A los dieciséis años, fui obligada a casarme con Dante Moretti, un hombre catorce años mayor, poderoso y distante.
En sus ojos, nuestro matrimonio era solo un contrato; en los míos, era amor.
Fui enviada al extranjero para estudiar y, durante cinco años, viví con la esperanza de que algún día él realmente me viera.
Ahora, graduada y decidida, he vuelto a Florencia.
Pero lo que encuentro me destruye: mi esposo tiene a otra mujer y planea casarse de nuevo.
Solo que esta vez no será a su manera. Ya no soy la chica ingenua que dejó partir.
He vuelto para reclamar lo que es mío: el nombre, la fortuna, el respeto… y quizá, mi lugar en su cama y en su corazón.
NovelToon tiene autorización de Dana Cardoso para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 22
(POV: Bianca)
No sé por qué entré en esa habitación.
La casa de Doña Helena siempre me causó una sensación extraña — no exactamente desconforto, pero como si las paredes guardaran conversaciones que nadie más se acuerda de haber tenido.
Era antigua, silenciosa demás. Hasta el aire parecía denso, pesado de recuerdos.
Yo caminaba por los pasillos sin un destino cierto, intentando distraer la mente. Desde que las cosas en la empresa comenzaron a cambiar, mi cabeza no paraba. Las sospechas de Dante, los movimientos extraños dentro de la Moretti Corp., el clima tenso que yo fingía no percibir… todo eso me presionaba por dentro.
Cuando abrí la puerta de la habitación de Doña Helena, sentí un escalofrío.
El olor a lavanda antigua y madera encerada me envolvió inmediatamente.
Era el tipo de ambiente que no pertenecía al presente — y tal vez fuera por eso que me atraía tanto.
Pasé los dedos sobre una cómoda antigua, llena de pequeños cajones.
Por impulso, saqué uno de ellos.
Allí dentro, entre pañuelos y retratos amarillentos, había una carta doblada, con el papel gastado por el tiempo.
La caligrafía era delicada, elegante… pero no familiar.
Yo nunca supe cómo era la letra de mi madre — ella murió cuando yo aún era un bebé. Aun así, algo en esa escritura me causó un desconforto extraño, como si una parte de mí reconociera algo que nunca vio.
Me senté en el sillón al lado de la ventana y abrí la carta con cuidado.
La primera frase me hizo contener la respiración.
"Si algo me sucede, quiero que la verdad no muera conmigo."
Las líneas siguientes hablaban de contratos, de acuerdos silenciosos dentro de la Moretti Corp., de decisiones tomadas a las prisas para encubrir errores graves.
Mencionaba promesas rotas, nombres que yo ya había oído en reuniones y documentos antiguos — y lo peor: había referencia directa a alguien de la familia Moretti.
A cada frase, la sensación de algo sombrío se afirmaba en mí.
Las palabras parecían palpitar en el papel, y yo me preguntaba quién habría escrito aquello.
¿Sería una ex socia? ¿Una mujer involucrada con el pasado de la empresa? ¿O… mi madre?
El corazón se disparó solo de pensar en eso.
La letra, la elección de las palabras, la forma como el texto terminaba — había emoción allí.
Dolor. Culpa. Y un tipo de amor que parecía hablar conmigo, aun sin nombre.
Respiré hondo, intentando organizar el torbellino dentro de la cabeza.
Si aquella carta era lo que parecía ser, significaba que parte de la historia de la Moretti Corp. estaba basada en algo sucio. Algo que Dante tal vez ni supiera. O… tal vez supiera muy bien.
Cerré la carta con cuidado, guardándola dentro del bolsillo interno del abrigo.
Yo necesitaba pensar. Necesitaba descubrir quién la escribió, y por qué estaba guardada justamente allí, en la habitación de la madre de él.
Tal vez fuera coincidencia.
O tal vez no.
Mientras bajaba las escaleras, sentí un frío extraño en la espina dorsal.
La casa parecía más silenciosa que antes, como si hubiera oído lo que yo acababa de leer.
Sujeté firme el papel en el bolsillo y susurré para mí misma:
— Si existe una verdad escondida… yo voy a encontrarla.
En aquel momento, percibí que nada de lo que yo vivía — el matrimonio, la empresa, el poder — sería lo mismo después de aquello.
La carta podía haber dormido olvidada por años, pero ahora que estaba en mis manos, el pasado finalmente despertaba.
Y, de alguna forma, yo sabía que él venía a cobrar respuestas.