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Heridas Que Reabren

Heridas Que Reabren

Status: En proceso
Genre:Casarse por embarazo / Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Padre soltero / Madre soltera
Popularitas:451
Nilai: 5
nombre de autor: Eduardo Barragán Ardissino

Esta historia nos narra la vida cotidiana de tres pequeñas familias que viven en el mismo complejo de torres, luego de la llegada de Carolina al lugar.
Tras ser abandonada por sus padres, y por sus tíos, la pequeña se ve obligada a mudarse con su abuela. Ahí conoce a sus dos nuevos amigos, y a sus respectivos padres.
Al igual que ella, todos cargan con un pasado que se hace presente todos los días, y que condiciona sus decisiones, su manera de vivir, y las relaciones entre ellos. Sin proponérselo, la niña nueva provoca encuentros y conexiones entre estas familias, para bien y para mal.
Estas personas, que podrían ser los vecinos de cualquiera, tienen orígenes similares, pero estilos de vidas diferentes. Muy pronto estas diferencias crean pequeños conflictos, en los que tanto adultos como niños se ven involucrados.
Con un estilo reposado, crudo y directo, esta historia nos enfrenta con realidades que a veces preferimos ignorar.

NovelToon tiene autorización de Eduardo Barragán Ardissino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 19: La cachetada

Ni él, ni su hijo, esperaban a alguien esa tarde, por eso le extrañó tanto oír golpes en la puerta. Dirigiéndose a esta, pensó que tal vez se trataba de Carolina. Ella y su abuela ya deberían haber terminado de almorzar para ese entonces, y la anciana se habría acostado a dormir la siesta como todos los días. Lo más lógico era pensar que la niña iría a buscar a su amigo para jugar un rato con él. Sin embargo, Fabián recordó fugazmente que la amiga de su hijo le platicó ese día sobre unas pesadillas que habían tenido lugar la noche pasada, las cuales no le permitieron dormir el tiempo necesario para su edad.

Él sintió pena por aquella menor, en especial al saber que esos malos sueños eran protagonizados por ella y sus padres. La niña relató que, en su mayor parte, fueron recuerdos alterados de sucesos reales.

Los vio pelear entre ellos, verbal y físicamente. Pero en su pesadilla le dieron mucho más miedo que en la realidad. Los gritos eran más fuertes, los golpes más violentos, y las apariencias de ambos le causaron terror. Casi parecían monstruos, con sus miradas cargadas de odio, unos enormes y casi filosos dientes (que se podían notar cada vez que proferían algún grito), la fuerza con la que tiraban y destrozaban todo lo que tenían a su alrededor, y su estatura que no dejaba de aumentar, haciéndola sentir cada vez más pequeña e indefensa. Carolina no les dio a Germán y a su papá cada uno de los detalles de sus pesadillas, únicamente les explicó lo asustada que estaba, viendo y escuchando a su papá y a su mamá gritarse entre sí, y gritarle a ella, y cómo despertó agitada en el momento en que se dio cuenta que habían desaparecido. Instantáneamente empezó a llamarlos llorando.

Aquel hombre sintió algo de alivio al enterarse que la abuela de la nena no demoró casi nada en consolarla, y que fuera de unas horas menos de sueño, Carolina ya se sentía bien; el mal momento había pasado. Yendo los tres al mercado, la niña dijo que, por primera vez después de mucho tiempo, dormiría una siesta corta, siguiendo un consejo de su querida abuela. Por ese motivo, a Fabián le extrañó tanto que alguien llamara a la puerta. Mientras iba a atender, imaginó algunas posibilidades: tal vez era esa otra niña, la cual también tendría la intención de invitar a jugar a su hijo, o tal vez Caro cambió sus planes y decidió salir a jugar como siempre, o quizás simplemente iba con alguna especie de mensaje de parte de Argelia.

—¡¿Quién es?! —exclamó.

No aguardó a oír la respuesta, seguro de que se trataba de alguna de las niñas.

Nunca esperó encontrarse con la persona que vio al abrir la puerta: Reyna.

Ella solo se mantuvo con los brazos cruzados, y con una expresión de impaciencia y fastidio en el rostro, por medio segundo, pero aquella pose quedó grabada en la mente de Fabián por los siguientes años, considerándola el verdadero inicio de todo.

