Alexandra sufre una desilusión enorme al descubrir a su pareja, Manuel, con su media hermana, Reina, en el restaurante que él reservo para una reunion junto a sus compañeros de trabajo. La aparición de Héctor la salva de una humillación y de ser atropellada al salir sin rumbo afligida por el dolor. Ella no sabe que Héctor es un licántropo, a quien ella cuando el estaba herido siendo un lobo, lo curo y cuido. Él nunca la olvido y juro regresarle el favor, haciéndola su pareja. ¿Héctor logrará conquistarla? ¿Alexandra lo aceptará siendo un licántropo?
NovelToon tiene autorización de Lily Benitez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
11 Primera noche juntos
#ALEX
Tengo las emociones disparadas, me derrito en los brazos de Héctor, sus besos son calientes, su aliento cálido acaricia mi paladar, mis pulsaciones están en explosión, un fuego me consume por dentro, un fuego que nunca sentí.
Siento este deseo desenfrenado de que nunca termine este momento. Bajo mis palmas sus firmes músculos, temo aventurarme más de sus pectorales, no sé cómo seguir, que hacer, me siento una tonta por mi inexperiencia.
Las continuas interrupciones hacen que dude, por lo que cuando Héctor se fue a atender a quien tocó el timbre, suspiré indecisa, dudaba en esperarlo o no, me preguntaba quien era, por lo que me voy a ver, ya no había nadie en la entrada, me calzo y salgo del departamento viendo que está junto a sus amigos en la vereda, hablando con un hombre alto, moreno, elegante, con un lobo oscuro a su lado.
¿Son amantes de los lobos?
"Héctor también tiene uno"
Reflexionó al verlo.
En eso me llega un mensaje de Débora, si ya terminé con la cena y si iba a pasar la noche con ellas.
Por lo que considere una buena excusa irme a su casa, ya no tenía ánimos de seguir, no sabía cómo seguir, esa era la verdad.
Por lo que saludo al recién llegado junto a su lobo que me mira fijo como queriendo decirme algo, ahí me enteré que ese hombre, era un viejo conocido de mi padre, la verdad que se mantenía muy bien para ser conocido de mi padre que a su lado parecería un anciano.
Subí a mi Uber sin ánimos, solo revivo en mi mente el beso que tuve con Héctor y de lo cobarde que era por no ir más halla que un simple beso, aunque no tuvo nada de simple, lo sentí como si me besara el alma, de solo recordarlo mi cuerpo reacciona tensionandose nuevamente, era nueva está sensación.
-SE BESARON. Grita eufórica Débora con la voz aguda a punto de perderla por expresarse de ese modo.
-Si. Le respondí colorada.
-SI, SI. Me golpea alegre y se sienta de golpe, se mareo.
-NO TE SOBRE EXIJAS. Le digo preocupada y le pasó su medicina.
-CUANDO LO SEPA JIME LE EXPLOTARA EL CEREBRO. Me comenta entusiasmada.
-¿Por cierto donde fue? Le pregunto.
-Te acuerdas de ese que anda atrás de sus huesos, fue a decirle de una vez por todas que ya no la moleste más. Me responde.
-¿Ha está hora? Le pregunto preocupada.
-Es en la cafetería de la esquina. Me dice despreocupada.
- Y tus padres. Le pregunto.
-Tuvieron una cita, algo así para que no se extinga la llama de su relación. Me cuenta haciendo el gesto de que le da arcada.
En eso recibe una llamada, y llaman a la puerta.
-Yo atiendo. Le avise mientras ella hablaba por celular.
Me encontré con Manuel en la puerta.
-¿Qué haces aquí? Le pregunté molesta.
-Fui a tu departamento y no estabas. Supuse que estarías aquí. Me dice y puedo sentir su aliento a alcohol.
-¿Para qué me buscas? Ya no somos nada o lo olvidaste. Le digo molesta.
-Sabia que no estarías con él, puedo sentir que no estuviste con él. Te conozco. Murmuro tambaleándose.
-Estas ebrio, vete. Le digo molesta apunto de cerrar la puerta y me sujeta de la muñeca.
-Pasa la noche conmigo, puedo cancelar todo con Reina, si pasas la noche conmigo. Me asegura, no puedo creer el nivel de cinismo.
-ME CREER ESTUPIDA, DESPUES DE LO QUE HICISTE CREES QUE TE VOY A ACEPTAR, NI EN TUS MAS LOCOS SUEÑOS. Le gritó queriendo sacarme de su agarre.
-ME EQUIVOQUE, TE LO RECOMPENSARE, TE REGRESARE LO QUE TE CORRESPONDE. Insiste.
