Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 19. No pienso moverme.
Capítulo 19. No pienso moverme.
Isabell se sienta en el sofá individual que está cerca de la ventana, aún puede ver a Thomas de pie en el balcón, el parece saberlo, solo un par de minutos después de que ella entrara, él hace lo mismo. Isabell asienta la cabeza sobre el respaldo del sofá, se ríe de sí misma, hacía tiempo que se había convencido de no pensar en nadie más que ella misma, le costó tiempo y esfuerzo recuperarse, aliviar su corazón y aligerar la carga que le pesaba. No esperó que ese hombre despertara en ella nuevas ilusiones, se sentía emocionada y confusa a la vez. Pasó sus manos sobre su cabeza, se levantó con pereza del sofá y caminó hacia la cocina.
Abre la nevera mientras tiene en mente el platillo que debe preparar para el almuerzo, toma una charola de costillas de res y las agrega en la olla de presión con agua y algunas especias de su gusto. Programa el tiempo de cocimiento, luego saca unas verduras para complementar el platillo, las pela y reserva para más tarde.
Puede saborearse el platillo con los olores en su cocina, mientras la olla está en la estufa, va a su habitación para tomar una ducha. Asea su cuerpo sin mojar su cabello, quince minutos después sale del baño envuelta en un albornoz y camina directo hacia la cocina al escuchar la alarma en su celular. Le toma media hora más terminar la preparación, sirve un generoso plato de costillas acompañado con verduras, tallos de cebolla de verdeo, ajonjolí y arroz blanco, y acomoda todo en la mesa de centro de la sala.
Regresa a su habitación, se pone unos leggins en color negro, calcetines térmicos en el mismo color y un suéter de manga larga de cuello alto suelto en color rosa; está lista para sentarse frente al televisor y disfrutar de su comida cuando escucha el sonido del teléfono fijo del departamento.
- ¡Hola! – Responda ansiosa.
- Señora Janssen – escucha al guardia al otro lado de la línea – perdón\, hay una persona aquí en la recepción preguntando por usted.
- ¿Quién…? – Antes de poder terminar\, escucha al otro lado de la línea una voz conocida.
- ¡Hola! Soy… tú vecino del edificio de enfrente. – Responde Thomas casualmente mientras el vigilante lo observa intrigado.
- Isabell sonríe\, la piel de sus brazos ha reaccionado al sonido de su voz. - ¡Hola! – Responde sin saber qué más decir.
- ¿Podemos vernos? – Dice Thomas haciéndola volver en sí.
- Mmm…estaba por sentarme a comer. – Thomas permaneció en silencio\, solo entonces ella se atrevió a decir. – ¿Te gustaría comer conmigo?
- ¡Me encantaría! – Respondió Thomas con una amplia sonrisa en su rostro.
- Bien\, ahora bajo. – Isabell estaba a punto de bajar cuando Thomas la interrumpió de nuevo.
- No es necesario\, te veo en un momento. – Colgó sin darle oportunidad de responder.
Isabell caminó de prisa hacia su habitación, arregló su cabello y se dio un último vistazo antes de que Thomas llegara, a los pocos segundos escuchó el sonido del timbre, estaba nerviosa, respiró profundamente antes de abrir la puerta. Ahí, frente a ella, estaba ese guapo hombre que tan solo unas horas antes la había sorprendido con un hermoso arreglo floral que ahora adornaba la isla de su cocina.
- ¡Hola! – Saludó tímidamente\, Thomas se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla haciendo que se sonrojara. – Pasa por favor. – Dijo intentando sonreír para ocultar su nerviosismo.
- Tienes un departamento muy hermoso y acogedor. – Dijo casualmente Thomas mientras observaba por los alrededores. – Perdón\, no traje nada\, planeaba invitarte a comer.
- No te preocupes. – Respondió Isabell. – Déjame pasar todo al comedor.
