Una noche entre los brazos de Nicolás Thompson, cambiará por completo la vida de Anna Brown.
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Hasta pronto esposa.
De vuelta al hotel, pienso que debo encontrar un lugar donde alojarme, tendrá que ser algo pequeño y de preferencia cerca a la universidad, pero ya pensaré en eso después del viaje.
Pido algo de almorzar, la idea tampoco es morir por desnutrición. Apenas pruebo bocado, trato de obligarme a ingerir algo, pero el nudo en mi garganta no me lo permite, tengo que hacer algo que me suba el ánimo, así que llamaré a Elena, tal vez salir un rato me ayude a distraerme.
— Hola — Contesta al segundo timbre.
— Hola ¿Qué planes tienes para esta noche?
— El mismo que tú, solo dime el sitio y la hora. — Así es Elena, la mejor amiga que alguien puede tener.
— Perfecto, ya te escribo ¡Gracias!
— Es hora de la siguiente clase, nos vemos en la noche, te quiero.
— Y yo a ti.
Me voy a la cama, hay tantas cosas por hacer, pero realmente no tengo ánimo. Justo cuándo cierro los ojos llaman a la puerta. Quién quiera que sea debe tener mucho afán por la forma tan estrepitosa de tocar, me levanto sin ganas y abro la puerta dejándolo pasar.
— Eres una arpía, ¡¿no que no importaba mi dinero?! Casi te creo, si no es por esto. — Me dice Nicolás, arrojando unos papeles a la cama. Aún sin entender, los tomo en mis manos y leo solo un poco. Era un listado de propiedades así como estados financieros, nombres de empresas donde él figura como accionista y otra como propietario.
— No entiendo ¿Qué significa esto? — Él aplaude con una sonrisa fingida.
— Ya se te cayó la máscara ¿A quién intentas engañar? Tu padre está muy al tanto de todo lo concerniente a mí y a mi estado financiero, según él exige lo justo par su pequeña hija, quien está traumada con todo lo sucedió, que no solamente perdió al hombre que ama, sino que le robe su virginidad y por ende debo compensar en algo el daño causado, nada más y nada menos que con la mitad de todo lo que me pertenece.
— Yo no sabía que él...
— ¡No sabías que quería esto! ¡¿En realidad esperas que te crea?!
— Sí, lo sabía, pero... — Nuevamente me interrumpe.
— ¡Pero te debo compensar por abusar de ti, tal como lo dijiste en la mañana cuando repentinamente decidiste no firmar el divorcio!
— BASTA ¡Me arte de tu actitud estúpida, arrogante y demandante, no soy tu jodida sumisa para aguantar que vengas a mi habitación a levantarme la voz sin darme la oportunidad de hablar, así que Lárgate de una vez!
— Esto no se va a quedar así. — Dice dándome la espalda para dirigirse a la salida.
— Claro que no, en diez minutos llego a tu habitación, si tienes listos los documentos los firmo de una vez, necesito que salgas de mi vida para siempre. — Se detiene y me mira como tratando de buscar algo en mis ojos.
— ¿Es otra de tus tretas?
— Piensa lo que quieras, en diez minutos nos vemos.
Sale de mi habitación sin agregar nada más.
Diez minutos después toco a su puerta, no es que necesitará hacer algo. Bueno, sí, tenía que respirar hondo, él solo pensar que mi padre me ve como una mercancía que quiere vender al mejor postor, me revienta la cabeza y, luego este estúpido que no para de insultarme, simplemente estaba sofocada y necesitaba calma.
— Adelante, por lo menos eres puntual, odio que me hagan esperar.
— Yo también necesito el tiempo, ¿Dónde están los papeles? — Se dirige a una mesa y toma una carpeta la abre y me entrega los documentos.
— Si prefieres te los llevas y los lees.
—No es necesario, los leeré aquí, a menos que te moleste.
— Adelante.
Los leo detenidamente y todo está en orden, ninguno de los dos saldrá afectado en modo alguno, simplemente será como si nunca hubiese pasado. Saco de mi cartera una pluma y procedo a firmar.
