Después de una larga y feliz amistad llega un penoso y accidentado matrimonio para terminar en un frío y amargo divorcio
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Fidelidad
Bella lloró tanto como sus ojos se lo permitieron.
Su padre solo pudo contener su tristeza en un abrazo, que duró todo el tiempo que ella lloraba como cuando era una pequeña niña.
Era lo único que podía hacer para intentar contener el dolor de su hija.
— Vámonos de aquí, estar entre papeles y facturas solo te enfermara, además necesitas tomar aire.
Bella ya había acado con su trabajo, por lo regular terminaba temprano, pero no se iba a casa porque no quería estar sola en su enorme residencia. Los sirvientes eran como cucarachas, siempre estaban escondidos en las sombras, solo aparecían cuando se les convocaba.
— Si papá, vámonos – dijo Bella mientras se limpiaba la cara con un pañuelo de papel.
— Vamos a casa, tu mamá va a estar feliz de verte.
Bella que ya había tomado su bolso y estaba sacando unas gafas oscuras para ponerse de quedó quieta y dudo en cuál sería su respuesta.
— Ya sé que te resulta doloroso ver a tu madre, pero ella te ama y te estraña, sin duda estará feliz de verte – continúo su padre.
— Papá, ahora más que nunca siento que le falle a ella y a ti, quise casarme con Massimiliano a pesar de que ustedes me advirtieron que él no sería buen esposo, pero la última discusión que tuve con madre...
Isabella recordó con tristeza las fuertes palabras que le dijo a su madre, para defender su amor por Massimiliano, su madre, Caroline sabía muy bien las noches tristes que vivía su hija, mucho antes de casarse.
La frase "Tan cerca y a la vez tan lejos" se aplicaba a la relación de su querida hija.
— Tu mamá ya lo olvidó, de seguro estará feliz por verte de nuevo, así que deja de pensarlo y vamos.
— Está bien.
Padre e hija salieron de la oficina, era un poco más de medió día. Se dirigieron al estacionamiento subterráneo.
Bella subió al asiento del copiloto y espero a que su padre subiera al asiento del piloto para irse, de repelente algo le llamo la atención, solo fue una sombra que vio con el rabillo del ojo pero fue una sensación extraña.
Su vista no lograba ver bien la distancia hasta la figura se había movido.
Isabella salió del auto y fue en dirección de la sombra, tenía un mal presentimiento.
Se quitó las gafas de sol, sus ojos que apenas se estaban adaptando a la luz insípida del estacionamiento nuevamente se nublaron con la escena ante ella.
De pie estaba el primer y único amor de su esposo y frente a ella Massimiliano.
— Massimiliano, sé que aún me amas, lo puedo sentir – decía la mujer con voz llorosa y triste.
— Tu te fuiste sin decir nada, solo un insípido adiós, sin un motivo o no explicación ¿ahora qué esperas de mí?
— No es muy tarde, podemos retomar nuestra relación, yo te amo, nunca dejé de amarte.
— Ahora es complicado, si tan solo me hubieras dicho que volverías te hubiera esperado, no me hubiera casado pero ahora...
— Existe el divorcio, eso puedes hacer, aún podemos estar juntos – decía Eloísa con voz suplicante y dolorosa.
La mujer con lágrimas en los ojos se abalanzó a los brazos de Massimiliano, ella temblaba y lloraba, realmente lucía desfavorecida, cualquiera que la viera sentiría pena y empatía por ella, tan frágil como un pequeño animal herido.
Eloísa no había cambiado, seguía siendo hermosa como el último día que la vio, hace 7 años atrás, su cuerpo delgado y curvilíneo, su rostro hermoso y de aspecto puro e inocente.
Isabella sintió una punzada en el corazón cuando Massimiliano tomo a la mujer entre sus brazos para consolarla.
— Eloísa, entiende, no es tan sencillo un divorcio, después de las pugnas internas de tiempo atrás la empresa está tomando fuerza y está creciendo, si ahora anuncio un divorcio, todo mi trabajo se irá de picada, ni que mencionar de los accionistas, dame tiempo para pensar una solución.
Isabella que estaba escondida detrás de una columna del estacionamiento, escuchó la plática, su corazón tembló, creyó que aún cuando regresará Eloísa, Massimiliano no la abandonaría como algo inservible, pero las palabras que tan tiernamente le dirigía a la mujer entre sus brazos le hacía entender que no había esperanzas para ella.