- No es necesario\, esto está bien. – Señaló hacia la mesa de centro de la sala donde estaba todo servido.
- Isabell sonrió con los labios apretados. – Planeaba comer mientras veía alguna película\, es por eso que todo está aquí en la sala\, entonces\, si no te importa\, puedes tomar asiento\, iré a la cocina por un plato más. – Thomas asintió con la cabeza\, pero antes de poder sentarse\, ella lo detuvo. – El baño está a la izquierda\, puedes lavarte ahí las manos. – Asintió de nuevo y se dirigió hacia el baño en lo que ella iba a la cocina.
Cuando Thomas regresó a la sala, ella ya estaba sentada sirviendo un plato que puso frente a él. El platillo consistía en costillas de res bañadas en salsa de soya negra, con un toque agridulce y verduras picadas, acompañado de cebolletas y champiñones y arroz al vapor.
- Huele delicioso. – Dijo cortésmente Thomas.
- Gracias\, espero que te guste. – Thomas asintió con la cabeza.
Thomas estaba sorprendido por el exquisito sabor del platillo, disfrutó cada bocado mientras Isabell lo observaba con gracia.
- Eres una excelente cocinera. – Dijo después de limpiar la comisura de su boca.
- Bueno\, hago mi mejor esfuerzo. Que bien que te haya gustado. – Isabell sonrió con los labios apretados. – Déjame levantar las cosas\, ¿gustas un café?
- ¿Te parece si salimos a caminar? – Preguntó – Podemos tomar un café en el local de la avenida.
- Bien\, iré por mi gabardina.
En la recepción se encuentran con Lewis quien acababa de relevar al guardia anterior, él los observa al salir y saluda cordialmente a la pareja. Después de la puesta del sol, el cielo lentamente se iba tornando oscuro con algunos tonos naranja en las nubes y el frío comenzaba a aumentar, anunciando así la pronta llegada de la noche. Isabell ajusta la bufanda y guarda sus manos en los bolsillos de su gabardina. Es una locura caminar por las calles con tal clima, el pintoresco paisaje se disfrutaba mejor de día, Berna era como un cuento de hadas, sus calles con adoquines en color gris transportaban a la edad media, la ciudad conservaba el urbanismo de la época medieval, pasear por sus callejuelas con todo el escenario que proporcionaba la fría noche en la ciudad, le daba cierto romanticismo.
- ¿Qué te hizo venir a Berna? – De pronto preguntó Thomas.
- Su expresión desencajada le advirtió que no era un tema del cual estuviera dispuesta a hablar. – Solo necesitaba alejarme\, antes no me hubiera atrevido a viajar sola\, pero… ha sido una experiencia única\, Berna ha sido un buen lugar para vivir. – Isabell aclaró la garganta.
Thomas sonrió con los labios apretados, era consciente de que la hermosa mujer había esquivado a la perfección el tema, después de la primera noche que estuvieron juntos, la curiosidad lo orilló a buscar sobre ella, pero no contaba con que el señor Bruce se hubiera hecho cargo de los titulares que hablaron sobre su repentino divorcio. Ambos se detuvieron en medio del puente Untertorbrücke, un puente más bajo comparado al Nydeggbrücke del que disfrutaba Isabell desde la ventana trasera de su departamento.
Isabell observó brevemente hacia el río, sus labios temblaban a causa del frío, Thomas no había despegado su mirada de ella, no entendía por qué con ella se sentía vulnerable, si a su lado estuviera cualquier otra chica con las que ha estado, se hubiera acercado a ellas sin ningún problema y sin recato y vergüenza la hubiese rodeado entre sus brazos. Pero con Isabell se frenaba al no saber cómo podría reaccionar.
- ¡Estás temblando! – La hizo girar para que quedara frente a él y masajeó sus brazos para darle calor.
