Laura, una mujer de 30 años, lucha contra una enfermedad terminal. Su mayor preocupación es el futuro de su hermana menor, Alma, de 15 años, y su pequeña hija, Sofía. Laura decide que su esposo, Máximo, debe hacerse cargo de Alma y Sofía para garantizar su bienestar. En sus últimos días, le pide a Máximo que se case con Alma cuando ella cumpla la mayoría de edad y que adopte legalmente a Sofía para cuidarla como si fuera su propia hija.
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Capítulo 20: Aclarando nuestra situación
Alma llegó a casa con el corazón pesado. Las palabras de Máximo resonaban en su mente, y sabía que debían tener una conversación seria para aclarar su situación y evitar futuros malentendidos. Subió a su habitación y se sentó en la cama, intentando ordenar sus pensamientos.Decidida, se levantó y caminó hacia la sala, donde Máximo estaba sentado, revisando unos documentos. Al verla, levantó la vista y le dedicó una mirada preocupada.—Máximo, necesitamos hablar —dijo Alma, con voz firme.—Claro, Alma. Vamos a la sala —respondió él, dejando los papeles a un lado y levantándose para acompañarla.Ambos se sentaron en el sofá, frente a frente. Alma respiró hondo antes de comenzar.—He estado pensando mucho sobre todo lo que ha pasado hoy y sobre nuestra situación en general. Creo que es importante que aclaremos algunas cosas para evitar problemas en el futuro —comenzó Alma, mirándolo a los ojos.Máximo asintió, mostrando que estaba dispuesto a escuchar.—Quiero decirte que a mí no me molesta que tengas tus cosas por ahí. Sé que tienes tu vida y entiendo que necesitas tu espacio. Pero creo que es fundamental que mantengamos ciertas reglas claras —continuó Alma, tratando de ser lo más sincera posible.—¿A qué te refieres exactamente? —preguntó Máximo, intrigado.—Los dos dejamos en claro que este matrimonio va a ser solo de papel. Estamos aquí por Sofía, para darle una familia y cumplir la promesa que hicimos a Laura. No espero nada más que eso. Solo te voy a pedir una cosa: que nuestra hija no tenga que ver ni estar expuesta a ninguna situación incómoda. Quiero que Sofía crezca en un ambiente tranquilo y seguro —explicó Alma.Máximo asintió nuevamente, entendiendo la preocupación de Alma.—Tienes razón, Alma. No quiero que Sofía se vea afectada por ninguna situación desagradable. Haré todo lo posible para que eso no ocurra —dijo, con sinceridad en su voz.—Y, por mi parte, propongo hacer lo mismo. Si en algún momento decido tener algo con alguien, me aseguraré de que Sofía no esté presente ni se vea involucrada. Creo que es lo justo y necesario para que podamos vivir en armonía —agregó Alma.Máximo la miró con una mezcla de admiración y respeto. Sabía que Alma estaba actuando con madurez y sentido común, algo que él valoraba profundamente.—Agradezco que pienses así, Alma. Sé que esto no es fácil para ninguno de los dos, pero creo que si trabajamos juntos y respetamos estas reglas, podremos darle a Sofía el hogar que merece —respondió Máximo, tomando la mano de Alma en un gesto de apoyo.Alma sintió una oleada de alivio al escuchar sus palabras. Había temido que esta conversación pudiera ser difícil, pero la comprensión y el respeto de Máximo la hicieron sentir más segura de su decisión.—Gracias, Máximo. Sé que esto no es lo que habíamos imaginado para nuestras vidas, pero quiero que sepamos que podemos contar el uno con el otro, no solo por Sofía, sino también por nosotros mismos. Necesitamos ser un equipo —dijo Alma, apretando suavemente la mano de Máximo.—Siempre seremos un equipo, Alma. Y aunque nuestro matrimonio sea de papel, eso no significa que no podamos apoyarnos mutuamente y construir algo positivo para todos nosotros —respondió Máximo, sonriendo levemente.Ambos se quedaron en silencio por un momento, sintiendo el peso de la conversación y la importancia de lo que acababan de acordar. Era un nuevo comienzo, una manera de redefinir su relación y sus roles en la familia.—Ahora, hagamos algo juntos, los tres. Sofía estará feliz de ver que estamos bien y que nada ha cambiado para ella —sugirió Máximo, levantándose y ofreciendo su mano a Alma.—Me parece una excelente idea —respondió Alma, aceptando su mano y levantándose del sofá.Juntos, caminaron hacia la habitación de Sofía, donde la pequeña estaba jugando con sus muñecas. Al ver a sus padres, Sofía sonrió ampliamente y corrió hacia ellos, abrazándolos con fuerza.—¡Mamá! ¡Papá! —exclamó, feliz de tenerlos a ambos allí.Máximo y Alma se miraron y sonrieron, sabiendo que estaban haciendo lo correcto por su hija y por ellos mismos. A partir de ese momento, se comprometieron a mantener la comunicación abierta y a trabajar juntos por el bienestar de su familia.Y así, en medio de los desafíos y las incertidumbres, Alma y Máximo encontraron una nueva forma de estar juntos, no como una pareja convencional, pero sí como un equipo sólido y unido por el amor y el compromiso hacia su hija, Sofía.