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Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Status: Terminada
Genre:CEO / Amor-odio / Amor eterno / Enfermizo / Completas
Popularitas:125
Nilai: 5
nombre de autor: Luciara Saraiva

La puerta chirrió al abrirse, revelando a Serena y a la enfermera Sabrina Santos.

—Arthur, hijo —anunció Serena—, ha llegado tu nueva enfermera. Por favor, sé amable esta vez.

Una sonrisa cínica curvó los labios de Arthur. Sabrina era la duodécima enfermera en cuatro meses, desde el accidente que lo dejó ciego y con movilidad reducida.

Los pasos de las dos mujeres rompieron el silencio de la habitación semioscura. Acostado en la cama, Arthur apretó los puños bajo la sábana. Otra intrusa más. Otro par de ojos recordándole la oscuridad que lo atrapaba.

—Puedes irte, madre —su voz ronca cortó el aire, cargada de impaciencia—. No necesito a nadie aquí.

Serena suspiró, un sonido cansado que se había vuelto frecuente.

—Arthur, querido, necesitas cuidados. Sabrina es muy experta y viene con excelentes recomendaciones. Dale una oportunidad, por favor.

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Capítulo 2

Cuatro meses después...

La puerta de la habitación crujió lentamente mientras Serena entraba al lado de la enfermera Sabrina Santos.

-- Arthur, hijo. Tu nueva enfermera ha llegado. Por favor, mi bien, no seas ignorante esta vez.

Arthur apenas curvó los labios con sarcasmo. Sabrina era la duodécima enfermera en cuatro meses desde que él sufrió el accidente y quedó ciego y con dificultad de locomoción.

El sonido suave de los pasos de las dos mujeres resonó en la habitación sumida en penumbra. Arthur, acostado en la cama cómodamente, cerró los puños bajo la sábana de lino. Otra intrusa. Otro par de ojos piadosos para fijarlo en su nueva realidad de oscuridad.

-- Puedes irte, madre, -- su voz ronca y cargada de impaciencia cortó el silencio. -- No necesito a nadie más aquí.

Serena suspiró, un sonido cansado que se había vuelto familiar en los últimos meses. -- Arthur, querido, necesitas cuidados. Sabrina es muy experimentada y fue altamente recomendada. Por favor, dale una oportunidad.

Él giró el rostro hacia un lado, la mandíbula tensa. La idea de tener otra extraña invadiendo su privacidad, presenciando su fragilidad, era insoportable. La independencia que él siempre había apreciado, la capacidad de controlar cada aspecto de su vida, había sido brutalmente arrancada. Ahora, él era dependiente, vulnerable, un fantasma en la propia mansión que antes resonaba con su autoridad.

Sabrina carraspeó suavemente. -- Señor Maldonado, entiendo su renuencia. Pero estoy aquí para ayudarlo a recuperar su autonomía, dentro de lo posible. Soy enfermera, y mi objetivo es hacer su rutina más cómoda y facilitar su rehabilitación.

Arthur soltó una risa amarga, sin humor. -- Mi autonomía se fue en el momento en que aquel camión me golpeó, enfermera. Y en cuanto al confort... bien, la oscuridad no es particularmente confortable.

Él podía sentir la mirada vacilante de Sabrina sobre él, el aura de cautela que la envolvía. Todas las enfermeras anteriores habían demostrado la misma aprehensión inicial, mezclada con una dosis de lástima que él detestaba más que la propia ceguera. Ellas llegaban llenas de buenas intenciones, intentando animarlo, alentarlo. Pero sus sonrisas forzadas y palabras de consuelo sonaban vacías, ecos distantes de un mundo que él no podía ver más.

-- Sé que este es un momento difícil, señor Maldonado, -- Sabrina continuó, la voz calmada y firme, sin el tono excesivamente compasivo que él tanto detestaba. -- Pero la recuperación lleva tiempo y esfuerzo. Estoy aquí para guiarlo en ese proceso.

-- No necesito guías, -- Arthur replicó, el tono cortante. -- Necesito mi visión de vuelta. Y eso, nadie puede dármelo.