Sus mejillas se sonrojaron en un tono rojo carmesí, cualquiera podría decir que era a causa del frío, pero Thomas conocía esa inocente reacción de su parte y lo hacía sonreír encantado. Ella sonrió brevemente, sus labios temblaban sin parar y lo único que deseaba era parar esa tortura. Lo tomó por sorpresa, una fascinante sorpresa cuando ella se refugió entre sus brazos en busca de calor.
- ¿Te importa si nos quedamos un momento así? – Susurró cerca de su cuello haciéndolo cerrar los ojos inconscientemente a causa de su cálido aliento cerca de su piel.
- Thomas sonrió complacido y rodeó su espalda con los brazos\, sosteniéndola con delicadeza mientras impregnaba sus fosas nasales con el dulce aroma que emanaba de su cuerpo. – No pienso moverme. – Isabell sonrió mientras escondía su rostro entre su cuello.
Un par de minutos después Isabell se separó de él, rosando con su terso rostro su incipiente barba, quedando a escasos centímetros de su boca.
- Hace demasiado frío\, regresemos. – Thomas asintió sin dejar de observar sus labios.
Su mirada iba hacia sus hermosos ojos verdes y su boca, tomó un poco de valor y bajó lentamente en busca de sus labios, Isabell se dio cuenta de sus intenciones, pero no se alejó, lo dejó continuar y se permitió disfrutar una vez más de sus besos. Thomas sostuvo delicadamente su cabeza con una mano, mientras que la otra posaba en su cintura, sus labios se movían a un ritmo suave incrementando poco a poco la pasión y deseo en ellos. Isabell se detuvo y se alejó abruptamente, la expresión incrédula en su rostro lo tomó por sorpresa, no esperaba que ella reaccionara de esa forma.
- Isabell cubrió sus labios. – Se está haciendo tarde. – Dijo alejándose.
- Thomas asintió. – Volvamos entonces.
Caminaron de regreso en silencio, cada uno ensimismado en sus propios pensamientos, era ella quien lucía desencajada, lo que Thomas no sabía era que ese beso la había ayudado a recordar lo que había pasado entre ellos antes de que recobrara la conciencia la noche que durmieron juntos. Thomas no se había aprovechado de la situación, todo pintaba a que había sido ella quien en su estado de embriaguez se había vuelto más osada. Además, ella peleaba una batalla interna intentando controlar sus emociones, su cuerpo la estaba traicionando, ese beso había iniciado un fuego interno haciéndola sentir un fuerte calor en la parte baja de su vientre, la hizo recordar nuevamente esa mirada oscura con la que se encontró esa noche tan pronto abrió los ojos; Thomas, por su parte, pensaba en que pronto volvería a Londres y se le terminaban las oportunidades para volver a estar con ella. Se detuvieron frente al edificio de Isabell.
- Bien\, llegamos. – Dijo intentando mostrarse tranquilo. – Disfruté mucho de tu compañía. – Extendió su mano para que ella la tomara.
- También yo. – Apretó su mano y le regaló una hermosa sonrisa. – ¡Buenas noches\, Thomas!
Thomas la vio alejarse, pero no se apartó de su lugar, no tenía idea de lo que estaba pasando por la mente de Isabell mientras se esforzaba en coordinar sus pasos en dirección al edificio. De pronto la vio detenerse, duró unos segundos dándole la espalda, Isabell dejó escapar un fuerte suspiro, apretó los dedos de sus manos nerviosamente y se dio la vuelta para quedar de frente.
- ¿Quieres subir?
Thomas se sorprendió por lo que acababa de escuchar, no tenía idea del enorme esfuerzo que le tomó a Isabell formular esa pregunta. Sonrió con los labios apretados intentando ocultar cuán complacido estaba y caminó hasta acercarse a ella.
donde está su dignidad para tener las fuerzas y salir de todo eso?
creo que se enfoco y alargo mucho nuestra escritora en la recuperación de la protagonista y ya me esta molestando que sea o la haga tan debilucha!!!