Mi Razón De Vivir

Hui Ying se dio cuenta de que la situación estaba empeorando y que Chén estaba a punto de perder el control. Rápidamente, tomó a Yinuo y Yichen de la mano y se dirigió hacia la puerta.

Hui Ying: (con voz firme) Vámonos, hijos. No queremos estar aquí cuando tu padre se vuelva violento de nuevo.

Yinou y Yichen se miraron entre sí, pero no dijeron nada. Simplemente, siguieron a su madre hacia la puerta.

Chén se dio cuenta de que Hui Ying se estaba yendo y se sintió enfadado. Quería detenerla, pero Qiang se interpuso en su camino.

Qiang: (con voz firme) Chén, no la sigas. Déjala ir. No quieres hacer algo que puedas lamentar.

Chén se sintió frustrado, pero sabía que Qiang tenía razón. Se detuvo en seco y se volvió hacia Feiyu, que estaba observando la escena.

Qiang tomó el botiquín de primeros auxilios y se acercó a Feiyu. Con cuidado, comenzó a limpiar y curar las heridas de su hijo.

Feiyu: ¿De verdad eres mi padre?

Qiang se detuvo un momento, con el algodón en la mano, y miró a Feiyu con una expresión de emoción.

Qiang: (con voz suave) Sí, Feiyu. Yo soy tu padre.

Estaba a la espera de una reacción negativa.

Feiyu lo miró con una mezcla de emociones en su rostro. Había curiosidad, sorpresa y también un poco de miedo.

Feiyu: (con voz débil) ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Qiang suspiró y se sentó al lado de Feiyu, tomándole la mano.

Qiang: (con voz suave) Lo siento, hijo mío. No te lo dije porque tu padre y yo... tenemos una historia complicada. Pero te prometo que siempre he estado aquí para ti, aunque no siempre haya podido estar a tu lado.

Chén se acercó un poco más, observando la escena con una mirada de tristeza y arrepentimiento.

Feiyu se lanzó a los brazos de Qiang, abrazándolo con fuerza. Qiang lo estrechó contra su pecho, sintiendo una oleada de emoción y amor hacia su hijo.

Feiyu: (con voz emocionada) Papá... te quiero.

Qiang: (con voz suave) Yo también te quiero, hijo mío. Siempre estaré aquí para ti.

Chén se sintió un peso en el pecho al ver a Qiang y Feiyu abrazados. Sabía que había perdido la oportunidad de ser un padre para Feiyu, y que Qiang siempre lo odiaría por lo que había hecho.

Chén se mantuvo a distancia, observando la escena con una mezcla de tristeza y arrepentimiento. Sabía que no podía acercarse a ellos, no después de todo lo que había pasado.

Qiang, sintiendo la mirada de Chén, se volvió hacia él con una expresión de desconfianza y resentimiento. Chén se dio cuenta de que Qiang todavía lo odiaba, y que no había perdido nada de su rencor.

Chén suspiró y se dio la vuelta, alejándose de la escena. Sabía que tenía que aceptar su papel en la vida de Feiyu, y que no podía esperar que Qiang lo perdonara tan fácilmente.

Feiyu, sintiendo la tensión en el aire, se volvió hacia Qiang con una mirada de preocupación.

Feiyu: (con voz suave) Papá, ¿estás bien?

Qiang sonrió y acarició el cabello de Feiyu.

Hui Ying estaba sentada en su habitación, con una mirada de preocupación y miedo en su rostro. Esperaba lo peor, pensando que Chén vendría a agredirla como venganza por lo que había pasado.

Pero en lugar de eso, Chén entró en la habitación con una expresión calmada y serena.

Chén: (con voz suave) Hui Ying, necesito hablar contigo.

Hui Ying se tensó, esperando un ataque verbal o físico. Pero Chén se sentó en una silla frente a ella, con una mirada seria pero no agresiva.

Chén: (con voz suave) Qiang se mudará a la mansión. Como mi segunda esposa.

Hui Ying se sorprendió, sin esperar esa noticia. Se sintió confundida y preocupada, sin saber qué significaba eso para su futuro y su relación con Chén.

Hui Ying: (con voz temblorosa) ¿Qué... qué significa eso?

Chén: (con voz suave) Significa que Qiang y yo compartiremos la mansión y la responsabilidad de cuidar a Feiyu. Y que el será mi esposo.

Hui Ying se quedó en silencio, su rostro pálido y tenso. La ira y la humillación la habían dejado sin palabras. Nunca había sentido una vergüenza y una rabia tan intensas en su vida.

Su mente estaba llena de pensamientos confusos y contradictorios. No podía creer que Chén hubiera decidido traer a Qiang a la mansión como su segunda esposa. Sentía que su posición y su autoridad estaban siendo desafiadas y desacreditadas.

La habitación parecía haberse vuelto más pequeña y opresiva, y Hui Ying sentía que no podía respirar. Su corazón latía con fuerza y su cabeza estaba a punto de estallar.

Chén se levantó de la silla y se acercó a Hui Ying, pero ella no lo miró. No podía mirarlo. Sentía que si lo hacía, explotaría de rabia.

Hui Ying se sentía atrapada en una situación sin salida. No podía considerar un divorcio, ya que el escándalo sería demasiado grande y dañaría su reputación y la de su familia. Además, a pesar de todo, todavía amaba a Chén y no quería perderlo.

Pero la idea de tener que compartir su mansión con Qiang, un hombre que consideraba inferior y un "don nadie", era demasiado para ella. Se sentía humillada y despreciada, y no sabía cómo podría aceptar esa situación.

Hui Ying se levantó de la silla y se acercó a la ventana, mirando hacia fuera con una mirada vacía. Sentía que su mundo se estaba derrumbando y que no sabía cómo podría reconstruirlo.

Chén se acercó a ella y la tomó del brazo.

Hui Ying se volvió hacia él, con una mirada de rabia y desesperación.

Hui Ying: (con voz baja y temblorosa) ¿Y qué hay de mis derechos? ¿Qué hay de mi dignidad?

Chén se acercó a Hui Ying y la miró con una expresión seria.

Chén: Hui Ying, entiendo que esto te preocupe, pero debes entender que es normal que los nobles tengan más de una pareja. Es una práctica común en nuestra sociedad.

Hui Ying: ¿Y qué hay de mi dignidad? ¿Qué hay de mi posición como tu esposa?

Chén suspiró y se acercó a ella.

Chén: Hui Ying, tú siempre serás mi esposa principal. Qiang es solo una concubina. No hay nada que temer.