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Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Status: Terminada
Genre:CEO / Amor-odio / Amor eterno / Enfermizo / Completas
Popularitas:801
Nilai: 5
nombre de autor: Luciara Saraiva

La puerta chirrió al abrirse, revelando a Serena y a la enfermera Sabrina Santos.

—Arthur, hijo —anunció Serena—, ha llegado tu nueva enfermera. Por favor, sé amable esta vez.

Una sonrisa cínica curvó los labios de Arthur. Sabrina era la duodécima enfermera en cuatro meses, desde el accidente que lo dejó ciego y con movilidad reducida.

Los pasos de las dos mujeres rompieron el silencio de la habitación semioscura. Acostado en la cama, Arthur apretó los puños bajo la sábana. Otra intrusa más. Otro par de ojos recordándole la oscuridad que lo atrapaba.

—Puedes irte, madre —su voz ronca cortó el aire, cargada de impaciencia—. No necesito a nadie aquí.

Serena suspiró, un sonido cansado que se había vuelto frecuente.

—Arthur, querido, necesitas cuidados. Sabrina es muy experta y viene con excelentes recomendaciones. Dale una oportunidad, por favor.

NovelToon tiene autorización de Luciara Saraiva para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 17

Sabrina tardó un instante en responder, eligiendo las palabras con cuidado.

-- Señor Maldonado, --empezó, su voz suave, -- además de lo que mis ojos ven, este lugar es… un santuario. Siento la paz de las plantas, la melodía de los pájaros. Hay una resiliencia en la naturaleza que me recuerda que incluso en medio de las dificultades, la vida encuentra un camino para florecer. Este lugar es lindo y podemos sentir una tranquilidad radiante.

Hizo una pequeña pausa, sus ojos recorriendo la belleza del jardín. -- Y también, siento la historia aquí. Las memorias que cada rincón guarda, las risas y quizás hasta las lágrimas que ya fueron derramadas. Es un lugar de belleza, pero también de profundidad.

Arthur estaba en silencio, escuchando atentamente. La leve sonrisa que él había exhibido más temprano desapareció, sustituida por una expresión más pensativa.

-- Usted tiene una manera peculiar de ver las cosas, enfermera, --dijo Arthur, virando el rostro ligeramente en dirección a ella, como si pudiese verla. -- No como la mayoría de las personas, que ven solo lo obvio. Usted percibe las capas, ¿no es así? Y eso de cierta forma, me intriga, ¿sabía?

Sabrina asintió, incluso sabiendo que él no podía ver. -- Acredito que todo tiene capas, señor Maldonado. Personas, lugares… es solo una cuestión de estar dispuesto a mirar más allá de la superficie.

Él soltó un suspiro, un sonido que parecía cargar un peso. -- ¿Y qué las suyas capas le dicen sobre este lugar? ¿O sobre mí? Su voz era baja, casi una invitación para que ella se abriese aún más.

Sabrina sintió un leve escalofrío. La pregunta era directa, íntima, y ella sabía que la respuesta podría definir el tono de su relación con él. -- Sobre el señor, diría que… hay una fortaleza exterior, pero también una vulnerabilidad. Algo que fue herido y que aún busca cura. Sobre este lugar, siento que él refleja un poco de eso. Es bello e imponente, pero también tiene un cierto aire de melancolía, como si guardase secretos que aún no fueron revelados.

Arthur permaneció en silencio por un largo momento, absorbiendo las palabras de ella. El viento balanceaba suavemente las hojas de los árboles, creando una sinfonía natural que llenaba el espacio entre ellos. Sabrina se preguntó si ella había ido demasiado lejos, si sus palabras habían sido intrusivas.

-- ¿Usted no tiene miedo, enfermera? --preguntó finalmente, su voz ronca. -- ¿De desvelar lo que está escondido? ¿De encarar la oscuridad?

Sabrina lo miró a los ojos, incluso que ellos no pudiesen retribuir la mirada. -- No es una cuestión de miedo, señor Maldonado. Es una cuestión de comprensión. Acredito que, para curar, es preciso primero entender la herida. Y para entender, a veces es preciso mirar hacia la oscuridad. Pero siempre hay luz después, si la gente lo permite.

