¿Podría un hombre marcado por la sangre cambiar al encontrarse con una mujer que veía la esperanza en todo?
¿O el pasado de ambos sería demasiado fuerte para escribir una nueva historia?
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Cap. 19
La noche que no debía suceder
—¿Quieres que denuncie a tu papá por fraude? —dijo Reno, con tono amenazante—. Puedo meterlo a la cárcel por haberme engañado.
Eva lo miró con incredulidad.
—Mi papá me dijo que lo reemplazara como mesera. Eso fue todo.
—Sí, eso dijo. Pero aquí todas las chicas usan este tipo de ropa —respondió Reno, señalando el vestido corto y escotado que sostenía.
—Yo no voy a usar eso —dijo Eva, firme.
—Entonces págame los cien mil pesos que ya le di a tu papá.
—¿Cien mil? ¿Estás loco? ¿Cómo voy a conseguir esa cantidad?
—Si no me crees, llámalo.
Eva sacó su celular y marcó.
—¿Bueno? —respondió Ferdi.
—Pa... ¿qué está pasando? Reno dice que tengo que usar ropa provocativa. ¿Por qué no me dijiste?
Ferdi guardó silencio unos segundos.
—Perdón, hija. Se me olvidó mencionarlo. Es parte del uniforme.
Eva se quedó helada.
—¿Reno te pagó cien mil pesos?
—Sí... ya lo usé para pagar la operación de tu mamá y la colegiatura de Aldo. Lo siento, hija. De verdad lo siento.
Eva colgó. Se quedó mirando el vestido en las manos de Reno.
—Si puedes devolver el dinero, te dejo ir. Pero si no... tienes que cumplir. Tu papá podría terminar en la cárcel por esto —dijo Reno, bajando la voz.
Eva tragó saliva. No quería que Ferdi fuera preso. Aunque la había traicionado, seguía siendo su familia.
—Está bien... lo haré —dijo, con voz quebrada.
—Perfecto. El baño está al fondo. Cámbiate y regresa. No se te ocurra arrepentirte.
Eva caminó lentamente hacia el baño. Mientras se cambiaba, murmuró:
—¿Cómo pudiste hacerme esto, papá?
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—¿Es nueva? —preguntó un mesero.
—Sí. Mira nada más —respondió Reno, con una sonrisa torcida.
—¿Para quién?
—Para el jefe Darmo.
—¿El de la mafia?
—Exacto.
Eva salió del baño con el vestido puesto. Intentaba cubrirse el escote con los brazos, bajaba el ruedo del vestido cada dos pasos. Se sentía expuesta, vulnerable.
—Mírala... qué belleza —dijo Reno.
—¿Y si me la quedo yo? —bromeó el mesero.
—No puedes. Es para Darmo. Pero si él se aburre, es mía.
Eva se limpió las lágrimas discretamente. No quería estar ahí, pero tampoco quería que Ferdi enfrentara consecuencias legales.
—Estoy lista —dijo, sin mirar a Reno.
—Sígueme.
Caminaron por el pasillo del club. Algunos clientes silbaron, otros lanzaron comentarios obscenos. Eva apretó los puños.
Subieron al área VVIP. Una sala privada con sillones de piel, luces tenues y música suave. Ahí estaban los líderes de los grupos criminales más poderosos del país: Baron, James, Narendra, Andreas, Miranda... y Lucifer.
Reno abrió la puerta. Eva entró detrás de él.
Todos los presentes se giraron. La belleza de Eva captó la atención de todos. Ella bajó la mirada, mordió su labio inferior para contener el llanto.
Aris y Hendra se quedaron paralizados. Reconocieron a Eva de inmediato.
Lucifer la miró, pero no dijo nada. Su mirada no era lasciva. Era profunda. Observaba su rostro, no su cuerpo.
—Jefe Darmo, esta chica lo acompañará esta noche —dijo Reno.
—¡Qué hermosura! Ven, siéntate aquí conmigo —dijo Darmo, palmeando el sillón a su lado.
Eva negó con la cabeza, apenas perceptible.
—¿Qué esperas? Haz lo que te dije —susurró Reno.
Eva caminó lentamente hacia Darmo. El hombre tenía la cabeza calva, el cuerpo pesado y una sonrisa desagradable.
Lucifer seguía observando. No decía nada, pero su mirada no se apartaba de Eva.
—¿Cómo te llamas, preciosa? —preguntó Darmo.
Eva no respondió. Solo se escuchaba su respiración entrecortada.
—Vamos, contéstame. Te voy a tratar bien —susurró Darmo, acercándose demasiado.
En ese momento, otras chicas entraron. Mujeres acostumbradas a ese ambiente, que se sentaron junto a los demás jefes.
Una de ellas se acercó a Lucifer.
—Hola, guapo. Soy Cindy. ¿Te sirvo algo?
Lucifer la miró sin cambiar de expresión.
—Lárgate —dijo, seco.
Eva levantó la cabeza. Reconoció la voz. Era él.
—Señor... ayúdeme —murmuró, con los ojos llenos de esperanza.
Lucifer no apartó la mirada.
—¿No escuchaste lo que dije? —repitió, sin dejar de mirar a Eva.
Aris se acercó a Cindy y la retiró con firmeza.
Te felicito
espero que ese tipo le diga a Eva que su padre la vendió a el para pagar la deuda que tenia con el aver si con eso ya habré los ojos y se da cuenta que ellos no la quieren y solo la ven como un objeto que pueden usar del cual desacerse
y así ella se aleje y corta lazos con esa gente que si la buscan con escusas barata no los escuche ni les de dinero que solo se preocupe por ella y su hermano que se ve que la quiere y se preocupa por ella