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Héroes: Parte Dos

Héroes: Parte Dos

Status: En proceso
Genre:Acción / Comedia / Aventura / Sci-Fi / Héroes / Villano
Popularitas:875
Nilai: 5
nombre de autor: Juan Pablo Saavedra

Tres años después de la tercera guerra heroica, el mundo ha cambiado demasiado, pero a pesar del cambio, dos personas crearon algo que va a ocasionar la mayor batalla de la historia. Los chicos cambiaron físicamente y mental mente, ahora ellos van a enfrentar una pelea seria.

NovelToon tiene autorización de Juan Pablo Saavedra para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Camila Vargas

Hace veintitrés años, en un pequeño barrio de México, una pareja esperaba con ansias la llegada de su primer hijo. José Vargas, un hombre de cabello negro, ojos azules y piel morena, y María Pinzón, una mujer de cabello gris plateado, ojos grises oscuros y piel blanca, estaban casados desde hacía dos años. Siempre habían querido un bebé, pero José tenía la firme expectativa de que fuera un niño, pues en su familia, los Vargas, solo los hombres nacían con poderes mágicos. Esta tradición familiar se había mantenido por generaciones, y aunque los Vargas eran reconocidos como héroes increíbles, su mentalidad seguía siendo conservadora y machista.

José esperaba con ansias el nacimiento de su hijo varón, convencido de que seguiría con el legado familiar. En la familia de María, sin embargo, también había mujeres, lo que hacía posible que su bebé fuera una niña, pero José no parecía preocuparse por esa posibilidad. Estaba seguro de que tendría un niño.

El día del nacimiento llegó y, para sorpresa de José, nació una niña. Su primera reacción fue de decepción, pero al verla en sus brazos, decidió aceptarla con la esperanza de que su segundo hijo fuera un varón. Además, estaba convencido de que ella no heredaría los poderes mágicos, lo que evitaría conflictos con su familia. La llamaron Camila Vargas Pinzón. María, llena de amor, se dedicó completamente a su hija, pero José se mostraba distante. La familia Vargas tampoco demostraba mucho cariño por la niña, lo que preocupaba a María, quien intentó hablarlo con su esposo, aunque sin éxito.

Años después.

En un bar, José se encontraba bebiendo con sus hermanos, primos y padres:

—Ojalá la niña no tenga poderes mágicos. Seremos la burla, José —dijo su hermano con un tono burlón.

—No. Ella no va a despertar el poder mágico —respondió José con firmeza.

Los hombres continuaron bebiendo, ignorando la posibilidad de que algo inesperado ocurriera. Pero el día del despertar del poder de Camila llegó, y para sorpresa de todos, ella despertó la magia ancestral de los Vargas. La noticia cayó como un balde de agua fría en la familia, y desde entonces, los familiares de José les dieron la espalda.

A partir de ese día, la armonía en la familia se rompió. Se perdió el amor, las palabras se volvieron frías y José comenzó a refugiarse en el alcohol. Camila notaba la indiferencia de su padre, quien se negaba rotundamente a entrenarla para desarrollar su poder. No importaba cuánto insistiera, la respuesta siempre era la misma: un rotundo no. Pero Camila no se dejó vencer y decidió aprender a controlar sus habilidades por sí sola. Desde entonces, su relación con su padre se deterioró aún más, pero ella estaba decidida a demostrar que su poder no era una maldición, sino un don.

Una noche, José llegó borracho y se dirigió tambaleante hacia la habitación de Camila. Sus ojos inyectados de ira la observaron fijamente antes de extender los brazos con intenciones asesinas. Sin embargo, María irrumpió en la escena y lo detuvo con rapidez. José respondió con un ataque brutal que la hizo escupir sangre y caer al suelo. El golpe resonó en la casa, despertando a Camila, quien reaccionó al instante lanzando un hechizo de empuje.