-NO, NO QUIERO SABER NADA DE TI. Le digo luchando para soltarme y me empuja contra la pared, me esquivo, no quiero que me bese, golpeó su pecho para que me suelte.
Mi corazón late acelerado, me asusta su actitud, jamás lo ví así.
-CREEME QUE NO SABIA QUE ERA TU HERMANA. Me dice.
-OH, BUENO, ESO NO CAMBIA EL HECHO QUE ME ENGAÑASTE. Le digo luchando con él.
-TU NUNCA ESTUVISTE CONMIGO. Me dice.
Lo miro sorprendida, siempre estuve, siempre lo apoye y acompañe, siempre que quise él se mostraba cansado, o estaba de viaje. Es un maldito que solo busca justificar que lo que hizo no está mal.
-¡SUELTAME, NUNCA VOY A ESTAR CONTIGO! Le respondo eufórica.
De golpe lo sacan de un jalón, veo a Héctor me siento aliviada, lo lanzo al piso.
Me prendi por él agitada, siento su corazón latir fuerte, está con Sam que mira serio a Manuel, quien se incorpora como puede.
Se cruzan miradas, siento a Héctor enojado hacia Manuel.
-No merece tu atención. Le dije tomando su rostro.
-ALEJATE DE ELLA, LA PROXIMA NO LO SACARAS BARATO. Le dijo con los dientes apretados.
Manuel asiente, con los ojos teñidos de sangre, está molesto, pero con Héctor y Sam se ve en desventaja, por lo que solo traga bronca y se marcha.
Me abrazo a Héctor recuperando la calma.
-Hablé con Débora, ella nos avisó de que Manuel te estaba molestando. Me anuncio Sam justo en el momento en que ella salía a atenderlo y me pasa mis cosas.
-Ten, nos vemos. Me dice Débora con una sonrisa.
En ese gesto sabía que me quería decir aprovecha que yo haré lo mismo, ni estando enferma la detiene de querer estar con Sam, sacudo mi cabeza para no imaginar lo que haran.
-¿No te lastimo?. Me consulta Héctor, mirándome de pies a cabeza.
-No, estoy bien, solo me asustó. Le dije.
Él me miro a los ojos, poso un beso en mi frente.
-Tú y yo tenemos algo pendiente. Me susurra Héctor chocando su cálido aliento en mi oreja, aferrado a mi cintura, lo sentí intenso, de él fluía una energía que no podía explicar.
Su aroma es embriagador, me tiene entre sus brazos y solo quiero permanecer así, me siento abandonada cuando me suelta para ir a su auto, ni bien me acomodo el cinturón, él estira su mano hacia atrás, escucho que agarra una bolsa, se endereza entregandome un paquete.
-¿Qué es? Le pregunto.
-Mi regalo por tu cumpleaños, ya pasa de la media noche. Me dijo, miro esa bolsa de papel marrón y la curiosidad me invade.
Con todo lo que pasó, se me había pasado ese detalle, pero él no lo olvido.
-Gracias. Le dije en un suspiro, me sentía emocionada, nunca antes recibí un regalo así, siempre fue como una comida que hacían obligados y ni un pastel se indignaban a poner ante mi, con la excusa que no soy amante de lo dulce, pero podría ser un detalle lindo.
Él se giro mirándome intenso, se apoderó de mis labios, como si tuviera todo el derecho a ello, pero contrario a otros, no siento ningún rechazo porque me bese de ese modo, además me protegió, me sentía segura con él.
-Era para el camino (Expreso por el beso) Ábrelo cuando lleguemos. Me susurro, al señalar el regalo.
Tenía algo diferente, lo sentía más mandon, autoritario, con su tono grave arrastrando las palabras me eriza la piel.
Llegamos a su departamento.
-Y tu amigo. Le consulte por Dante.
Tenía mis pulsaciones disparadas anhelando que me bese, no me animaba hacerlo por mi cuenta, no quería ser muy lanzada y que piense mal de mi. Aunque ya nos besamos antes. Pienso nerviosa.
-No está. Me dijo en un tono grave.
-Te siento diferente. Le digo.
-¿En qué sentido? Indaga cerrando la puerta y acorralandome contra la pared.
Me quito mi abrigo y se aferró a mi cintura uniendo sus labios a los mios. Cómo si su vida dependiera de ello.
-Me gusta tu sabor. Me asegura recorriendo mi cuello y hombros con su lengua, un cosquilleo se apodera de mi cuerpo, la piel se me eriza.
-Quiero averiguar que otras partes de tu cuerpo son frías. Me asegura, los colores se me suben, mis mejillas arden.
-Gracias por ayudarme. Le digo en un jadeo.
-Puedes demostrarme tu agradecimiento. Me susurra al oído despojandome de mis prendas.
