Desde que tengo memoria, he sido repudiada por mi padre y por todo el imperio, señalada como "la princesa demonio", "la hija maldita", "la oscuridad entre la luz". Me acusan de intentar asesinar a mi hermana, la hija de la Diosa Mística. Incluso mi ex prometido me odia por querer acabar con su princesa. Estoy sola, y me espera una muerte miserable. En el cielo, mi madre y mi hermano, quienes murieron en un incendio cuando yo tenía 14 años, aguardan. Desearía haber muerto ese día también, pero pronto cumpliré mi sueño. Adiós, hermana. Nunca te odié. No sé por qué creen que intenté quitarte la vida, yo no fui. Cumple tu deber y salva al imperio de la guerra; esos fueron mis deseos antes de morir.
Sin embargo, para mi sorpresa, desperté nuevamente a los 14 años. Mi madre y mi hermano están vivos. No dejaré que mueran de nuevo.
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Siempre te voy a amar soy tu papá, pero también soy el padre de Lila.
**Narra Priscilla…**
(Esa maldita perra me ha hecho pasar la peor humillación de mi vida. *Ya verá*. Al principio pensé en no destruirla todavía porque me era útil, ya que ella es la verdadera hija de la Diosa; pero no te vas a salvar de mí. Si en el pasado lo hice, aunque hayamos vuelto en el tiempo, voy a hacer que pagues de nuevo. Esta vez seré más inteligente. Tengo que destruirte antes de que la guerra se avecine, pero debo hacerlo antes de que llegue ese momento. Lo que hiciste hoy me deja claro que tú también quieres acabar conmigo, pero no te la voy a poner tan fácil. Voy a acabar contigo. Mientras tanto, seguiré robando fondos del palacio, para que cuando llegue la hora de partir, pueda hacer mi vida nuevamente, rodeada de lujos.)
(Sé que si robo mucho dinero ahora y me voy, podré tener una vida tranquila lejos. Pero yo quiero acabar con esa perra, porque la odio, la odio demasiado. A pesar de que siempre le he hecho daño, ella siempre sale a relucir. Esta vez debo hacer las cosas mejor.)
Cuando llegué al palacio, quería dirigirme a mi habitación, pero escuché una discusión muy fuerte. Era mi madre y mi padre. Otra vez estaban peleando. Desde que se fue esa mujerzuela, los conflictos han empezado entre ellos. Mi madre es muy tonta, no sabe hacer las cosas.
Decidí entrar para calmar las aguas, ya que sé que soy la debilidad de mi papá. Abro la puerta y finjo inocencia. Debo aprovechar la situación para calmar a mi padre y también decirle unas cuantas cosas sobre la perra de mi hermana.
— **Papá**, por favor, ya no pelees con mamá, eso me pone triste. — Dije mientras fingía llorar.
— Hija, por favor, esta es una discusión entre tu madre y yo. Ella no quiere entender razones… — Dice mi padre, muy serio.
— **Nunca voy a entender** cómo pudiste ser tan idiota como para firmar un papel donde se diga claramente que no puedo ser emperatriz. Además, no me diste permiso para estar presente el día que te divorciaste de esa mujerzuela. ¡Te estás comportando raro! — Dice Clarisa entre lágrimas.
— Papá, no hay tiempo para pelear. Ustedes dos se aman, y yo quiero que estén juntos. Tú eres el emperador y puedes hacer lo que quieras. Ningún papel puede obligarte a hacer lo que no quieres. Además, estoy muy triste porque mi hermana Lila ha dicho un montón de cosas malas de mí. Me la encontré en la fiesta de té que organizó mi amiga Jessica, y se burló mucho de mí.
— Esa niña insolente, te envidia mucho, hija. No entiendo por qué quiere hacerte daño. Además, a mí también me lo ha hecho. Exijo que el emperador le aplique un castigo a su otra hija por humillarte. — Dice Clarisa, muy molesta.
— Es verdad que se parecen tanto… — Dice el emperador, mirando a Priscilla. — Lila, como quiera que sea, es mi hija. No entiendo por qué nunca la he tomado en cuenta. Ahora que lo pienso, siempre me dicen cosas sobre Lila, Mónica y Alexis. Pero nunca los he visto haciendo nada. Y me arrepiento de no haber visto con claridad la situación antes. Querida Priscilla, eres mi hija menor, pero Lila también lo es. Tal vez sea muy dura porque nunca le he dado cariño, pero ponte en su lugar. ¿Cómo te sentirías si tu propio padre te hiciera a un lado y prefiriera a otra hija? Quiero que sea la última vez que me vengas con chismes. Además, no puedo castigar a mi hija, porque prácticamente ya no es mi hija. — El emperador baja la cara. — Por mi culpa, mis dos hijos mayores decidieron abandonar el apellido. Y con respecto a eso, no puedo hacer nada. Ya no son mis hijos, y no puedo castigar a los hijos de una duquesa. — Dice con determinación, sin querer discutir más.
Priscilla, que pensaba que porque dijera algunos chismes sobre Lila, su padre la iba a castigar, no sabía que el emperador ya no tomaba en cuenta nada que viniera de Clarisa. La poción amorosa que ella le daba ya no le funcionaba. El emperador se dio cuenta de que ya no quería a Clarisa, y aunque nunca amó a Mónica, tampoco la odiaba. Ahora se sentía confundido, porque no sabía qué le había pasado para actuar de esa manera. Aunque Mónica no fuera su amor, ella siempre fue buena, y sus hijos llevaban su sangre. Ahora le dolía no haber pasado más tiempo con ellos. Además, recordaba las palabras de Lila sobre las gotas que le daba Clarisa, y empezó a sospechar que ella estaba haciendo algo malo. No quería lastimar a Priscilla, pero necesitaba evidencias para alejarla de él y proteger a Mónica y a sus hijos.
Tanto Priscilla como Clarisa estaban rechinando los dientes de lo molestas que estaban. **¿Ahora el imbécil del emperador se atreve a ponerse del lado de Lila?** Pensaban, sintiendo que la situación estaba empeorando. Sin el apoyo de su padre, necesitaban hacer mucho más para hacerle la vida imposible a Mónica y Lila, porque él era el principal peón en su juego.
— **Padre, es que ya no me amas** — Dice Priscilla entre lágrimas.
— No entiendo por qué dices eso, siempre te voy a amar, soy tu papá. Pero también soy el padre de Lila, mi pequeña, a quien nunca le di amor. Me siento muy mal por eso. Y también soy el padre de Alexis. Estoy pensando muy seriamente en una cosa.
Clarisa abre los ojos, curiosa por saber lo que el emperador está pensando.
— **¿Qué está pensando, majestad?**
El emperador suspira profundamente.
— **Alexis es mi hijo mayor, por lo tanto, estoy pensando seriamente en darle el puesto de heredero.**
Esa fue la gota que colmó el vaso. Clarisa se desmayó, y Priscilla, furiosa, gritó:
— **¡No es justo! Yo soy la princesa heredera, ¡no puedes hacerme esto!**
Y salió corriendo.
El ver esa escena tan infantil por parte de su hija le quedaba más claro aún a Alejandro que Priscila no era más que una mimada inmadura. Su comportamiento errático y su falta de control emocional solo confirmaban que gobernar una nación era un saco que le quedaba muy grande. La idea de que ella fuera la próxima emperatriz, una figura de poder y responsabilidad, le resultaba cada vez más absurda. Alejandro no podía imaginar a una mujer tan volátil y egoísta manejando los destinos de su pueblo.
el debería de pagar ante el mago por todo los pecados de la familia real