El hechizo impactó a José, pero él rugió con furia. De repente, una gran explosión sacudió la casa y ambas mujeres fueron lanzadas por los aires. Camila sintió un dolor insoportable en el pecho y vomitó sangre. María, por su parte, quedó inconsciente al chocar contra la pared.

José, tambaleante pero determinado, avanzó nuevamente hacia Camila. Ella intentó defenderse, pero él fue más rápido. Su mano traspasó el estómago de la joven como una lanza. Camila abrió los ojos con horror y escupió más sangre.

—Papá… ¿Por qué? Soy tu hija…—susurró con la voz temblorosa.

—Tú hiciste que todos me odien—respondió José con desprecio.

—Pero… padre…

—¡No me llames así!

Con furia, retiró su mano y la arrojó al suelo como si fuera un despojo. Camila, con lágrimas en los ojos, lo miraba suplicante. Pero él solo respondió con un fuerte golpe en la cara que la sumió en la inconsciencia.

—Nunca podría ser padre de alguien que arruinó mi vida. No eres mi hija—espetó antes de darse la vuelta para marcharse.

Justo cuando estaba por salir, un sonido extraño lo detuvo. Un latido. Un latido tan fuerte que pareció hacer vibrar el aire. José se giró con el ceño fruncido y vio cómo un humo anaranjado emergía del cuerpo de Camila.

Sus uñas se alargaron, su respiración se volvió pesada y sus ojos se abrieron de golpe. Su iris ahora era de un rojo intenso con una delgada línea negra recorriéndolo verticalmente. El humo anaranjado comenzó a envolverse a su alrededor, tomando la forma de un gigantesco zorro. José retrocedió, sintiendo por primera vez en su vida un temor genuino.

Camila se puso de pie. Sus movimientos eran lentos y fluidos, como los de un depredador. La forma del zorro se desvaneció, pero el humo seguía emitiéndose de su cuerpo. En un parpadeo, se movió con una velocidad imposible. José apenas tuvo tiempo de prepararse antes de que un chorro de sangre cayera al suelo.

María, que comenzaba a recobrar la conciencia, abrió los ojos y vio la escena con horror: Camila, con el brazo extendido, había atravesado el pecho de su padre. José, con la boca llena de sangre, sonrió con una mueca torcida.

—Nada mal… pero serás la destrucción… jajajaja—fueron sus últimas palabras antes de que sus ojos se cerraran y su cuerpo cayera pesadamente al suelo.

Camila miró su brazo empapado en sangre. Sus ojos reflejaban puro terror. La adrenalina se disipó y, de inmediato, perdió el conocimiento.

Minutos después, la Liga de Héroes irrumpió en la casa. Gracias a la intervención de María, lograron impedir que Camila fuera arrestada por asesinato. Sin embargo, la verdad quedó grabada en sus corazones: el poder que había despertado en Camila era inmenso… y peligroso. Un poder ligado a sus emociones más intensas.

Aquel día marcó su destino. Al cumplir diecisiete años, ella y su madre abandonaron México y se trasladaron a Colombia. Allí, Camila ingresó a la Academia Técnica, buscando un nuevo comienzo. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, sabía que ese poder aún dormía en su interior, esperando el momento para despertar nuevamente.

En la actualidad.

Camila revivió en su mente el momento en que su padre la atacó. Mientras tanto, todos los conocidos de Junior llegaron al lugar de la explosión, encontrando su casa completamente destruida. En el centro del caos, Junior yacía herido en el suelo, pero lo que más llamó la atención fue Camila. Algo en ella no estaba bien. Pegó un grito desgarrador, su cuerpo emanaba un humo denso y claro anaranjado. Nadie se atrevió a moverse al principio, pero un hombre moreno y musculoso decidió actuar.