— ¿Vas a firmar? — Pregunta algo incrédulo.
— A eso vine.
— Aún está en pie el dinero que te ofrecí, lo necesitarás, especialmente después de que tu padre se entere de que ya no eres mi esposa.
— Eso no tiene por qué importarte, te repito, mi libertad no tiene precio, y mi cuerpo tampoco. — Le digo mientras firmo las tres páginas indicadas.
— No me refería a eso. — Dice frunciendo el Ceño.
— No importa, ya está hecho. Toma — Le devuelvo los documentos. — Si necesitas ir ante un notario tendrá que ser hoy o mañana en horas de la mañana, mi vuelo sale en horas de la tarde.
— No es necesario, mi abogado se encargará de autenticar nuestras firmas, tenemos las influencias necesarias.
— Bien por ti. No siendo más, adiós. Realmente espero no volver a verte — Me dirijo a la salida, pero Nicolás me toma del brazo haciéndome girar hacia él. Su rostro está muy cerca al mío.
— ¿Qué haces? — Le pregunto algo sorprendida.
Se inclina hacia mí y con su nariz rosa mi cuello, ese acto eriza mi piel.
— Eres una niña, no deberías pasar por esto sola. Hasta pronto, esposa — Esa ultima palabra me trae de vuelta a la tierra, me separo de él y salgo sin decir nada más, como si tratara de huir.
...***...
"Eres una niña, no deberías pasar por esto sola."
Sus palabras se repiten una y otra vez en mi mente, es lo mismo que pienso cuando me veo al espejo, mis facciones, mi piel, mi físico grita que aún soy muy joven. Aun así las circunstancias me han obligado a madurar.
Las horas de la tarde, aunque lentas se han ido.
Me deshago de la ropa que llevo puesta y voy al baño. Luego de bañarme y lavar mis dientes procedo a secar mi cabello, afortunadamente no es mucho lo que debo hacer, ya que es liso, tomo un vestido rojo efecto cuero, unos botines negros de tacón, mis ojos los maquillo en tonos ocre ahumados, eso resalta el color miel que hay en ellos y en mis labios únicamente aplico un brillo labial, accesorios en color negro al igual que mi pequeña cartera, un poco de perfume y lista.
Decido dejar mi moto y tomar un taxi, ya sabrán que no soy muy buena con el trago, de hecho solamente he tomado una vez al punto de embriagarme y es justo lo que me tiene en este lío.
Mi celular vibra anunciando que el taxi ha llegado. De inmediato bajo y me dirijo al punto en que me espera, y subo.
El hombre que conduce, me mira por el retrovisor, trata de hacerlo de manera disimulada, pero el hecho de que su mirada varíe entre mis labios, mis pechos y mis piernas lo delata. Luego de unos minutos eternos e incómodos, hemos llegado.
El lugar está atestado de gente, en su mayoría jóvenes que bailan de manera desenfrenada, las luces me dificultan un poco encontrar a Elena, pero rápidamente mis ojos se adaptan y puedo darme cuenta de lo particular que es este lugar, no en vano, Avalon, es una de las mejores discotecas en la ciudad de los ángeles. Afortunadamente, cuento con una reserva, me dirijo a la mesa que por cierto esta muy bien ubicada, al llegar me encuentro con Elena, ella baila con un chico al que nunca antes he visto, es muy guapo, pero para nada opaca la belleza de Elena, ella es morena, alta, delgada y su cabello en hondas la hace lucir como modelo de pasarela. Tomo asiento mientras la espero. Minutos después se acerca.
— ¡Uf esto está que arde! — Grita por encima de la música.
— ¡De eso me doy cuenta, la estás pasando bien! — Le respondo igualmente, elevando el tono de mi voz.
— ¡Y la vamos a pasar mejor, hoy te voy a ayudar a olvidar toda esa mierda de vida que tienes!
— jajajajaja — No puedo evitar reír ante sus ocurrencias. Ella llama al mesero y pide una botella de whisky, sirve dos vasos, me hace brindar fondo blanco y luego me jala a la pista donde empezamos a bailar, a saltar, reír, cantar. Definitivamente, es lo que necesito.