Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 20
No podía creer lo que estaba viendo, sintió su cuerpo flaquear, la desesperación se apodero de su cuerpo, tratando de controlarse, en su garganta algo parecía estorbar, quizás un grito que ahogaba, ¿Qué estaba sucediendo?, ¿Por qué Francesca estaba en la habitación de Frederick?, ¿Por qué Frederick no hacía nada para apartarla? Y ¿Qué era este sentimiento de furia, mezclado con dolor en su interior?
- Francesca, ¿Qué haces? – le dice a su amiga.
- Elizabeth – la mira y sonríe – pensé que dormirías más tiempo – seguía sobre el hombre, su mirada no mostraba ni una pizca de preocupación, solo se podía notar complacencia.
- ¡No has respondido mi pregunta! – le dice tratando de guardar la calma – y ¿Por qué Frederick te dejo entrar? – mira al hombre - ¡Frederick! – le grita
- No te va a responder – le dice Francesca riendo – veras, este pequeño que tengo aquí es un potente alucinógeno – señala una especie de incienso encendido sobre la mesa de noche – ahora él está en un estado de confusión mental, el cree que soy otra persona, ¿quieres saber cuál es el nombre que me ha dicho? – sonríe y acaricia el cabello de Frederick – es tan lindo – lame sus labios
- ¡No lo toques! – le grita
- Tranquila, no lo estoy lastimando, en cambio le gusta - sonríe – mira lo duro que ya está – toca la erección del hombre – Lastima que no es por mí – voltea y mira a Elizabeth – Elizabeth, ¿quisieras dejármelo? - le dice
- ¡¿Qué?! – le dice sorprendida, quería quitar a Francesca de allí, se estaba conteniendo, era la primera vez que sentía la necesidad de golpear a una persona hasta el cansancio.
- Yo podría tratarlo mejor, conmigo no tendría que contener sus deseos – Frederick hace un sonido de quejido – además tu no quieres estar cerca de él, ¿no es así? – la mira, Elizabeth no sabía cómo responder – siempre te quejas, así que pensé que podría tomar tu lugar – sonríe – de esa forma podrías ser libre, yo tomaría tu lugar y este hombre no tendrá que contenerse más – mía al hombre bajo ella - ¿Qué dices?
- Digo que estás loca – le responde – quítate de encima de Frederick
- ¿Loca?, locura es tener a este hombre a tan pocos pasos de ti y no has hecho nada – le mira – yo puedo hacer lo que tú no – sonríe – sabes, desde que lo vi en el campus acompañado de ti, no pude dejar de pensar en este hombre – lo mira – con solo indagar un poco, supe quién era y que tipo de relación tenían ustedes, luego me acerque a ti y me contaste de tu situación, te quejabas queriendo escapar, así que pude ver una solución para ambas – sonríe - dime Elizabeth, ¿puedes dármelo?, yo cuidare mejor de él.
- Elizabeth – dice Frederick acariciando el cabello de Francesca.
- Puedo ser quien él quiera – toma la mano del hombre y con ella acaricia sus senos – solo lo quiero tener, no importa si piensa en alguien más – gime – pronto comenzara a verme a mí.
- ¡Suéltalo! – le grita Elizabeth.
- Elizabeth – dice el hombre volteando a verla.
- Estoy aquí amor – dice Francesca, el hombre le acaricia el cabello.
- Elizabeth – su mirada parecía perdida – tu, no eres Elizabeth – Empuja a la mujer quitándola de encima haciendo que cayera al suelo en un grito – ¿Qué mierda pasa? – se levantó desorientado, su vista era borrosa, se sentía mareado y todo parecía un poco confuso.
- Frederick – dice Elizabeth corriendo hacia el hombre - ¿estás bien? – lo ayuda a ponerse en pie.
- ¿Elizabeth? – la mira y acaricia su cabello, la mujer se acerca más a él – eres tu – sonríe.
- Si, ¿Cómo te encuentras? – le dice, Francesca se levanta del suelo.
- Me siento confundido, ¿Qué hizo esta maldita mujer? – dice Frederick viendo a Francesca, aunque no reconocía de quien se trataba, no podía coordinar sus pensamientos.
