Ji Eun había reencarnado en su novela bl favorita, en un personaje lamentable que apenas logra reconocerlo ¿Morirá como una simple extra? Odia la idea de tan solo pensarlo. Al saber la cura del príncipe heredero decidió mejor pedir disculpas después al protagonista con tal de poder proteger su vida.
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19 - Guía de tres pasos. ¡Dominar al enemigo es crucial!
1. Identificar al enemigo e idear un plan.
El archiduque y Roxana estaban en la habitación de este, ideando el plan para cazar a la emperatriz ¡Ella era la presa! Había intentado matar a su padre, era correcto responderle de una peor manera. Haciendo que ella misma cabe su tumba y deba dejar la corona.
“Fuiste atacado en el bosque, podemos simular qué fuiste gravemente herido. Ella intentará saber si esto es verdad y mandara a alguien a terminar el trabajo”. Opinó Roxana, Magnus asintió parecía buena idea.
“Al ser Roxana especializada en alquimia podemos decir que ella se hará cargo de su salud”. Roxana asintió, dándole las chocalas a su padre. El plan estaba casi terminado.
“¿Cómo podemos hacer qué esta información llegue a emperatriz?”. Preguntó el archiduque, su hija levantó la mano.
“Déjamelo a mí”. Él asintió.
“Ordena a dos guardias de confianza que no dejen de vigilar la puerta de la habitación del archiduque. Por medidas de seguridad debido a la amenaza de muerte qué nadie entre o salga, así se nos hará más fácil identificar al traidor”. El asistente de Gian salió. Estaban casi listos.
“¿Crees poder con lo que hablamos?”. Hizo referencia al tema de curar al emperador.
El archiduque suspiró y dijo: “Ha pasado por manos de distintos magos e incluso trajimos personas de otros continentes. Ninguno pudo o dio una conclusión correcta sobre que trataba”.
Roxana sonrió, su padre no sabía que ella tenía el control. Había leído la novela, sabía perfectamente como curar la enfermedad del emperador.
La cura de esta fue encontrada después de su muerte por una bruja exiliada que buscaba ganarse el respeto y conseguir un trato con Cassius para que las brujas pudieran vivir con libertad. Lo único que necesitaba era la flor de loto, solo crecía en lugares aislados.
“Lo haré por ti y no fallare, papá”. La voz confiada de Roxana hizo que se tranquilizara.
“¡Conseguiré el poder máximo para mi padre! Si quisiera podría volverte emperador”. Roxana le guiñó un ojo, haciendo reír al archiduque. Estaba seguro que cada palabra de su hija era verdad.
“Temen de mí cuando tu eres mi escudo y mi espada”. Ambos se sonrieron con complicidad, hija y padre cómplices. Se sentía bien y divertido que hubiera un lazo tan íntimo entre ellos.
“Papá, hoy saldré al anochecer”. Le advirtió Roxana.
“Te acompaño”. Ella negó.
“Debes hacer bien tu papel”. Él suspiro, tenía razón. No podía descuidarse.
“¿A donde iras?”.
“Al gremio”. Roxana pensaba usar la información que sabia sobre Issac para obtener la flor de loto en la menor cantidad de tiempo posible. Primero le mandaría una carta a Arabella qué escribiría en un momento y en la noche se escabulliria hasta llegar a su próxima presa.
Debía poner al archiduque tan alto que la emperatriz no se atreviera a amenazar su vida nuevamente. Ella era la única que podría protegerlo, se haría cargo de cualquiera que atacara la vida de su padre.
“Si te tranquiliza, iré con Magnus”. Él asintió.
“No puedo perderte, papá”. El archiduque sonrió, abrazando a su preciada hija. Ella se había vuelto un rayo de luz que hizo florecer lo que creía que no podría volver a florecer. Su vida.
“Estaremos bien”. Y así sería, porque Roxana no dejaría que nadie lo dañara. Si debía volverse más determinada, una luchadora, ella lo haría.
Roxana salió de la habitación de su padre, los guardias ya estaban. Habían dos, uno a cada lado.
“Quítense los cascos”. Ordenó, la voz de Roxana no tenía su distintivo tono dulce. Esta vez sonaba seria, como el rugido de un león.
Los guardias obedecieron, Roxana memorizo sus rostros. Debía tener cuidado con la seguridad de su padre.
“Nadie más puede entrar a esta habitación aparte de mí, el mayordomo o el asistente de mi padre. Si alguien llega a entrar, ustedes y su familia serán ejecutados por traición al archiducado”. Su rostro tenía expresión seria, cada palabra sonaba más determinada y fría. Roxana lo sabía, si tenía que proteger a su padre esta vez no podía tener una actitud infantil, debía mostrar que era fuerte o no sería tomada en serio.
