La Sombra De Ashfall

La solemnidad del funeral del rey Alexander dio paso a la cruda realidad del poder en Ashfall. Con Lysander ahora firmemente en el trono, la tensión en el palacio se volvió palpable, especialmente en los aposentos de Orlaith. Consciente de la necesidad de un movimiento estratégico, Cecil decidió enfrentar a la reina. Obtuvo la autorización de Lysander, quien, sorprendentemente, accedió a esperarla cerca del sitio junto a Gareth, una muestra de la creciente alianza implícita entre los tres a raíz de los eventos recientes.

Al ingresar a la habitación de Orlaith, Cecil la encontró en un estado de completo abandono. La opulencia de la habitación contrastaba con el desaliño de su ocupante: ropa arrugada, cabellos revueltos, una sombra de su habitual altivez.

- Deténgase, Majestad - dijo Cecil, su voz tranquila pero firme, observando el caos a su alrededor -. Está cavando su propia tumba.

Orlaith, con un brillo de resentimiento en sus ojos, levantó la barbilla.

- ¿De qué hablas, duquesa? Este reino depende de mí. Soy la conexión con Ironpeak. Sin mí, su rey está perdido.

Cecil negó con la cabeza, una expresión de lástima teñida de resolución en su rostro.

- No, Majestad. Se equivoca, su padre ni siquiera se ha preocupado por enviarle una carta tras la muerte de su suegro, el rey Alexander. Su alianza, si es que alguna vez existió, no es tan fuerte como cree, incluso ahora usted permanece confinada, y sus cartas no serán enviadas.

- ¿Quién eres en realidad? Tú no eres Cecil, porque la Cecil que yo conozco estaría consolando a Lysander, no apoyada de Gareth – el comentario sorprendió a Cecil.

- Soy Cecil, Cecil Kaeldron, la mujer que esta con el hombre que siempre tuvo que estar, por lo visto, usted recuerda también su vida anterior, si es así, no debería cometer los mismos errores del pasado.

- Los mismos errores, por lo visto deseas tener un final distinto, pero tus acciones me están arruinando.

- No son mis acciones las que la están arruinando, son sus reacciones, en el pasado en el funeral, yo fui el centro de los rumores porque no deje solo a Lysander, decían que yo era la amante del rey, y que no conocía mi lugar, mientras usted se veía desconsolada y actuaba de forma apropiada, ahora su papel de víctima está cambiando, pero porque usted ya no sabe comportarse – Orlaith soltó una risa amarga.

- Porque esta vez, yo no vine aparentar, ni buscar el amor de Lysander, vine a destruirlo, acabar con su vida, cada uno de mis berrinches afectan a Lysander, a su corona.

- ¿Por qué? Si su vida debe haber sido perfecta después de mi muerte. No logro con mentiras quitarme del camino, llevar a mi familia, a los dos Ducados mas fuertes a la destrucción, Lysander era suyo, no era lo que deseaba…

- No, nunca fue mío, siempre fuiste el problema, después de tu muerte Lysander se volvió un hombre frío, calculador, serio, violento, que no dudaba en atacarme cada vez que podía, todos me comparaban contigo, que no era bondadosa, que no era amable, intente todo lo que pude para ganarme a Lysander y a este reino, nunca lo logre, unos meses después, Lysander ataco mi reino, y mato a mi padre, con la muerte de mi padre, hizo que le rogara por mi vida, que me humillara, que le suplicara, me torturo por varios meses, para después con su propia espada matarme, sabes qué fue lo último que escuche ”Ni con tu muerte podras pagar lo que le hiciste a Cecil”

El silencio en la habitación era ensordecedor, roto solo por la respiración agitada de Orlaith. Cecil, impactada por la magnitud del odio de Lysander y el infierno que Orlaith había vivido, no pudo pronunciar palabra. El panorama de su "primera vida" era mucho más oscuro de lo que había imaginado, un ciclo de dolor y venganza que se extendía mucho más allá de su propia muerte.

- Si todo lo que dice es verdad, podía oponerse a este matrimonio, tener otra vida.

- Es lo que intentas hacer, tener otra vida. Bueno yo buscó acabar con el hombre que termino con mi vida, tú no buscas lo mismo…, porque si no sintieras algún remordimiento por Lysander, estarías con él no con Gareth.

- No estoy con Gareth por estrategia, estoy con él porque pude ver que era el hombre que siempre ame.

- O tal vez por agradecimiento, de que dio su vida por la tuya. Ambas sabes datos importantes, como con algunas acciones podemos manipular el futuro, seré sincera contigo, para que mi venganza este completa debo matarte, tu vida es el punto débil de Lysander, no lo haré como antes, no utilizaré los mismos juegos del pasado. Cada una de mis acciones están planeadas, no son simples berrinches.

- Agradezco su sinceridad, porque lamento decirle que no pienso dejar que acaben con mi vida sin luchar esta vez, no seré parte de sus deseos de venganza, yo estoy construyendo mi vida, y si para vivir, debo quitarla del camino lo haré. Usted decidió que solo una puede vivir, entonces que comience el juego.

Cecil salió de la habitación de Orlaith, el aire aun vibrando con la intensidad de su confrontación. Afuera, la esperaban Lysander y Gareth, sus rostros tensos con la expectación. Enseguida le preguntaron si todo estaba bien.

- Sí, todo está bien - afirmó Cecil, su voz tranquila a pesar de la tormenta interna que sentía. Sus ojos se posaron en Lysander, y una decisión se formó en su mente. A pesar de todo, había una verdad que debía compartir, una advertencia- Lysander - comenzó Cecil, su tono serio -, debo darle un consejo.

Lysander la miró con sorpresa. Gareth se tensó ligeramente, anticipando cualquier nueva intriga.

- Orlaith no es tonta - continuó Cecil, con una mirada penetrante -, y no busca gloria, Majestad. Ella busca su caída. Busca su destrucción.

- Tendré en cuenta tu consejo, si me lo permites estaba hablando con Gareth, necesitamos acabar nuestra conversación – dice Lysander.

- Esta bien, te esperó en el carruaje Gareth – Cecil se aleja de ellos, dejando a los dos hombres solos para su conversación pendiente.