— Advertencia —
La historia está escrita desde la perspectiva de ambos protagonistas, alternando entre capítulos. Está terminada, así que actualizo diariamente, solo necesito editarla. Muchas senkius 🩷
♡ Sinopsis ♡
El hijo de Lucifer, Azaziel, es un seducor demonio que se obsesiona con una mortal al quedar cautivado con su belleza, pero pretende llevársela y arrastrar su alma hacia el infierno.
Makeline, por su lado, carga con el peso de su pasado y está acostumbrada a la idea del dolor. Pero no está segura de querer aceptar la idea de que sus días estén contados por culpa del capricho de un demonio.
—¿Acaso te invoqué sin saberlo?
—Simplemente fue algo... al azar diría yo.
—¿Al azar?
—Así es. Al azar te elegí a ti.
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Cicatriz invisible
Azazel había dicho que Thomas estaba hipnotizado por una visión, pero no conseguía pasar de esa idea y no estaría en paz hasta saberlo.
—¿Qué quieres decir exactamente con eso? —insistí.
—Cada persona que ve mi verdadero rostro ve una visión personal —explicó.
Tenía un tono muy serio. Y yo solo pude pensar «¿Qué?». Me imaginé cómo sería su rostro real. Probablemente no estaría aquí charlando tan tranquila de conocerlo.
Negué con la cabeza—. Aún no comprendo.
—Si alguien mira mi rostro real —siguió—, verá algo diferente a lo que otra persona podría ver. Una visión personal quiere decir que observará un miedo o algo que le atormenta en el subconsciente.
Me quedé analizando esas palabras. La idea me fascinaba y me aterraba a la vez.
—¿Y qué fue lo que él vio en ti?
Esta vez fue él quien negó con la cabeza.
—Eso no lo puedo saber. Es su propia carga, no la mía.
Encogí las piernas para concentrar el dolor en una sola parte, sentándome con las rodillas dobladas contra el pecho. Empezaba a sentir un cansancio que parecía querer tumbarme.
—Tiene... ¿secuelas?
Él se quedó en silencio, reflexivo— ¿A qué te refieres con secuelas?
—O sea —medité—, ¿él estará bien después o lo dejaste tocado?
¿Qué es lo que había causado? La pregunta le causó gracia porque su expresión de seriedad dio paso a una pequeña sonrisa.
—Probablemente lo dejé un poco tocado, no te voy a mentir. —Me pregunté si disfrutaba el dolor ajeno de forma genuina o solo era alguien perdido en su propia naturaleza—. ¿Algo más que quieras saber?
Tocaba mi pierna inconscientemente, sentía que dolía menos si lo mantenía presionado, pero si soltaba, regresaba en forma de punzada. Mi mente divagaba, quería saber por qué me había defendido. Tal vez solo aprovechó la oportunidad para mortificar a alguien. De cualquier forma, no se lo pregunté directamente, en su lugar quería resolver otra cosa.
—No lo harías nunca conmigo, ¿verdad?
Sonrió— ¿Y qué te hace pensar que no lo haría?
No respondí, solo me recosté en el cabezal del sofá, cerrando los ojos. No sabía por qué, pero por raro que me pareciera, confiaba en que no lo haría.
Pensaba en eso y a la vez recordé que lo único que esperaba por la tarde era regresar a mi casa para poder dormir. El estudio me había dejado agotada y tenía somnolencia los últimos minutos que había pasado con Regina. En lugar de un descanso, recibí un golpe y amenazas, y una brutalidad que me estaba obligando a sacar recuerdos de donde los tenía ocultos, en un rincón.
Él parecía relajado. Y yo tenía todo el cuerpo afligido.
—¿Yo podría preguntar algo? —dijo él, interrumpiendo mi imaginación.
—¿Qué ocurre?
Me sostuvo la mirada, me atrevería a decir que admirándome con disimulo.
—Es una pregunta personal.
Lo pensé un instante, dudé si quería dejarlo continuar. Decidí que probaría.
—¿Qué es?
—¿Qué relación tienes con él? —soltó de golpe.
—Es mi primo —dije evasivamente y de forma casi inmediata—, ya lo oíste hace rato, ¿por qué?
Azazel mantuvo una expresión circunspecta, y su mirada fija en mí— ¿Solo eso?
Quise retractarme de haberlo dejado hablar. Mi defensiva quería tomar el control.
—¿A qué te refieres exactamente?
Tenía los ojos fijos todavía, como si ansiara saber.
—¿No hay... nada más allá?
Se me notaba el disgusto, él se percató de eso.
—¿Qué es lo que tratas de decir? Preferiría que seas más claro.
Esperando no lucir tan incómoda como me sentía, dejé caer mis piernas hacia el suelo. No quería revelar más de lo que había dejado abierto ese día.
—Quiero decir, ¿no hay nada más entre ustedes?
Mi respiración se entrecortó, y mi corazón dio un vuelco ¿Qué le había hecho pensar?, ¿por qué estaba cuestionándome esto?
—¿A qué viene tu pregunta, Azazel? ¿Qué estás insinuando?
La voz del chico de repente se había tornado tranquila pero siento que tenía un matiz de sospecha. Me lanzó una mirada fulminante, aunque no había ira en ella.
—Me parece que te has alterado un poco. Solo estaba preguntando. —Sentí que me encogía en el propio mueble. Quería que el sueño y el dolor me vencieran allí mismo, que todo se desvaneciera antes de seguir con esa conversación—. ¿Por qué te ha puesto nerviosa una simple pregunta? —reiteró.
—No vayas a leer mis pensamientos —dije, con una voz cansada pero irritada.
Lo último que quería era que indagara en mi mente, tomando los pensamientos que tenía desprotegidos.
Azazel se alejó un poco para darme espacio— Relájate. No lo haré.
—Bien —respondí cortante y moví la mirada hacia otra dirección.
Mi cuerpo se sentía agotado, pero cada músculo me recordaba el dolor. En mi mente abundaban los recuerdos, evocándolos sin permiso. Él seguía mirándome con seriedad.
—Sigues nerviosa.
Exhalé al escucharlo y traté de levantarme con lentitud. No quería seguir con eso, la conversación había tomado un camino demasiado personal. El interrogatorio me daba mal sabor.
Cuando logré pararme, me dispuse a caminar hacia mi habitación con el cuerpo adolorido.