El silencio se instaló nuevamente en la habitación, pesado y cargado de tensión. Serena colocó una mano vacilante en el brazo del hijo, pero él se encogió al toque.

-- Arthur... por favor... -- ella imploró, la voz embargada.

Él suspiró, cediendo mínimamente. -- Da igual. Que se quede. Pero que no espere gentileza de mi parte.

Sabrina mantuvo la compostura, a pesar de la hostilidad evidente. -- No espero nada más que cooperación profesional, señor Maldonado. Estoy aquí para hacer mi trabajo.

Arthur se giró nuevamente, dando la espalda a las dos mujeres. La presencia de ellas en su santuario de oscuridad era una irritación constante, un recordatorio palpable de su impotencia. Él podía sentir los ojos de Sabrina en su espalda, pero se rehusó a hablar nuevamente con ella. En su mente, ella era apenas un obstáculo más, otro rostro indistinto en su nueva y sombría realidad. Y él no tenía paciencia para otro espectador de su desgracia.

-- Señorita Sabrina, por favor vamos a la oficina. -- Serena invitó mirando a la enfermera, -- Hijo, en un rato Sabrina regresará, sé gentil mi bien...

Arthur permaneció en silencio escuchando el sonido de la puerta de la habitación cerrándose...

Cuatro meses viviendo en la oscuridad... Cuatro meses sin ver la luz del día... Arthur se rehusaba a pasar nuevamente por el médico. Dos especialistas ya habían dicho que el caso de él era muy complicado y las chances de volver a ver de nuevo eran muy pequeñas. Él convivía con el miedo de tener otro diagnóstico negativo, y así vivía solitario, en su mundo de oscuridad.

Sabrina entró en la oficina de la mansión donde Arthur vivía acompañada por la madre de él. Serena ahora administraba la empresa, teniendo en sus manos, una gran responsabilidad.

-- Siéntese señorita Santos. Como vio, mi hijo no es un buen paciente. Él siempre actuó de esa manera con todas las otras enfermeras que ya pasaron por aquí. Ninguna de ellas consiguió concluir un mes de trabajo. Pero yo creo que usted sea diferente. Mi hijo tiene una personalidad fuerte y se rehúsa a ser cuidado por alguien, hasta mismo por mí, que soy la madre de él.

Sabrina con sus ojos atentos y oídos aguzados prestaba atención en las palabras de Serena.

-- Sra. Maldonado, en el hospital cuidamos de pacientes con personalidades parecidas con la de su hijo. En realidad, lo que sucede es que él está queriendo vivir en su "mundito" por achar que las personas están al lado de él apenas por lástima. Voy a hacer lo mejor que pueda para conseguir lo que las otras enfermeras no consiguieron.

-- Ótimo, -- exclamó Serena con una sonrisa discreta. -- Como ya sabe, tendrá que vivir aquí y su día libre será el sábado. Recibirá su salario cada quince días. Si necesita salir para resolver algo importante en el horario de trabajo, tendrá que comunicar al menos doce horas antes.

-- Sí, estoy de acuerdo -- respondió Sabrina confiada. -- Mi teléfono estará disponible para cuando necesite llamar para cualquier información. Yo tengo mi casa, pero estoy por aquí últimamente para cuidar de Arthur. Pero las cosas en la empresa se han complicado bastante aumentando mi responsabilidad, y ahora será muy difícil tener tiempo para cuidar de él... Ojalá que usted consiga, -- ella dijo con voz de llanto, -- mi hijo construyó una empresa sólida y bien estructurada, pero sin la administración de él, la empresa ha pasado momentos difíciles.

-- No prometo ser la profesional que cambiará el modo frío del Sr. Maldonado, pero prometo empeñarme mucho para conseguir que él tenga una buena recuperación.

-- Gracias por su coraje Srta. Santos. Ahora voy a llamar a la señora Vera que es la gobernanta de la casa. Arthur es muy apegado a ella. Todo lo que necesite, es solo hablar con la gobernanta Vera.

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