Samuel odia a Dereck, y Dereck disfruta molestar a Samuel. La razón detrás del odio de Samuel es un misterio para Dereck, quien no entiende por qué su antiguo amigo de repente se distanció y lo mira con desprecio. Sin embargo, el destino parece empeñado en reunirlos, y constantemente se encuentran forzados a pasar tiempo juntos. A medida que pasan más tiempo juntos, sus sentimientos comienzan a cambiar, aunque la desconfianza de uno y el miedo del otro complican las cosas.
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Capítulo 18. Maldito cobarde.
—¿Por qué siempre terminas en estas situaciones, Derek? —preguntó Samuel, tratando de mantener su voz desinteresada. No obstante, su mirada lo traicionaba.
—Porque soy un idiota, supongo. Pero ahora estoy aquí contigo, y eso es lo único que importa —murmuró Derek con palabras atropelladas. Su voz era suave y sus ojos no parecían fríos como siempre.
Samuel suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y ternura. Sus manos tocaron suavemente el rostro de Derek, donde los hematomas comenzaban a aparecer.
—Vamos, entra antes de que alguien nos vea.
Llevó a Derek al interior de la casa con cuidado, procurando no hacer ruido. Al llegar a su habitación, lo ayudó a sentarse en la cama.
—¿Puedes quedarte quieto mientras busco algo para curarte? —preguntó Samuel con una mezcla de exasperación y preocupación. Derek lo había estado agarrando con fuerza y ahora lo tenía sobre su regazo, frotando su rostro contra su cuello.
—Sí, príncipe. Haré lo que tú digas —respondió Derek con una sonrisa débil, visiblemente afectado por el alcohol y los golpes. Reacio a hacerlo, dejó ir a Samuel.
Samuel se dirigió al baño, buscando el botiquín de primeros auxilios. Regresó con algodón, alcohol y una crema para las heridas. Se paró frente a Derek y comenzó a limpiar cuidadosamente las heridas de su rostro.
—Eres tan bueno conmigo, Sam. Siempre tan cuidadoso —murmuró Derek. Sus ojos brillaban con una mezcla de gratitud y algo más profundo que Samuel no quería identificar en ese momento.
—Solo estoy haciendo lo que alguien con un mínimo de empatía haría. No pienses de más. —Aunque estaba nervioso, su voz sonaba sin fluctuaciones. Derek agarró a Samuel de la cadera y lo acercó más a él mientras apretaba suavemente la carne blanda. Era extraño que Samuel no se resistiera a su toque, pero estaba feliz por ello.
Derek cerró los ojos, disfrutando del toque suave de Samuel. Aunque las palabras de su "amigo" eran frías, conocía a Samuel. Para él, Samuel era como un libro abierto que podía analizar fácilmente, y sabía que detrás de ese semblante despreocupado y palabras frías, se escondía una enorme preocupación y una mirada llena de angustia.
—Lo sé, pero significa mucho para mí. Más de lo que te imaginas.
Las manos de Samuel se congelaron por un par de segundos. Aunque las palabras eran cálidas, sabía que todo era producto del alcohol. Entre ellos, ya sea ahora o en el pasado, nunca hubo un acercamiento íntimo sin la bebida embriagante estuviera de por medio. Tal vez Derek era tímido o simplemente un cobarde, y aunque estuvo dispuesto a darle tiempo antes, ahora las cosas habían cambiado. Él había cambiado.
Samuel terminó de curar las heridas de Derek y se apartó ligeramente, observando su trabajo.
—Deberías dormir un poco. Mañana hablaremos más, cuando estés sobrio —dijo Samuel, aunque sabía que Derek se olvidaría de todo lo que dijo e hizo esa noche, así que no tendrían absolutamente nada de qué hablar.
Derek asintió, recostándose en la cama de Samuel.
—Gracias, príncipe —Derek palmeó la cama a un lado de él—. Ven, vamos a dormir —murmuró.
—Dormiré en el sofá —anunció Samuel. Aunque había habitaciones para invitados, sería extraño dormir ahí y explicarlo a sus padres al siguiente día si llegaran a verlo salir de ahí.
Derek se tambaleó y se levantó, tirando de la muñeca de Samuel con fuerza para hacerlo caer en la cama. Pasó sus brazos detrás de la espalda de Samuel y descansó su rostro sobre su pecho, escuchando perfectamente los fuertes latidos del corazón.
—Suéltame, loco tarado —regañó Samuel sin levantar la voz, temiendo despertar a sus padres.