Le extrañó verla usando una bata a esa hora, para ir a golpear la puerta de otro departamento, de otra torre, pero eso lo meditó horas después. En aquel momento no tendría la oportunidad de pensar en ese detalle, debido a que esa mujer no tardó en actuar.

Sin mediar palabra, abrió su puño izquierdo, dejando caer unos pocos billetes de este al piso. No tenía ningún plan definido respecto a qué haría al momento de tener a aquel hombre parado delante suyo. Haría lo que sintiera que debía hacer.

En el instante en que Fabián bajó la mirada para ver esos billetes llegar al piso, sintió una fuerte bofetada en su mejilla derecha, que lo confundió aún más.

—¡Mi hija no necesita nada de tu mierda! —le gritó, sin mostrar dolor alguno en su mano, preparada para continuar de ser necesario.

—¿Qué carajo te pasa? —fue todo lo que pudo exclamar el irritado hombre, a la vez que pretendía que aquel golpe no le había provocado ningún dolor.

—¡Vos sos lo que me pasa! ¡No sé quién mierda te pensás que sos para querer llenarle la cabeza a mi nena!

—¡Para un poco! ¡No entiendo qué te pasó, ni de qué estás hablando!

Esa cachetada lo había puesto tan confundido como furioso. La mujer que tenía parada delante suyo, incluso más enojada que él, le resultaba cada vez más extraña.

Ella, histérica, quería poner orden a sus ideas para poder gritarle en la cara a aquel sujeto lo que pensaba de él.

—¡Los tipos como vos nunca entienden nada! —contestó, cada vez más iracunda— ¡Ya supe lo que anduviste contándole hoy a mi hija sin mi permiso! ¡¿Quién te dio el derecho de ponerla en contra de los suyos?!

Fabián quería decir algo, pero no encontró las palabras, la situación lo tenía cada vez más desorientado ¿De qué estaba hablando la tal Reyna? ¿Qué fue lo que le dijo a Sofía que eso enfurecer tanto a su madre?

—¡Claro, una vez de la yuta...! —siguió la mujer, ignorando cualquier intento de ese hombre por pronunciar una sola palabra, y aumentando todo lo posible el tono de su voz para dejarle en claro que ella era la única con derecho a hablar ahí— ¡Sí, ya me contó todo lo que le dijiste! ¡Seguro que ni vos te crees las mentiras con las que trataste de lavarle el cerebro! ¡Un cheto como vos no sabe lo que es tener una vida difícil de verdad, y venís a llenarle la cabeza a Sofía para que piense que es mi culpa el no poder conseguir un trabajo!

—¡Escucha por un puto segundo! —consiguió exclamar él, en medio de todos aquellos gritos— ¡Yo a tu nena lo único que le conté fue cómo hice para conseguir la plata que tengo! Ella quería saber, y yo...

—¡Pero cállate bien la boca! —Se exasperó Reyna— ¡Ningún facho con plata como vos me va a venir a decir lo que mi hija quiere o necesita! ¡Yo sé eso porque soy la madre! ¡Y si vos le metes ideas raras en la cabeza, lo único que vas a provocar es que intente conseguir cosas que no va a poder porque no tiene la facilidades que sí tienen los de tu tipo, y que crea que ella es el problema! ¡Yo lo sabía! ¡Desde que te vi por primera vez, supe que no podías traer nada bueno! ¡Los fachos como vos me dan asco!

Harto de ese griterío en el que no se le permitía defenderse, Fabián cerró la puerta de su casa en la cara de esa escandalosa mujer. A pesar de que Reyna hizo el intento de impedir esto, usando una de sus manos, el hombre del departamento pudo aplicar más fuerza que ella, logrando su objetivo.

—¡Más te vale que sea la última vez! —gritó Reyna del otro lado mientras se retiraba del lugar— ¡No voy a permitir que un facho venga a hacerme quedar mal con mi hija! ¡O te entra eso en la cabeza, o te vas de acá!

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Kami
Me gustó la forma de narrar
Eduardo Barragán Ardissino: Muchas gracias♥️.
total 1 replies
Tae Kook
No puedo creer lo bien que escribes. ¡Me tienes enganchada! 🔥🤩
Eduardo Barragán Ardissino: Muchas gracias, me alegra saberlo💖.
total 1 replies
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