PRIMERA PARTE DEL LIBRO TERMINADA. NO ESPEREN UNA NOVELA TIPICA, LAS MIAS DAN DOLORES DE CABEZA Y LOS HACE PENSAR MAS DE LO QUE DEBERIA!!!
ESCRIBO CON AMOR Y ESPERO RECIBIR LO MIMO DE USTEDES, SI SIENTEN QUE LA NOVELA ES LARGA Y TEDIOSA, LOS INVITO A ABANDONARLA. PERO, NO TOLERO INSULTOS NI FALTAS DE RESPETO...
LAS QUIERE...
JESS QUEEN
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Cap 19
Karin
Mis palabras quedaron flotando en el aire, como una advertencia que no necesitaba repetirse. Todos me miraban con rostros sombríos, como si el peso de mi historia se hubiera trasladado a ellos también. Nadie dijo nada, pero en sus ojos pude leer la promesa implícita de que no me dejarían sola en lo que estaba por venir.
Amber y los demás solo asintieron, respetando el peso de mis palabras. Mi mejor amiga se movió con la gracia que siempre la caracterizaba, cargando a su bebé mientras se reunía con su pareja, dejando espacio para que Preston volviera a abrazarme. Su gesto fue cálido, sincero, exactamente lo que necesitaba en ese momento. Sin embargo, un gruñido bajo rompió el silencio, resonando lo suficiente para que todos lo escucháramos.
Giré la cabeza y vi a Logan, su mandíbula apretada y su mirada fija en el abrazo. Su lobo estaba dejando claro que no le agradaba el contacto físico entre otro macho y yo, pero eso no me importaba en absoluto. Preston era como un hermano para mí, un vínculo que Logan no tenía derecho a cuestionar.
Rodé los ojos, sintiendo una mezcla de molestia y diversión por sus estúpidos celos posesivos. Si su lobo no podía manejar algo tan simple como un abrazo fraternal, bien podía morderse la cola, porque no iba a cambiar mis hábitos ni mis sentimientos por sus inseguridades.
—Déjennos solos. —La autoridad en su voz fue innegable, y todos asintieron sin cuestionar. Habrá tiempo después para hablar con Preston y conocer formalmente a la pareja de Amber. Sin objeciones, se marcharon, dejándonos a solas.
Logan tomó mi mano con una confianza que desarmaba cualquier barrera que hubiera intentado construir, y me llevó de nuevo a la banca, esta vez sentándose a mi lado.
— ¿Quieres hablar de algo? Porque, tengo que buscar a Vladimir, averiguar por qué nuestro vínculo no se ha roto. Además, quiero descansar unas horas antes de dejar salir a Shayde esta noche. Se lo prometí.
—Planeas rechazarme cuando descubras cómo hacerlo? —La pregunta no tenía malicia. Su tono era suave, tranquilo, pero impregnado de una tristeza que calaba profundamente.
—No. No quiero rechazarte, Logan, solo quiero entenderlo. —No mentía, pero tampoco estaba lista para confesar que, en el fondo, deseaba darle una oportunidad. Lo queria.
El vínculo entre nosotros era tan fuerte que dolía. Necesitaba estar cerca de él, quería empezar de cero, pero aún no podía admitirlo, no todavía. Logan tomó una respiración profunda y habló con una determinación que me dejó sin aliento:
—Quiero anunciarle a la manada que su Luna ha regresado... si me aceptas como tu pareja y permites que te reclame. Karin, no sabes cuánto te quiero aqui, conmigo.
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Lo miré directamente a los ojos, reuniendo todo mi valor, sintiendo el peso de las palabras que estaba a punto de pronunciar.Mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho. Finalmente, tomé aire y dije:
—No estoy lista para eso aún, Logan. Tenemos demasiadas cosas que resolver juntos. Todavía tenemos muchas conversaciones pendientes.
Lo vi decaer, sus hombros cayendo ligeramente mientras bajaba la mirada. Mi corazón se encogió, pero no podía retroceder ahora.
—No me quieres.