—No. —Derek levantó el rostro y Samuel lo miró con irritación, aunque sus mejillas ardían. Derek se movió un poco más arriba y acorraló a Samuel contra la cama, levantó un poco su cuerpo y miró esos hermosos ojos esmeraldas que brillaban con la tenue luz artificial que se filtraba por las cortinas desde el patio. Sus ojos bajaron a esos labios un poco carnosos y rojizos, y su manzana de Adán rodó un par de veces. Ocultó su rostro en el cuello de Samuel, temiendo no poder controlar el creciente calor en su interior. Hubo un momento de silencio antes de que Derek volviera a hablar—. Princesa, no sé si alguien te lo dijo, pero tu aroma es muy relajante. Me gusta mucho.
Samuel se quedó en silencio e inmóvil. Derek era impredecible e increíble. Nunca sabía qué movimiento haría al segundo siguiente, pero increíblemente, siempre lo dejaba sin palabras.
Los latidos en su pecho eran volátiles y su pobre corazón podía explotar en cualquier momento. Todos sus muros se estaban desmoronando, y en ese momento fue como si una gran grúa demoledora golpeara las paredes con fuerza y las grietas formadas se expandieran aún más amenazando con desmoronarse por completo.
No obstante, era consciente de que todos esos momentos eran una mentira y todos sus sentimientos debían permanecer ocultos de la vista de todo el mundo. Pero solo por esa noche, solo por esas horas, quería dejar de ocultarlo y ser él mismo con todo el amor que tenía.
Movió sus manos y arropó el golpeado cuerpo de Derek contra el suyo, permitiéndose fundirse en la intimidad que, con la salida del sol, desaparecería como un hermoso sueño que jamás se cumpliría
Las horas pasaron lentamente, y el peso del cuerpo de Derek sobre el suyo no hizo más que aumentar la presión en el corazón de Samuel. El silencio de la noche solo era roto por la respiración entrecortada de Derek y los susurros del viento fuera de la ventana. Samuel intentaba no pensar demasiado, pero su mente no dejaba de correr en círculos.
Derek se movió un poco en sueños, y Samuel aprovechó para mirarlo más de cerca. A pesar de los hematomas y los rastros de sangre seca en su rostro, Derek tenía una expresión tranquila y relajada que pocas veces había visto. Sus labios, entreabiertos, se movían apenas con sus suspiros, y su cabello estaba desordenado de una manera que hacía que se viera casi infantil.
Samuel recordó los primeros días de su amistad, cuando todo era más simple y las complicaciones de sus sentimientos no existían. Pero también sabía que esos días no podían volver. Demasiado había pasado entre ellos, y demasiado había cambiado en sus corazones.
Sin embargo, en ese momento, con Derek en sus brazos y la quietud de la madrugada envolviéndolos, Samuel sintió una calma extraña. Se permitió disfrutar de esa sensación, aunque sabía que era efímera. Cerró los ojos y dejó que el sueño lo envolviera lentamente.
El amanecer llegó, filtrando sus primeros rayos de luz a través de las cortinas. Derek se despertó al sentir que Samuel se movía. El chico estaba usando su brazo de almohada, y una de sus manos descansaba sobre su pecho. Con mucha precaución para no despertarlo, Derek estiró la mano hacia el buró y tomó una fotografía. Luego, con sumo cuidado, se sentó en la cama y recargó la cabeza contra el respaldo, maldiciéndose internamente.
El día anterior las cosas no habían resultado como esperaba. Aunque pretendía acercarse a Samuel mucho más, sentía que, al avanzar un paso, Samuel retrocedía diez. Por ejemplo, después de llevarlo a la universidad, Samuel decidió no hablar más con él y seguir a Elbert, quién sabe dónde.
Derek tenía mucha curiosidad por la relación entre ellos dos. Sin embargo, no sabía cómo ni dónde conseguir información valiosa y confiable. Lo pensó mucho hasta que el timbre de su celular sonó, anunciando un mensaje. Revisó la bandeja de entrada y una sonrisa triunfal apareció en su rostro; había encontrado a la informante perfecta.
Antes, Derek hubiera rechazado la invitación de Jenny a cualquier lugar. Sin embargo, en ese momento, la invitación al cine le caía como anillo al dedo. Ella era la mejor amiga de Samuel y se conocían desde hacía años; era imposible que no conociera la relación que tenía con Elbert.
—¿La película estuvo bien? —preguntó ella, apenas saliendo de la sala de cine. Sus manos se movían nerviosamente detrás de su espalda mientras un sonrojo aparecía en sus mejillas. Anteriormente había "salido" con Derek, pero nunca habían tenido una cita como en ese momento. Se le podía considerar un paso gigante en su, tal vez, futura relación.
Él asintió—. Muy buena —aunque ni siquiera había prestado atención. Sus pensamientos se desviaron en todo momento hacia Samuel.
—Ven, vamos a tomarnos una foto, déjame presumirle a Samuel.
Derek arrugó las cejas, pero aun así estuvo de acuerdo. Tenía la oportunidad perfecta y, después de ver cómo la chica enviaba la fotografía, decidió sacar el tema a flote.
