Introducción
En las paradisíacas playas de Bali, nace la aventura y el romance entre dos jóvenes que tienen el mundo a sus pies, donde la pasión y el deseo consumió a Argelia Soria y a Paolo Gabellotti, es así como da inicio su trágico romance. Que como siempre su único final feliz será el fruto de ese amor.
Paolo el jefe de la mafia siciliana descubre años después, que su amor por Argelia había trascendido a la vida eterna, pero a su vida llega una dulce personita a poner su mundo de cabeza.
“No puedo creerlo, Mi papá es, El Jefe de la mafia”. Paola Soria.
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La Heredera
Capítulo 19
Tayde estaba jugando con su hijo Darío que estaba por cumplir tres años, le avisaba su ama de llaves que su esposo había vuelto y que se había encerrado en su despacho. Tayde le encargó a su pequeño hijo y fue a saludarlo, antes de llegar al despacho pudo observar que la puerta no estaba cerrada y que hablaba con alguien. Al acercarse más pudo darse cuenta que estaba conversando con su padre, Aníbal.
—Cuando acepté casarme con su hija, me prometió que yo manejaría la constructora Soria y que se fusionaría con mi empresa, tengo cinco años en este absurdo matrimonio y nada ha pasado.—decía Eduardo el esposo de Tayde.
—A mi no me hables así, por si ya se te olvidó la heredera de la constructora murió hace dos años, y la sucesora en cuestión está bajo la custodia de su padre biológico. Desgraciadamente mi suegro si supo cómo blindar el activo más fuerte de grupo Soria, las demás empresas son mías elige la que gustes. Además nunca te hablé de fusionarlas, porque simplemente no se puede. Mientras no recupere a mi nieta, ni si quiera Leonora tiene el poder.—
—La idea original era casarme con Argelia, y usted habló de fusionar mis empresas con grupo Soria. No lo olvido.—
—Las palabras se las lleva el viento, mientras no tenga la custodia de mi nieta no puedo decidir sobre la constructora. Tengo el cuarenta por ciento de las acciones, el tres por ciento es de Tayde y el cuatro por ciento de Leonora, el cincuenta y tres por ciento es de Paola. Prácticamente su albacea y apoderado legal sería el delincuente ese.—
—Supongo que no lo sabe.—
—Ni lo sabrá, ni siquiera Leonora o Tayde saben. Es por eso que nunca permití que Argelia se alejara de mí, tal vez suene egoísta pero ha sido un negocio que siempre a pertenecido a los Insunza. Mi herencia era grande pero no como la constructora, cuando la madre de mis hijas estaba muy enferma logré que grupo Soria absorbiera la constructora, así me apoderé del cuarenta por ciento. Pero el primogénito se queda con más del cincuenta por ciento, Argelia y Paola son las primogénitas.—
—No entiendo por qué no ha enviado asesinar a Paolo Gabellotti.—
—Porque hay riesgos que no son necesarios, le quitaré a mi nieta. Haré que ella lo aborrezca, tengo un plan que no va a fallar. Hay una prostituta que le anda rondando a ese delincuente, mi nieta no le agrada, ella me va a ayudar. Le estorba mi nieta y a mí me estorba el criminal ese.—en ese momento Tayde los confrontó.
—Como se atreven a usar a una niña, para seguir siendo poderosos, acaso papá no te basta toda la fortuna que tienes. Vas a morirte y el dinero se quedará aquí.—Aníbal se acercó para abofetearla.
—Nunca me vuelvas a hablar de esa manera, ¿Quién te crees que eres?—
—Tu destruiste la vida de mi hermana por tu sucia ambición, pero a Paola no le vas hacer lo mismo. Los dos me dan asco.—expresó Tayde y escupió el piso.
—En cambio tú eres una vergüenza, eres débil, idiota, ademas fuiste una hija no deseada, o por lo menos no por mi. Más te hubiera valido no nacer.—
—No sabes cuánto te odio, pero Paolo se va a enterar de todos tus planes. El va acabar contigo.—
—Si me asesina el, Paola lo va a odiar. Si lo asesino yo, Paola me va a odiar. La diferencia entre ese infeliz y yo, es que puedo obligar a Paola a quedarse a mi lado. Así como lo hice con Argelia, recuerdas que Argelia era igual de fuerte que Paola cuando era niña, inteligente, pero al final cedió a todo lo que yo ordenara. Y tu hija tendrás que guardar silencio.—
—No puedes obligarme.—
—Por supuesto que sí puedo, es hora de que me conozcas realmente.—Aníbal la llevó arrastrando hasta una habitación, la encerró bajo llave.
—¿Que va hacer?—preguntó Eduardo
—Librarte de tu esposa.—
—Es su hija, ¿la va a asesinar?—
—Que poca imaginación tienes, solo la silenciaré. Serás libre para que sigas enredándote con tu asistente, ni hagas esa cara de sorprendido. De todo me entero, no lo olvides.—
Aníbal le llamó a su médico de confianza, le consiguió un psiquiatra. Así podría hacer pasar por loca a Tayde, nadie hace caso de las locuras de una persona. Así su secreto estaría totalmente seguro, Eduardo estuvo de acuerdo, un psiquiatra sin ética y su abogado Rubén Miranda estaban ahí para llevar a cabo el plan. Tayde se asustó al ver al psiquiatra y dos enfermeros entrar.
—¿Qué hacen ustedes aquí?—
—Tranquila, no le haremos daño. Venimos a ayudarla.—dijo el doctor Zuno
—¿Papá qué significa esto?—Tayde estaba aterrada.
—Mi pequeña hija, jamás volverás a lastimarte y tampoco lastimarás a nadie, ellos te ayudarán a recibir el tratamiento adecuado para tu locura. Adelante llévensela.—respondió Aníbal.
Los gritos de Tayde pidiendo auxilio se escuchaban en cada rincón de la casa, Aníbal se veía como un padre preocupado por la salud mental de su hija. El psiquiatra decidió sedarla para evitar que llamara la atención, Aníbal era un desalmado, no le importaba nadie más que él.
Más tarde Leonora buscó a su hermano para pedirle una explicación, la ama de llaves le había avisado lo que había sucedido en casa de Tayde.
—Ahí estás desgraciado, ahorita mismo me vas a explicar ¿que le hiciste a Tayde?—
—Perdió la razón, lo único que estoy haciendo es que reciba ayuda. Recuerda que nuestra madre murió en un psiquiátrico, mis hijas han heredado las enfermedades de sus antecesores. Tayde heredó la locura de su abuela, así que no intervengas Leonora porque no podrás verla por el momento.—
—Esto no me huele bien, si está es otra de tus tretas te vas arrepentir.—
Aníbal estaba lleno de secretos, ahora mantener a su hija Tayde aislada del mundo era uno completamente nuevo. Él no dejaba cabos sueltos que lo arruinaran todo.