—Su voz salió más rota de lo que esperaba, y el paso que dio hacia atrás reflejó una retirada emocional.
—Yo no dije que iba a rechazarte, ni tampoco dije que quiero irme de aquí. Lo que quiero en este momento, son respuestas, y como te dije antes, ver si lo nuestro tiene futuro. No puedes decirle a la mandada que su Luna está de regreso cuando yo misma no estoy lista para asumir una responsabilidad de ese tamaño. ¿Lo entiendes?
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Logan PDV
Asentí lentamente. No había nada más que pudiera decirle. Sus palabras fueron como un golpe directo al pecho, pero sabía que tenía razón. No estaba lista. Yo había esperado este momento durante años, pero no podía ignorar el hecho de que mi impulso, mi deseo de apresurarla, solo estaba ahogándola. “Dale su tiempo”. Esa frase resonaba en mi cabeza como un mantra, pero no era Silas quien la repetía; él estaba inquieto, gruñendo en mi mente, exigiéndome que hiciera algo, que no la dejara ir.
No le respondí. No podía. Porque incluso yo sabía que, si la presionaba más, ella se iría, y esta vez sería para siempre. Me giré, dejándola allí, con su postura firme y sus ojos que me miraban con algo más que confusión: había dolor en ellos. Yo lo puse ahí. Era mi culpa, y no podía quitarlo, no tan fácilmente. ESTABA EN TODO SU DERECHO, ME ESTABA HACIENDO PAGAR LO QUE LE HICE Y LO ACEPTABA, PERO DOLIA COMO LA MIERDA.
No dije una palabra más. Caminé hacia mi oficina, cerré la puerta detrás de mí, y dejé escapar un largo suspiro mientras me apoyaba contra la madera. ¿Cómo había llegado a esto? Todo lo que quería era protegerla, demostrarle que podía confiar en mí, pero lo único que hacía era empujarla más lejos.
El silencio en la oficina era ensordecedor. Solo se oía el crujido del fuego en la chimenea, pero incluso eso me molestaba. Crucé la habitación y me deje caer en el sillón detrás de mi escritorio, mirando los papeles que había acumulado durante los últimos días. Ninguno de ellos importaba. La manada, las alianzas, los conflictos territoriales... todo eso palidecía frente a lo único que realmente quería en este momento: a ella.
Apoyé la frente en mis manos, cerrando los ojos, y los recuerdos comenzaron a golpearme sin piedad.
La primera vez que la sentí, no supe lo que era. El aroma de Karin me llego como un rayo, un embriagante perfume de miel y fuego que me hizo detenerme en seco. Silas rugió tan fuerte que pensé que iba a romperse en mi interior. Su emoción era palpable, como si estuviera viendo la respuesta a todas nuestras preguntas.
Nuestra compañera destinada.
Pero cuando la vi, todo cambió.Ella era Humana, bueno a eso olía en ese momento. Sentí como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. No podía ser ella. No podía ser mi compañera destinada.Los humanos eran débiles, traicioneros, y yo los odiaba más de lo que podía expresar. Lo que ellos me hicieron... lo que le hicieron a mi familia... No podía permitirme olvidar.
El odio hacia ellos ardía dentro de mí como un veneno. Intenté negarlo, intenté convencerme de que el destino se había equivocado, pero Silas no me dejó. Él sabía la verdad. Ella era nuestra. Y en lugar de aceptarla, la rechacé.
Recuerdo su rostro cuando lo hice. La confusión, el dolor. Era como si la hubiera destruido con una sola palabra, pero en ese momento pensé que estaba haciendo lo correcto. Estaba protegiéndola de un mundo que no era para ella, y yo estaba protegiendo a mí mismo de lo que creía que era una debilidad. No podía haber estado más equivocado.
Abrí los ojos, sintiendo cómo la culpa se enroscaba en mi pecho como una serpiente. Hace un momento, mientras escuchaba a Karin hablar con Amber, vi el peso que ella llevaba, las cicatrices que no podía ocultar. Ella era más fuerte de lo que nunca imaginé, más fuerte de lo que yo mismo era. Y aun así, no estaba lista.