Él no respondió inmediatamente. Apenas permaneció allí, bajo la pérgola, con el sol caliente en el rostro, absorbiendo las palabras de Sabrina como si fuesen el propio aire. El peso del silencio no era más opresor, pero cargado de una nueva intensidad, de una conexión que estaba empezando a formarse entre ellos.

-- ¡Qué ironía, --exclamó Arthur recordando de algo. -- Yo no acostumbraba andar en el jardín, siempre estaba ocupado con los asuntos de la empresa y también…-- Arthur hizo una pausa, -- Yo siempre me ha gustado la vida fácil que el dinero me proporcionaba , pero estando en esa situación, veo que mi dinero no puede hacerme ver o andar normalmente. Siempre pensé que pudiese resolver todo con dinero, pero estaba ciegamente engañado.

-- El dinero puede hasta traer una vida confortable, pero nunca la cura para enfermedades irreversibles y muchas de ellas en el alma.

-- Sabe enfermera, usted hablando sobre las enfermedades irreversibles, me recuerdo de la vida que yo vivía. Sabrina, ¿usted es la primera mujer que viene conmigo aquí, sabía de eso? Algunas mujeres que me involucré, querían conocer mi mansión. Pobrecitas… Pensaban que por yo llevarlas para la cama, quería algo serio. Yo nunca quise noviar con nadie. Creo que las relaciones son sofocantes.

Sabrina escuchaba atentamente.

-- Señor Maldonado... bien, cada persona busca algo diferente en una relación, --ella continuó, sin prenderse al tono de crítica que podría haber permeado la habla de él.

-- Algunas mujeres pueden interesarse por lo que el dinero puede proporcionar, sí. Pero otras buscan algo más profundo: conexión, respeto, comprensión, amor, fidelidad… Tal vez sus experiencias pasadas lo hayan llevado a acreditar que esas son las únicas intenciones, pero la vida es vasta y las personas son diversas.

Ella miró hacia el jardín, pensando en las diferentes flores que convivían allí, cada una con su belleza y su razón de ser. -- Ser la primera mujer que lo acompaña aquí no es algo que yo considero especial por sí solo. Lo que es especial es la conversación que estamos teniendo, la abertura que el señor está mostrando y la confianza que está comenzando a construirse entre nosotros. Es la oportunidad de conocer al señor además de las expectativas que las personas puedan tener de 'Señor Maldonado, el empresario, el CEO billonario'.

Sabrina volvió su mirada hacia él, una leve sonrisa en los labios. -- Acredito que todos nosotros, en el fondo, ansiamos por ser vistos por quien realmente somos, y no por lo que poseemos o por las máscaras que usamos.

Arthur permaneció en silencio por un instante, la expresión pensativa. Era evidente que las palabras de ella estaban resonando en su mente, moviendo con algo profundo dentro de él. Él viró el rostro en dirección a ella nuevamente, como si intentase captar cada detalle de su presencia.

-- Usted es diferente, enfermera, --dijo Arthur finalmente, la voz un poco más suave, casi un murmullo.

-- Realmente diferente. Y tal vez… tal vez sea exactamente eso que yo necesito ahora.

El viento sopló nuevamente, trayendo consigo el perfume de las flores, y el silencio que se siguió no fue de desconforto, sino de una comprensión tácita. La semilla de una nueva dinámica había sido plantada en el jardín.

-- Creo que es mejor volver al cuarto. No quiero que el señor vuelva a tener un resfriado como el sábado. Y también necesito darle su medicación.

-- Todo bien, comprendo enfermera. Pero me gustaría pedir algo personal.

Arthur quedó en silencio esperando la respuesta de ella.

-- ¿Y qué sería? Si está a mi alcance, haré rápidamente.

Arthur continuó en su silencio, hasta que un suspiro cansado escapó de los labios.

-- ¿Déjeme tocar su rostro, por favor? Tengo curiosidad de saber cómo usted es… Quiero sentir su piel sobre mis dedos, sentir sus ojos en la palma de mis manos…

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