Los guardias se volvieron a colocar sus cascos y asintieron. ¿La señorita verdaderamente había madurado?
La cabeza de Roxana empezaba a doler, intentaba recordar cada nombre o apellidos, cualquier detalle que fuera de ayuda sobre los que fueron cómplices de la emperatriz. Necesitaba estar alerta y esa información era crucial, la vida de su padre estaba de por medio.
Habían demasiados apellidos, en la historia recalcaba que habían sido sobornados con grandes cantidades de oro o con buenas posiciones. Lo que significa que todos lo que estaban en la cima, al menos en su mayoría eran sus enemigos. No podía confiar en nadie, solo en Cassius y en su padre.
Cassius.
No había pensando en él... La mañana había estado agitada, esperaba volver a verlo pronto. Ya se le había notificado al palacio imperial sobre que el archiducado había cerrado sus puertas, probablemente él ya se había dado cuenta.
Roxana empezó a escribir su carta hacia Arabella, le notificaba sobre la situación actual y que su padre había sido herido. La pelinegra estaba segura que su amiga le diría a su hermano tan solo leyera la carta, esto haría que él subiera la noticia como una "exclusiva" y llegaría a oídos de la emperatriz.
El tiempo estaba limitado por esta carta a un día, debía darle marcha ya.
“Que esta carta sea entregada con urgencia”. El mayordomo asintió, sabía que la señorita estaba haciendo todo lo posible para ayudar al archiduque. Estaba feliz que al menos ahora Gian tuviera en quien apoyarse y no tuviera que lidiar con todo solo.
...... ...
Arabella había leído la carta tan solo le dijeron que venía del archiducado y tal como lo había predicho Roxana fue corriendo a decirle a su hermano.
“¿Cómo crees que podría ayudarle?”. Issac estaba leyendo la carta mientras su hermana daba vueltas por su oficina, estaba preocupada y él había visto una oportunidad de oro. Había obtenido una exclusiva gracias a su querida hermana.
Roxana lo sabía debido a la descripción de su personaje en la novela, Issac era alguien conocido por ser altamente ambicioso, por lo mismo llego a ser la mano derecha de Cassius.
“Deberías ir a verla”. Aconsejó.
“Le llevaré té, quizás eso le ayude”. Arabella no dejó de mencionar las opciones que tenía mientras que en los ojos de Issac solo estaban los símbolos $$ debido a la fortuna qué ganaría por esta exclusiva.
...... ...
“¿Está preparada, señorita?”. Roxana asintió, iba vestida con ropa desaliñada y desgastada para no llamar la atención.
“El archiduque le desea suerte”. Ella sonrió, estaba segura de que su padre debe estar preocupado pero no podían hacer nada. Era mejor mantenerlo lejos en estos momentos.
No podía solo depender de él. Ella necesitaba tener un respaldo para también cuidarlo.
Magnus y Roxana salieron de la mansión por atrás, caminando unas cuadras antes de tomar el carruaje qué los estaba esperando. No debían causar más escándalo del que ya había en el archiducado.
Por conveniencia, debían mantener un ambiente tranquilo.
“¿Qué piensa hacer cuando llegue al gremio?”. Preguntó Magnus.
“Amenazar al jefe”. Roxana sonrió pero Magnus estaba estupefacto ¿Cómo podía ir tan tranquila?
“¿Q-qué? ¿El señor sabe?”. Ella negó y al momento en que Magnus iba a pedirle al que llevaba el control del carruaje Roxana lo calló.
“Él confía en mí, debes hacer lo mismo”. A pesar de los años a los servicios al archiduque y que eran amigos de infancia había una relación jefe-empleador a la que Magnus se debía someter. Él había entendido lo que había dicho Roxana, nadie dijo nada más durante el trayecto.
“Espérame afuera”. Roxana fue clara, no quería que nadie más se viera involucrado.
“Es peligroso, señorita. Están armados”.
“Correré el riesgo”. Roxana sonrió, era una sonrisa confiada y extraña pero él no podía hacer nada, solo acatar órdenes.
La pelinegra bajó del carruaje junto con Magnus, él se quedó en la puerta y ella entró a la casa en mal estado.
“Vine a verlo”. La referencia era clara. Todos los hombres la voltearon a ver.
“¿Qué hace una niña tan linda aquí sola?”. Se acercó uno a tocarle el cabello, ella le dio un manotón.
“La próxima vez la cortaré”. Roxana sonrió, debía mostrarse fuerte o nunca podría ir directamente donde Isaac.
“No quiero hablar con ninguno de ustedes”. Aclaro Roxana, subió las escaleras lentamente, disfrutando cada paso.
