Desde los 10 años, Latifa le ha confesado su amor al Príncipe Salomón y le ha pedido que se case con ella. Su destino es ser sólo una candidata a novia del heredero al trono del reino Sufan. Ella sólo es una agregada cultural, alguien a quien nadie ama y nadie extrañará una vez que se cumpla el objetivo de unir a los protagonistas.
Así era hasta que llegué yo, una persona madura que murió en otra realidad, pero esta es una nueva oportunidad para mi, así que no quiero seguir el destino marcado de Latifa, dejaré atrás rogar por el amor de un hombre, las declaraciones sin sentido y pedir el reconocimiento de los padres, es tiempo de darle a esta chica un destino donde ella sea la que tome las decisiones. ¿Habrá alguien que la quiera así?
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¿Celos? 03
Cuando entraron a la sala, Luyain, su esposa y el joven Zaid vieron que Salomón estaba como perdido, como si todo su mundo se hubiera derrumbado…
Luyain: ¿Majestad? ¿Se encuentra bien? (Al no recibir respuesta se dirigió a su esposa) Querida llama rápidamente al doctor, llevaré a su Alteza al cuarto de invitados. Vamos Zaid, ayúdame.
Al llegar, el médico revisó a Salomón y le dio un poderoso tranquilizante para los nervios, les dijo que una vez que descansara estaría mejor. Al parecer, las palabras de Latifa fueron como una mega golpiza al ego del Príncipe, por lo que decidieron mandar un mensajero que avisara al Palacio que el joven pasará la noche en la mansión del Capitán.
Sin saber esto, Latifa pidió a Lara que la disculpara con su tío y Zaid y pasó lo que restó de la tarde en su habitación. Estaba tan enojada por haber perdido el control, pero se sentía mejor por haberle dicho, aunque sea un poco de lo que piensa verdaderamente a ese princupucho pirata…
Lo que más le molestó fue la forma en que se expresó de Zaid, pues pese a ser el villano de la historia siempre tuvo la idea de que si lo hubieran tratado mejor no habría llegado a hacer tantas maldades como en la novela y su final no habría sido tan trágico.
Además, ahora que lo conoce en persona sabe lo guapo y noble que es, está más que convencida de que se trata de alguien que vale mucho la pena, le gustaría que se sintiera amado. Sabe que Naya –al igual que su personaje—no puede ver a nadie más que Salomón, pero le encantaría que Zaid encontrara a alguien para amar sinceramente, pues de lo contrario tendrá una muerte terrible y sin saber lo que es el amor; pero ese principito de región cuatro lo tiende a arruinar todo, más bien, pareciera estar tan celoso del valor de Zaid que siempre quiere hacerlo sentir poca cosa.
Al siguiente día, a las cinco de la mañana, Latifa se levantó a hacer ejercicio, como siempre inició con unas vueltas alrededor de la propiedad. Una hora después encontró a Zaid, quien la esperaba en la entrada del campo de entrenamiento.
Latifa: (Jadeando por el ejercicio) Hola socio… buenos días… perdón por lo de ayer…
Zaid: (Con una tierna sonrisa) Buenos días socia… y no te preocupes por lo de ayer… de hecho… quería darte las gracias… por defenderme ante su Majestad…
Latifa: (Sonriendo) Naaaa… Cualquiera habría hecho lo mismo, lo que sí es que dudo que su Alteza vuelva a querer dirigirme la palabra… lo bueno es que creo que al final del curso recibiré una gran bolsa de dinero… ¿verdad? (Guiña el ojo en señal de complicidad).
Zaid: (Entre divertido y apenado) De hecho, no se si te dijeron, pero el Príncipe se quedó a dormir en la casa del Capitán… ayer lo encontramos… digamos que un poco impactado tras su pelea, así que el doctor le dio un tranquilizante y lo puso a dormir.
Latifa: (Un poco molesta) Vaya, ¿entonces tenemos un bello durmiente en casa? A ver si no lo quiere chupar la bruja, jajajajaja…. Tal vez deberíamos irnos lo antes posible… antes de que empiece con su perorata sin sentido.
Luyain: Buenos días peque, buenos días Zaid. ¿Listos para empezar?
Como el día anterior, comenzaron el entrenamiento con la espada y algunos ejercicios de defensa personal, pero esta vez, Zaid y Luyain estuvieron más atentos a las posturas de Latifa y le daban instrucciones, tomando turnos para guiarla en cada uno de los movimientos, mientras a lo lejos eran observados por Salomón. Nuevamente, ella terminó el entrenamiento al medio día, mientras ambos hombres se quedaron un poco más haciendo ejercicio. Al regresar, Latifa se encontró de frente con Salomón.
Latifa: (Haciendo una reverencia) Buenos días majestad, no sabía que seguía usted en la casa de mi tío.
Salomón: (Triste) He estado esperándote, necesito que hablemos.
Latifa: (Evidentemente molesta) Si se trata de hablar y no mandar… debo refrescarme y si gusta… en un momento más me reuniré con usted en la sala de estar.
Momentos después
Salomón: Latifa, yo… creo que te debo una disculpa… no era consciente de que pensaras eso de mí y la forma en que te he tratado.
Latifa: Entiendo que para su majestad no existen los amigos, sino siervos y esclavos, pero quiero que sea consciente de que la forma en que me habla y trata no es ni remotamente parecida a la que tiene con la joven Palacios y mucho menos con la señorita Durand.
Salomón: (Apenado) Yo… nunca te he visto como una sierva o una esclava… era muy duro contigo por todas esas tonterías de las declaraciones y peticiones para que nos casáramos… pero… reconozco que tienes algo de razón… Latifa, ¿crees que podrías perdonarme?
Latifa: (Irónica) ¡¿Sólo algo?!
Salomón: (Apenado) ¡Mucha… toda la razón!
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hay mi pobre zaid /Grimace/ ojalá se le aclare lo que siente por latifa y actúe como le dijo el tío lou