miserable. Moví la cabeza de lado a lado para volver a la realidad y concentrarme en lo que vine a hacer.
Me acerqué a la puerta y toqué el timbre. Después de unos segundos, escuché cómo se acercaba a la puerta.
Cuando la abrió y me vio, se sorprendió tanto que dejó caer lo que tenía en la mano, y ni qué decir de cómo se transformó su rostro.
—Anastasia... —dijo tartamudeando. Pobre, se notaba que mi visita la había sorprendido bastante.
—Sí, la misma.
Le respondí mirándola fijamente.
—¿Puedo pasar, señora Mercedes?
Volví a hablar, ya que parecía estar en las nubes.
—¿Qué haces aquí? —me dijo entrecortadamente.
—Vine porque quiero hablar contigo sobre tu sobrino.
Le dije tajante y decidida.
—¿Tienes tiempo?
Me mostró una sonrisa antes de decirme:
—Mi tiempo cuesta, querida Anastasia.
—Eso lo sé —le respondí, mostrándole el dinero que ya había apartado para ella.
Tomando el dinero, me dejó pasar a su casa.
—Sé breve, querida Anastasia. Dentro de poco tengo una cita.
Dijo, mirando su reloj de mano y levantando las cejas.
Era una persona que vivía de eso, vendiendo su cuerpo a cualquiera que le diera dinero.
—Quiero saber en qué parte de Estados Unidos se encuentra Óscar.
Le dije sin rodeos. La verdad, no creo que soportaría estar tanto tiempo cerca de ella.
—¿Y para qué quieres saber dónde está mi sobrino? —me dijo con una estúpida sonrisa.
—Eso no es tu problema. ¿Lo sabes o no?
—Claro que lo sé. Es mi sobrino.
Me dijo, tomando un sorbo de café de una taza que tenía sobre un pequeño mueble.
—Entonces, ¿me lo vas a decir o no?
—¿Por qué tendría que decirte eso?
No había caso con esta señora. La verdad, no pude evitar poner los ojos en blanco por lo que dijo, y no me quedó otra opción que pagarle más.
Volví a sacar dinero de mi cartera y se lo mostré.
Era una buena cantidad, por lo que se sorprendió bastante. Estiró la mano para agarrarlo, pero justo cuando lo iba a tomar, lo alejé.
—Primero dime lo que quiero saber, y todo este dinero será tuyo.
—Bien, te lo diré, pero después de esto, tú y yo nunca nos volvimos a ver, ¿entendido?
—No te preocupes, mi tiempo también vale mucho, así que habla.
Le dije, tajante y cansada de su actitud.
—Está en Miami. Para ser más exacta, lo encontrarás en la empresa SYO. Es de su esposa, pero él es el presidente.
—¿Cómo sé que no me estás mintiendo? —le dije, dudosa. Ella es capaz de decirme cualquier cosa con tal de que le dé el dinero.
Caminó hacia una puerta, entró y al poco tiempo regresó con una revista en la mano. Me la pasó para que la viera.
Justo en la primera plana aparecía Óscar, y a su lado estaba una mujer mucho mayor que él. La foto tenía como título: "La empresa nacional SYO lanza una nueva línea de audífonos superavanzados para personas con problemas de audición."
Me fijé en la fecha, y la revista había sido lanzada hace poco más de un mes. Era de una famosa editorial de Miami, lo que significaba que ella decía la verdad.
Le devolví la revista y también le di el dinero que había sacado.
—Fue un gusto hacer negocios contigo, querida Anastasia.
Con eso, salí de su casa para dirigirme a la casa de Juan y descansar un poco. Mañana sería un nuevo día para luchar por mi bebé.
Si me preguntaran qué sentí cuando vi la foto de Óscar con otra, diría que no sentí absolutamente nada. El día que nació mi bebé, comprendí que lo que sentía por él no era nada. Simplemente, yo carecía de lo que llamamos amor, cariño, respeto, y me conformé con lo poco que él me había dado.
Sin embargo, cuando nació Lucas, comprendí, sentí y experimenté el verdadero amor.