“Quien se atreva a tocarme deberá enfrentar la ira del archiduque”. La hija bastarda del archiduque se encontraba ahí, todos se callaron. Había rumores de que su relación con su padre había mejorado.
“¿Quién se atreve a arruinar mi sueño?”. Todos señalaron a Roxana haciéndola reír.
“No veo lo gracioso”. Era Issac, detrás de esa máscara y esa falsa apariencia lo podía ver. Era demasiado evidente.
“Estoy aquí para hacer un trato contigo”. Le aclaro Roxana.
“No creo que tengas algo que necesite”. Su tono era arrogante.
“No te haré perder el tiempo”. Issac lo pensó nuevamente, debía haber un motivo por el que ella estuviera aquí.
“Sígueme”. Dijo de mala gana, solo esperaba que no lo decepcionara.
La puerta se había cerrado, Roxana sabía del conjuro que había para que nadie pudiera escuchar lo que se decía en la oficina. No tenía tiempo que perder así que dijo:“¿Qué tal el trabajo, Issac? Pensé que tu oficina sería más grande”.
“¿Qué diablos?”. Sorprendido era poco, se podía percibir la incertidumbre en su rostro aún con la máscara. Nadie lo había descubierto hasta el momento y vino esta mocosa a arruinarle.
“¿Qué quieres?”. Se deshizo de la máscara y del hechizo que le cambiaba la voz a una más grave.
“Flor de loto y que colabores conmigo de ahora en adelante. Nada es gratis así que traje esto conmigo”. Roxana le entregó una bolsa con alrededor de 2000 monedas de oros, con esa cantidad podía vivir una vida tranquila son trabajar durante tres años una familia completa.
“No necesito tu dinero, deberías tenerlo claro”.
“Te equivocas”. Lo corrigió.
“Lo necesitas, aún no has obtenido el título y no puedes usar el dinero de tu familia. Por eso tienes el gremio, para obtener poder y dinero por tu parte, ya que tu estado financiero se encuentra limitado por esto”. Roxana le sonrió.
Bruja, fue lo primero que pensó Isaac. Su expresión era divertida.
“¿Te lo contó Arabella?”. Ella negó.
“Seremos socios, no veo el problema”.
“Has descubierto mi identidad como si se tratara de una adivinanza para niños ¿Sabes lo herido que se encuentra mi orgullo?”. Roxana río, lo sabía. En la historia original nadie lo supo hasta que él se lo confesó al príncipe con orgullo. Una escena graciosa, ya que de lo único que se acordaba Cassius fue de que una vez ese gremio había hablado mal de él.
Issac negó todo, claramente. Huyó, ella hubiera hecho lo mismo.
“En dos días quiero la flor de loto en mi puerta”. Issac asintió.
“Y sube la noticia siempre acerca de mi padre”.
Cada vez estaba más claro, Roxana era una bruja. Su pobre hermana probablemente se encontraba bajo un hechizo de esta bruja, por eso cayó ante sus encantos. Maldita, libera a mi hermana.
Issac era tan transparente para Roxana qué le daba risa la facilidad con la que podía predecir lo que pensaba.
“Está bien”. Roxana suspiró. Ya tenía la primera parte de plan finalizado, solo faltaba la segunda.
Hacer que la rata que se encontraba en el archiducado saliera.
2. Acorralar a tu enemigo.
Roxana se sonrió a sí misma por su logro y tachó el primer paso de su lista mental.
“¿Cómo se encuentra, señorita?”. Magnus se notaba preocupado, la inspeccionó de arriba a abajo.
“Todo salió bien. He obtenido el trato”. Decir que estaba sorprendido era poco pero también estaba orgulloso de las habilidades que parecía tener su señorita.
“El archiduque estará feliz de escuchar eso”. Ambos se subieron al carruaje y fueron al archiducado. Mañana sería el día en que la rata saldría de su escondite por si sola.
...... ...
“¡¿POR QUÉ SE ME FUE NOTIFICADO DE ESTO HASTA AHORA?!”. Las feromonas de Cassius estaban descontroladas, Roxana estuvo a punto de morir y se había enterado hasta HORAS después del suceso. Estaba indignado.
Todos que se encontraban en la oficina se encontraban de rodillas, las feromonas eran demasiado fuertes. Sentían qué se estaban asfixiando.
“Hasta ahora se nos dio esa información, su majestad. Discúlpenos”. Apenas y lograba hablar el mayordomo.
“Está bien”. Pudieron volver a respirar.
“¿Al menos saben quien fue?” El asistente del príncipe y el mayordomo se vieron entre sí. Ahí fue cuando Cassius se dio cuenta, se trataba de la emperatriz.
Acabaría con ella tarde o temprano. No sería mala idea tener que adelantar este suceso.