Me levanté del sillón y caminé hacia la ventana, mirando el bosque que rodeaba la casa principal. El viento soplaba con fuerza, haciendo que las ramas se agitaran como si estuvieran tratando de decirme algo.
“Dale su tiempo”.
—No quiero perderla, Silas. —Mi voz apenas era un susurro, pero mi lobo lo escuchó.
“Entonces hazlo bien esta vez”. Silas tenía razón, aunque odiara admitirlo. No podía ganar su amor con fuerza, no podía reclamarla y esperar que eso arreglara todo.
Karin merecía más que eso. Merecía algo real, algo que le diera razones para quedarse. Y yo iba a dárselo, aunque me costara cada pedazo de alma que me quedaba.
Eran demasiadas cosas. Cada vez que intentaba ordenar mis pensamientos, se apilaban uno encima del otro, asfixiándome con posibilidades y miedos que no podía controlar. Karin no era solo mi Luna; ella era mucho más. Era una híbrida. ¿Qué pasaría si la manada no aceptaba su condición? ¿Qué haría si alguien cuestionara su lugar aquí? Hasta ahora, todos sus amigos habían mostrado respeto por su regreso, pero sabía que no todos los miembros la verían con los mismos ojos. ¿La aceptarían o abandonarían la manada?
Esa incertidumbre era como una espina en mi costado, algo que no podía ignorar. Y luego estaba su sangre. Su linaje. Ella era una princesa, nada menos que la sobrina del rey de los vampiros, uno de los seres más temidos por nuestra especie. Su reino no estaba lejos, apenas a unos kilómetros de aquí. Aunque nunca lo había dicho directamente, podía sentirlo en cada palabra que mencionaba sobre su familia: Karin estaba dividida.
Siempre lo estaría. ¿Por qué la Diosa me había destinado a alguien que nunca podría ser completamente mía? Esa pregunta me atormentaba más de lo que quería admitir. No era que dudara de ella, de sus intenciones o de su amor.
Era su mundo.Su vida estaba enredada en algo mucho más grande que nuestra manada, que nuestra conexión. Y si bien quería ser su refugio, su roca, no podía evitar sentirme insuficiente. Ella tenía un pie aquí, conmigo, pero el otro estaba allá, en ese castillo, con ellos. Un gruñido bajo se escapó de mi pecho, y sintió un empujón de Silas para calmarme. Su presencia era un recordatorio constante de que no estaba solo en esto, pero incluso él tenía sus límites.
“Es nuestra. La Luna nos la ha destinado por una razón”.
—No dudo de ella. —respondí, aunque la duda se enroscaba en mi interior como una serpiente.
Lo que realmente me preocupaba era el resto. Los vampiros que la habían atacado hace años, el peligro constante que corría por lo que era. Y luego estaba lo más difícil de aceptar: su otra pareja destinada. Mi mandíbula se tensó solo de pensarlo. Sabía lo que significaba ese vínculo, pero eso no lo hacía más fácil de aceptar.
¿Qué pasaría cuando él llegara? ¿Cuándo se presentará en su vida y ella sintiera lo mismo por él, que por mí? ¿Podrías compartir con Karin?
Silas gruñó con furia dentro de mí, dejándome claro que él no podía. Pero yo... No quería ni pensarlo. Respire profundamente, intentando calmar el caos en mi mente. Lo único que estaba claro era esto: estaba listo para enfrentar lo que fuera necesario, a cualquiera que se interpusiera entre nosotros. Si tenía que luchar contra los vampiros que la habían lastimado, lo haría. Si tenía que enfrentarme a su otra pareja destinada, lo haría también.
No había nada que pudiera apartarme de ella. Porque Karin lo valía. La amaba como nunca había amado a nadie en toda mi vida. Me apoyé en el marco de la ventana, observando el bosque más allá del territorio de la manada. Allí afuera estaba el mundo que quería proteger para ella, para nosotros.
