Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 19: Lazo roto, corazón roto.
En algún lugar del mundo, un Alfa dominante, poderoso, imponente y muy hambriento entraba a la cocina de su mansión, o no suya, pero sí de la familia.
— Buenos días, Carmenza — saludó al llegar a la encimera, la vieja cocinera le dió la mirada más odiosa que sus ojos arrugaos le permitían. Realmente odiaba a ese tonto Alfa — tengo hambre, ¿ya está la comida? — Derek preguntó con una sonrisa socarrona en su rostro.
La mujer no contestó, fue entonces cuando él supo que iba por buen camino. Uno de sus hobbies favoritos era el de fastidiar a la mujer desde muy temprano en la mañana. Siempre lo hacía, desde que era pequeño le caía mal a esa vieja loba. No sabía el porqué, pero tampoco estaba muy interesado en descubrirlo. Él lo único que quería era comer y luego ir a visitar esa hermosa manada en la que pretendía llevar a cabo uno de sus planes.
— Deja a Carmenza en paz. Más bien vayamos a trabajar — Escuchó decir a su beta cuando este apenas entraba en la habitación. Desde muy temprano acostumbraba a fastidiarlo con temas de trabajo, y se notaba esa fascinación por su labor al ver como se arreglaba para ir a la empresa cuando apenas y salía el sol. Ósea, cuando él apenas estaba despertando.
— ¿Desde cuándo estás allí? — preguntó realmente muy molesto.
— Desde que te vi salir de tu habitación — Respondió este último como si nada. Ese día en específico se había despertado temprano porque quería tener la noche libre y salir a beber un poco ya que no lo había hecho en un largo periodo de tiempo. Además, los asuntos de la empresa estaban solucionados y planeados a futuro.
— A veces pienso que estás enamorado de mí — Derek estaba arqueando una ceja y mirándolo interrogativo en cuanto su beta llegó a su lado.
— Sueñas — fue lo único le respondieron.
Pero Derek sabía como jugar y en cuando el beta se sentó a su lado él mismo con su fuerza le agarró de la cintura y le sentó en su regazo, seguidamente se enterró el su cuello mientras este superaba el shock y empezaba a patalear para ser soltado.
Frente a la mirada furibunda de la mujer el Alfa aflojó la corbata del beta y empezó a lamer todo a su paso, pero entonces mordió, luego chupó y por último dejó de manosear al beta apara soltarlo y empezar a reírse de la cara atónica de este último, de algunos miembros de su familia que los observaban desde la puerta y de la cocinera que salió muy enojada de la habitación. Le causaba una profunda gracia el cómo todos se sorprendían tanto por acciones como estas. Le han visto a punto de tener sexo con alguna beta u omega y aun así todavía les asombraba.
— Odio que hagas eso — Le dijo el beta arreglando su ropa y mirándole como si fuese una plaga, aunque no era la primera vez que pasaba, si era la primera que se atrevía a dejar una marca — Creo que el que está enamorado eres tú — En su mirada se notaba todo su descontento. El idiota de su amigo había tomado esa fea costumbre con él, no lo entendía pero sabía que era un juego, y de igual manera él tenía sus maneras de vengarse. Solo debía de ser paciente y la oportunidad llegaría por sí sola.
— ¿Dónde está Carmenza? — El alfa le ignoró — La voy a despedir un día de estos — Aunque él sabía que posiblemente no sería así, sinceramente estaba muy apegado a la mujer, por alguna extraña razón, como para despedirla como si nada. O quizás era porque la veía a diario desde que tenía memoria.
Muy resignado salió de la habitación, pasando al lado de su familia que le miraban raro y subiendo las escaleras rumbo a su habitación, tenía hambre, pero era mejor partir desde temprano a la empresa para así no salir muy tarde rumbo a aquella ciudad. Sentía una gran atracción por esta.
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— Sabes, tengo unas profundas ganas de perdonarte — Dijo el omega. Su cara era adornada por una sonrisa triste, el agua salada se derramaba como cascada por sus azules ojos — pero tú y yo sabemos que eso no sería justo para mí — Miró el techo de la habitación, aunque presumía ser el hospital más lujoso de la ciudad todavía se alcanzaban a ver manchas de dudosa procedencia en las paredes, y justo había una que parecía ser una carita feliz. Qué contradictorio resultaba ser con su estado de ánimo actual, pero por lo menos ella podría mantener esa sonrisa por el resto de sus días. Él no estaba muy seguro de poder lograrlo.
Miró el cuerpo de su esposo nuevamente. Su vista inesperadamente fue a parar al cuello vacío y un nuevo océano de dolor se derramó.
— Es por eso que quiero darle fin a esto de una vez por todas — Estaba seguro de lo que vendría a continuación. Limpió el rastro de humedad de su rostro y, con una mirada perdida, sin vida u sentimiento. Pronunció: — Yo, Kallias Mercer, renuncio a ti Jerry Acosta como mi Alfa y esposo y rompo el lazo que nos une con el poder de mis palabras. Poniendo la sangre de mi corazón en esta ruptura —
Lo que se desató requirió la intervención del médico. Su paciente se les iba, se iba al igual que el omega que salía del establecimiento con una parte faltante de su alma y el corazón en la punta de la lengua. Por primera vez en la historia había sido un omega el responsable de destruir el lazo que le unía a su pareja destinada. La profecía dictaba que todo aquel que se atreviera a hacer esto estaría condenado a perder una parte de sí mismo, y eso era exactamente lo que el omega estaba experimentando.
Le dolía profundamente, no sabía cómo había sido capaz de ponerse sobre sus pies y huir de ese recinto, sabía que estaba violando las leyes. Conocía la tradición, lo que la diosa mandaba, pero no estaba dispuesto a sufrir en vano por los delirios amorosos de una deidad que solo le ignoró cuando él por pie propio había recurrido a ella, estaba solo y desamparado a partir de ese momento y, sinceramente no podía sentirse más aliviado. Sin importarle cuan egoísta sonase.
— Oh diosa. Si tan solo las cosas no hubieran resultado de esta manera —
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Continuará...
del papel también está en tu imaginación para poder entender también