Jimena una joven de un pueblo de España vieja a los Estados Unidos en busca de un sueño y una vida próspera, allí luego de estudiar comienza a trabajar para Gabriel, un hombre con un oscuro pasado que logra captar su atención, acompañemos a Jimena para ver qué le depara el destino en esta ocasión
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Capítulo 20
Al otro día al despertar me sentía extraña, pase toda la noche en vela pensando que había ocurrido con Gabriel, yo sé que me deseaba, esa erección no se podía fingir, hasta por mi mente paso la opción de que fuera gay, eso explicaría lo de la soltería a su edad, pero descarté esa idea al recordar sus besos, sus caricias y deseo por mi cuerpo, puede que no estuviese enamorado de mí, pero atracción sexual si tuvo, por lo menos esa noche la tuvo.
Tomé mi equipaje y fui hasta el lobby a esperarlo, ya era costumbre que lo esperase allí, claro que el señor Sun estaba listo esperando, hoy no iba a ser menos, él nos llevaría de vuelta al aeropuerto, cómo mi jefe tardaba, lo invité a un café a modo de despedida y agradecimiento por tan buen servicio, aceptó, pero antes llevó equipaje a la cajuela del auto, allí mientras degustábamos el café seguíamos con nuestra agradable charla cuando Gabriel llamó al móvil del señor Sun para saber si ubicación, él ya estaba en el lobby listo para marchar.
Tomamos rápidamente nuestro café, ya que como quiera que fuese Gabriel era el jefe y merecía respeto, no podían estar ahí esperando mientras nosotros conversábamos allí cómo si nada, El señor Sun terminó pagando la cuenta y me deseo un feliz regreso y prospera vida, yo le desee muchas bendiciones igual para él y regresamos juntos hasta donde estaba Gabriel.
Gabriel al verme estudió mi rostro en busca de enojo, ignorancia o reclamo de mí parte, yo lo miré y me mantuve calmada, lo que tenga que ser será, yo no había avanzado tanto en la vida para que un hombre me hiciera sentir menos, desechable, inservible, antes de él no necesitaba a ninguno para ser feliz y es verdad que me gusta, pero si no siente lo mismo por mi, tampoco me echaré a morir, la vida sigue con o sin él.
- Buenos días, le dije de manera neutral.
- Hola, dijo como dolido. Te llevo el equipaje, me preguntó después.
- Gracias ya está en el auto.
En eso el señor Sun tomó sus maletas y las llevó al auto, yo lo seguí dejando a mi jefe atrás. Luego él nos siguió y tomó asiento a mi lado en el auto. Al sentarse noté que busco estar cerca de mí, yo fingí estar incómoda por mi postura y me coloqué bien pegada a la puerta dejando un leve espacio entre ambos, pasé todo el camino mirando el paisaje, aunque de manera sutil lo ví mirarme en más de una ocasión, pero yo no iba a rebajarme, ni estar detrás de él, mucho menos luego de haber estado entregada en cuerpo y alma y que me dejara así sin más. Jamás me había pasado algo así en la vida.
Llegamos al aeropuerto y nos despedimos del señor Sun y fuimos a chequear, luego de una breve estancia abordamos, al llegar nuestros asientos coincidían, la verdad no me apetecía estar veinticuatro horas a su lado, ayer esperé a que regresara y me diera una explicación y jamás ocurrió, hoy no tenía el cuerpo para eso. Tomé asiento y coloqué los auriculares puse música y fingí dormir, él no me molestó.
Gabriel
No sé cómo pedir disculpas por lo ocurrido anoche, la verdad que se le ve molesta, decide ignorar lo ocurrido, espero que sea temporal a modo de castigo y que no pase página, que me dé la oportunidad de explicarle, pero he buscado las palabras correctas y no me salen, no sé que decir, no sé si la verdad sea mejor, al final si le cuento la perderé más rápido, decido darle espacio y esperar que las cosas cojan su nivel nuevamente.
Jimena
Llegamos a Miami y el vuelo de regreso fue idéntico a cuando marchamos a Corea, un vuelo silencioso, con la diferencia de que está vez mi jefe no dejaba de mirarme, a veces sentía que me daría una explicación por lo ocurrido, pero de alguna manera no podía, no quiero juzgar lo ocurrido ni condenarlo por ello, solo se portó cómo un niño y eso no puedo dejarlo pasar tan fácil, aún me gusta, pero seguiré en mi postura no será él quien me quite mi calma.
Ya estábamos en la salida del aeropuerto cuando siento que me llama.
- Jimena espera, me dice en un tono mostrando desesperación.
Volteo
- Te llevó a tu casa, ya vienen por mí.
- Gracias, pero una amiga quedó en recogerme, le digo.
- Espera, quiero decirte algo. Me dice cómo si cada palabra le quemara la garganta.
Lo miro expectante. En eso se oyen gritos de alegría, era Claudia corría hacia nosotros gritando mi nombre. Llegó y automáticamente notó que interrumpió algo.
- Hola soy Claudia, amiga de Jimena. Dijo sin más, me lleno de besos y a él le extendió la mano.
- Soy Gabriel, un placer, dijo mientras le daba un ligero apretón en la mano a modo de saludo.
- Si lo sé, Jimena habla mucho de usted, dijo ella mientras yo le dí una mirada asesina. Perdón por interrumpir, voy hacia ese rincón, dijo mirándome.
- Tranquila, dice mi jefe. Mirando como ella se alejaba.
Noté que sus manos comenzaron a sudar, las limpio en su pantalón, lo miré a los ojos y pude notar que le costaba.
- Sí, dime, le digo.
- Tranquila ve con tu amiga en otra ocasión te diré.
Dice mientras se acerca a mi rostro para despedirse con un beso en la mejilla, le devolví el beso y sin darnos cuenta pasamos a un tierno abrazo, noté cómo apretó mi espalda, esto me caló hasta los huesos, le dije en el oído.
- Tranquilo no sufras por lo de anoche. Te perdono. Le dije al oído al ver su sufrimiento.
- Gracias, me dijo al oído, prometo explicar todo, solo necesito tiempo y me soltó para que fuera con Claudia.
Al soltarme y dejar de abrazarme me sentí igual de vacía que cuando me dejó desnuda en la cama, no se que tenía ese hombre pero con actos tan simples me hacía sentir lo que jamás creí. Que un simple abrazo me llenara el alma de una calidez infinita y luego al separar su cuerpo del mío sentí un cálido invierno apoderarse de mi alma era algo serio, debía ir con calma con él, ejercía mucho efecto en mi y podría salir muy lastimada.