Las sombras entre los árboles parecían más amenazantes que nunca, pero no me importaba. La decisión ya estaba tomada. Ella podía no estar lista, pero yo lo estaba.
Tres golpes firmes en la puerta me sacaron de mis pensamientos. Cuando autoricé la entrada, mi beta, Luck, cruzó el umbral con el pequeño Alec en sus brazos. Su presencia llenaba el ambiente con una calma que no sabía que necesitaba hasta ese momento. Sonreí al ver al niño, el único que había logrado arrancarme algo de alegría desde el día en que nació. Su risa suave y sus ojos brillantes eran como un rayo de luz en medio de la tormenta constante que parecía consumir mi mente.
— ¿Cómo estás? —preguntó Luck con cautela, sus ojos analizando cada detalle de mi rostro como si buscara señales de que no estaba completamente perdido. El pequeño Alec estiró sus bracitos hacia mí con esa confianza infantil que desarma a cualquiera. Me levanté de mi silla sin pensarlo y lo tomé en mis brazos. Su calor era reconfortante, una conexión pura e inquebrantable que me recordó que todavía había cosas buenas en mi vida, aunque eran pocas.
—Estoy como puedo, Luck —admití con un suspiro mientras me balanceaba ligeramente con Alec en brazos. Sus pequeñas manos intentaron alcanzar mi rostro, y el gesto me arrancó una sonrisa melancólica. Luck no dijo nada de inmediato, pero su expresión mostró comprensión. Sabía que no era fácil para mí abrirme, ni siquiera con él, mi beta, mi amigo más cercano. —Me siento fatal. Todo es difícil —continué, mi voz más baja, cargada de frustración y agotamiento—. Ella, por momentos, me demuestra que quiere quedarse, que quiere intentarlo. Pero luego… dice otras cosas. Cosas que me golpean con la fuerza de un puñetazo. Es como si cada paso que doy hacia ella me hiciera retroceder el doble. No sé qué hacer, Luck. Creo que voy a volverme loco.
Luck frunció el ceño ligeramente, pero no por enojo, sino por la preocupación que siempre llevaba consigo cuando se trataba de mí.
—Es complicado, lo sé. Pero, Logan, ella tiene heridas que no van a sanar de un día para otro. Necesitas tiempo, y tú también. Esto no es algo que puedas arreglar a la fuerza.
Alec se movió en mis brazos, señalando algo sobre mi escritorio con un balbuceo ininteligible. Lo observé por un momento, sus pequeños ojos brillaban de curiosidad, y no pude evitar pensar en cómo algo tan pequeño podía traer tanta paz.
—Sé que tienes razón, pero es difícil, hermano. Más de lo que imaginaba. Cada vez que siento que estoy avanzando, ella me recuerda que aún no está lista. Y no es la culpable, claramente. La culpa es mía. Todo esto es mi culpa.
Luck negó con la cabeza, cruzando los brazos sobre su pecho.
—No puedes cargar todo tú solo, Logan. No es justo para ninguno de los dos. Lo único que puedes hacer ahora es demostrarle que estarás aquí, pase lo que pase. Sin presionarla, sin intentar controlarlo todo. Y eso incluye darte permiso a ti mismo para sentirte así, para equivocarte. Alec empezó a jugar con el cuello de mi camisa, riéndose suavemente, y su inocencia me hizo sentir un peso menos en el pecho, aunque solo fuera por un segundo.
—Gracias, Luck. No sé qué haría sin ti. —Siempre estoy aquí, lo sabes. —Su tono era firme, pero cálido. Alec soltó una carcajada que llenó la habitación, y por un instante, el caos en mi mente quedó en un segundo plano. No sabía qué haría a continuación ni cómo arreglar las cosas con Karin, pero en ese momento, con mi beta a mi lado y Alec en mis brazos, encontré un atisbo de esperanza.
Notita:
Lo se, los capítulos son un poquito largos, pero así están escritos. Puede que haya errores, si me los marcan, los corregiré.
¿Les esta gustando? déjenmelo saber en los comentarios.
Besos... Jess Q