Cuando la desesperanza te invade pueden soplar vientos de paz si encuentras el verdadero amor, esta verdad la comprobaron Estrella y Samuel, dos jóvenes que tienen un huracán de problemas pasados y presentes encima, pero con ayuda mutua logran salir adelante, aunque no se sabe si esten destinados a ser más que amigos.
Pese a que su padre ha sido acusado de un delito muy grave, entre ambos lucharán no solo para revelar la verdad, sino para curar todo el dolor que el mal tiempo dejó.
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Planeando un futuro pacífico
Cuando Estrella se enteró del regreso de su mamá se emocionó en gran manera. Por un lado, estaba feliz porque la vería pronto, por otro se sintió deprimida y ansiosa porque no tenían en dónde vivir y no quería causar molestias a la familia Varela. Ellos habían sido amables con ella y se habían portado mucho mejor que su familia sanguínea, pero ahora debería esforzarse por buscarle un hogar a su mamá y hacer lo mejor mientras su padre regresaba. Estrella se decía a sí misma que su mamá ya había trabajado y sufrido mucho por ella, ahora le correspondía a ella luchar por su familia y así lo haría.
Al día siguiente doña Susan dispuso una bienvenida para su amiga Daniela, quería que ella se sintiera acogida y amada. Una vez organizado todo se dirigieron al aeropuerto a esperar a don Luis y a Daniela.
Susan: Ahí están.
Samuel: Ayudaré con el equipaje, veo que es bastante.
Don Luis: Estrella, Susan aquí les traigo a Daniela.
Daniela: Estrella, hija mía. (se abraza a Estrella y ambas se ponen a llorar por un buen momento)
Susan: Tomen un poco de agua.
Daniela: Susan, perdona no te saludé. ¿Cómo estás?
Susan: No te preocupes, amiga, estoy bien, muy emocionada de que estés aquí y que estés bien.
Daniela: Gracias, no podré agradecer todo lo que tu familia ha hecho por nosotros.
Luis: Vayamos al auto, ahí podrán conversar más cómodamente. Samuel que se vaya con el equipaje y nosotros iremos en el otro auto.
Estrella y Daniela conversaron sobre algunos detalles de lo sucedido.
Al llegar a la mansión Varela Susan y Luis presentaron a Samuel con Daniela. Estrella se sintió un poco nerviosa por la impresión que su mamá tuviera de este muchacho.
Daniela: Hola, encantada de conocerte, Samuel.
Samuel: Doña Daniela, el gusto es realmente mío. Sea bienvenida al país y esta casa es suya.
Daniela: Gracias, eres muy amable.
Tienen un excelente hijo. Espero que mi hija se haya portado bien y no les haya ocasionado problemas, ella no es tan juiciosa como su hijo.
Estrella: (muy avergonzada) ¡Mamá!
Susan: Para nada, ella es un amor. Ha sido una agradable compañía.
Don Luis: Una niña muy llevadera, educada y muy amable.
Samuel: Sí, amable y bien portada.
Estrella estaba muy ruborizada y con el corazón acelerado al escuchar a Samuel hablar, pues no sabía qué diría él ante su madre. Ella era muy inteligente y no creía poder ocultar su relación ambigua.
Daniela recibió una agradable bienvenida con globos y carteles seguida de un delicioso almuerzo. Su equipaje fue colocado en una habitación que se preparó para ella. Por la tarde madre e hija tuvieron tiempo para las dos.
Estrella: Mami, te extrañé tanto y me preocupé hasta la muerte por tí, cuando no me podía comunicar contigo. Dime cómo te han tratado.
Daniela: Estrella a tí no te voy a mentir, tuve mucho miedo por tu padre y por mí. Me estaba desesperando, no sé si hubiera aguantado todo esto sola. La llegada de Luis fue en el momento justo.
Estrella: No debí dejarte sola mamá. Perdóname.
Daniela: Niña tonta. Yo te obligué a venir acá, si hubieras estado allá expuesta, tal vez tu papá y yo hubiéramos estado peor. Además, por tí Luis se enteró de lo sucedido y nos ayudó más de lo que imaginas, lo hiciste muy bien al buscar su ayuda.
Estrella: Me alegro de que estés aquí, no sabía a quién recurrir en ese momento y busqué a don Luis con temor a que nos abandonara, pero no fue así, me acogieron tan amorosamente y han cuidado muy bien de mí.