—Por cierto, antes veía a Samuel con ese chico de cabello teñido, pero hoy fue con... ¿Elbert? Creo que así se llama. Nunca lo había visto por aquí —dijo casualmente.
—Oh, Elbert —Jenn bajó la mirada y sonrió—. Es un viejo conocido de Samuel. Él se fue a estudiar hace dos años lejos y dejaron de tener contacto. La relación entre ellos es muy buena, demasiado buena. Pero no puedo dar detalles... Es un secreto entre nosotros. —Ella puso su dedo en su boca e hizo el sonido de "sssh" indicándole que también guardara el secreto.
Aunque ella se negó a revelar más, Derek no era estúpido y ya tenía una idea muy clara de qué tipo de relación hablaba. Él había desaparecido en esos dos años, y por supuesto que las cosas habían cambiado entre ellos. De hecho, habían quedado como él deseaba, pero estaba tan irritado que sus uñas se clavaron en sus palmas al formar puños con sus manos.
Después de eso, Derek había ido a un bar a beber, pero solo pudo terminar una cerveza antes de que unos tipos lo molestaran.
—Tú, hijo de perra, vamos afuera.
—Te estás confundiendo de persona.
—Nunca me equivocaría con el cabrón que me quitó a mi novia.
—Tu novia seguramente es una mujer que le abre las piernas a cualquiera. No te sorprendas si encuentras a otro que te "quitó" a tu novia.
—¡Cabrón! —gritó el tipo y lanzó el puño contra su rostro, pero Derek lo evadió perfectamente.
Después de eso, comenzó una pelea muy desigual de cuatro contra uno. Y el fuerte aroma a alcohol en su cuerpo era porque, en medio de la pelea, alguien lanzó un vaso de whisky y el líquido cayó sobre él.
Derek suspiró al recordar la escena y cerró los ojos por un momento, intentando calmar la rabia que todavía sentía. No entendía cómo había llegado a este punto, cómo había permitido que sus sentimientos se descontrolaran tanto. Porque en esa pelea no golpeaba a esos idiotas, podía imaginar claramente el rostro de Elbert, a quien el culpaba por quitarle la atención de Samuel.
Con mucho cuidado de no despertar a Samuel, Derek se levantó y se dirigió al baño a lavarse la cara. Abrió el grifo y dejó que el agua fría lo despertara por completo. Se quedó recargado sobre el lavabo y miró su reflejo en el espejo. Los golpes se veían más que el día anterior y comenzaba a sentir dolor en el torso. No obstante, no le prestó atención alguna; todos sus pensamientos y emociones giraban en torno a la noche anterior.
Había abrazado a Samuel y le había dicho un sinfín de cosas que, estando "sobrio", no se atrevía a decir. Odiaba ser tan malditamente cobarde, pero odiaba más sentirse atraído por un hombre. Pensó que esos sentimientos habían quedado en el pasado; sin embargo, cuando volvió a ver a Samuel, todo aquello regresó a él como un enorme torrente de agua llenando todo su interior.
Sus sentimientos lo sofocaban al punto de odiarlos. Pero deseaba estar un poco más cerca de Samuel y solo usaba el alcohol como una maldita excusa barata. Si Samuel supiera que no estaba ebrio, ¿cómo reaccionaría? Seguramente lo odiaría y le gritaría lo cobarde que era.
El aroma de Samuel y el calor de su cuerpo aún permanecían en él. Pero nunca se atrevería a decirle todas aquellas palabras sin usar el alcohol. Tampoco se atrevería a abrazarlo y disfrutar del calor corporal ajeno. Samuel no merecía a un cobarde como él, alguien a quien se le hacía muy fácil decir que no recordaba nada debido a la borrachera, alguien que prefería fingir que nunca pasó nada.
No obstante, era reacio a dejar que cualquier imbécil pudiera conquistar a quien, subconscientemente, creía suyo. Porque, mientras él estuviera ahí, nadie podría tener a Samuel Winters.
El sonido de la puerta del baño al abrirse lo sacó de sus pensamientos. Samuel estaba de pie en el umbral, mirándolo con una mezcla de preocupación y confusión.
—¿Estás bien? —preguntó Samuel, observando los moretones en el rostro de Derek.
Derek sonrió débilmente y asintió.
—Sí, solo necesitaba despejarme un poco.
Samuel se acercó y tocó suavemente uno de los moretones en el rostro de Derek.
—Deberías dejar que te lleve al médico. Esos golpes se ven mal.
—No es necesario, estaré bien —respondió Derek, intentando sonar convincente.
Samuel suspiró, claramente no convencido.
—Está bien, pero al menos déjame ponerte algo de hielo.
Derek asintió, agradecido por la preocupación de Samuel. Mientras este iba a buscar hielo, Derek se miró una vez más en el espejo. Nuevamente iba a disculparse y a fingir que nada había pasado.
Maldito cobarde. Se maldijo internamente.