Luca y Dimitri han estado colaborando durante años, formando un lazo inquebrantable entre las dos mafias. Pero cuando una nueva amenaza surge de una facción rival que podría destruirlos a ambos, se ven obligados a tomar medidas extremas para fortalecer su alianza: un matrimonio entre Luca y Anya. Luca no está interesado en casarse con la "niña malcriada" que siempre le ha causado molestias, pero Dimitri insiste en que es la única manera de unir las familias y evitar el desastre.
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Capítulo 15: El Juego de la Tentación
El sol de la mañana apenas asomaba cuando Anya despertó. La noche anterior había sido un caos emocional, un torbellino de sentimientos contradictorios que aún ardían en su pecho. Todavía podía sentir el toque de Luca, el calor de sus labios, la fuerza contenida en sus manos. Pero lo que más la atormentaba era cómo había terminado todo, cómo Luca se había apartado, dejándola en una mezcla de deseo insatisfecho y rabia.
Se levantó, incapaz de dormir más, y se dirigió hacia la ventana. Afuera, Nápoles se desperezaba lentamente, pero dentro de la villa todo parecía estar en pausa. Luca la había dejado sola, como siempre hacía, tomando el control de sus emociones cuando ella estaba a punto de perderse en ellas. Ese control, esa frialdad, la enloquecía. Y lo peor era que, por más que quisiera odiarlo, no podía evitar sentirse atraída por él de una manera que nunca antes había experimentado.
Anya se vistió rápidamente, decidida a no dejar que Luca la mantuviera en el borde de ese precipicio emocional. Si él pensaba que podía manejar todo, que tenía la sartén por el mango, estaba equivocado.
Bajó las escaleras con una determinación nueva, pero cuando llegó al comedor, lo vio allí, sentado a la mesa con un café en la mano, revisando unos papeles. Parecía completamente tranquilo, como si la noche anterior no hubiera pasado nada.
"Buenos días," dijo Luca sin levantar la vista, con su habitual tono controlado.
Anya frunció el ceño, pero no respondió de inmediato. Se sentó frente a él, sirviéndose un café. No iba a darle el placer de que supiera cuánto la había afectado la noche anterior.
Finalmente, después de un largo silencio, Luca levantó la mirada. Sus ojos se encontraron, y aunque su expresión era neutral, había algo en la forma en que la observaba, una intensidad que no había desaparecido del todo.
"Anya," comenzó, su voz más suave de lo habitual. "Sobre lo que pasó anoche…"
"¿Qué pasó anoche?" lo interrumpió ella, fingiendo indiferencia, aunque su corazón latía con fuerza. "No recuerdo nada importante."
Luca la miró fijamente, claramente consciente del juego que estaba jugando. Sabía que Anya no era del tipo que se rendía fácilmente, y aunque eso lo exasperaba a veces, también lo atraía de una manera que no podía controlar. Sus ojos recorrieron su rostro, buscando algún signo de debilidad, pero no encontró ninguno. Ella era tan fuerte como siempre, incluso en los momentos más tensos.
"Sabes exactamente a qué me refiero," dijo él, apoyando su taza en la mesa y cruzando los brazos. "Anya, no podemos seguir jugando a esto. No con lo que está en juego."
"¿Y qué es lo que está en juego, Luca?" preguntó ella, con una sonrisa desafiante. "¿Nuestra farsa de matrimonio? ¿O algo más que no quieres admitir?"
Luca apretó la mandíbula, claramente irritado por su respuesta. "Tú lo sabes tan bien como yo. Dimitri ya no está, y eso cambia todo. Las dos familias dependen de este pacto para sobrevivir. Si las cosas entre nosotros se complican, pondremos todo en riesgo."
Anya apoyó los codos en la mesa, inclinándose hacia él con una mirada provocadora. "¿Y quién dice que las cosas entre nosotros ya no están complicadas?"
La tensión en el ambiente se volvió palpable. Luca cerró los ojos por un momento, tratando de mantener la calma, pero cada palabra de Anya lo empujaba más al borde. Su autocontrol, que siempre había sido su mayor fortaleza, se tambaleaba peligrosamente.
"Esto no es un juego, Anya," dijo Luca, finalmente rompiendo el silencio con una voz más tensa, su autocontrol casi desmoronándose. "Es la vida de cientos de personas. De nuestras familias. No puedo permitirme perder la cabeza solo porque tú disfrutas jugando con fuego."
Anya se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras de Luca resonaran en el aire. Sus ojos brillaban con algo más que desafío; había una herida profunda detrás de su mirada que ella ocultaba con destreza. Pero sabía que Luca no podía verlo. No podía ver cuánto la afectaba todo esto.
"No estoy jugando, Luca," dijo ella, en un tono más suave pero firme. "Yo no elegí este matrimonio. Y tampoco elegí lo que siento."
La confesión cayó entre ellos como una bomba. Luca dejó escapar un suspiro frustrado, llevándose una mano a la nuca. Sabía que estaba pisando un terreno peligroso, uno del que no podría salir ileso si continuaba por ese camino.
