En Amor en la Sombra de la Mafia, Dante Lucchesi, un despiadado jefe de la mafia, ha aprendido a mantener su corazón frío y sus emociones bajo llave. Nada en su mundo es más importante que el poder y el control... hasta que conoce a Isabella, una mujer que, por accidente, se cruza en su peligroso camino. Atrapada entre deudas y enemigos, Isabella no tiene otra opción más que aceptar la protección de Dante, aunque pronto descubre que bajo su fachada de acero se oculta un hombre atormentado por su pasado. A medida que sus vidas se entrelazan, la pasión y el peligro crecen a la par, llevándolos a enfrentar enemigos implacables y sentimientos que ninguno de los dos esperaba. Pero, ¿podrá Dante realmente proteger a Isabella sin perderse a sí mismo en el proceso? El amor verdadero no será fácil de conquistar en este oscuro mundo de traiciones y sombras.
NovelToon tiene autorización de Litio para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 16: La Traición Revelada
El sol comenzaba a asomarse en el horizonte cuando Isabella y Dante llegaron a la sede, exhaustos pero decididos a revisar la información contenida en el USB que Ricci les había entregado. El aire en la sala de operaciones estaba cargado de una mezcla de expectación y nerviosismo. Si los datos que contenía el dispositivo eran reales, podrían tener finalmente la ventaja que tanto necesitaban sobre Moretti.
—Dame ese USB, —dijo Dante, tomando asiento frente a una de las computadoras—. Lo revisaremos de inmediato.
Isabella asintió y le entregó el dispositivo. Mientras Dante lo conectaba, Isabella observó cómo el equipo se acercaba, en silencio, esperando los resultados. No podían permitirse fallar ahora.
La pantalla se iluminó con una serie de archivos encriptados, lo que ya era una señal prometedora. Dante comenzó a introducir los códigos de seguridad que Ricci les había proporcionado. El silencio en la sala era abrumador, todos conteniendo el aliento mientras esperaban que la encriptación se rompiera.
Finalmente, tras unos segundos, los archivos comenzaron a abrirse. Mapas, nombres, transacciones. Toda la operación de Moretti estaba ahí, expuesta frente a ellos.
—Esto es oro, —murmuró Dante mientras deslizaba el cursor por los documentos—. Aquí está todo: sus rutas de distribución de armas, los contactos en el extranjero, los funcionarios corruptos...
Isabella se acercó más a la pantalla, observando cada detalle. La magnitud de la información era abrumadora, pero también les daba una oportunidad sin precedentes.
—Tenemos lo que necesitamos para acabar con él, —dijo Dante, visiblemente emocionado.
—No tan rápido, —interrumpió Isabella—. Primero tenemos que confirmar que estos datos son reales. Si esto es una trampa, podríamos estar cayendo en una emboscada.
Dante asintió, aunque su entusiasmo se desvaneció ligeramente. Tenían que ser cautelosos, incluso con toda la información en sus manos.
—Llamaré a algunos de nuestros contactos para verificar esta información, —dijo Isabella—. No podemos actuar hasta que estemos seguros.
Horas después, Isabella y Dante estaban reunidos en la oficina principal, esperando las confirmaciones de sus contactos. El ambiente era tenso. Sabían que cada segundo que pasaba le daba a Moretti la oportunidad de moverse, pero también sabían que un paso en falso podría costarles caro.
Finalmente, uno de los teléfonos en la sala sonó. Dante lo contestó rápidamente.
—¿Qué tienes para nosotros? —preguntó, con la voz contenida.
Una pausa, y luego Dante asintió lentamente.
—Entendido. Gracias.
Colgó y miró a Isabella con una expresión grave.
—La información es legítima. Nuestros contactos han confirmado las transacciones y las rutas. Ricci no estaba mintiendo.
Isabella respiró hondo, sintiendo que una parte del peso que llevaba sobre sus hombros se aligeraba.
—Entonces es hora de moverse, —dijo con determinación—. Vamos a derribar a Moretti de una vez por todas.
Esa misma noche, el equipo de Isabella comenzó a desplegarse. Tenían múltiples objetivos: interceptar las rutas de distribución de Moretti, bloquear sus contactos y cortar todas sus fuentes de ingresos. El plan era ambicioso, pero con la información que Ricci había proporcionado, era posible.
Isabella y Dante lideraban el operativo desde un vehículo no identificado, con comunicaciones directas con todos los equipos desplegados. Las calles de la ciudad estaban más silenciosas de lo habitual, como si el propio ambiente estuviera a la espera de lo que estaba por suceder.
—Equipo Alfa, listos para interceptar la primera ruta, —informó una voz a través del auricular de Isabella.
—Equipo Beta en posición. Esperando confirmación, —añadió otra.
Isabella miró a Dante, quien asintió.
—Procedan con el plan. Todo debe salir perfecto esta noche, —ordenó Isabella.
El equipo Alfa se movió en silencio, siguiendo una de las principales rutas de distribución que Moretti utilizaba para mover armas a través de la ciudad. Con los mapas y las rutas en su poder, sabían exactamente dónde interceptarlos.
Los minutos pasaban lentamente. La tensión era palpable mientras Isabella esperaba noticias.
Finalmente, una llamada rompió el silencio.
—Hemos interceptado el primer convoy. Todo según lo planeado, —informó el líder del equipo Alfa.
Isabella sonrió ligeramente. Era solo el comienzo, pero estaban ganando terreno.
Mientras más equipos informaban de éxitos similares, la sensación de victoria comenzó a crecer. Sin embargo, Isabella sabía que aún no podían celebrar. El golpe más grande aún estaba por venir: capturar a Moretti.
Dante la miró de reojo.
—Es cuestión de tiempo antes de que se dé cuenta de lo que estamos haciendo, —dijo en voz baja.
—Lo sé, —respondió Isabella—. Por eso tenemos que encontrarlo antes de que tenga la oportunidad de reaccionar.
A medianoche, mientras la operación avanzaba sin contratiempos, Isabella recibió una llamada inesperada.
—Isabella, —la voz de Ricci sonaba nerviosa—. Tienen que sacarme de aquí. Moretti sabe lo que está pasando, y si me encuentra...
—Tranquilo, Ricci, —respondió Isabella, aunque su mente estaba corriendo a toda velocidad—. Te sacaremos del país como acordamos, pero necesitamos un poco más de tiempo.
—No hay tiempo, —insistió Ricci—. Moretti ha puesto precio a mi cabeza. Necesito salir ahora.
Isabella suspiró, sabiendo que el tiempo se les acababa.
—Dante, encárgate de organizar su salida. No podemos perder esta oportunidad.
Dante asintió, ya marcando números en su teléfono para hacer los arreglos. Mientras tanto, Isabella se quedó en silencio, mirando el horizonte oscuro de la ciudad. Sabía que el próximo paso sería el más peligroso de todos.
—Nos estamos acercando, —murmuró para sí misma—. Moretti no tiene escapatoria.
Mientras los equipos finalizaban la fase inicial de la operación, Isabella recibió un mensaje. Era corto, pero contundente.
"Moretti está aquí."
Isabella se tensó. Habían logrado acorralarlo, pero sabía que la confrontación final no sería fácil. Moretti era un hombre despiadado, y aunque lo tuvieran rodeado, no se rendiría sin pelear.
—Es hora de terminar con esto, —dijo Isabella, levantándose de su asiento—. Vamos a por él.
La noche aún era joven, pero la batalla final estaba a punto de comenzar.
y el fin no puede quedar así
escritora si es la primera vez va enrutada pero falta ese algo que inquieta