Sinopsis
En México, en vísperas del fin de la intervención francesa, hubo una época de cambios pero también de inestabilidad económica. Sobre todo para los grandes aristócratas del país, esta es la historia de Valeria Cortina González de Noriega, una joven soñadora y de alma libre que idealizaba el amor, pero a su vez tenía miedo de un matrimonio arreglado.
Su padre Don Francisco, estaba lleno de deudas, además de que estaba al borde de la quiebra, lo único de valor que conservaba era su apellido honorable. Su única salvación era pagar su deuda a Luis Pimentel para poder conservar su hacienda, Luis era el terrateniente más poderoso de esa época y etiquetado como un verdadero tirano, Don Francisco estaba dispuesto a todo, incluso entregar a su amada hija a cambio de salvarse de la ruina. Será que el pago de una deuda, se pueda volver en un amor duradero y sincero.
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Frente al pasado
Capítulo 18
Al día siguiente Luis y Valeria paseaban por la casa grande en hacienda La Concepcion, estaban trabajando en la remodelación. Había retratos de los ancestros de los Pimentel, también de la esposa y la hija de Luis. Valeria no pudo evitar sentirse conmovida, sabía que las había perdido a ambas por la epidemia que se vivía en Francia.
—Sabías que me casé con María Eugenia por amor, nos enamoramos en una fiesta, la comencé a cortejar y después de unos meses conociéndonos pedí su mano. Al año de casados nació mi princesa Mariana. Cuando arrestaron y fusilaron a mi hermano, decidí que era mejor mudarnos a Francia para estar seguros, antes de marcharnos murió mi padre ya que no pudo con la tristeza de haber perdido a su hijo. Después de sepultarlo, nos fuimos del país junto con mi madre. Éramos felices, planeábamos tener otro hijo, entonces mi esposa enfermo y enseguida mi hija. En pocos días murieron por el cólera, tal vez si me hubiera quedado en el país ellas estarían con vida, pero el miedo a represalias por lo que había hecho Genaro me hizo tomar esa desafortunada decisión.—Luis le tenía la confianza de contarle algo tan íntimo a Valeria, no entendía por qué.
—De corazón siento mucho que hayas perdido a tu familia, nadie merece pasar un dolor tan grande. Debes extrañarlas mucho.—Luis estaba muy conmovido por las palabras dichas por Valeria, lo reconfortaba sin darse cuenta.
—Siempre las voy a extrañar, pero hablemos del aquí y ahora. ¿Quieres cambiar algo?—
—No, todo es muy bello. ¿Vamos a vivir aquí?—
—No, estamos lejos de tu familia. Pero para cuando necesite visitarla, es obvio que tú vendrás conmigo. Así que también debes sentirla como tu casa.—
—Gracias pensé que viviríamos lejos de Cuernavaca.—respiró aliviada Valeria, quería estar cerca de su papá por si necesitaba algo.—¿Puede venir a vivir con nosotros mi nana Irene?—
—Por supuesto que si, no tienes que pedirlo. Es bueno que tengas a alguien de tu confianza.—
Luis aceptó para que Valeria sintiera confianza, pero él no le estaba diciendo toda la verdad, después de visitar la hacienda en Cuautla volvieron a Cuernavaca, llevó a Valeria y a Irene al orfanato. Pero también dejó a Encarnación para que estuviera vigilante de ella, aún nada era seguro con Valeria tenía que evitar que intentara escapar. Mientras tanto en las ánimas llegaba Loreto después de un viaje largo y pesado, tenía que evitar el matrimonio de Luis con Valeria.
—Bienvenida señora Loreto.—la saludaba Juventino.
—¿Dónde está mi hermano?—
—En su habitación.—
—Sube mi equipaje a mi habitación, vengo muerta. Subiré a ver a mi hermano.—
María Luisa le ayudaba a su esposo a vestirse, pronto llegaría la prótesis y tendría que aprender a usarla. En eso tocaron a la puerta.
—Adelante.—respondió María Luisa.
—Pensé que no estaban, todo está muy tranquilo por aquí.—expresaba Loreto.
—Se bienvenida hermana, ¿Qué haces aquí?—pregunto Francisco.
—Me enteré por mi sobrino Luis lo que te había ocurrido, le envió una carta a mi esposo y le dijo lo ocurrido. La verdad me siento muy ofendida que no hayan sido ustedes quien me avisarán, tú eres mi única familia, mi único hermano.—
—¿Que podías hacer?—preguntó María Luisa molesta por el drama que estaba haciendo.
—Ayudarte a cuidarlo, tal vez así no hubiera perdido su pierna.—respondió Loreto.
—Loreto basta, discúlpate con mi esposa.—
—Lo siento, me sentí atacada por ti. También me enteré que Luis quiere casarse con Valeria, ¿es verdad?—
—Si, mi Valeria va a casarse en pocos meses con Luis. Ya está pactado.—
—Ella no quería casarse hermano, acaso la obligaron a aceptarlo. Fuiste capaz de utilizar a tu hija para pagar la deuda, eso es ruin hermano.—María Luisa no la soportaba, así que sin decir nada salió de la habitación.
—Loreto por favor, jamás entregaría a mi hija a cambio de dinero. Valeria insistió en casarse con él, no sé si por cariño o por agradecimiento.—
—Tu no pero María Luisa sí, debe estarla obligando con algo.—
—De cuando acá defiendes a Valeria, si tú misma me habías sugerido encontrarle un esposo, ¿y ahora te opones?—
—Me resulta extraño, porque dudo que mi sobrina haya tenido algo que ver con Luis, y haya alguna consecuencia de por medio.—
—Por supuesto que no, Valeria es una jovencita decente. Sería incapaz de hacer algo inmoral en su vida, así que permanece tranquila. Cambiemos de tema, me alegra verte ¿cómo va tu matrimonio?—
Mientras Loreto le platicaba sobre su vida al lado de Gilberto, pensaba en cómo persuadir a Valeria para que huyera del matrimonio. Después de un rato, Loreto salió de la habitación de su hermano, caminaba hacia la cocina para pedir algo de merendar. Nadie la había preparado para su reencuentro con el hombre que siempre había amado.
—Loreto.—expresó Rómulo
—Rómulo, ¿Qué haces aquí?—Loreto estaba en shock.
—Al parecer a todos les sorprende que haya regresado, ¿cómo estás Loreto?—
—Estoy bien, pensé que nunca volvería a verte.—
—Tantos años sin verte, me alegra saber que estás bien.—
Loreto sentía una tormenta de emociones que la golpeaban cruelmente, Rómulo se había materializado frente a sus ojos. Sentía el deseo de abrazarlo y no soltarlo nunca más, el gran amor que sentía por él ardía en todo su ser, sin decir nada se alejó de él para que no la viera llorar. Más tarde Valeria regresaba a casa, había sido un día complicado.
—Tío, ¿qué haces aquí afuera?—
—Viendo las estrellas, reflexionando sobre la vida que elegí.—
—¿Pasó algo?—
—Si, tu tía Loreto está aquí.—
—¿Que sentiste al verla?—
—Culpa, una enorme culpa. Es notorio que no ha tenido una vida feliz, soy el único responsable de su desdicha.—
—¿Pero la amabas?—
—La amé mucho, pero no podía casarme con ella, amé más mi libertad. Hoy estuve de nuevo frente al pasado y eso duele.—
Ver a su tío lleno de arrepentimiento hizo que por primera vez Valeria pensara en Luis, en cómo perdió lo que más amaba. Sentía compasión por su prometido, también suponía que debía ser hermoso que alguien te amara incluso después de la muerte.