¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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Zicatela
La Playa Zicatela está ubicada en la localidad de Brisas de Zicatela, al oriente de Puerto Escondido, en el estado mexicano de Oaxaca. Su fama se debe a la práctica del surfing pues todos los años se realizan torneos amistosos, nacionales e internacionales de surfing y hacia ese destino caminaban dos figuras. Dalia quería matar a Arletis, el bolso le pesaba como si tuviera hierro adentro. ¿Pero qué rayos traía eso? Llevaba como veinte minutos caminando para llegar a la playa. Habían estacionado en el centro de la ciudad de Puerto Escondido. Sergio no podía ayudarla con su bolso, porque llevaba la mochila a la espalda y bajo el brazo derecho sostenía las cosas raras esas (tabla de surf y sombrilla 🏖️ de playa) y el izquierdo sostenía por el asa la nevera. Todo se veía pesado e incómodo de llevar. Ella se estaba dando un festín con la vista. Caminaba detrás del joven. Este iba vestido con un short bastante largo sin llegar a ser un pantalón y para arriba usaba un pulóver bastante ajustado que le marcaba todo. Ella admiraba su fuerza y como se le tensaban los músculos por el esfuerzo. Aquello sí que era una vista hermosa.
Poco a poco sus sentidos iban percibiendo que el olor del aire era diferente y la brisa era más fresca. Lo oyó antes de verlo. Olas rompiendo en la distancia, retumbando y susurrando contra las rocas y la arena, ráfagas de viento, gaviotas como llorando y aleteando, niños chillando, gente hablando y riendo, fragmentos de conversaciones llevadas por el viento, perros ladrando, música extraña pero reconfortante. Luego ahí estaba ante sus ojos, paraguas ondeando y el mar. Nunca lo había visto ni en esta ni en su otra vida. El impacto visual la dejó sin aliento. El chapoteo de las olas la cautivaba y el murmullo era hipnótico. Las olas se colaban en la playa. El pulso palpitante del mar era constante y apacible. Recordó que había buscado en chatGPT ¿Cómo se le decía al sonido del mar? Y la respuesta fue ondisonante. Ahora lo entendía, pero creía que esa palabra describía a las olas, no a la marea. Los adjetivos que le venían a la mente para describirlas eran suaves, lisas, ondulantes, agitadas, espumosas, rompientes, rugientes, porque el mar rugía ante sus pies.
Aspiró la brisa marina. Era deliciosa, limpia. Olía a sol a vida y alegría. Agradeció a Dios por esta segunda oportunidad, por estar aquí, estar viva y contemplar esta maravilla infinita y misteriosa. Nada de lo que leyó le acercó a la realidad. La cuidad le encantaba, pero el mar la fascinaba.
- Gracias Sergio. Ya me alegro de haber venido.- y era la pura verdad.
- Y todavía no has visto nada. Ven vamos con mi gente. Hoy voy a darte el día más emocionante de toda la semana. Los chicos y yo competimos contra el equipo local. No es la gran cosa, pero es divertido, ya verás.
Se abrieron paso entre algunas personas hasta llegar a un grupo de sombrillas, con toallas y alguna que otra tumbona. Y aquellas cosas raras clavadas en la arena como algún tipo de decoración extraña. Sergio saludó a varias personas y la presentó como una amiga. Algunos la reconocieron como la chica que había sido rescatada y otros del cuartel el día que ella fue a darle el regalo de agradecimiento. Había varias chicas, como de su edad, que enseguida la incluyeron en la conversación. Para ese entonces Sergio y varios de los muchachos, incluso algunas de las chicas fueron a alguna parte. Una muchacha en específico se le acercó y se quedó junto a ella. Era prima de Sergio según le dijo. Le había preguntado si ellos estaban saliendo y Dalia le dijo que no. La otra no insistió.
- ¿A dónde han ido?- preguntó Dalia curiosa.
- A cambiarse.
- ¿Por qué?
- Nunca has venido a esto antes.
- No. Nunca en mi vida.
- Pues te va a encantar. Ven, suelta ese bolso. Y vamos a cambiarnos nosotras también. Ella pensaba que su bikini era descarado, pero el de Ana era contenido candente. No había otra forma de describir aquello. Dalia se sonrojó, pero no tuvo ocasión de procesar nada porque en eso viraron Sergio y los otros con unos extraños trajes que cubrían todo el cuerpo, incluyendo las extremidades. Se sintió desnuda ante la comparación. ¿Cómo es que confió en Arletis con esto de la ropa de playa? Miró avergonzada a todas partes y por suerte vio que casi todo el mundo andaba como ella o como Ana. Suspiró aliviada.