- Intoxico tu cuerpo con una especie de alucinógeno – no estaba segura, pero parecía ser ese el caso.
- Frederick, yo puedo complacerte más de lo que podría Elizabeth – dice la mujer – además, ella te odia, no quiere verte o hablarte, para ella solo eres un acosador que no le quiera dar su libertad – Frederick cambia su semblante, parecía algo deprimido al escuchar las palabras de Francesca – para ella solo eres una molestia – se acerca al hombre y toma su mano – yo nunca podría odiarte, incluso si a quien amas no es a mí, no me importa – Elizabeth no pudo contenerse más, le dio una gran cachetada a la mujer haciendo que se callara al instante.
- Termina de largarte – le dice Elizabeth.
- Lo siento amiga, pero aquí solo eres una esclava comprada en una subasta – dice Francesca tratando de humillarla – tu no decides aquí – sonríe y mira a Frederick
- Ya la escuchaste – dice Frederick, Francesca sonríe – termina de largarte – le dice.
- ¿Qué? – dice sorprendida, estaba segura que se desharía de Elizabeth – Frederick – toma la mano del hombre- esa mujer no te ama, yo en cambio- el hombre rechaza su mano.
- Termina de irte, antes de que pierda la paciencia y haga que mis hombres jueguen contigo uno tras otro – su mirada mostraba ira contra la mujer. Rápidamente Francesca salió corriendo del lugar olvidando sus pertenencias – Demonios, esto paso porque me confié demasiado – dice sentándose en la cama – sabía que no era buena idea dejarla entrar aquí, pero no descubrieron nada fuera de lo normal en ella – su cuerpo temblaba, no podía pensar con claridad, su vista era un poco borrosa aun - ¿Elizabeth? – la mujer se paró frente a él
- Frederick, yo – Lo abraza – lo siento, yo no sabía que algo así sucedería.
- Tranquila, no es tu culpa – sonríe – yo baje la guardia, así que cálmate.
- En realidad, no – no sabía cómo podía explicar todo lo que sentía en ese momento – no te odio – Frederick sonríe y acaricia su mejilla.
- Eso no importa – le dice sonriendo, en realidad él había logrado ese hecho, así que eso no era culpa de Elizabeth.
- ¡Sí importa! – le dice sorprendiéndolo – pude ver tu expresión al escuchar a Francesca decir que te odio – lo mira a los ojos – claro que te importa y te duele que lo haga, ¿no es así? – Frederick solo la veía sin poder responder.
- Aquí no importa lo que yo sienta – le dice, sin negar las palabras de Elizabeth
- Gracias, por responder – se acerca y lo besa. Todos los sentimientos que tenía ocultos en lo más profundo de su corazón se convirtieron en ese beso.
- Espera – le dice con la poca cordura que podía tener – si seguimos, no poder detenerme.
- Está bien, solo cumplamos con nuestro contrato – lo besa nuevamente, Frederick sin poder resistir más, la toma por la cintura y ella se sienta sobre el hombre. Le quita la camisa dejando ver sus pechos, su tacto era suave y sus besos causaban corrientes directas hasta su entrepierna.
- Elizabeth, no puedo resistir más – le dice entre suspiros – quiero meterlo.
- Está bien – le dice abriéndose para él.
- Dime si te duele – le dice y ella asiente – abrázame fuerte – la mujer se aferra y la guía, entrando en su cuerpo lentamente, entre suspiros y gemidos hasta llenarla por completo, estaba caliente y apretado – Comenzare a moverme, ¿puedo?
- Si – le dice gimiendo – muévete – con la primera embestida pudo sentir como su mente se nublaba llenándola solo de sensaciones placenteras, sin poder controlar su voz los gemidos salían de su garganta, su respiración era agitada, no quería que parara, sus caderas comenzaron a moverse a unísono con las embestidas del hombre, llenando todo su interior tocando todo dentro de ella, podía sentir como palpitaba y su calor, aferrada a Frederick sin poder dejarlo ir hasta llegar la mañana.