Sin titubeos, caminó hacia Camila con la intención de detenerla. Sin embargo, en un parpadeo, ella apareció frente a él y, con un solo movimiento, le arrancó el brazo de cuajo. La extremidad salió volando mientras un chorro de sangre empapaba el suelo. El hombre cayó al piso, gritando de dolor. El resto del grupo se paralizó, observando con horror la escena.

—Cami…—murmuró Ome, pero antes de terminar su frase, Camila se abalanzó sobre él y lo hizo caer con un golpe seco.

Ome sangraba, pero aún estaba consciente. Los demás decidieron intervenir, lanzándose al combate en un intento desesperado por detenerla. No obstante, era inútil. Camila se movía con una velocidad sobrenatural y cada uno de ellos caía uno tras otro, brutalmente heridos.

Nicole intentó esquivar sus ataques, buscando una oportunidad para hacerla reaccionar.

—¡Camila, por favor, despierta! ¡Reacciona, no eres tú!—gritó desesperada.

Pero antes de que pudiera decir algo más, Camila le clavó sus garras en el estómago y la lanzó lejos. Nicole chocó contra los escombros, dejando una mancha de sangre en el suelo.

Figueroa fue la siguiente en intentarlo. Se movió con rapidez, golpeándola repetidamente, pero era como si sus ataques no tuvieran efecto. En un abrir y cerrar de ojos, Camila la derribó con un solo golpe, dejando su cuerpo inmóvil en el suelo. La escena era aterradora; los amigos de Camila sentían que no estaban peleando contra una persona, sino contra un demonio.

En ese momento, Valentina apareció en el campo de batalla. Camila la vio y, sin dudarlo, se lanzó contra ella con una velocidad imposible. Pero antes de alcanzarla, Junior, aún sin transformarse en su forma de Dios, logró sujetar su pierna en el último segundo. Camila desapareció por un instante y reapareció a su lado, golpeándolo contra el suelo con una fuerza devastadora, generando una explosión de tierra y polvo. Sin embargo, Junior se levantó a tiempo, con los puños apretados.

—¡Camila, basta!—gritó Junior con todas sus fuerzas mientras bloqueaba uno de sus ataques—. ¡No me voy a transformar! ¡No voy a pelear contigo! ¡Tienes que reaccionar!

Pero Camila no respondía. Sus ojos se volvieron completamente rojos y, de repente, una serie de ondas de choque explotaron a su alrededor. Junior recibió el impacto de lleno y escupió sangre mientras su cuerpo salía despedido por los aires. Mientras volaba por la fuerza del golpe, su mente se llenó de preguntas.

—Camila… ¿Cómo puedes ser tan fuerte? ¿Por qué no reconoces a tus amigos?—pensó mientras la veía desde la distancia.

Junior se estrelló contra un edificio con un estruendo que sacudió los alrededores, pero Camila siguió atacando sin piedad. Sus amigos, que intentaban detenerla, eran golpeados brutalmente, y la sangre se esparcía por el suelo. Viendo la situación descontrolada, algunos de los presentes comenzaron a considerar la posibilidad de matarla, pero esperaron a que se dirigiera a Junior.

Este, incrustado en la estructura del edificio, comenzó a reflexionar mientras se reincorporaba lentamente.

—Esto es mi culpa… Me besé con Valentina mientras estaba con ella. Teníamos planes, un futuro juntos… ¡Nos íbamos a casar! Tantos años de relación tirados a la basura. Está molesta y con razón… Pero si no la detengo ahora, va a matar a alguien.

La determinación en su voz creció con cada palabra. Entonces, su cuerpo brilló con un resplandor celestial mientras se transformaba en Dios. Su energía explotó a su alrededor y se lanzó hacia Camila a una velocidad sobrehumana.

Camila estaba a punto de atravesar a Nicole con sus garras cuando Junior apareció de repente y la abrazó con fuerza.

—¡La va a matar!—gritó Figueroa.

Pero Junior no se movió. Poco a poco, su brillo divino comenzó a desvanecerse mientras la aferraba con todo su ser.