- Te queda bien ese bañador. - dijo Sergio acercándose. - Ya tengo que irme, espero que me animes. Cualquier cosa que necesites pídesela a Ana o cógela tú misma. En la nevera hay varias bebidas y Ana y las otras chicas trajeron la comida. Por la tarde vamos a hacer una barbacoa. - Alguien lo llamó y él se fue a coger aquella cosa rara que desencajó de la arena donde la había puesto antes. Ahora que reparaba, era la única que quedaba. Aquellas personas vestidas con los trajes extraños se metieron al agua y se acostaron sobre las cosas raras y empezaron a remar con brazos y piernas.
- ¿Ana, no es incómodo para ellos vestirse así para meterse al agua?
- No. Los trajes de neopreno son muy flexibles y gracias a su grosor pueden regular la temperatura del cuerpo y permanecer mucho tiempo en el agua. - Dalia pensó que eso era muy interesante, en cambio, dijo como para quitarle rareza a la pregunta anterior.
- Y yo que pensaba, que solo querían verse sexis.- Ana estalló en carcajadas.- ¿Por qué lo hacen?
- Por la conexión profunda con el mar y sus olas. Para ellos, - y señaló a las personas que braceaban, adentrándose mar adentro sobre las tablas - el mar se convierte en su santuario. Un lugar sagrado donde encuentran cierto sentido de pertenencia y libertad. Por una parte, la adrenalina de enfrentarse a las poderosas fuerzas naturales del mar, los hace sentir vivos al retar a la naturaleza y luego cuando la fuerza de las olas amaina, la paz lo llena todo y es cuando se puede apreciar esa dualidad del agua, que, como ellos, a veces es intensa y otras, calmado. El surf es una vía para expresarse, conectar con la energía del mar y explorar los límites de tu propio ser.
- Hablas como si lo hubieras hecho.
- y lo hacía, pero ya no puedo. Accidente de auto.- y señaló una larga cicatriz desde la cadera hasta la rodilla. Dalia no preguntó. Recordaba de su vida pasada que muchos caballeros sufrían lesiones parecidas, va y fuera por la espada u otro evento y no podían volver a montar a caballo. Quizás lo de Ana fuera igual.
- Por qué la gente hace este gesto raro 🤟con la mano.
- No, no es así. La señal es similar a la letra "Y" en la lengua de signos americana. - y le recogió el dedo índice, dejándole solo el meñique y el pulgar extendidos.- es el saludo surf.
- ¿El saludo surf y qué significa?
- La señal de "shaka" es un saludo típico de la cultura surfera. Representa el espíritu aloha, el amor y el orgullo local. Es el gesto oficial de la mano de Hawai y también está asociado con la cultura del surf mundial. Su origen en inglés significa "cresta de ola, rompiente u oleaje".
- ¡Ah qué bonito!
- Sí, es algo bonito. Mira ya van a comenzar.
De pronto empezó a sonar por los altavoces la voz de una persona. Dalia se sobresaltó. Era la primera vez que oía la voz humana amplificada, pero controló su asombro 🫢. La música 🎼 de rock, hacía vibrar el ambiente al ritmo de Smells like a teen spirit (Huele a espíritu adolescente), de Nirvana. El aire atronaba, cargado de energía, como la promesa de algo divino, se hacía vibrante, cálido y emocionante. La excitación era contagiosa y Dalia se encontró expectante observando las olas y a las personas que estaban allá lejos sobre la superficie del mar.
Una figura se separó del resto y Dalia se encontró entusiasmada contemplando algo extraordinario, mientras pensaba que el surf era como la obra de arte de un hombre que esculpía una ola con una tabla. Una graciosa figura estaba parada en equilibrio perfecto danzando en la cresta de una ola. Luego la ola se fue estrechando alrededor de la figura como si estuviera envolviéndolo en un cálido abrazo. El surfista se internó en el tubo para saludarla. La silueta se traslucía veloz a través de aquella cortina de agua y emergió triunfante por el otro extremo, alejándose de la cara abierta de la ola y regresando a la orilla dejando un rastro de beato desprecio en forma de arco perfecto. Dalia no sabía que era lo que sentía en su pecho. Aquello era magia, arte. No lo sabía, pero desde su punto de vista como futura arquitecta aquello fue algo imposible y por ello fue precioso.
Ese día se fueron al atardecer relajados y felices. Se había hecho amiga de Ana. Estaba cansada, pero satisfecha. El bolso lo que traía dentro eran agua, refrescos, comidas enlatadas y productos como bloqueador solar, toallas y un abrigo que ahora agradecía infinitamente, pues la noche estaba fresca. Se despidió de Sergio y de Ana que había vuelto con ellos y descargó en la laptop todas las fotos que había hecho. Las miraba contenta. Estas eran suyas, no de la otra Dalia, estas eran diferentes, le pertenecían, eran sus recuerdos inmortalizados en el tiempo.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?