Daniela: No olvidaré nunca lo que están haciendo por nosotras y por tu padre. Y por cierto qué pasó con José, confiamos en él, pensé que te acogería, nunca imaginé que haría lo que hizo.
Estrella: Nos dio la espalda cuando más lo necesitamos, pero ahora no tenemos familia, no volveremos a tener ninguna relación con ellos. Trabajaré duro por tí y por papá.
Así pasó la tarde, en lo que Daniela tomaba un descanso y don Luis y doña Susan estaban en su habitación, Samuel y Estrella aprovecharon para conversar a solas.
Samuel: ¿Cómo está tu mamá?
Estrella: La veo triste por lo de papá y cansada de todo esto.
Samuel: Ya veo, (abrazándola con cariño) no debes angustiarte, puedes contar con migo. Cualquier cosa que necesiten puedes decírmelo.
Estrella: Gracias. Por ahora estoy buscando una casa, necesito comprar una, aunque no sea como nuestra antigua mansión, pues no cuento con tanto dinero.
Samuel: ¿No te sientes bien aquí? Se pueden quedar aquí o también pueden quedarse en nuestra casa en las afueras de la ciudad.
Estrella: Agradezco tanto sus buenas intensiones y apoyo incondicional, pero esta vez realmente quiero hacer esto. Quiero darle un hogar a mi mamá y prepararnos para cuando papá sea liberado. Deseo darles estabilidad aquí, sé que no será fácil pero me esforzaré.
Samuel: Comprendo, eres una buena hija. Te ayudaré a buscar la casa, por medio de nuestras conecciones será más rápido.
Estrella: Bien. Samuel, yo... También quiero decirte que estoy nerviosa, mi mamá puede enterarse de lo que pasa entre nosotros y no sé qué pasará.
Samuel: Hablaré con ella.
Estrella: No, por ahora no. Ella está estresada y no quiero causarle más problemas, por favor perdóname.
Samuel: Entonces tendremos cuidado para no ser descubiertos y una vez que tu mamá esté preparada hablaré con ella y con mis padres.
Así se quedaron conversando un poco más. La cena transcurrió rápidamente y después salieron al jardín donde continuaron conversando sobre viejos tiempos y otras cosas.
Por la noche Estrella y Daniela decidieron dormir juntas, pues tenían tanto tiempo separadas, ellas conversaron sobre lo que sería de sus vidas ahora.
Estrella: Por lo pronto he decidido comprarnos una casa, no podemos abusar de la hospitalidad de la familia Varela. He iniciado a cotizar algunas residencias por internet aunque deberá ser una que se acomode a nuestra condición actual.
Daniela: Sí, eso está perfecto. Contamos con el dinero de la venta de nuestra mansión, el cual fue transferido a una cuenta de Luis acá en el país. Cuando tengas la casa lista se lo pediremos y pagaremos con ese dinero.
Estrella: Ok, mamá. También por mi parte buscaré un empleo, con mis títulos debería encontrar trabajo en mi área.
Daniela: Bien, pero no te exijas demasiado, recuerda que contamos con un ingreso por la sociedad en la empresa de los Varela. Eso nos respaldará y podremos llevar una vida sin preocupación.
Estrella: Sí, lo sé, pero no pienso quedarme quieta si puedo trabajar por mi cuenta, soy joven y con mucho talento, haré todo lo posible por salir adelante.
Daniela: No es lo mismo trabajar en la empresa de tu padre que para otra empresa y en un país que no conoces, habrá mucha presión, pero te apoyaré en todo lo que decidas.
Estrella: Gracias, mamá. Estoy feliz de tenerte junto a mí y lucharé porque mi padre sea liberado.
Al amanecer, Estrella se levantó temprano teniendo en mente dos asuntos urgentes. Uno era enviar su Hoja de Vida a varias empresas para aplicar a un empleo y el otro cotizar y visitar residencias que estuvieran en venta. Por supuesto no lo dijo a don Luis, doña Susan y menos a Samuel, pues quería hacerlo por ella misma.
Pudo visitar y ver unas cuantas residencias, pero no le pareció el precio y las condiciones que les ponían los agentes inmobiliarios.
Por la tarde Samuel le dio el contacto de un agente inmobiliario para que se pusieran de acuerdo entre ellos y concertar una cita. De esa manera sería más fácil la compra de la casa que se ajustara a sus condiciones. Estrella actuó rápido y ya tenía cita para mañana.