—¡Camila, perdóname!—gritó con desesperación—. ¡Ya no más! ¡Tú no eres así! Eres una mujer fuerte, valiente y hermosa, pero también noble y calmada. ¡Por favor, reacciona! ¡Por favor, Camila, despierta!

El cuerpo de Camila tembló por un segundo, pero en un movimiento feroz, le hizo un profundo corte en la espalda con ambas manos. Un chorro de sangre brotó violentamente, tiñendo el suelo de rojo.

—¡Junior!—gritó Nicole, aterrorizada.

Junior cayó de rodillas, respirando con dificultad, pero sin soltar a Camila. Su voz se quebró mientras hablaba:

—Sí, lo sé… ¡Me equivoqué! Cometí el error de besar a Valentina cuando yo estaba contigo. Arruiné cinco años de nuestra vida juntos y fui un completo idiota. Tienes todo el derecho de estar furiosa conmigo y me merezco todo el dolor que me estás causando ahora mismo. ¡Cada rasguño, cada golpe, cada corte y cada gota de sangre que pierdo es mi castigo!

Sus palabras hicieron eco en la mente de Camila. Sus ojos rojos se abrieron desmesuradamente y un grito ahogado escapó de sus labios. Las imágenes de su pasado juntos comenzaron a aparecer en su mente: los momentos felices, las risas compartidas, las dificultades que superaron juntos. Las salidas, las aventuras, las promesas. Todo aquello que los unió alguna vez.

Junior sintió su cuerpo temblar dentro de sus brazos.

—Ahí debes estar, Camila…—dijo con voz débil pero firme—. Sé que duele, sé que quieres destruirlo todo por la rabia, pero el enojo no puede llevarte hasta el extremo. No dejes que te domine, porque puedes herirte y también dañar a quienes te aman.

Una lágrima se deslizó por la mejilla de Camila. Sus movimientos comenzaron a debilitarse, pero aún golpeaba a Junior con desesperación.

—Me lo merezco, Cami…—susurró Junior, con la sangre resbalando por sus labios—. ¡Desahógate conmigo! No me importa… No importa el dolor…

Finalmente, Camila se detuvo. Sus garras se retrajeron, su respiración se agitó y su mirada se desenfocó. Un jadeo escapó de sus labios y su voz salió quebrada:

—Junior…

Junior la miró fijamente.

—Perdóname…—murmuró Camila, su voz temblorosa—. No debí hacer esto… Soy una completa idiota…

Junior la abrazó con todas sus fuerzas, ignorando su propio dolor.

—No… Lo soy yo.

Ambos se quedaron en aquel abrazo, mientras el silencio los envolvía. A su alrededor, sus amigos los miraban con miedo y asombro, incapaces de comprender todo lo que acababa de suceder.

Dos días después, Junior llevó a Camila y a María al aeropuerto. Camila se detuvo un momento para hablar con él, mientras su madre hacía la fila para abordar.

—Perdóname por lo que pasó —dijo Camila con la voz entrecortada.

—No pasa nada. Tenías todo el derecho de enfadarte conmigo —respondió Junior con una sonrisa triste.

—Adiós…

—No. Un hasta pronto.

Se abrazaron, y Camila no pudo evitar llorar.

—Ve con alegría. Iré a despedirme de tu madre —dijo Junior.

—De acuerdo.

Junior se acercó a María, quien lo miró con amabilidad.

—Doña María… ¿Qué fue lo que le pasó a Camila? —preguntó con seriedad.

—Es el despertar de la bestia. Una forma de poder mágico puro, pero aquellos que no lo controlan se convierten en bestias violentas. Solo despierta con una emoción extrema… y bueno, ya lo viste.

Junior se quedó en silencio. Camila y María abordaron su avión, y él las vio partir, con el corazón pesado. Sabía que no era una despedida definitiva, sino solo el inicio de algo más.

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