Un Viaje A Lo Desconocido

Era bastante lo que habían caminado y los minutos seguían pasando, estaban más cerca de que los agarrará otra noche en ese lugar.

—¡Está aclarando, estamos saliendo!— exclamó Renata, feliz, deseosa de salir de ese tenebroso camino, donde no era seguro.

—Bájame amor— le pidió Alicia a Gabriel, queriendo ver más detalladamente la salida. Asegurarse de que no fuera solo una ilusión.

—Gracias a Dios no nos asustó algún ave, venía pensado en eso, que bueno que no soy Renata— confesó Gabriel, burlándose de la atracción que tenía Renata con todos sus pensamientos.

—Qué ave puede asustarnos— se habló Winder.

—Un Águila o cuervos— bromeó Alicia, uniéndose al chiste, eran las únicas aves peligrosas que se le pasaban por la cabeza.

Faltaba poco para salir a lo claro y ver qué se podía apreciar de las estatuas, con fe de que ya estuvieran a nada de salir. Sus pasos eran largos, su corazón latía y ellos no sabían por qué, solo, seguían sin detenerse, con una ganas de ver algo positivo para ellos.

Hasta que un estruendo en los árboles los detuvo, como si algo grande cayera o se asustara.

—¿Qué fue eso?— indagó Renata, asustada, buscando protección en Winder.

—Un ave que resbaló o algo así— aseguro Gabriel siguiendo el camino, no dándole importancia a nada.

—¡No!, fue algo más grande— afirmó Alicia viendo hacia arriba, buscando lo que los asusto, pero no espero ver lo que bajaba.

—¡CUERVOS!— Grito Alicia, anonadada y muy sorprendida de que fueran esas aves que ella pensó, cuando todos vieron cuantos eran, salieron corriendo como locos, sin rumbo fijo, pero hacia adelante. Después de todo lo que caminaron no eran capas de regresarse. Esta vez no corrían por culpa de Renata, sino de Alicia.

—¡Es tu culpa Ali, tú pediste los cuervos y mira nada más!— chillaba Renata mientras corría.

—¡Solo quise bromear, no espere que se volviera realidad!— Aclaró Alicia mientras corría muy asustada. Los cuervos volaban encima de ellos, pero no se acercaban tanto como para dañarlos. Eso no quitaba lo asustados que estaban por esos animales que eran capas de comérselos vivos.

Winder como siempre, buscaba una salida más rápida y segura, donde los pusiera a salvo y pudieran dejar de correr.

—¡POR AQUÍ!— grito Winder viendo otra vía segura, sin bajar la velocidad corrieron a la derecha, muy tarde se percataron que era una colina, no les dio ni tiempo de detenerse. Sus cuerpos resbalaron rodando sin previo aviso.

—¡AAAH!— Gritaban todos mientras rodaban colina abajo, los cuervos se olvidaron de ellos, mientras ellos seguían gritando y sin poderse detener.

No sabían a dónde iban a parar, solo deseaban no seguir sintiendo dolor en sus cuerpos por cada palo o que tropezaban.

—¡Me duelen mis pompis¡— chillo Renata.

Alicia medio se movió y fue peor, los arrastro a todos cayendo como pelota, dejándolos completamente sucios, siguieron rodando hasta que llegaron al destino que los llevo esa colina, lo primero que hicieron al llegar, era tratar de limpiar sus sucias ropas, casi imposible.

—¡Malditos cuervos— ahora es tierra lo que tendré en el culo!— Chillo Gabriel molesto, sacudiendo su ropa.

—Ja, ja, ja, qué cagada— se burló Winder.

Las chicas se limpiaban y casi lloraban, como se quitaban toda esa tierra, era imposible. Alicia decidió buscar con la mirada, tal vez tenían el río cerca, pero fue algo mejor lo que vio.

—¡OMG, miren!— exclamó Alicia feliz, señalando a una dirección.

—¡Aaaah, no lo puedo creer!— chillo Renata emocionada, besando a winder.

—Mi amor, sigue pesando lo que quieras, que tú atraes el camino— declaró Gabriel a Alicia.

—¿Estás diciendo que mi novia atrae solo problemas?— defendió Winder a su novia.

—Los hechos hablan más que mil palabras— recalcó Gabriel riendo.

—No le pares amor, es un idiota— Alicia reía de cómo peleaban, al mismo tiempo que veía a lo lejos lo maravilloso que era volver a ver esas estatuas y más cerca.

Estaban en un punto donde ya necesitaban salir de ese lugar, volver a su vida normal, lo que estaban pasando, era la experiencia más grande, Renata sin duda aprendería a no pedir tanto, sin saber lo que detrás de eso, se venía.

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