Suspiro disfrutando sus caricias.
-No presiones tan fuerte. Le pido al sentir como me estruja entre sus manos.
-Quiero tenerte. Te deseo. Me expresa posando besos calientes sobre mi figura.
-Debes decirme que hacer, que te gusta. Le aviso entre jadeos.
-No te preocupes, déjame a mi, quiero consentirte, hacerte sentir bien. Me dice al mirarme de frente dándome otro beso en los labios dejándomelos rojos por la manera en que lo hace.
-Si. Le expreso en un gemido que nunca antes exprese cuando sus besos llegaron a mi vientre, mientras sus manos me despojan de mi última prenda.
Se endereza mirándome con fuegos en los ojos, me alza en brazos llevándome a su cuarto, aprovecho a besar su cuello y su oreja emitiendo un gemido suave, mi cuerpo lo desea, quiero que me haga suya.
Él carraspea posandome en la cama con delicadeza.
-Voy al baño un segundo. Me dijo en un tono grave.
Sin esperar mi respuesta se encerró apresurado, escuché que algo cayó en el interior.
-Hector estás bien. Le consulto y no oigo que me responda.
Me pongo su camisa, sentía frío sin él a mi lado.
Me aproximó a la puerta apoyando mi oido y mis manos.
-Hector. ¿Estás bien?. ¿Puedo pasar?. Pregunto preocupada.
No me responde nada, por lo que pruebo la puerta y se abre, lo veo bajo la ducha, respirando agitado con sus manos apoyadas en la pared.
Me aproximó y siento un impulso por abrazarlo, lo siento caliente.
-¿Tienes fiebre? Le pregunto, el suspira hondo soltando el aire de apoco, se gira abrazándome.
-Contigo estoy bien. No te vayas. Me susurra en un tono grave.
-Aqui me tienes. Le respondí.
Acopla mi figura a la suya.
Sus besos me queman, me une más a su contextura física, sus músculos son firmes, se tensionan cuando paso mis manos por su espalda, estoy flotando, casi mis pies no tocan el suelo, él me sostiene entre sus brazos y me sostengo de su cuello.
Cambia la temperatura de la ducha para que no me dé frío, lo deja en cálido, de él sale vapor, su corazón late fuerte, el mío está desbocado, a punto de salir de mi pecho, él mantiene el control y el ritmo, eso me enloquece, me hace arder más, estoy como un bosque consumido por las llamas, y él es la lluvia que espero con ansias para que apague este incendio.
Sus besos me marcan cada parte de mi cuerpo, en un momento sentí que me mordió el hombro y gruño como conteniendose de no lastimarme, no me incómoda, estoy tan caliente que deseo que acelere el ritmo.
"Estás lista para recibirme" escucho que me pregunta en un tono agudo.
"Si" Le respondí.
Se apoderó de mis labios, me beso intenso, su respiración agitada, me elevo acomodándome a su cuerpo, comenzo despacio, como si pasara una brocha por un lienzo en blanco.
Su cuerpo se tensiona, sus músculos se marcaban. Al recibirlo sentí una oleada de sensaciones, me mareo todo lo que me provocaba, lo sentía latir en mi interior, expandirse, acariciarme cada rincón, está firme, duro, musculoso. Muerdo sus labios, me aferró a sus cabellos con firmeza, él me alza y baja a un ritmo constante, se me nublo la mente, solo su nombre retumba en cada rincón de mi cerebro.
Gruño de una manera que hacía temblar las paredes, me lleno por completa, una calidez invadió mi interior. Nos robamos el aliento con besos, no se apartó de mi, me mantenía aferrada a él y su masculinidad latiendo en mi interior.
Salimos de debajo de la ducha, me llevo hasta la cama, nos acostamos húmedos, sus brazos me cubrían por completo.
Tenía entendido que al terminar a los hombres se le afloja todo, pero a él no, seguía dándome besos y caricias sin despegarse de mi, se mantenía acoplado a mi por su musculoso miembro, que no me incomodaba me gustaba sentir su calidez.
Cuándo su corazón aminoro su ritmo, su respiración se estabilizó, me miro con infinita ternura.
-Quiero tenerte así, no te quiero apartar. Me dijo.
-Me gusta estar entre tus brazos. Le dije y oculte mi rostro en su cuello.
Inhaló su aroma, me gusta, siento que él también hace lo mismo, sus manos acarician mis cabellos, espalda y glúteos.
Me acuna entre sus brazos mientras se mueve despacio al apartarse de mi, es tan delicado que no quiere hacer ningún movimiento brusco para no lastimarme. Me acomodo sobre su pecho, el cansancio se hizo presente y sin querer me dormí.