Isabella no escucho los pasos que se acercaban a ella, a pesar de ser muy sonoros en el frío el estacionamiento.
Alguien la abrazo y coloco su mano sobre su boca para que no dijera nada, ella abrió muy grande los ojos ante la sorpresa, sintió el aliento tibio sobre su hombro y después un susurro.
— No te espantes soy Philen, no es bueno que estés aquí, vamos a escapar en silencio, así que solo sígueme.
Philen Black, era un socio extranjero, su cabello rubio y ojos color miel, muchas chicas soñaban con tener siquiera una mirada suya, sin embargo su corazón ya pertenecía a Isabella, sin que ella lo supiera él estaba enamorado de ella desde años atrás, cuando se conocieron en la universidad.
Philen un joven de buena cuna era la oveja negra de su familia, para no estar cerca de ellos se fue al extranjero después de terminar la universidad, ahí fue cuando conoció a Isabella, la chica más hermosa ante sus ojos, su rojo cabello risado, sus ojos verdes esmeralda y su piel blanca como la porcelada era lo único ante sus ojos.
Sin mencionar lo divertida que solía ser.
Isabella asintió sin hacer ningún sonido, quería estallar en llanto, pararse frente a Massimiliano, darle una bofetada a Eloísa, pero su cuerpo perdió toda la fuerza y solamente pudo ser arrastrada hasta el auto de Philen.
Por un momento se olvidó de su padre hasta que escucho una fuerte discusión.
— ¿Qué es esto? estás casado y te atreves a hacer trampa .
La voz molesta del padre de Isabella se escuchaba por todo el estacionamiento, esa voz hizo que la mujer despertara de su ensimismamiento.
Se apresuró a abrir la portezuela para salir del auto, pero Philen no se lo permitió.
— Déjame arreglar esto, si vas ahora solo se complicará todo.
Isabella pensó las situación, si ella aparecía sin duda el drama del momento se haría público y afectaría a la empresa y su propia persona.
— Debes de pensar en ti, debes protegerte de la opinión pública.
Isabella asintió y dejó la manija de la portezuela, se reclinó en el asiento y estuvo atenta de las palabras del exterior del auto.
— Señor, no es lo que usted piensa – se apresuró a decir Eloísa.
— Señorita no estoy hablando con usted, estoy hablando con esta basura – dijo furioso
— Señor Castelli, no es lo que piensa.– Dijo apresurado Massimiliano.
— Tu esposa es mi hija, y tú le faltas al respeto de está forma, encuentros secretos con una mujer que recién arribo al país, eso es demasiado deshonesto – dijo el señor Castelli con furia.
— Yo solo estaba hablando con Eloísa, no hay ninguna mala intensión.
— Hay lugares para hablar no me escondidos en las sombras de un estacionamiento, piensa en tus acciones, ¿te agradaría que Isabella tuviera encuentros secretos en las sombras de un estacionamiento desierto?
Cuando Massimiliano pensó en una cita misteriosa entre su esposa y otro hombre su cara cambio de semblante, obviamente no deseaba pensar en ese escenario, claramente se sentía furioso con solo imaginarlo.
— Entiendo lo que dice señor, me disculpo por el mal entendido – dijo Massimiliano dirigiéndose a Gerónimo.
— Lo siento señorita D'Angelo, no debe de buscarme de está forma nunca más, como dice el señor Castelli esto se presta a malos entendidos.
La voz de Massimiliano se volvió fría al igual que su mirada, por un momento perdió la cabeza con los recuerdos de años atrás, fue una suerte que el padre de Isabella estuviera ahí y no ella, la situación hubiera sido difícil.
Massimiliano sabía del enorme amor que Isabella sentía por él, en ningún momento lo abandonó, cuando era presa del acoso de su medio hermano ahora muerto ella siempre lo acompaño, cuando tenía heridas por las furiosas golpizas que le proporcionaba su padre Isabella era la que corría con un botiquín a curar su piel lastimada.
Aún si no le daba amor, ella merecía fidelidad, cuando volvió a ver a Eloísa su cuerpo recordó el afecto y calor de la primer persona que le atrajo, pero las cosas cambiaron y eso terminó.