"Anya," murmuró, su voz ahora más contenida, como si temiera que decir lo incorrecto pudiera derrumbar lo poco que habían construido. "No sé si lo que sientes es real o es el efecto de todo lo que te rodea, pero lo que sé es que aún no estamos preparados para esto."
"¿No estamos preparados o tú no lo estás?" Anya lo enfrentó directamente, sin permitirle escapar de la verdad. "Porque yo sé lo que quiero, Luca, y lo que quiero es ser tu mujer. No solo en nombre, no solo para mantener un pacto que ya no tiene sentido sin mi hermano."
Luca la miró sorprendido, como si sus palabras hubieran dado en el clavo. Las palabras "ser tu mujer" resonaban en su cabeza, removiendo algo profundo en su interior. Sin embargo, también sabía que, aunque una parte de él deseaba lo mismo, no podía entregarse tan fácilmente. No cuando había tanto en juego.
"Anya…" comenzó a decir, pero ella lo interrumpió de nuevo, esta vez más cerca de él, lo suficiente para que pudiera sentir el calor de su cuerpo.
"Puedes seguir fingiendo que no te importa," susurró, con una mirada que mezclaba dolor y deseo. "Pero sé que lo sientes, Luca. Ayer lo sentiste."
El recuerdo de la noche anterior, de la intensidad del beso que habían compartido, golpeó a Luca como una ola. Había sentido el deseo en cada fibra de su ser, pero también el peso de la responsabilidad que los rodeaba. No podían dejarse llevar, no todavía.
Luca se levantó bruscamente de la mesa, caminando hacia la ventana para evitar mirarla directamente. Su respiración era pesada, y su mente una maraña de pensamientos confusos. "No es tan simple, Anya. No podemos hacer esto sin pensar en las consecuencias."
"¿Consecuencias?" Anya también se levantó, siguiéndolo. "¿Qué más puede pasarnos que ya no hayamos perdido?"
Luca se giró bruscamente, sus ojos oscuros llenos de emociones reprimidas. "¡Todo, Anya! Podríamos perderlo todo. Tú no entiendes cómo funciona esto. Si los Ivanov o los Rossi ven debilidad en nuestro matrimonio, lo usarán contra nosotros. No se trata solo de lo que sentimos, se trata de sobrevivir."
Anya lo miró, sorprendida por la intensidad de sus palabras. Pero en vez de amedrentarse, su determinación solo creció. "Luca, sobrevivir no es vivir. No quiero vivir así, siempre con miedo, siempre guardándome lo que siento."
El silencio cayó entre ambos de nuevo, pero esta vez era más pesado, más doloroso. Luca sabía que Anya tenía razón, que lo que estaban haciendo no era sostenible. Pero también sabía que arriesgar lo que sentían podría poner en peligro no solo su relación, sino todo lo que ambos representaban.
"Lo sé," murmuró finalmente Luca, en un tono de derrota. "Pero no puedo permitirme ser débil ahora."
Anya dio un paso más hacia él, y cuando levantó la mano para tocar su rostro, Luca no la apartó. En cambio, cerró los ojos, dejándose llevar por ese pequeño momento de consuelo, aunque sabía que sería breve.
"Esto no es debilidad, Luca," susurró ella. "Es lo único real que nos queda."
Por un instante, Luca pensó en ceder, en rendirse al deseo que había estado reprimiendo. Pero el instinto de protección, el miedo a lo que vendría después, lo obligó a apartarse una vez más.
"Anya," dijo, alejándose de su toque, aunque cada fibra de su ser gritaba lo contrario. "Necesito tiempo."
Ella lo miró con una mezcla de decepción y comprensión. Sabía que Luca estaba luchando consigo mismo, que estaba dividido entre lo que deseaba y lo que creía correcto. Pero también sabía que no podía esperar para siempre.
"Tiempo es lo único que no tenemos, Luca," dijo ella, dando un paso hacia atrás, antes de girarse y salir de la habitación.
Luca la observó irse, sintiendo que cada paso de Anya lo alejaba más de ella. La tensión que había estado acumulándose entre ellos no había desaparecido, solo se había intensificado. Sabía que pronto tendría que tomar una decisión, una que cambiaría el curso de todo.
Mientras Anya subía las escaleras hacia su habitación, se detuvo por un momento. Su corazón latía rápidamente, y una mezcla de tristeza y frustración llenaba su pecho. Sabía que Luca necesitaba tiempo, pero ella también sabía que no podía esperar indefinidamente.
—"Lo que quiero es ser tu mujer"—, las palabras resonaban en su mente mientras cerraba la puerta de su habitación, sabiendo que, aunque el camino hacia Luca era complicado, no iba a rendirse sin luchar.
Amor de Madre y fiereza de una Reina. Es una barbaridad./Rose//Rose//Rose/
Guauuuu. Palabras llenas de amor y una pasión a punto de estallar.